EL AMA
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 14 abr 2021
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 19 abr 2021
Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Anochecía a hora temprana sobre mi Llopis Ivorra, anochecía a marchas forzadas y a ojos vista, y a través de mi ventana se podía observar clarear con tenue resplandor la bombilla del alumbrado publico situada en la palomilla en la esquina de la casa de la señora Margarita de mi calle Cuba, aunque ella decía llamarse ” Margariti” solo hablaba en Hurdano “ jurdano “ de donde era natural, anochecía pronto como era habitual recién principiado el mes de Enero de un invierno de 1.970,
Inviernos duros, de aquellos inviernos de antes, antiguos, de sabañones en las orejas y carnes azuladas, inviernos de moquillo y tiriteras, de carámbanos en los charcos y perdida de sensibilidad en los dedos de las manos y pies, y de agua, inviernos de llover días tras días sin ver escampar. apenas algún clareo entre nubarrones, disimulado por otro nubarrón, lluvias donde el puente del Carneril, no tenia capacidad de evacuar la crecida del caudal del arroyo incrementada por el agua que bajaba por el regato desde Cabeza Rubia, engordado a su paso por la pedreras de la dehesa de los caballos donde hoy se ubica el pabellón multiusos, o donde tenia taberna Eugenia “ la Colora”
Y animado con el revoltijo de agua y barro proveniente del camino de Maltravieso, todo unido daba al puente un sentido de inutilidad y un espectáculo de agua colora y porquería acumulada sin ser capaz de trasegar la mitad de agua que se acumulaba.
Las calles del reciente Llopis Ivorra, apenas iniciado con este nombre, y apenas iniciado el asfaltado o empedrado de sus calles, corrían anegadas de agua y de ese barro rojo, colorao imposible, de ese que en verano era un polvillo fino que se metía hasta los huesos y en invierno formaba un pasta pegajosa que engullía las alpargatas al menor descuido, con deficiente iluminación, o nula, por que a la chuiquilleria del barrio no se resistía ninguna bombilla puesta en los casquillos de aquellas solitarios soportes o palomillas, colocadas cada mucho y en las esquinas, bombillas que solo insinuaban claridad debajo de ellas, dejando caer la sensación de mas oscuridad, dejadez y abandono de las calles de aquella época y de barrio humilde, dejadez y abandono que volvemos a sufrir en 2.017 con un gobierno local que esta empeñado en devolvernos a tiempos del blanco y negro y un gobierno regional que pone todo su empeño en que desaparezcamos por defunción y desidia.
Los vecinos recogidos en sus casas, los niños inquietos alborotando en el salón en la espera de la hora de la cena. tras un largo dia de encierro obligado,con sus juegos cuando no con sus riñas, y risas, alderredor de la mesa camilla y si acaso al calor del braserillo de picón, aunque era media tarde aun, ya reinaba la oscuridad y solo se escuchaba en las calles los pasos rápidos, quedos por las botas de agua de algún parroquiano que venia, o iba, de sus o a sus quehaceres, de algún retrasado en la taberna apurando la pistola de vino y tomando la espuela para ver si en ínterin escampaba aunque el sabia lo mismo que la tabernera que no, que no escamparía. que en cualquier caso todo tendía a empeorar, el ruido de la moto Guzzi de ·”Blazquez” el practicante de la “Perra Gorda“, que era el nombre que le daban los paisanos a la Seguridad Social,de la época, atendiendo a algún enfermo en la visita de ultima hora, todo lo demás era soledad en las calles, como de barrio fantasma como abandonado apenas si principiado a habitarse, solo desmentido por el ruido amortiguado por las puertas y ventanas del serial que emitían por la radio.

Aquella tarde-noche, de si por el acaso algún vecino despistado, o por razón de alguna urgencia se hubiera atrevido a salir a la oscuridad de la calle y de la única bombilla que alumbraba mal y poco, y si hubiera mirado al pasar y a través de la ventana, hubiera visto y en la penumbra de luz que emite una vela colocada junto a una mesa escritorio con recados de escribir o escribania, y arropado con un manteo, con gorro de lana cubriéndole la tonsura y los pies metidos en una lata con rescoldos de carbón, al párroco de la barriada D. Antonio, tomando notas de algún sucedido para regañar al pecador o pecadora, o sacando las ideas en el borrador para preparar el sermón del domingo.
Era el tal D. Antonio natural de Caminomorisco comarca de las Hurdes y habia tomado ordenes a mayores en la diocesid de Coria, habiendo destacado en el seminario por comer con dos cucharas y por haber adquirido la habilidad de quitarse la sotana sin desabrochar ni un solo botón, cuando acudía de visita a casa de esas señoritas ligeras de cascos y que fuman, y con el animo de reprenderlas no piensen vds, mal, y si el anónimo vecino hubiera mirado mejor, hubiera visto junto al hogar y sentada en una silla de enea al ama del Sr. párroco, zurciendo unos calcetines sin duda del mosén. por el tamaño mas que nada, y muy arrrimadita al hornillo de carbón donde una cazuela sisea al amor de la lumbre desprendiendo olor de sopas de tomate para la cena de los dos personajes, y si a través de la ventana el vecino mirón, hubiera prestado atención a la conversación que allí se desarrollaba, hubiera oído al ama desacerse en suspiros y en perder el tiempo en hablar a medias, a medias escuchada, a la sazón sobrina del cura por ser hija de una hermana de este, y tenida por fruto del pecado y un visitador medico que iba a colocar los productos del laboratorio que representaba una vez al mes al medico del pueblo donde vivía, y que prometió hasta el meter olvidándose después de la promesa, y hasta se olvido de donde lo había dejado y eso que presumía de buena memoria, hasta que se olvidó que la olvidó, a aquel medico de pueblo y mucho antes se habia olvidado a Cristina, que así se llamaba la susodicha. Oía suspirar a la sobrina el cura, y se había fijado en que últimamente había desmejorado de presencia y ojerosa, andaba al despiste y como al descuido de sus responsabilidades y obligaciones del diario, en vista de que no avanzaba en sus gestiones de escribania, ya por que la testuz no diera para mas, yo por que escuchando las lamentaciones en voz queda de la sobrina lo había desconcentrado de su trabajo, pregunto a la muchacha si todo iba bien , la moza sabiendo que su secreto muy pronto estaría a la vista de todos, le dijo al buen curilla que estaba en estado de buena esperanza, el cura como no, monto en cólera acusando a la muchacha de lo que no era, y recordandole aquello de aquel palo esta astilla por lo de la madre, de lo cual nada mas decir aquel disparate se arrepintió, al poco ya mas calmado después de algún tiento que otro a una bota de vino que al alcance de la mano tenia siempre presta, y tras soltar unos improperios mas propios de satanás que de un venerable pribistero, atinó a preguntarle a la muchacha quien era el culpable de aquel desatino, aumentando la indignación cuando Cristina le dijo que el autor de lo hechos era Teofilo el sacristán, pero tío si vd lo tiene en mucha estima y siempre me dijo que era un santo varón, --pero insensata que tiene que ver eso - contesto el párroco en un exabrupto, ya te dije que no fueras tan confiada alma de cántaro, que hasta los santos tienen pito.

@agustinbotines
תגובות