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DE CUANDO ESTUVE EN LA CÁRCEL

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 30 mar 2020
  • 7 Min. de lectura

Crónica Desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra.

Guardo en el baúl de los recuerdos, y que de cuando en vez acuden a la memoria, cosas y casos ,sucedidos en el tiempo que sin saber el por qué se te queda grabado en un rincón de la memoria y florecen cuando ellos lo creen oportuno, como digo y por culpa de estos políticos necios que tenemos que sufrir y de una reforma laboral tremenda para los de siempre, sin poder remediarlo nos echaron del mercado laboral y me da la impresión que jamás volveremos a trabajar, los políticos necios y los empresarios desalmados que antes por lo menos en mi caso lo tenías todo el día llamando para que fueras a formar parte de su plantilla a lo que nos hacen ahora, que se niegan a hablar contigo por teléfono y mucho menos a recibirte, que su dios los confundan y paguen en la eternidad la prepotencia del momento, también los sindicatos de clase llevan la culpa de suyo, de traiciones y contubernios, componendas y mentiras, se de lo que hablo y se lo que es defender una verdad en contra de mil mentiras, ¿ Adivinen quien venció? , pero eso es otra historia.

Pasaba mediados del año de gloria de 1.980, año en que para mí supuso mucho y casi todo grato, me casé un veinticinco de Julio día de Santiago en la Iglesia de Santiago y a las siete de la tarde, un día pletórico de calor y de aire, aire de esa que en Cáceres nos suele visitar desde del Desierto del Sahara todos los años, un aire abrasador que te quema y te curte la piel, de ese que te hace acartonar la piel, ese que da la impresión como si asomaras la cabeza a un horno de cocer la cal.

Mi compañera por esas coincidencias de la vida, se casó el mismo día que yo, en la misma iglesia y según y los asistentes al evento dicen que hasta en la misma hora, y juntos comenzamos el camino que el porvenir o el acaso nos proveyera, para empezar bien la cosa, a resultas del calor del día y tal vez y porque no, el calor de los nervios de momento, hizo que para secarme el sudor al utilizar un pañuelo al sacarlo del bolsillo, echaran a volar por todo el altar de la iglesia las etiquetas del traje que para la ocasión iba de estreno, con el consiguiente cachondeo de propios y extraños, y así empezamos el camino a veces de rosas, a veces de espinas pero camino al fin , ¡ pasmense cuando habrán visto cosa igual y tengo fotos que lo demuestran que después de la ceremonia a mí me sacaron las amigas a hombros de la iglesia, y a mi ya mujer los amigos, díganme si no fue un buen comienzo, que grande fue aquello ¡ Ay amigos que tiempos, que todo lo podía y todo se arreglaba solo con el ímpetu y la inconsciencia de los veinticuatro años de edad que yo tenía entonces, después del viaje de novios que duro un mes, nada más y nada menos que un mes de aquella época, llego el primer susto.

Nada más llegar como digo del viaje de novios, me enviaron a la cárcel y lo que es peor sin saber por cuanto tiempo, tres cuatro seis meses ya veremos, según veamos, igual que las condenas de dos años que no son malas de suyo, lo malo es si te echan dos años un día, por ese maldito día tienes que cumplir la condena, En la cárcel conocí gente de media España, Madrileños del chotis oso y madroños, de Consuegra con su azafrán, de la tierra del bolo Toledo tierra de cuatro civilizaciones Talavera de la Reina y su cerámica, Valencianos de la Albufera y las Torres de Serranos, Segovianos del acueducto y del quirqui Dic, Emeritenses romanos de pechos de lata, Andaluces de la torre del oro y mucha conversación, y hasta un gitanillo de Castellón, que estaba aquí por asuntos de amoríos con una gitanilla casada con otro, y como es natural y no podia ser de otra forma, gente cacerense .

En otro relato les hablaba de que he participado en muchas huelgas y en la cárcel entre tanta gente no podía ser menos, así que un día recuerdo que era Viernes, en el patio se decidió que el Lunes empezaríamos una huelga solo los de Cáceres, los demás no aceptaron opinando que era poco el beneficio a sacar para ellos y en eso quedamos, yo me encontraba en un módulo de celdas que tenía que acabar de rematar para no perjudicar el ritmo de construcción en esa zona, y más si empezábamos la huelga como habíamos…¡ Alto ahí, me parece que no me he explicado , yo estaba en la cárcel de Cáceres cuando se estaba construyendo con mi empresa, dedicada al enlucido de yeso y escayolas, , como las prisas eran lo mismo que la faena, es decir grande se contrató a personal de toda España, ¡Ah, qué tiempos que teníamos trabajo, caramba hasta yo me he asustado, pero decía que salíamos los Viernes a la una y yo con eso de las prisas por terminar la faena por lo que pudiera venir el lunes, a eso de las doce o a si, sin saber el cómo de pronto Zasssss. Al carajo Agustín al suelo, se había roto una burrilla de andamio y. ¡eso esa para verlo, Agustín en el suelo el andamio encima y encina de todo una pastera de yeso a medio fraguar que me puso bonito, me levante como pude y lo único que note fue el brazo izquierdo que se me quedo doblado con la mano apoyada en el hombro derecho sin poderlo mover pero nada más, fui en busca de un compañero Agustín (el Lobo )( la parca se lo llevo poco después )que me lavó como pudo y me cambio la ropa de trabajo por la de calle, ¡ Ay, ay, ahí ya empezaron los dolores, un dolor horroroso y que sudores carajo, que malito me estaba poniendo, como no me atrevía a conducir le estaba pidiendo a un compañero que con mi coche me llevara a casa a unos cuatro o cinco Km. De distancia en eso llego el jefe, un idiota sin fronteras, y después del alboroto y la bulla de rigor me monto en la furgoneta de trabajo , y vaya viajecito, que no era nada que me había accidentado porque había querido , que eso era cuento, con la falta que hacía en fin sus cosas y sus tonterías, y yo casi mareado del dolor, llegando al sanatorio San José, ya no existe estaba por debajo del edificio del sindicato vertical, me dejo tirado en la puerta y “ala” que te den si eso.

Nada más entrar en la sala de espera de la consulta que estaba llena, se me acerco una monjita de Canarias y no sé qué me vería que me dijo cuando venga el Doctor Meras, que era el traumatólogo jefe del sanatorio, no esperes entras el primero y así lo hice, con las protesta y algarabía general, tengo que decir que ya para entonces y según me dijeron luego estaba pálido, y lo que sé es que el dolor era insoportable, después de hacerme una radiografía me dijo el doctor las únicas frases que me dijo en seis meses que duró la historia, vete para casa, lávate, y a eso de las cuatro te ingresas que tengo que operarte, ni de que, ni cuando ,ni más ni menos, pero así lo hice y por la tarde ingresamos digo ingresamos porque mi compañera ingresó conmigo, teníamos una habitación individual con una cama y un sofá- cama, y nos dispusimos a pasar la odisea.



Ya empezamos mal, desde el principio empezamos mal, nada más ingresar empecé a recibir visitas, tantas que no se cojea ni en la habitación ni en el pasillo, tengo que decir que la habitación daba el tabique medianero a la capilla de las monjitas y decían que perturbábamos sus meditaciones , ese día fue la primera discusión y la primera que echaron a unos pocos visitantes a la calle, de nada le sirvió volvían a entrar, como castigo creo yo, y solo lo creo me ponía unas inyecciones que me tiraban al suelo eso sí, con una ave maría en la boca, milagrosas que al poco me calmaba un ratito el dolor y joder que dolor de brazo de inyecciones y de reírnos de las ocurrencias de las visitas que escandalera,¡ gen santa si en todos sitios tenemos que liarla, la cosa de la operación se demoró por no sé qué cuestión de infección, así las cosas, que estuvimos dos semanas sin poder operarme, y las visitas seguían y la algarabía también y la monjita Canaria con las mismas nos echaba a la calle pero ya más suave, les gustaba mucho el futbol y yo me lleve un televisor portátil,( entonces no había televisores en los hospitales) y allí se metía con mi compañera y conmigo a ver el futbol principalmente o lo que se terciara , le llevaba para que hiciera vendas, y nos decía que teníamos que ayudar y así pasábamos el rato.

El día de la operación, y despertando de la anestesia, con más sed que un perro y con unos dolores horrorosos insoportables de suyos,, imagínense un tío muy malito, pero malito, malito como yo estaba, y la habitación llena de gente como si fuera un dos de Mayo o la taberna de la Colorá por lo menos, cada cual diciendo tonterías y cada cual hablaba más alto, en el descojono general siento a mi compañero Agustín ( el Lobo ) la puta droga se lo llevo hace ya mucho tiempo, preguntando que quien era esa señora gorda que le reñía si no le conocía de nada, resulta que la señora era mi suegra y le reñía porque se había presentado con una botella de güisqui y una bolsa de hielo para celebrarlo decía, para celebrar que la operación salió bien, que alboroto hasta yo tuve que reírme y eso que estaba casi muerto del dolor, aquel día no pero en día posteriores sí que me tomaba mis copitas, llevadas por los amigos y familia, mi hermana Florentina, la tia Carmen no faltaba el aperitivo mejor que en un hotel eh, eso sí a escondidas que no se enterara la monjita menuda era, vamos, como el aire para el candil , y eso que no sé por qué virus en el quirófano se alargó la estancia en el sanatorio, bueno por lo menos estábamos regular allí, por cierto me extirparon la cabeza de radio del codo izquierdo, vamos que me lo quitaron y desde entonces no lo tengo, solo la cicatriz como recuerdo de por vida y poco más , de vez en cuando y a pesar de los años transcurridos y sobre todo con el cambio del tiempo del mismo dolor me produce fiebre. Pero nada más y nada de menos.


Sanatorio San Jose - Dr. Meras Cáceres

Agustín Díaz

 
 
 

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