EL REY CRISTIANO Y LA PRINCESA MORA
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 14 sept 2022
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 19 sept 2022
HISTORIAS DE LA PROVINCIA CACERENSE-MONFRAGÚE
EL REY CRISTIANO Y LA PRINCESA MORA
Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Y ocurrió que, se proyectaba entre los príncipes cristianos la segunda cruzada que habían de capitanear los monarcas Luis VII de Francia y el Emperador Conrado III de Alemania, y que de cuyo anuncio y predicación se encargaba el Santo Bernardo
Y uno de los más fervientes católicos que se inscribieron en la lista de caballeros cruzados fu don Rodrigo Álvarez de Sarriá, emparentado con la familia Real Castellana, así las cosas y con el macuto hecho, partió dirección Palestina en el año de 1148, incorporado a las huestes francesas.
Más la envidia llevo a la expedición tornara a fracaso la que se presumía feliz desenlace, motivos, aparte de las envidias, la ambición, y discordias entre los príncipes cristianos, fueron los culpables de tan pocos éxitos a cambio de grandes calamidades, por lo que los cruzados tuvieron que tornar a Europa, bien corridos y apaleados, pero el bravo de don Rodrigo, ofreció sus servicios a Balduino III, rey a la sazón de Jerusalén, el cual sabiendo de su reconocimiento y calidad y crédito de la que gozaba entre las huestes cristianos, lo aceptó.
Existió muy cerca de la ciudad Santa, un castillo emplazado en una eminencia del terreno, y que la gente le llamaban Monte Gaudio (Monte del Gozo), y que el paladín castellano, consideró muy propio y conveniente para sus propósitos, que no eran otro que la creación o fundación de una Orden de Caballeria, y con el objeto de guerrear en tierra Santa conta el infiel, una vez concedida ambas cosas por el Rey Balduino, don Rodrigo hizo casa principal del Instituto Militar, y que fundó bajo la advocación de la Orden de Caballería de Santa María del Monte Gaudio, de la que fue su Maestre, erigiendo en el castillo, una capilla donde se dio culto a la patrona de su hermandad, estamos en el año de 1150-1151.
Y fue grande la nombradía y méritos que don Rodrigo y sus cofrades lograron alcanzar, y no siendo escaso precisamente, el favor que le dispensó el monarca de Jerusalén, encontrando en ellos el sostén más grande de su trono.
Más murió el Rey, y le sucedió su hermano Balduino IV, apenas un niño de trece años, maleable y donde válidos, consejeros intrigantes, vividores de los que se rodeó, malversaron riquezas publicas creando un clima de malestar. Enterado de estos episodios, el gran Saladino, invadió con su gente Palestina, y hasta en tres veces arremetió contra ella, arrebantole castillos y fortalezas y lugares de los alrededores de Sión, entre estos el del Monte Gaudio, también corría gran peligro de caer en manos de los seguidores de los muslimes. Entonces don Rodrigo, temiendo que los objetos de valor que conservaba en su casa matriz, también fueran a parar a manos de moros, entre ellos la imagen de la Virgen María, las sacó del lugar, y lleno de repugnancia de la barunda oficial que presenciaba, decidió abandonar tierra Santa, y volver a su patria, desde donde también podía combatir a los enemigos de la cruz, motivo al que había consagrado su existencia.
Ya en la península, se inscribió en el Rol de la Orden de los Caballeros de Santiago, donde siguió la persecución de los seguidores de Mahoma, y dados sus merecimientos y su celo puesto en tal empresa, pronto le ofrecieron las encomiendas de Abrantes y Monsanto, en Portugal, elevándolo muy `pronto a la dignidad de Comendador mayor de tan afamado Instituto.
Más esto esto no la satisfacía, sus sueños era el de resucitar en la península la religión y gloria tenidas en Jerusalén.
Y al punto puso su proyecto de los Reyes y del Cardenal Jacinto, legado del Papa en España, y una vez obtenida la venia de Papa y Rey, renunció a la dignidad de Comendador Mayor en manos del Cardenal Jacinto, y una vez recibida la bula de Alejandro III, fundó la Orden Militar de Santa María del Monte Gaudio, estamos en el año de 1174.
En marzo de este mismo año de 1174, la morisma volvió a hacerse dueña de la villa cacerense, y donde desde hacia cuatro años se había fundado la Congretaió de los freyles Milites de los Fratres de Cáceres, a la que el monarca Fernando II de León había donado el Castillo de Monfragüe.

Desaparecida esta Orden en la defensa de Cáceres, donde sus últimos caballeros fueron degollados ya en la Torre de Bujaco según algunos, ya en la Atalaya redonda según otros, por las tropas del Califa Abu-Y’a Qub, y quedando la fortaleza de Monfrague en tierras pertenecientes a Castilla, el monarca Alfonso VIII, cedió esta impresionante mole a la recién creada Orden por don Rodrigo, y donde se estableció y permaneció toda su vida, junto a sus caballeros y gentes de armas, y donde hizo construir una capilla, que algún vestigio queda aun, y donde su fe de bautismo quedó en la inscripción en placa de mármol, colocada sobre su puerta donde campea el escudo de la Orden.
Esto nos contaba el historiador, historia, leyenda, vaya vd a saber, más ahora vamos con un sucedido, más que sucedido es una bonita historia de amor, y aunque resbalen un punto las fechas y nombres históricos, es una de esas historias de cuentacuentos de edad media, o así.
Sucedía que reinaba en Toledo, terminando el siglo XI, el afamado moro Ismailben-Dyl-Nun, y al que conocían por el nombre de Almansul, este gozaba de gran amistad con el soberano de Castilla, y que debido a esa amistad, acudió en solicitud de protección en Infante don Alfonso, huyendo de la persecución de su hermano mayor don Sancho, ya Rey de Castilla y León, que creía le había ursupado el reino que su padre les legó.
Estando en estas cuestiones, llego a tierras Toledanas una princesa agarena de nombre Zaira, hija del Rey moro Abu-Abed de Sevilla, siendo la muchacha guapa a rabiar, de gran belleza y hermosura y donaire que no había en la corte quien la igualara, según todos los pareceres y todas las lenguas de aquel tiempo, y así viviendo bajo la misma protección y aunque palacio grande el destino proporciono que los jóvenes se vieran, conocieran y se enamorasen.
Más como a todos nos llega la hora, murió estando en Zamora el Rey don Sancho, y ocupado el trono el Infante don Alonso que seguía refugiado bajo la protección del de Toledo, y que una vez finado también el Rey moro, aquello de respetar la integridad del reino de Toledo, firmado en prueba de amistad entre el Rey de Castilla y el de Toledo, quedo en suspenso, y al punto el que estaba refugiado entre sus muros, inicio los preparativos de guerra de conquista de Toledo.
A pesar de esto, las relaciones entre Zaida y Alonso continuaban, y eso que don Alonso había contraído matrimonio hasta en dos ocasiones, aquí nos cuenta el cronista:
<tuvo hasta seis esposas don Alonso, y que Zaida fue bautizada con el nombre de Isabel, llegando a ser la tercera reina>
Así las cosas fue contra Toledo, con gentes y pertrechos de guerra, y le montó sitio, pero el pueblo que conocía la relación entre, teme una traición por parte de la princesa mora, asalta la casa de Zaida, sin dar lugar a la preciosa mora a nada más que huir por un postigo que daba al rio Tajo, y abordando un ligero esquife, se abandono fugitiva a la corriente, más antes de partir, ordeno al único sirviente que logro salir con ella de la vivienda donde se alojaba, que fuera dar cuenta al monarca sitiador de los ocurrido.
Informado el monarca, encomendó el mantener el sitio a unos de sus mejores capitanes y cogiendo otra barquilla y disfrazado de pescador comenzó la búsqueda de su amada en pos de la misma corriente.
Molineros, pescadores, lavanderas, gentes encontradas por las orillas fueron preguntadas por si la habían visto pasar, sin que nadie le diera razón, más llegando a la portilla de Monfragüe y entrando en un remanso del rio, descubre la embarcación de Zaida varada en la orilla, peguntado un pescador por la mora, este le dijo:
>ayer mismo, estando en la orilla atento a mi negocio, vi aparecer esa barquilla una barquilla por la orilla opuesta, que chocaba contra las peñas, me puse a cruzar el rio y al ver a una muchacha, que luchaba contra el agua por sitio peligroso, me lance a salvarla, que dudo que sin mi auxilio hubiese salido con vida, así que la traje conmigo devuelta a esta orilla, y ahí está refugiada y reponiéndose en mi cabaña>
Corrió don Alfonso a s encuentro, dándole gran sorpresa a la guapa Sevillana, colmándose de gran alegría y felicidad ambos.
Una vez tomada Toledo, Alfonso al mando de sus huestes, siguió la conquista por tierra de la Extremadura, donde llega a apoderarse del castillo de Monfragüe, que se encontraba también en manos del moro, y subiendo el hasta el alto donde se ubica, acompañado de sus rico hombres y caballeros de su corte, les conto la aventura enseñándoles el sitio donde naufrago su barquita la princesa Zaida, y el arroyo junto al cual se encuentra la cabaña del pescador que la salvó.
En estas andaban, cuando uno de los caballeros de su hueste, apunto que el sitio debía ser conocido en adelante, con el nombre del Lance de la Mora. Y efectivamente, así se le conoce.
(Fuentes Publio Hurtado-castillos)
(Fuentes Cuentos y Leyendas)

Agustin Díaz Fernández
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