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EL FANTASMA DE DOÑA MARIA DE OVANDO

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 14 abr 2021
  • 6 Min. de lectura

EL FANTASMA DE DOÑA MARIA DE OVANDO

(1525)

CÁCERES

Fundación del Conventual San Francisco el Real

Cáceres

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra.

Cierto día llega a Cáceres, un religioso de la orden de San Ffancisco, el padre Fray Pedro Ferrer, miembro de una linajuda familia Valenciana, y familiar muy cercano de San Vicente Ferrer, acompañado de dos hermanos de la misma orden, con el motivo de crear un monasterio-convento para su orden de hermanos Franciscanos, y sucedió que, habiendo transcurrido un año de hacer gestiones y viendo que, estas no prosperaban, en 1.472, la villa expone su negativa en sus ordenanzas de no admitir religiosos ni tener conventos de cualquier orden que fueren, decidió abandonar la ciudad,

El día de la partida, y al colocar sus pertenencias en la cabalgadura para su transporte, encontró que al animal le faltaba una herradura, y para su arreglo se detuvo en el potro de Santa Clara, estando en estos menesteres, acertó a pasar por el lugar D. Diego García de Ulloa, llamado el " Rico " el Franciscano, se le acercó pidiéndole una limosna para poder pagar al herrero el arreglo efectuado a la caballería, a lo que el " Rico" le contestó que no tenía dinero, es más nunca llevaba dinero encima, el religioso siguió insistiendo y don Diego, con un buen cabreo volvió a negar, pero buscándose en los bolsillos milagrosamente le apareció una moneda sin tener constancia de haberla guardado, tomándolo por casi milagro, don Diego pidió al religioso que no abandonara Cáceres, que intermediaria en su favor, contando lo sucedido con la moneda y con su mecenazgo, consiguió le dieran el visto bueno para la fundación del monasterio-convento.

El Padre Pedro Ferrer, vivió en el convento hasta 1,510 año de su fallecimiento, siendo enterrado en la capilla, que perteneció hasta 1.548 a la orden de Santiago, fecha que se creó la de San Miguel a la que pasó Cáceres junto con otros conventos. Después de transcurridos cien años de la muerte del padre Ferrer, abrieron para ver cómo se encontraban los restos, y se encontraron con el cuerpo entero y bien conservado, le quitaron huesos y trozos de carne y lo pusieron en un arca de piedra en el altar mayor, menos la cabeza, que pasó a la sacristía para que los enfermos devotos, tocándola o bebiendo agua pasada por ella, curaran todos sus males, la bula de su fundación fue otorgada por el papa Calixto IV, a primeros de Marzo de Diciembre de 1472.

A la vista de la bula papal, y habiendo deliberado todo el ayuntamiento en pleno de la Cáceres y con el consentimiento de todos los vecinos, dan consentimiento a fray Pedro Ferrer, la custodia del convento, dando noticias del acuerdo al Obispo de Coria, en cuya diocesis recae la villa de Cáceres don Iñigo Manrique de Lara, que tenia de fama de santo y justo, tanta que murió Virgen, dando limosnas y y contribuyendo en su construcción así mismo como D. Diego de Ulloa y Dña. Maria de Ovando, los Reyes Catolicos se ejecutaron las principales dependencias del cenobio, en la clave de la capilla mayor figuran la F de Fernando y la I de Isabel, en la construcción de las capillas colaboran, los Aldana, Saavedra, Carvajal ,Ulloa, Torres y Ovando, y en la sacristía los, Toledo, Torres y Golfines ,en Mayo de 1.946 se fundó la compañía penitencial de San Francisco, por el año 1.781 existía en el Monasterio-Convento un colegio de teología eclesiástica.


Interior Conventual San Francisco

(foto Alfonso Garcia)


DOÑA MARIA DE OVANDO

Doña Maria de Ovando, hija dl Capitan don Diego de Cáceres de Ovando y de doña Isabel de Flores, casada con don Diego González Messia, señor de Loriana, mujer cuyo carácter y hechos, la hacen merecedora de figurar entre los miembros notables de esta poderosa ilustre familia.

Se trata de la construcción del convento de San Francisco, en las afueras de la villa de Cáceres, los Reyes Catolicos, y al Arzobispo de Toledo y el Obispo de Coria, dieron limosnas para iniciar las obras, este desprendimiento hizo que la nobleza cacerense los imitaran, que, en el templo, en los claustros , en la sacristía y demás dependencias, acotó capillas y sepulturas, correspondiendo a doña Maria de Ovando, costear el cuerpo de la iglesia, desde el promedio hasta la pueta de entrada, al ser esta obra, la que suponía mayor gasto, y donde el caso que, la fervorosa dama ofrecía además costear el retablo del altar mayor, además de la verja que habia de cerrar la capilla, la provincia eclesiástica de Santiago, a la que el convento pertenecía, trato de darle en agradecimiento, el patronato de dicha capilla mayor, varias sepulturas en la iglesia, y otros derechos y preminencias, pero doña Maria, con impaciencia por sobreponerse a los demás protectores y mangonear en el templo a capricho, no espero a que o prometido fuese hecho consumado, anticipándose con desatención hacia los demás, en sus funciones de patronazgo y abusando de ellas, ordenó colocar el escudo de armas de su casa por toda la iglesia, tanto en el interior como en el exterior. Cubriendo tambien el escudo de los reyes Catolicos, y fue tanta la desconsideración con la que actuó, que los caballeros que tenían en el edificio sus capillas, se rebelaron contra la usurpadora, entablándose dura guerra entre esta y aquellos, viéndose los ninguneados caballeros a entablar querella ante la congregación de la Provincia de Santiago, que conoció de ella en Salamanca, en el mes de septiembre de 1524, presidida por el General de la Orden Fray Francisco de los Ángeles.

Decretó el conclave, que la capilla mayor fuese de doña Maria de Ovando, y que ésta pudiera tener en ella hasta seis sepulturas, pero que quitase de la fachada sus escudos de armas, y que se conservaran los colocados en el interior, con esto, ni doña Maria quedo contenta, por parecerle poco lo que se le concedía, ni sus contrarios por parecerle en demasía lo concedido, y así las cosas la trifulca siguió en aumento, tanto, que el General de la Orden, envió a la villa cacerense, al Provincial fray Antonio de Guzmán, para que observando de cerca y de primera mano que es lo que pasaba, pusiese remedio a tanto mal, y con autorización para que, si fuese preciso revocase lo decretado.

Así lo hizo el padre Guzmán, por patente de 6 de marzo de 1525, dejando a doña Maria de Ovando, las seis sepulturas y quitándole todo lo demás, ¡ Quien la oía ¡ desatóse en improperios e insultos contra la Orden Franciscana, y encendió la ira de su nieto Diego Messia, hasta el punto de acometer y dar muerte dentro de la iglesia conventual a García Golfín, señor de Mediacacha, uno de los opositores a los planes de doña Maria de Ovando, la Orden le quisto las sepulturas, luego se las volvió a dar, mujer de carácter y temple, que de haber nacido varón, hubiera rivalizado a los más temerarios capitanes.

En la villa cacerense nada volvió a ser igual desde aquel trágico hecho. Doña María vivía ahora casi recluida en su palacio ubicado extramuros, en la casa de los Messía o casa de los trucos. Pero ella siguió litigando por lo que consideraba suyo por derecho, estando en estos asuntos la parca vino a por doña Maria, y en ese momento la Orden devolvía a la familia Ovando las seis sepulturas concedidas inicialmente en la iglesia conventual.



Solar de los Messia-Ovando, Casa de los Trucos


Por fin, doña María de Ovando descansaba sepultada en la capilla mayor de la iglesia que tanto había ansiado y buscado, por sus aportaciones al convento de San Francisco y la Orden Franciscana. Pero no descansaría en paz, pues contaban los frailes del convento que meses después de su muerte, en noches de vigilias solían ver deambulando por la iglesia conventual el fantasma de una mujer vestida de negro, era el espectro de doña María de Ovando que, aun descansando en suelo santo, debido a su sacrílego crimen y a su arrogancia con la iglesia estaba condenada a vagar en busca del perdón de sus actos, se llegó a comentar que, incluso los frailes creían ver el espíritu de doña María troncado en una lechuza que por las noches se adentraba en la iglesia arañando y picoteando los escudos de los Golfines y Ulloa.

(fuente Publio Hurtado-Ayuntamiento y Familias)





Agustin Díaz



 
 
 

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