DE LIENDRES Y PIOJOS
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 8 abr 2020
- 4 Min. de lectura
Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra.
Esto viene a que ayer, por ayer, mi compañera, me sacó a tomar un café, y la suerte o el acaso, dictaminó que nos encontráramos con un sobrino mío, hijo de la segunda de mis hermanas, chico guapo y de buena presencia, y es que dicen que se parece a mí, vds disimulen la tontería, incluso en algunos lugares lo toman por hijo mío, con su compañera y su hijita, y allí estuvimos echando un ratito agradable, ella la compañera de mi sobrino llamémosla X, bueno y por qué no Geni, si, Geni me gusta, usa toda su prestancia y sapiencia en desasnar infantes, y para ellos ejerce su magisterio en un pueblo de la provincia de Cáceres, pueblo de cuyo nombre no recuerdo, no es por nada, pero es que no lo recuerdo, y por aquello de no ser porque, y anda que tú, salió a relucir el tema de los piojos, entre los enseñando, esas terribles plagas que hasta los enseñantes se contagian sin que puedan evitarlo, siendo además el caso de que Geni, posee y disfruta de una hermosa cabellera de rizos imposibles, donde los piojos deben de jugar de maravilla al escondite...

¡ Aggggg, que picores me entran, solo de escribir esto, ! y hablando de este tema, que es viejo como el tiempo, y que todos los años y épocas y a pesar de los adelantos, las epidemias de estos animalitos pueblan las cabezas .de ricos y pobres. que para eso los piojos son federalistas asimétricos, que no conocen distinción, hacen que unos y otros se rasquen el cuero cabelludo con las mismas ganas , y no es problema de limpieza, al contrario que les gusta visitar las cabezas más limpias, pues imagínense como gozaran en las más mugrientas, que gente espesa siempre hubo por los páramos de España, y que solo ,y de forma preventiva, y como panacea ofrecen en tiendas especializadas, un champú y una peineta.
Desde mi calle Cuba, el recuerdo se remontó , de cuándo y en plena calle, las vecinas se sentaban en la calle en una silla de enea. y con una palancana donde lavaban a su prole la testuz, y después y con una peineta y muy despacito. se ponían a pierna los cabellos. y así proceder al despojamiento, achuchando a las interfectas liendres entre dos uñas, ¡ carajo que asco, y que picores,! con su sonido característico, cuando las eliminaban cras, cras, cras,. Yo , desde mi más tierna infancia y para envidia de muchos, de siempre he lucido una pelambrera a lo afro, que me concedieron el apodo del ¨ el rizos ¨ por donde me conocen en muchos círculos, sitio ideal para que esto bichejos jueguen, y se diviertan y se reproduzcan a placer, entre tanto rizos y bucles, y eso que pobres sí, pero limpios como el que más, en mi calle Cuba, he conocido a familias enteras, que cuando se reunían en la mesa para comer, o para rezar el rosario, los piojos jugaba al corro de las patatas y saltando de cabeza en cabeza, y otros con los hombros negros como humeros de tanto como se prodigaban en esas testas, me abstengo de decir nombres, pues todavía cuenta de buena salud, tampoco es que haga falta , ser gallina , para saber si los huevos son frescos, Carajo que picores, solo de pensarlo
Como decía, yo gozaba de una hermosa cabellera, y como no también gozaba de la visita de tan innobles huéspedes, me acuerdo de un año que en especial, parece que llegaron más de los acostumbrados, y mi madre la señora Juana, esa buena mujer menudita, y recorwoman de lanzamiento de zapatillas y siempre hacer blanco, aprovechando el petróleo que se usaba para cocinar en aquellos infernillos de la época, no se le ocurrió a la buena mujer otro remedio, que echarme una buena porción en la cabeza y después tapármela con un paño, ¡ joder que picores y que dolor, que sufrimiento ni al peor enemigo se lo deseo, que tres o cuatro días, que malestar, no se quitaban los picores y el dolor con nada, y lo peor de todo, los piojos en vez de desaparecer ,parece que se reproducían más, por los menos se les notaba más movimiento, yo creo que hacían hasta guateques, no se les ocurra hacerlo, por mucha guerra que les den sus pequeños, que suplicio por favor, hasta que la buena mujer un día viniendo de la novena, aleluya, vio la luz, y la respuesta y solución a todos mis males, a la mañana siguiente me llevó donde Agustín, el peluquero del barrio, y me corto el pelo al cero, y problema solucionado, es más con el pelo al cero gane dos meriendas todos los días, la de mi madre, y las del hospicio, pues era costumbre que los chicos expósitos lucieran ese corte de pelo, y solo con aquella pinta y ponerte en la cola, ¡ pero bueno eso es otra historia, ya les digo ¡ gen santa, por lo que más quieran, no den a nadie a probar este remedio, es como las torturas de la inquisición, que locura, si me pongo a pensarlo y todavía me duele..coño, ahora que lo pienso, hay que ver qué cosas me pasan eh.
En fin, les pido perdón, si les a parecido repulsivo, pero díganme, ¿ a quién no le han despiojado, a quien no le han pasado la peineta para sacarles los piojos, quien no ha visto la escena de la palancana y la silla de enea en las calles..., salud.

Agustín Díaz
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