EL PECADO DEL CURA DE LA PARROQUIA DEL ESPIRI
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 26 feb 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 2 dic 2020
Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
A pesar o tal vez por eso del tiempo transcurrido, y ojeando papeles antiguos de esos que se guardan sin saber por qué, como diciendo ahí te esperas por el acaso, me acorde de repente y sin que los mencionados papeles tuvieran nada que ver, o al menos eso creo yo, el caso es que me acorde, de cuando íbamos los chiquillos a recibir la doctrina a la parroquia del barrio del espíritu Santo, a la que pertenecía eclesiásticamente el barrio del por entonces Carneril, nos obsequiaban con un vaso de leche americana o leche en polvo, como guste a cada cual, o chocolate con pan, eso sí duro como piedra, el chocolate me refiero bueno y el pan también, y algunos los más necesitados doña Elia, de la sección femenina de la falange, vestía con ropas de segunda mano, pero de buena presencia, como decía sin saber por qué, o tal vez algo que estaba leyendo ,indujo a mi mente aviesa el recuerdo del presbítero cura o mosén, que un día fuera el alma espiritual de estas dos populares barriadas del entonces incipiente Cáceres, tal vez como digo algo que leí o algo que recordé, me sirvió como hilo conductor para este relato, todos necesitamos a un Virgilio que nos indique el camino como el hizo con Dante, como nos cuenta en su Divina Comedia, sin más preámbulos vamos a la historia, disfrútenla y recuerden que solo es un relato de la verdad de lo acaecido,¿ o no.?
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El barrio del Espíritu Santo se extiende cuatro calles enfrente y otras cuatro al lado derecho de la parroquia que presta su nombre al barrio, al lado izquierdo se encuentra la reserva acuífera de Cáceres, que bien a su manantío y a la entrada de aguas procedentes del regato Plata, otrora con un gran caudal de agua lo mismo en invierno que en verano, conferían la auténtica riqueza de las huertas de la Ribera del Marco y por consiguiente de todo Cáceres desde tiempo inmemoriales, y que ha estado, en el olvido durante varios decenios hasta su destrucción casi total, al punto que autorizaron una fábrica de aceite junto al Marco y donde vertía sus residuos y miasmas, destruyendo todo en poco tiempo todo lo que había costado construir dos mil años o más.
Por aquella época el barrio del Obispo Llopis Ivorra, no todavía no, había dado su nombre al barrio, calculo yo que por entonces seria monaguillo, cuando menos todavía no había tomado la primera comunión, y andaría el que con el tiempo seria obispo matando pajaritos como cualquier zagal, como decía el barrio terminaba en la calle Ecuador, la parte de abajo de la calle, la de arriba todavía no estaba construida, y la parte de arriba de la calle Cuba estaba en construcción y se llamaba barrio de el Carneril, nombre de la finca donde estaba ubicado.
Separaba ambos barrios la carretera de Medellín frontera natural y línea del corte de las peleas entre chiquillos, los pisos de los policías armados llamados así por entonces y los hornos de la cal y algunas chabolas y basureros, El Llopis también pertenecía a la parroquia del Espiri, con lo que por entonces signaba el poder de la iglesia sobre todo ser humano, bueno como casi ahora, y todo vecino solo por nacer en estos barrios quedaba empadronado en esta parroquia con el consiguiente pago anual, para el mantenimiento y cuidado de la iglesias y sus santos que posesionan todas las semanas santas.
Llego cierto día un curilla joven de los de sotana almidonada sombrero de picador y manteo, el cual cambiaba de una mano a otra con un arte sin igual, de nombre D. Antonio ,al poco de hacerse con la parroquia y de cristianizar y dar la doctrina a todo ser viviente en ambos barrios y al estar estos alejados del centro, las comunicaciones muy malas, poca luz, vehículos ninguno determinó el mosén y a si lo propuso a la feligresía el comprar un vehículo a motor para en caso de enfermedad y más si esta se mostraba por la noche, poder subía a avisar a los doctores de guardia en el hospital provincial, único centro hospitalario por entonces en Cáceres, y así se hizo entre todos los parroquianos se aportó el dinero suficiente para la compra una Moto-Vespa, el curilla no dejaba de comentar que la moto era de todos los vecinos, puesto que entre todos se había pagado, pero ya por entonces se apreciaba que la única que disfrutaba de la moto-vespa era una monjita joven, que cuidaba de los santos y los vecinos mal pensantes decían que del cura también,
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Con el tiempo no mucho, no vayan a creer, dijo el cura que la mota-vespa era anticuada y había que comprar un coche , era mejor subir al enfermo al médico que esperar a que el bajara,(Yo jamás me entere de que ningún vecino hiciera uso de este derecho pero en fin , cosas de los curas y de iglesias) y se compró un SEAT-600 con el dinero también de la parroquia, cochazo por aquellos entonces, y volvimos a lo mismo la única que hacía uso de él era monjita, que iba siempre muy recatada y ufana al lado del párroco D. Antonio, hasta que la monjita cierto día empezó a engordar y tener mal color de cara, y desapareció de la parroquia sin dar cuentas a nadie y eso que preguntaron, los más maliciosos se daban con el codo señalando al cura, pero el cura no decía nada, al poco D. Antonio también desapareció, gran escándalo, no olvidemos que erala mitad de los años 60 o así, el párroco suplente D. Ángel, anuncio que estaba haciendo cursillos de cristiandad y calmó a las malas lenguas, pero nunca volvió a aparecer ni el curilla ni la monjita , ni volvimos a tener noticias de la moto-vespa ni del SEAT 600. En la parroquia del Espíritu Santo.
Hasta que cierto día y sin saber cómo ni quien, ya saben, la gente que cuando están aburridos les gusta murmurar, se llegó a escuchar por la barriada, que D. Antonio el cura estaba trabajando en hacienda y que se le solía ver por las tardes en el parque de Cánovas paseando y jugando con un chiquillo e iba acompañado con una mujer que tenía un parecido razonable a la monjita que cuidaba de los santos..
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Agustín Díaz
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