ALONSO DE MONROY-CÁCERES XIV
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 9 abr 2022
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Actualizado: 4 abr
HISTORIAS DE LA VILLA CACERENSE
ALONSO DE MALDONADO
Clavero de la Orden de Alcántara (XIV)
(Alonso de Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy 1492
Crónica desde la calle Cuba de mi llopis Ivorra
Vida de Alonso de Monroy
En el capítulo anterior dejábamos al Maestre Alonso de Monroy con sus hueste, la puerta de la villa de Alegrete, esperando que los suyos que habían escalado el los muros de la fortaleza abrieran por donde él estaba, todos estos eran caballeros. mucho esforzados y diestros en la guerra.
El Maestre y los suyos estaban apretados junto a la puerta, esperando que en abriendo se lanzasen dentro, estos caballeros subieron por las escalas muy animosamente, y los cien escuderos tras ellos, y no hubieron puesto los pies en ella, cuando las velas los sintieron y comenzaron a dar voces, a las armas, a las armas, que la villa se entran:
“ El ruido fue muy grande, porque la gente de la villa era mucha, y en un punto fueron armados y salieron a pelear y como hallasen a los del Maestre en las escalas que bajaban de la cerca a la puerta, viendo que eran pocos comenzaron a pelear con ellos muy reciamente. Rodrigo de Monrroy, y Luis de Herrera, y los otros del Maestre, bajaron por el escalera por fuerza de armas arrojadizas y con ballestas, Los del Maestre no podían llegar a la puerta, porque este pasaje defendían los de la villa con gran cuidado por la gente que sentían de fuera de la villa a la puerta.
El Maestre, como oía la gran pelea que los suyos traían con los de la villa, y el ruido tan grande, y las voces que dentro habia, que parecía que peleaban diez mil hombres contra los suyos, y que no le abrían
la puerta de la villa como él les habia mandado, claramente conoció que los a suyos le mataban, y como quiera que el Maestre tuviese el ánimo tan lleno de audacia, dijo a los suyos que no era cosa de sufrir que delante de sus ojos viese matar a los suyos sin que les tuviese compañía, así en la muerte como en la vida, y dicho esto,
subió por la escala, él el primero, su adarga embrazada, y su lanza en la mano, y por presto que subió, ya los de la villa habían acudido para aquella parte, así para defender a los de fuera que no llegasen a la puerta, como para echar piedras por allí a los que estaban abajo, peleando arrimados a la muralla, sucedió que, fueron sobre él mucha gente, y le comenzaron a herir por todas partes, por la una parte de la muralla y por la otra.
El Maestre don Alonso, como hombre no espantado de aquellas cosas, comenzó a darles con el hierro de la lanza, Hernando de Monroy, el señor de Monroy “El Bezudo” que con otra lanza estaba, no hacía sino derrocar hombres del adarve abajo, y como quiera que al maestre Don Alonso de Monroy le durase poco la lanza de la prisa que le daban, porque por aquella parte habia cargado mucha gente, echó mano a su espada, y la adarga echó del brazo hecha pedazos. En todo este tiempo los suyos no hacían sino subir al adarve, y puesto que el Maestre tenía tres heridas, y sin adarga ni lanza, y sus armas abolladas de los muchos golpes que habia recibido, así y todo no dejó de ir por el adarve adelante en socorro de los suyos, y bajando por el escalera del adarve topaba con algunos de los suyos muertos y les aba del pie, que los echaba a bajo, porque los suyos que venían detrás no viesen el daño hecho, más como el Maestre diese un puntillazo a un escudero suyo de los buenos de su mesnada pensando que estaba muerto, que se llamaba Pedro de Palazuelos, el cual tenía una gran tacha, que en viéndose herido luego desmallaba sin poder obrar más, pero hasta que les herían, ninguno reculaba en la pelea, y era muy bien dispuesto, el Maestre, como topó en él y vio que estaba vivo, dijole que no era tiempo de desmayos, por eso que se levantase, que él estaba allí con él, finalmente, con increíble animo bajaron abajo, y el Maestre hirió a dos de los suyos de una ferocidad de ánimo grandísimo, como persona que la propria luz de la honra tenía puesta en la defensa de sus manos.

La mesnada del Maestre don Alonso comienzan a matar entre los portugueses de tal manera, que cuando el sol salía, la mayor parte de ellos eran muertos por las manos de los del Maestre.
Hubo algunos prisioneros, el sacó fue muy rico, porque habia en la villa muchos judíos ricos, El capitán portugués y la gente de guerra que allí estaba toda fue muerta, como otras de la comarca que se habían acogido allí como lugar fuerte. Esta prueba hizo el Maestre con tanto ánimo, que estaban los suyos tan esforzados que más no podía ser, Luego, como lo supieron los de la comarca, que tan pocos castellanos hubiesen hecho una cosa tan atrevida como entrarles en su mismo reino, se juntaron de la misma comarca otros capitanes, que serían por todos hasta quinientos de a caballo y dos mil peones, para vengarse de tan grande injuria, y vinieronse para Alegrete, toda esta gente era venida de Olivenza, porque allí se habían juntado para venir a cercar á Alegrete.
Enterado de todo esto por el Maestre, que no estaba nada dormido, antes tenía espías de los mismos de la tierra, salió luego al campo con trescientos de a caballo y doscientos peones, todos llevaban mochila para cuatro días para ellos y sus caballos, Rodrigo de Monroy quedó en Alegrete con cien lanzas y cien peones.
El Maestre caminó toda aquella noche y otro día, teniendo parecer que mientras más lejos les diese la batalla, más ligeros serian de vencer porque habría menos gente junta entre ellos, porque si esperase que estos se juntasen, le podrían cercar y que no tenía quien le socorriese.
Sucedió como los portugueses saliesen de Olivenza puestos en dos batallas, y viniesen por el camino derecho que va a Alegrete y llegasen á un mojón que divide el termino de Olivenza, y que llamaban el mojón de Guadapero, allí esperaron los portugueses con muchos tambores y gaitas y otros instrumentos, los de a caballo traían sus trompetas.
El Maestre llegó a vista de ellos dos días después que partió de Alegrete en saliendo el sol, y era aquel día de San Juan de junio, el Maestre, como los vio, ordenó su gente para pelear y mandó tocar sus trompetas, y fuese para ellos paso a paso hasta llegar al espacio de tierra de poder hacer su arremetida.
Hernando de Monroy, señor de Monroy llevaba la delantera, y el mismo Maestre tambien con los guerreros más escogidos, que no quiso acompañar su estandarte porque le pareció tener necesidad aquel día de obrar bien, y a esta sazón los portugueses hicieron una flaqueza por demostrar la poca experiencia en las cosas de la guerra que tenían, porque se mudaron de un llano adonde estaban ordenados para pelear, y se subieron para un cerro bien desordenados, que parecía que querían más buscar defensa que no pelear, y aun en el camino se iban dando unas lanzas con otras, era el ruido muy grande, los guerreros del Maestre viendo esto, se fueron para ellos y lo tuvieron por muy bueno, por el miedo que llevaban los que las traían en las manos, comenzaron a dar voces diciendo:
“victoria, victoria”
,y con este cantar hacen su arremetida contra los portugueses, ellos los reciben de buen corazón, y da comienzo entre ellos una pelea muy brava y esquiva, Los del Maestre don Alonso, les parecía pelear con gente que habia mostrado miedo, y este pensamiento les hacía pelear más que sus fuerzas bastaban. Los portugueses de la otra parte, como se veían tres veces más que los castellanos, y la ventaja que les tenían en la fortaleza del sitio, les parecía la batalla no en lugar igual, mas muy aventajado para los portugueses, porque se hacía en mitad de la ladera, que era harto llana para el sitio, todos peleaban muy esforzadamente, traía el Maestre ochenta escopeteros a caballo, estos hacían mucho daño en los contrarios, que como la obra era nueva les puso en mucho temor, en especial a la gente de caballo portuguesa que era la mejor.
Y viendo los del Maestre que los portugueses aflojaban en la pelea, dieron tan de recio en ellos que los hicieron volver las espaldas, los del Maestre iban matando en ellos muy crudamente, siguieron el alcance hasta cerca de Olivenza, fueron muertos cerca de dos mil.
Esta victoria ganada puso gran miedo en toda la tierra y traían por refrán:
“Guárdate del ciego que trae hombres de hierro y truenos a caballo.”
Tras de esta victoria ganada, el maestre Don Alonso de Monroy se volvió a Alegrete, y de camino se detuvo un lugar pequeño y robó mucho trigo y ganados, y todo lo trajo á Alegrete.
Sabido esto por el rey de Portugal, envió luego contra el Maestre mil de á caballo y cinco mil hombres de a pie, mandándoles
que lo cercasen y que él sería luego con ellos, con estos venían muchos capitanes, y Llegada esta gente a Alegrete, luego la cercaron, los del Maestre salían cada día a pelear con ellos a manadas, y los unos a los otros se hacían engaños que parecían latrocinios de diversas maneras y robos que acaso se ofrecían.
Los del Maestre continuamente iban de día y de noche, sin darles ningún reposo, visto esto por los portugueses, que sus varones no eran varones fuertes, quisieron cesar las peleas y ponerse en guarnición en lugares más lejanos por escusar el daño, y pusieron muchas diligencias en defenderles las cabalgadas por tomadlos por hambre, o al menos más flacos después para las peleas, si por intervalo de tiempo viniesen a combatir con ellos.
* Maestre de la Orden de Alcántara don Alonso de Monroy, estuvo en Alegrete dos años guerreando siempre con portugueses, en el cual tiempo hubo muchas peleas y hechos de armas y robos que sería imposible resumir, baste que en tres meses que allí estuve lo que vi contaré, porque el Maestre me envió a Montánchez con cierta embajada al comendador Puertocarrero.
Esta es la crónica que cuenta don Alonso de Maldonado, amigo, unos de los capitanes de su hueste, y biógrafo de don Alonso de Monroy*
Pues estando las cosas en el término que he dicho, y la guerra muy encendida entre ellos, el capitán Luis de Herrera salió una noche con ciento y cincuenta de a caballo para hacer algún abastecimiento, y hubo tan buena dicha que hurtó una muy gran cabalgada de vacas y ovejas y cabras, y como fuesen tras él más de seiscientos hombres, alcanzárosle, Luis de Herrera se ordenó para pelear con ellos, porque era caballero muy avisado para este menester, y como llegase a ellos, le demandaron treguas de todas partes.
Luis de Herrera dijo que le placía, y dio un guante en señal con condición que el ganado que no fuese de ellos, él lo pudiese llevar a Alegrete, en esto los portugueses no se convinieron, antes tuvieron unos con otros gran porfía, que unos querían por escusar la pelea no llevar más de su ganado, pero los más decían que no habían de dejar una cabra en el campo, sino que todo lo habían de llevar a sus dueños.
Luis de Herrera, como vio los portugueses más metidos en sus porfías que en pensar en la pelea, y que al cabo se habían de concertar por ser muchos más que los suyos en pelear, porque le iba mucho en llevar la cabalgada, que no habia que comer, acordó, como hombre sabio en la guerra, de tomarlos descuidados, y al mejor hablar que estaban, Luis de Herrera hizo del ojo a los suyos y arremetió contra los portugueses tan bravamente que los desbarató, y de esta manera los arollaron con los caballos, que mataron cerca de doscientos de ellos, y no quisieron seguir el alcance sino poco, porque les pareció que Dios les habia hecho merced en poder llevar la cabalgada pacíficamente. Hizo saber todo lo que pasaba al maestre Don Alonso de Monroy, el cual salió luego con mucha alegría su gente ordenada, y así se metió toda la cabalgada en Alegrete.
Los portugueses traían después por refrán:
“Fiaos del guante de Luis de Herrera, hi de puta y qué castellano.”
En estos tiempos como la Duquesa de Plasencia y la Condesa de Medellín siguiesen la parte del Rey de Portugal, tuvieron voluntad de tornar a tomar a Trujillo, y tambien porque supieron al Maestre estar mucho ocupado en la guerra de los portugueses, y luego vinieron a Trujillo con mil y doscientas lanzas, Luis de Chaves defendió la ciudad cuanto pudo, como muy buen caballero, porque era a quien el Maestre la habia dejado encomendada para que la tuviese por los Reyes Catolicos, pero al fin no le aprovechó nada. Los capitanes de la Duquesa y de la Condesa entraron y tornaron la ciudad, y Luis de Chaves se retrajo á su casa con sus deudos y de allí fue cercado y combatido mucho.
(Fuente Alonso de Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy)

Agustin Díaz Fernández
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