DOS HISTORIAS DE LA CASA DEL SOL.
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 14 nov 2021
- 5 Min. de lectura
DOS HISTORIAS DE LA FAMILIA SOLIS
O DE LA CASA DEL SOL
DE LA VILLA CACERENSE
Si nos adentramos en la cerca amurallada por el romano de la ciudad de Cáceres, la Norba Caesarina del romano, o la Hins Qazrix que la llamó el moro, vemos y nos deleitamos al paso, con innumerables palacios y casas fuertes, todos ellos magníficos de estructuras e impresionantes a la vista, que te hacen, al poco que tengas pelín de imaginación y breve conocimiento de la historia medieval, tener una idea de que lo que tuvo que ser aquella villa cacerenses de los siglos XV y XVI, y como es natural las buenas gentes del pueblo, se la ingeniaron para colocar a cada casa su historia y sus chascarrillos, que aun en algunas rondando la certidumbre otras, la mayoría son productos de la imaginación de gente ociosa, historias o tradiciones que se iban contando de oca en boca y de generación en generación, y cada una ellas le iba añadiendo su hipérbole, y como no podía ser de otra manera la casa del Sol, tambien tiene la suya, mejor dichos sus historias, que al menos son tres, dos que aquí traemos y la de doña Maria Manuela de Ovando y Ribadeneria, que por la desdichas que pasó la muchacha, mereció un capítulo aparte, más vamos a las dos que hoy nos ocupan.

Este edificio del siglo XVI es una reedificación sobre otro existente del siglo XV
La obra fue encargada por Francisco de Solís al maestro cantero Pedro Gómez. La concentración de elementos decorativos en una de las esquinas de la fachada nos da una idea real de la gran extensión. Uno de ellos es el escudo de la familia Solís, compuesto por un sol con cara humana, con 8 rayos mordidos por cabezas de serpiente; otros son: el yelmo, el matacán semicilíndrico, la puerta en arco de medio punto y el alfiz que va enmarcando todo. En la actualidad está habitado por una orden religiosa: los Padres de la Preciosa Sangre, y es sede de la Fundación Gaspar del Búfalo. Recomendaciones: A la izquierda de la puerta principal puede observarse una inscripción en un sillar con las letras correspondientes a cementerio, ya que en esta zona era una de los límites del camposanto de la parte alta de la ciudad.
Cuenta la leyenda que, en 1490, el campamento de los Reyes Catolicos en Granada sufrió un gran incendio. Para poder restablecer el campamento necesitaban dinero de las Cortes de Castilla, que estaban reunidas en Tordesillas. Por lo que la reina inició el viaje. A su paso por Cáceres, la reina se percató del lastre de su enorme séquito. Busco en la ciudad a un caballero que fuera y volviera de Tordesillas en el mismo día, y le hizo la siguiente promesa. "Si con el sol is y con el sol volvéis, noble seréis". En tiempo logró su cometido el cacereño y fiel a su palabra le otorgó la reina Isabel el apellido Solís, el sol que campea en su escudo y el nombramiento de Gran Maestre de la Orden Militar de Alcántara.

Otra Leyenda
el escudo de la fachada principal. Lo hizo un cantero alrededor de 1549. Uno de los mejores de España que vino, según unos de León, según otros de Salamanca. Llegó con dos hijos, que trabajaban con él. Según se cuenta, el mayor empezó a andar por mal camino, mientras su padre causaba sensación por la belleza del escudo del Sol con sus 16 rayos, la mitad de ellos mordidos por dragantes o serpientes. El dueño del palacio le encargó que arreglara un lateral y que pusiera allí otro escudo. Su hijo mayor le vino un día pidiendo ayuda, porque le buscaba la justicia por haber matado a un hombre en una pelea, y el padre y el hermano lo escondieron en la obra. Le tapiaron, dejando un ventanuco para darle de comer, mientras se olvidaban de buscarle. Ocurrió que a quien prendieron fue al hijo pequeño, al confundirlo con el mayor, y el padre enfermó. Pasaron días hasta que el pequeño pudo salir de la cárcel, y al ir a ver a su hermano lo encontró muerto de sed.

Escudo fachada principal

Escudo fachada lateral
Casa del Sol
Este Casa es solar primitivo de Pantoja y Alegre, que por matrimonio con Maria de Solís, hermana de Góme de Solís, el que por dudosos méritos, el monarca Enrique IV lo elevo a la dignidad de Maestre de la Orden de Alcántara, y que según nos cuenta don Publio Hurtado, nadie sabe porque motivo ni razón un sobrino de Gome, Francisco de Solís, incluyo la casa entre los bienes de esta familia, más avanzando en el tiempo la historia nos cuenta que:
El tercer y último Marqués de Ovando, llamado Vicente Mariano de Ovando Solís y Pereiro (Cáceres, 1778), era uno de los nobles que estaban al servicio de los hijos del infante don Carlos, a cuya causa se unió y de cuya corte formó parte en distintos países. Esto supuso que tuviese que renunciar a volver a España desde que subió al trono Isabel II, en el año 1833. Italia fue el destino final del marqués, que se casó allí, en 1854, con la noble italiana Benedetta Radicatti Primeglio, hija de unos condes y a quien doblaba la edad. Desde su exilio, Vicente Mariano de Ovando encargó al sacerdote aragonés José Gabás la tarea de administrar sus bienes en Cáceres, entre los que se encontraban la Casa del Sol y la de Vargas Figueroa (dos edificios colindantes y conectados entre sí), de los siglos XV y XVIII respectivamente. El farmacéutico Joaquín Castel Gabás, sobrino de José Gabás, llegó a Cáceres en 1875, animado por su tío, con la intención de abrirse camino en una pequeña y remota ciudad de provincias de menos de catorce mil habitantes como era Cáceres entonces. Tío y sobrino vivían en la Casa del Sol y allí mismo instaló Joaquín una fábrica de gaseosas y sifones, llamada ‘La Extremeña’ (que luego trasladó a las traseras de la plaza Mayor). Fue la primera fábrica de tal índole que hubo en la ciudad (ni Joaquín Castel ni sus herederos fueron propietarios de una fábrica de hielo llamada ‘La Providencia’, aunque se lo adjudiquen desde algunas fuentes), en Italia, Durante su estancia en Italia, el marqués de Ovando entabló amistad con la Congregación de Misioneros de la Preciosa Sangre, fundada a principios del siglo XIX por el beato Gaspar de Búfalo, fallecido en 1837 (antes de que el marqués llegara a Italia). Ovando quedó fascinado ante la magnitud de los milagros atribuidos a Búfalo. Hasta tal punto que, al morir sin descendencia, en 1864, legó la Casa del Sol a los Misioneros de la Preciosa Sangre, con la condición de que establecieran en él una casa residencia para los religiosos de la congregación. Junto al palacio.
(Fuente Historias y Tradiciones)
(Fuente Publio Hurtado)
(fuentes Biografias)

Agustin Díaz
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