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EL AMO

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 31 mar 2020
  • 5 Min. de lectura

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

No entendía el porqué, no, no entendía por qué desde hacía un tiempo le estaban haciendo el vacío, de los demás jornaleros y braceros de la finca lo podría entender pero de los amos no eso nunca jamás, después de los servicios prestados no lo podía entender, había sido toda una vida dedicada en agradar al amo, el " Pulin " diminutivo de Crispulo, hijo de otro " Pulin " Crispulo, y nieto de otro " Pulin" Crispulo, que a su vez fueron hijos y nietos de otros " Pulin " diminutivo de Crispulo, y padre de otro " Pulin" Crispulo, habían sido desde el principio de los tiempos, desde que el diablo partiera la tierra en heredades sin méritos para ello, guardas y correveidiles del señoritu de turno. Crispulo " pulin" al igual que otros Crispulos " Pulines " todos de su larga saga familiar de guardas y perros careas, se creían superiores a los demás trabajadores y ganapanes de la finca, siempre habían estado más cerca de los señores, los transmisores de la voluntad del amo al resto de los servidores con respecto a las faenas del campo, vigilando con celo la propiedad ajena cual perro de hortelano, tanto o más que si la finca y el cortijo fueran suyos o los fuera a heredar, era los oídos del amo en lo referente a las protestas y habladurías de los demás jornaleros los cuales para poder echar unas peonadas para susistir primero tenían que agradar al Crispulo " Pulin" machaca de turno del amo de turno. Este Crispulo " Pulin " incluso se creía con mayor poder, puesto que de chico había servido de juguete del actual señoritu, casi de su misma edad. le había servido en sus juegos infantiles de caballo, de diana, y hasta de perro, todavía recordaba con emoción como el actual amo, le daba en estos juegos mendrugos de pan echados en una jofaina con agua para que comiera y como lo ataba a la encina de la puerta de la casa de los sirvientes y lo azotaba con ramas de tarama, simulando lo que otros amos hacían a sus criados, y es que era tan bueno el señoritu que hasta le dejaba que escuchara sentado en el suelo de un rincón, como el maestro impartía lección al señoritu chico en los meses de verano, le estaba tan agradecido porque de aquellas lecciones había aprendido a poner su nombre sobre un papel e incluso con algún que otro esfuerzo sumar dos más dos, recordada aquellas meriendas donde si tenía suerte le caía alguna sobra de chocolate alguna galleta mordisqueada y las mondas de las naranjas, eso si no se acercaba algún perro o la señora Blasa, la guardesa del cortijo y echaba las sobras a las gallinas. Seguía sin comprender por mucho que lo pensaba el porqué le hacían ese vacío a él, a "Pulin" Crispulo, cuando había sido acompañante de las correrías del actual amo, de cuando el déspota quería ejercer el derecho de pernada de alguna moza hija de algún aparcero de su señoría y el, le asistía como mamporrero, hasta había llegado a declarar en alguna que otra denuncia ante la Guaria Civil que ese día y a esa hora el amo se encontraba en otro sitio de donde habían cometido las fechorías, evitándole así molestias al señoritu, le había servido bien o eso creía el, como perro en las cacerías, como perro en la finca, siempre dando la alarma ante cualquier posible protesta, siempre lamiendo el culo del amo, pero ahora y desde que el señoritu se casó, las cosa iban cambiando en su contra, Blasa la guardesa del cortijo le aviso cierto dia, que a la señora no quería que apareciera por el cortijo cuando ella estuviera en la finca, le asqueaba su presencia, su sonrisa aceitosa su sonrisa de hijo de puta, al poco le hicieron abandonar la cálida y confortable vivienda de la que disfrutaba adosada a las traseras el cortijo grande y se tuvo que trasladar al chozo, donde habían hecho vida los otros " Pulin" Crispulos de su familia, junto con los demás braceros indicándole asi su condicion y donde estaba su sitio, era cosa del ama, decía Pulin a los suyos, el señoritu los fines de semana que volvía a la finca desde su residencia en la capital lo llamaba para que le acompañara en las cacerías o a alguna parranda, que le sirviera de escudo por si la bulla se salía de madre y tenían que buscar al culpable, ni lo querían los amos ni lo soportaban los demás trabajadores de la finca, siempre había sido felón de sus compañeros, incluso había denunciado a algunos a la Guardia civil, siempre callaban cuando el se les acercaba y le daban la espalda pero el "Pulin " Crispulo, seguía en su cerrazón de correveidile de los poderosos y en su mente agusanada no cabía comprensión. Pero los tiempos iban cambiando para todos y para mejor, al menos en algunos sitios, ya se habían ajustados unos salarios por unas horas de trabajo e incluso los aparceros de tierras en la finca habían hecho contratos aceptables y ya se notaba la mejora en la calidad de vida , en las mejoras de las viviendas y en la alegría de las caras de las gentes habitantes de la finca, habían reivindicado esas mejoras y las habían conseguido hasta entonces en había vivido como en la edad media, todos consiguieron mejoras en sus contratos, todos o casi, porque " Pulin" Crispulo seguía viviendo en el chozo y realizando su trabajo por poco mas que la comida, hasta la caza furtiva donde sacaba buen pecunio en la venta de conejos, liebres perdices y alguna maza que otra de cierva, como habían hecho de toda la vida los " Pulines " Crispulos en la historia de la finca, se habían prohibido, habían llegado la pareja de la Guardia Civil aquella madrugada para después de beberse su café y su botella de orujo, y de haberle despojado del mejor jamón curado de la matanza del año anterior, le habían amezando con llevarle al cuartelillo y darle o bien una tullina o suicidarlo, dependiendo del humor del comandante de puesto o de lo que ordenara el señoritu, Aquel sábado y después que D. Ceferino, el cura de pueblo, pásese como como todos los sábados a confesar a todos los trabajadores de la finca, para que comulgaran en la misa obligatoria, y después de ser agasajado por Blasa con una opípara merienda, recicibio la visita de la señora, para que el párroco comunicara a Pulin , Crispulo, hijo y nieto de otros Pulin , Crispulos, debía de abandonar la finca ese mismo dia, y es que con el cambio de los tiempos ni los mismos amos aguantaban lo que Pulin representaba.


Agustín Díaz

 
 
 

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