DOÑA MARIA DE MONROY
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 14 abr 2021
- 5 Min. de lectura
María “la Brava”
Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Familia Monroy:
Aunque con ilustres ascendientes, incluso el historiador nos lleva hasta don Pelayo, se remonta la familia Monroy, para simplificar un mucho, he acortado el parentesco y me centro en los más cercanos a don Alonso de Monroy, que fuera Clavero y después Maestre de la Orden de Alcántara, este gigante guerrero, valiente y excepcional caballero, forma parte de la historia con mayúsculas de la tierra cacerense, y aun de la Extremeña, cuya vida y hazañas es la que me propongo resumir, tomando nota de lo que escribe don Alonso Maldonado, contemporáneo y amigo de don Alonso de Monroy.
María Rodríguez de Monroy nació en Plasencia en el siglo XIV, concretamente en el Palacio de Monroy también conocido como la Casa de las Dos Torres. Años más tarde contrajo matrimonio con Enrique Enríquez de Sevilla, Señor de Villalba de los Llanos trasladándose a vivir al palacio que su marido tenía en Salamanca.
Por aquellos años la ciudad del Tormes vivía un conflicto interno entre dos familias nobles enfrentadas, que luchaban por el control de la ciudad. Los continuos enfrentamientos llegaron a tener a la ciudad literalmente dividida en dos, ambas zonas se encontraban separadas por la Plaza del Corrillo, durante aquellos años un lugar inhóspito por donde los salmantinos no se atrevían a pasar. Este conflicto conocido como la Guerra de los Bandos se encuentra documentado desde principios del siglo XIV, pero no fue hasta el siglo XV cuando el enfrentamiento adquiriese más virulencia.
Doña Maria de Monroy, casada en Salamanca, con un caballero llamado Enriquez Enriquez de Sevilla, señor de Villalua, y como este se muriese, quedo doña Maria viuda, y harto mozo y hermosa, y quedase con dos hijos y una hija, supo dar tan buena cuenta de su persona, que fuese ejemplo maravilloso su vida, pues siendo sus hijos de doña Maria de Monroy, el uno de diecinueve años, de dieciocho el otro, en gran grado eran dispuestos, los dos Enriquez, tomaron estrecha amistad, con otros dos caballeros de la ciudad, y también hermanos que se apellidaban Manzanos, pertenecientes a la familia enfrentada desde el principio de los tiempos a la familia Enriquez.
Sucedió, cierto día de 1465, que el Enriquez menor, estando un día jugando, vinieron sobre porfías a reñir y echar manos de las espadas, de donde ocurrió que, los Manzanos y sus criados estuviesen juntos, mataron al Enriquez que solo se encontraba, al verlo muerto los Manzanos, tuvieron consejo que se temieron que, Enriquez el mayor, que se le conocía por muy buen mancebo, al enterarse de la muerte de su hermano, viniera a batirse con los que le habían quitado la vida, uno de ellos expuso que, seria a bien que le enviasen a llamar, para que se viniese a jugar, y que recién llegado le matarían, y a si fue hecho, para que no tuviesen nada que temer.
Llegado que fue el Enriquez mayor, le mataron en un corredor, y andándose paseando el uno junto el otro, un Manzano le hirió de grave herida, con un estilete, el Enriquez, echó mano a su espada, como hombre de valía y buen corazón, pero fue de poco provecho, porque luego le mataron, y los Manzanos se fueron a Portugal, para no tener que dar cuentas.
Sabida esta nueva por toda la ciudad, luego los parientes trajeron a los dos hijos delante de su madre, doña Maria, que tan regalados los habia criado, haciendo esquivos llantos, todos pensaron que doña Maria, perdiera la vida de pesar según los quería, y cierto era que el especto de los mancebos enternecía a quien quiera que los mirara, Doña Maria de Monroy, les ponía los ojos, sin echar lagrimas y sin echar lagrima y sin hacer ningún gesto propio de mujer, más, estaba con el corazón tan fuerte, que ningún varón se lo igualara, asaz se le parecía su gesto en la ferocidad de su ánimo, todos tomaron espanto de verla con tanto sosiego tras tamaña tragedia, los parientes de los mancebos muertos le dijeron que;
“Doña Maria, enterrad a los muertos”
A los que ello contestó:
“que ellos hiciesen lo que quisiesen de ellos”

Y en llegando la noche doña Maria de Monroy, cabalgó y se fue hacia su señorío de Villalua, llevando consigo a veinte de a caballo muy bien armados, diciendo:
“no quiero que maten a traición como han hecho con mis hijos”
Al llegar a mitad del camino, juntó a los suyos y les hizo un habla, en la que:
“les muestran su corazón, que es vuelto todo a la venganza de sus hijos, y que su presunta huida habia sido para esto”.
En gran manera espantados la gente suya, le respondieron:
“que los Manzanos, a estas alturas estarían ya en alguna zona de Portugal, a donde ñor entonces no podían ser detenidos”
Doña Maria respondió que:
“no habia cosa masa fuerte que el corazón del hombre, y que queriendo este, todo era suyo, y que ella quería dejar su habito allí, y usar el oficio de buen Capitan, y que, en los peligros, les prometía ser la primera”.
Y diciendo esto, picó espuelas hacia Portugal, y envió sus espías a saber de los Manzanos, y diose tan buena maña, que antes de un mes, al saber el lugar donde se guardaban, su fue una noche, pasada ya la media noche a la posada donde moraban los Manzanos, y con un estilete de gran tamaño que llevaban los veinte escuderos y ella delante con sus armas, del primer golpe dieron con las puertas en el suelo, y no eran bien caídas, cuando, doña Maria de Monroy, estaba dentro con diez de su gente de armas, mientras los otros diez, cubrían ventanas y pertas para que no escapasen.
Los Manzanos, comenzaron a pelear y a solicitar socorros a la gente del lugar, de que se dieron no llegaron a tiempo, porque la cabeza de los hermanos Manzano, cuando ellos llegaron, estaban ya en la mano izquierda de doña Maria de Monroy.
Junto a los suyos doña Maria de Monroy, cabalgaron a prisa en sus caballos, y un día a eso de mediodía, llegaron a Salamanca, donde todos pensaban que se habia ido a llorar su dolor al señorío de Villalua, apenas llegó, se apresuró en la iglesia donde estaban sus hijos enterrados, y puso las cabezas que traía, sobre las sepulturas de sus hijos, marchando a continuación al señorío de su propiedad.
Este hecho, causó gran espanto en toda la tierra y época.
Doña Maria de Monroy “la Brava” tuvo dos hermanos, de uno de ellos seria hijo el valeroso don Alonso de Monroy
(fuentes-Alonso Maldonado-Hechos de don Alonso de Monroy)
(fuentes-biografías)
“La Virtud hizo a Tullio ser nombrado,
a Escipión y Aníbal, la valentía.
Otros la vieja sangre ha levantado,
cada cual a él blasón por cierta Via,
El nombre se Monroy dolo a juntado
Virtud, sangre, esfuerzo y cortesía
Todo el valor del mundo repartido
El nombre de Monroy, lo tiene unido”.

Agustin Diaz
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