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MIRABEL II

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 13 may 2022
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 4 abr

HISTORIAS DE LA PROVINCIA CACERENSE

MIRABEL

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Iviorra

Existe una leyenda sobre el Castillo de Mirabel, que los cronistas sitúan en el último tercio del siglo XII, poco más o menos sobre el año de 1172, este otrora baluarte defensivo, se hallaba a la sazón en poder de los Caballeros de la Orden del Temple, tras haber sido arrebatado a los moros, sucedió que el ejercito almohade al mando de Abu Yúsuf, decidió recuperar la fortaleza, y para ello montó cerco para cortar la entrada de suministros de boca, y obligar a sus defensores a la rendición sin condiciones.

Tras haber montado el cerco, y pasados varios días, ya empezaron a escasear los víveres a los sitiados. El Comendador de la plaza, Frey Lope de Zúñiga, se veía impotente para controlar a su gente, más pasaron los días, las semanas, incluso algún mes de añadidura, y llego la situación de que solo le quedaban a los asediados trece panes, el de Zúñiga ordenó arrojar los panes por las almenas del castillo hacia la tropa mora, y la estrategia dio en el b lanco, ya que la tropa almohade, al ver que les arrojaban aquellos panes, pensaron que los sitiados tenían vivieres en abundancia, por que tal vez pudieran estar abasteciéndose por cualquier resquicio dejado en el cerco o tal vez, por algún pasadizo que desconocían, decidieron levantar el sitio y comenzar la retirada.

Los supervivientes de Mirabel, que no esperaban salir con vida de la fortaleza, elevaron canticos a la Virgen, por el atino del Maestre, ya que no contaban salir con bien del trance, y ante la Virgen juraron que habían de ser generosos en la caridad, con cuantos menesterosos y necesitados acudiesen a solicitar auxilio.

Frey Lope de Zúñiga, fue premiado por la corona, otorgándole la merced de llevar en su escudo las armas de su triunfo:

Los trece panes arrojados a los almohades.

Y en memoria de aquella gesta de su antepasado, los Marqueses de Mirabel, instituyeron la costumbre, de que cada año, y coincidiendo con el aniversario de la gesta de los trece Panes, el conceder a los pobres de la Villa de Mirabel, trece panes, y demás recursos para aliviar sus necesidades más acuciantes, donación que ampliaron al fundar la “Institución del Pan”, más siendo a diario y de por vida el sustento de dos libras de pan a cada indigente.

Esta practica se mantuvo vigente en Mirabel, hasta los diez primeros años del siglo XX, esta caridad quedo extinguida en estas fechas, con que los descendientes del Comendador Frey Lope de Zúñiga, honraban la memoria de tan bravo templario, pero seguía en vigor en voto expiatorio que los defensores medievales de Mirabel juraron a la Virgen.


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Pero en el año de 1173, se produce en la zona Oeste de la Extremadura, la reacción de los temidos almohades, mientras por el Sur, se mantenía cierta tranquilidad y calma por las paces que Fernando Rodríguez de Castro, tenía pactada con los agarenos, logrando beneficios para las villas y castillos de Trujillo, Santa Cruz, Montánchez, y Monfrag.

Corría el año de 1178 y los moros tenían Coria y la Sierra de Gata, sierras por donde el Rey de León Fernando II, penetra con vientos de conquista, Almenarella (Torre de don Miguel), era el punto destacado de la estrategia musulmana, cuando se adueñó de ella Abu Yacub Jusuf en el año de 1174, lugar estratégico para la defensa de los altos valles del rio Gata y Árrago, ya que se alzaba su castillo en forma pentagonal, sobre el vertice que separaba ambas vertientes.


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El monarca castellano Alfonso VIII, en su avance por su territorio de expansión, conquistaba y colonizaba el Norte del Tajo desde Plasencia, conquistando ya definitivamente la fortaleza de Monfragüe, estamos en el año de 1180, fortaleza que cedió a la recién creada Orden de Montegaudio, que tuvo su fundación en Tierra Santa, tras la conquista de Jerusalén por Godofredo de Bouillon, y muy relacionada con la Orden del Temple.

En 1183, se reconquista Coria por Fernando II de León, y aunque era terreno de expansión del de León, es ayudado en esta campaña por Alfonso VIII de Castilla, una vez tomada Coria a los moros, y recupera la silla episcopal para su nuevo obispo. La caída de Coria puso el punto de inflexión en la Trasierra, y ya en 1184, Fernando II entrega el Castillo de Trevejo a la Orden de los Caballeros Hospitalarios, a su Prior don Pedro Arias.

Durante el año de 1192, y tras una ocupación por poco tiempo de la Orden Militar de Montegaudio, la fortaleza acoge la Matriz de los Caballeros de Monfrag, que sería absorbida en 1221 por la Orden de Calatrava.

Con el avance de los ejércitos almohades de Abu Yusuf Yacub Almansur, contra las tropas de Alfonso VIII de Castilla, y la victoria de los sarracenos en la batalla de Alarcos en el mes de julio del año de 1195, los almohades arrasaron el castillo de Mirabel, y ya en el año 1200 el territorio de Mirabel quedó integrado en el término placentino, hasta la creación del señorío feudal en siglos posteriores.

Durante el siglo XIII y la reconquista definitiva, las tierras asignadas por el rey a la nobleza las de Mirabel recaen en la casa de los Álvarez de Toledo, que más tarde serian Condes de Oropesa, los que, mediante diversos trueques y ventas con los Zúñiga, Duques de Plasencia, se convertirían estos último en los grandes propietarios de la Villa de Mirabel.

En tiempos del rey Sancho IV, el castillo fue cedido a Pedro Sánchez de Grimaldo, y poco después a los Bermúdez de Trejo, incorporándose en varios años al mayorazgo de los Vargas.

Desde la refundación de la ciudad de Plasencia en el año 1186, Mirabel formaba parte del llamado alfoz de Plasencia y, por tanto, estaba sometida a su fuero. Con la compra por parte de don Pedro de Zúñiga de unos terrenos en el control de los tributos de esta aldea, se inicia el proceso de independencia del lugar.

Mirabel

La fortaleza y pueblo que protege, fueron fundadas por el Rey Alfonso VIII de Castilla en el año de 1198, la fortaleza edificada sobre un alto cerro, dominando el pueblo de su nombre, y que le llaman Castillo de la Peña del Acero.

Se contempla una mole enorme de mampostería, de forma rectangular de 55 metros de longitud por 15 de ancho, no tuvo mas que una torre del homenaje ubicada en la parte Sur-Este del edificio, que fue mandada construir por la poderosa familia de los Zúñiga, en el siglo XVI.

La historia de la villa se asemeja corta, tras la correria del moro tras la batalla de Alarcos, la tomó en 1196, aunque no tardó en demasía en ser conquistada y reedificada por el Rey Fernando III “el Santo” y quedando desde aquella época como aldea de la jurisdicción de Plasencia.

En sus campos se libró la única batalla de la que se tiene constancia, entre los comuneros y las tropas imperiales en la provincia cacerense, que quedaron victoriosas, en cuya fecha, la villa y castillo tenían ya en propiedad la familia Zúñiga, habiéndole concedido el Emperador Carlos V, la merced por los servicios prestados a don Luis de Zúñiga y Dávila, con el título de Marques de Mirabel.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, según cuenta Tomás López las tierras de Mirabel, eran fértiles de pan, vino y aceite, en ganados y frutas, la producción de lino era razonable, contando la villa hasta con seis telares, miel en abundancia y de extraordinaria calidad, como la producción de aceites, que se obtenían en un lagar que estaba ubicado en un rincón de la plaza, y que aun, o no ha mucho podía leerse en el dintel de la puerta la inscripción:

“San Antonio, propiedad de don Joaquín María Caballero, año de 1840”

Y que la dueña del inmueble, “doña Guadalupe” conservaba las piedras del lagar en el patio.

En las casas fuertes, los escudos heráldicos cuentan la historia y condición señorial de la familia Zúñiga y Sotomayor, que, a lo largo del siglo XIX, fueron perdiendo privilegios, y la villa de Mirabel ve aumentando poco a poco su población mayoritariamente campesina.

Y como no podía faltar, contaba con un lavadero que se encuentra o encontraba en la calle Adolfo de Miguel, y donde aprovechando las aguas de un manantial cercano, se construyó el lavadero y una charca entre pizarras, y que, a finales de los años cincuenta del siglo XX, se canalizo el agua para que vertiera en la charca dándole forma rectangular y construyéndole un pilón para agua.

(Fuentes Publio Hurtado-Castillos)

(Fuentes Rubio Rojas)


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Castillo de Mirabel

Fotografias pilladas en la Red

Agustin Díaz Fernandez


 
 
 

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