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ALONSO DE MONROY-CÁCERES VIII

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 31 mar 2022
  • 9 Min. de lectura

Actualizado: 4 abr

HISTORIAS DE LA VILLA CACERENSE DON ALONSO DE MONROY Clavero de la Orden de Alcántara (VIII) (Alonso de Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy 1492) Vida de Alonso de Monroy

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra En el capítulo anterior dejábamos al Maestro Gome de Solís: Vuelto a Coria, quiso venir con mucha más gente de la que tenía, y luego se partió a Alba de Tormes a donde el Duque de Alba le dio gente de a caballo muy escogida y otro tanto hicieron el arzobispo de Toledo, y el almirante Don Fadrique, y el conde de Treviño, de los cuales señores él tuvo muy grande ayuda, y pensó muy livianamente volver a Alcántara, donde estaba asediando don Alonso de Monroy, Clavero de la Orden de Alcántara. Sabido esto por el Clavero y Hernando de Monrroy que vueltos eran a la Zarza, no desmayaron por eso por saber la gran pujanza de gente que su enemigo traía, antes andaban tan alegres y con tanto corazón que en forma lo ponían a los suyos, el Clavero despachó muchos mensajeros a diversas partes llamando gentes, y recogió toda la que tenía puesta en guarnición en sus castillos, e hizo mensajero al Duque de Plasencia que en Arévalo a la sazón estaba que les diese ayuda, y el Duque le envió doscientas lanzas, de las que venia por capitán Pedro de Ontiveros. Luego vino Hernando de Monroy, señor de Belvis, con sus deudos, y Luis de Chaves con los suyos, y don Pero Laso de la Vega y otros muchos caballeros que sería largo de contar: y en fin, no quedó pariente suyo que no metiese las manos en esta batalla. Con toda esta gente se vino para Alcántara que serían quinientos de a caballo y cuatrocientos peones, y se puso en el cerro de las Vigas por que el Maestre por fuerza habia de pasar por allí para entrar por el puente que está sobre Tajo, por no tener otra entrada, el maestre don Gome venia muy poderoso, ya que traía mil y quinientos de a caballo, y entre ellos traía seiscientos hombres de armas muy escogidos, dos mil y quinientos peones todos los mas ballesteros y espingarderos, venían muchos caballeros de la orden de Alcántara y otros deudos suyos, de manera que todos eran gente lucida y grabada. El Clavero, como vio la muchedumbre de la gente del Maestre y la poca suya, usó de una cautela y fue esta: Sucedió que hizo muchas hoyas cubiertas por donde el Maestre habia de pasar y su gente, dejando el Clavero segura entrada y salida para los suyos, y en estas hoyas cubiertas puso sus Peones, pues como los hombres de armas del Maestre arremetiesen con gran furia contra los del Clavero pensando de ellos y de los primeros encuentros acabar el negocio, todos los más cayeron en las hoyas y fueron muertos y presos por los peones del Clavero, los demás jinetes del Maestre que hechos venían otra batalla por sí, en la cual venia el Maestre, habiendo tan presto visto deshechos sus hombres de armas, y sus enemigos haber quedado enteros en su fuerza, paresciales cosa de sueño y no de creer, entonces el Maestre mandó mover su batalla muy poco a poco, y sus peones echaron gran golpe de saetas, con la una de las cuales hirieron al Clavero en una pierna, más fue la herida liviana por ser el tiro de lejos, pero esto hizo a los guerreros de su parte gran turbación, porque admirados los que estaban cerca de ver la sangre, discurrió la fama por la gente y todos acudían por ver al capitán de su guerra, más el clavero viendo esto, se sacó la saeta tirando de ella fuerte, animando a los suyos a la pelea diciendo no ser nada su herida. Los dos Hernando de Monroy primos y Garcilaso de la Vega, y otros buenos caballeros que la delantera llevaban, entraron por el lugar seguro que el Clavero dona Alonso, habia dejado para los suyos, y hechos una batalla arremeten contra los del Maestre, que a punto venían de los recibir y mezclaronse los unos con los otros muy bravamente, tanto que era espanto verles combatir, Hernando de Monroy, el Bezudo, hacia tales cosas que se señalaba bien donde llegaba, que desde que quebró la lanza, con su espada derrocó cuatro jinetes, que la traía tinta de sangre hasta la mano, Pues el Clavero con su lanza ensartada, de un cabo a otro llena de sangre, andaba, cosas hacían los del Clavero que parecía cosa de no creer, algunos hombres de armas de los postreros, viendo el engaño de los primeros, volvían las riendas que parecía que no querían pelear, pero los peones del clavero que a cargo tenían de destrozar a esta gente, se llegaban a ellos y les cortaban las riendas, y daban al caballo un gran golpe en las ancas, de manera que el caballo partía hacia las hoyas o se salía del campo. A esta hora el Maestre como caballero mucho esforzado, habiendo visto huir á sus peones y hombres de armas, pasó adelante esforzando los suyos lo más que podía, y viendo estar combatiéndose Hernando de Monroy el Bezudo, con Antón Galíndez que era deudo del Maestre, vio como el Bezudo le dio un muy recio golpe que una manga de malla le cortó y medio brazo, de que luego el Antón Galíndez se apartó a un lado como hombre mal herido, El Maestre visto esto, arremetió contra Hernando de Monroy, y al pasar dióle dos golpes de espada sobre las armas, el Bezudo, que bien conoció al Maestre, arremete a él como un león bravo por matarle, pero sus guardadores se le pusieron delante, y el caballo del Bezudo que muchas heridas tenia, como él le pusiese recia fuerza por alcanzar al Maestre, cayó muerto en el suelo con él, más él se salió dé debajo y se puso en pie, y fue luego socorrido por dos caballeros deudos suyos que miraban mucho por él, el uno se llamaba Rodrigo de Monroy y el otro Añaya de Monroy, y por otros muchos que acudieron, y sus criados le pusieron luego un caballo en que cabalgó. A esta hora los del Clavero desbarataron y destrozaron a los del Maestre, y pusieronlos en huida haciendo cruel matanza en ellos, fueron muertos muchos y presos más de quinientos, y el Maestre fue herido en la cara de esta refriega, y así mismo todos los mas de la parte del clavero salieron con heridas. Diósse esta batalla un sábado de mañana, á seis días del mes de febrero, año de mil y cuatrocientos y setenta años: bien podemos decir haber sido esta batalla digna de ser sabida, que siendo tan pocos los de la una parte y tantos los de la otra, llevasen la menos tan gran victoria, y entonces hicieron muchas coplas y romances al clavero alabando su vencimiento, aumentado su fama por toda la Extremadura. Luego que el Clavero hubo desbaratado al Maestre se fué a ver a Hernando de Monroy el Bezudo, por parecerle haber sido esta causa principal para haber habido la victoria, y le dijeron que estaba herido de dos heridas, la una en el rostro y la otra en una pierna, y como llegase el Clavero a él y le diese muchas gracias por lo que habia hecho aquel día, él le respondió: “señor primo, tan Mahoma como de antes”


El Clavero se acercó al castillo de Alcántara por la parte del puente y por la otra parte, combatiéndolo de día y de noche, sin dejar reposar los de dentro, pero como los de dentro fuesen caballeros y gente escogida mucho se esforzaban a defenderlo, en especial un caballero viejo de la orden de Santiago, quien el Maestre lo habia encomendado, que se llamaba Hernando de Mujica, como fuese este muy esforzado y diestro en la guerra, este los animaba y no menos mostraba esfuerzo por obras que por palabras, este nunca se quiso dar a partido, hizo pasar al clavero y a los suyos muchos trabajos, porque como el cerco fuese tan largo que duró más de trece meses, no solamente faltaba á los del Clavero la vitualla, más aun los vestidos y zapatos y las otras cosas necesarias. Fueron allí muertos muchos de los principales guerreros de los del Clavero, y otros estaban mal heridos y se fueron a curar, otros enfermos se iban del real, como los del castillo viesen el gran daño que en los del Clavero hacían en los combates que ordinariamente tenían de día y de noche, estaban muy esforzados, pues el trabajo que el Clavero tenía sobrepasaba a todos los del mundo, porque él esforzaba á los suyos, y en los combates los hacia llegar a la muralla yendo él delante, y le dieron muchas saetadas y otros golpes grandes, pero como fuese muy lleno de armas, aquello le salvó mil veces, y si sus capitanes estaban heridos, él mismo iba de noche por vitualla, y aunque estaba herido, no se echaba en cama ni tomaba reposo. Estando las cosas en este estado, Doña Leonor Pimentel, Duquesa de Arevalo, habia tenido siempre voluntad de dar el maestrazgo de Alcántara a don Juan Pimentel, su hijo, en tiempo del maestre don Gome, y ahora le parecia haber tiempo para ello, porque pensó ella que livianamente podía destruir al Clavero, y que si ella quisiese el castillo de Alcántara, que luego aria la provisión del maestrazgo, y como de esto tuviese muy gran gana pusolo en obra, queriendo la Duquesa que todos los trabajos que el Clavero habia pasado cuando desbarató al Maestre, fuesen reducidos en su provecho, y para esto determinó de confederarse con Hernando de Monroy, señor de Belvis, en esta manera: que la Duquesa se obligaba que el castillo de Alcántara a partido se entregase al dicho Hernando de Monroy, con tal condición que después lo diese a la Duquesa, y le prometió que si así se hiciese de darle dos cuentos de renta sobre vasallos en tierra de Plasencia. Hernando de Monroy, que mal estaba con el Clavero, su hermano, concedió ligeramente el pacto con la Duquesa, y para que esto tuviese efecto, envió la Duquesa toda la gente que tenia de pie y de caballo sobre Alcántara, El Clavero y los caballeros que con él estaban, viéndose tan pocos, conocían que no podían contradecir nada a los de la Duquesa. Entendida la voluntad de la Duquesa por el Clavero, con mucha disimulación trabajaba por no dejarse engañar, muchas veces la Duquesa escribía a sus capitanes que matasen o prendiesen al Clavero, y é, que de todo esto tenía noticia, metiase entre ellos diciéndoles: “¡Cual de vosotros ha de matar al clavero?” De manera que parecía burlarse con ellos y vivía con tanto cuidado, que a veces con burlas, y otras con esfuerzo increíble, hizo que los tratos y conciertos nunca se concluyeron. La Duquesa deseaba que el Clavero y los suyos fuesen muertos y presos, y que así lo pusieran sus capitanes por la obra, pero ellos le escribían que aunque tenían mucha más gente que el Clavero, lo tenían por tan valiente a él y a los que con el estaban, que no se podían hacer sin mucha ventura, y todo esto pasó sobre la entrada del castillo, así que sobre cuál de ellos entraría en él, habia tantas diferencias y revueltas, que a todos nos ponía espanto, Los del castillo estaban esperando que se concertasen para entregárselo, porque no tenían que comer, y después que hubo muy gran altercado sobre ello, vinose á concluir, porque ya no habia otro remedio sino ponerlo en armas, que el castillo de Alcántara se diese a personas sin sospecha, que no lo darían a ninguna de las partes, la Duquesa, pareciéndole que ahora tenía buena coyuntura para su negocio y propósito, demandó a los jueces entregasen el castillo á Hernando de Monroy, señor de Belvis: y en esto puso mucha diligencia persuadiendo a los jueces. El Clavero reciamente rehusaba tal cosa, diciendo ser el más sospechoso por la Duquesa Hernando de Monroy, su hermano, y si así se hacía, que quería oír fuera de las capitulaciones que entre ellos habían pasado, y que tal cosa no consentiría a todo su poder, más los guerreros militares de unos y de otros. Más cansados de estos negocios que de las mismas guerras, dieron presa a la terminación, y fue esta: aquel castillo se entregase a Hernando de Monroy, y que el Clavero no tuviese parte en él, más que todas las veces que él fuese al castillo, fuese obligado el alcaide que dentro estuviese a abrirle la puerta y albergarle dentro, y de esta manera el castillo se entregó Hernando de Monroy, y el Clavero con todo su escuadrón se fue de allí tan triste como los vencidos y desbaratados del castillo, y fuese a Valencia, donde era comendador un pariente suyo. Antes de ocho días el Clavero volvió al castillo de Alcántara, y como Hernando de Monroy le acogiese, conforme a lo concertado, y el Clavero se viese en aquel castillo, que tanta sangre a él y a los suyos habia costado, metió dentro los más principales que con él venían, y dijo á su hermano que se fuese con Dios, pues que en cosa de la orden poco tenía que hacer, y que más le competía a él, pues habia tantos años que tenía el habito. No queriendo hacerlo Hernando de Monroy, fue necesario venir a las armas, y los del clavero, que nunca se habían satisfecho de los agravios que los de la Duquesa les habían hecho, mataron muchos de ellos, y al fin los echaron fuera. Hernando de Monroy fue herido en una mano. Acabada esta empresa por el Clavero, quedó tan poderoso que a ninguno temía, y luego hizo venir a todos los comendadores de su parte y se hizo elegir por Maestre, que así le llamaron siempre. De aquí ganó todo el maestrazgo de Alcántara, sin haber batalla ninguna, menos tres fortalezas que están en la Serena, y como esta Serena es verde todo valía mucho al maestre don Gome, y se pudo muy bien ayudar de ellas, porque la una era Magacela, que tenía Francisco de Solís, sobrino del maestre don Gome, a este Francisco de Solís se allegaron todos los parientes y criados del Maestre su tío. La otra era Benquerencia que tenía Diego de Cáceres y Ovando, donde estaba preso el comendador de Lares, la otra era Zalamea, que tenía Francisco de Hinojosa. (fuentes Alonso de Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy)

Agustin Díaz Fernández


 
 
 

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