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HISTORIAS DE LA VILLA DE CÁCERES-PRIMEROS POBLADORES (1 PARTE)

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 6 abr 2020
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 24 jul 2022

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

Quinto Servilio ,sentó sus cuarteles de invierno en esta comarca, el primero emplazo su campamento en sitio aún desconocido , puesto que no se ha hallado ni rastro de aquel Castra Servilia, en el año 139 antes de Jesucristo , su fundación fue en el contexto de las guerras contra Lusitanos y Vetones , al segundo lo denominaron Castra Caecilia, por ser su fundador Quinto Cecilio Metello, perteneciente a la época republicana , con motivo de la guerra del propio Metello con Quinto Sertorio en al año 78 también antes de Jesucristo, y está ubicado en la denominada la dehesa de Cáceres el viejo, por ser propiedad de un tal Pedro Cáceres, de lo que se deduce que existirían dos con el mismo nombre y que para diferenciar el uno del otro, se le indicara con él adjetivo de el “Viejo” al uno y el “joven” al otro.

El primero de los poblados, desapareció como tantos otros de la comarca, sin ser posible fijar su perímetro por la falta de vestigios de su enclave, algún cronista lo sigue situando dentro de la cerca amurallada cuyo perímetro lo circunda, y que subsiste todavía, siendo ostensibles en algunos puntos y rebelando en los sillares de cimientos, especialmente en las puertas y torres, su origen romano, sobre los cuales por reparaciones sucesivas, destaca la mampostería gótica y la tapiería árabe. (la situación de Castra Servilia dentro de la cerca amurallada, como algún que otro historiador la ha ubicado son conjeturas sin ninguna prueba, al menos hasta el momento).

Su extensa área revela su importancia en aquellos tiempos, de Norba Caesarina, fundado hacia el 24 a.c. por Cayo Norbano Flaco, propia no de un vicus, o municipio tributario de una colonia, sino una gran población, pues podía albergar a unas cinco mil personas, número elevado, en el que por entonces, en la que ciudades como Tarragona, que era capital de provincia a la que daba nombre y abarcaba la mitad de España, no contaba con más de seis mil habitantes.

Construido el pueblo, es natural que acudiesen a él los aborígenes del contorno, propicios a disfrutar de las relaciones sociales y comodidades que ofrecía la vida urbana, demostrando su engrandecimiento, el gran número de, Piras, (piras funerarias,) Cipos (Pilastras o columnas erigido en menoría de alguna persona) cenotafios (monumentos funerarios), Exvotos (ofrenda hecha a una divinidad) y copiosas inscripciones, unas conservadas muchas desaparecidas, en las que refulgían los ilustres y universalmente conocidos , los sobrenombres de las familias Cornelia, Celsa, Nigelia, Norbana, Sulpicia, Quintina…



No es de presumir que todas hubiesen venido a habitar, en Norba Caesarina desde que se fundó, lo más probable es que se hubiesen inscritos en su vecindario, cuando el emperador Marco Salvio Otón , 28-abril - 32 d.c.- 28 abril de 69 d.c. recordando la estancia de esta parte de España, como legado de sus predecesores Neón y Galba, envió a sus poblaciones principales muchas familias patricias, para que aumentasen su contingente y le dieran lustre.

La irrupción de los pueblos germanos, debió mermar un tanto su vecindario, pero cuando llego el diez irae (día de la ira), fue cuando Leovigildo aniquiló la ciudad de Norba Caesarina, la reconstrucción debió de ser lenta y muy laboriosa, siendo este periodo histórico el de la dominación agarena, el más oscurecido, escondido, poco claro, de su pasado, lo único claro es que en este periodo la cerca amurallada no se amplió, teniendo espacio suficientes para cobijar a sus residentes , en su mayoría militares, durante muchas centurias fue uno de los centros de confinamiento más importante de la región, calificado gráficamente por don Lucas , obispo de Tuy, como Oppidun fortissimum barbarorum, (ciudad fortísima de barbaros).

Rescatada definitivamente por don Alonso IX de León, este monarca estimó en gran manera, y contado con hacerla centro de un dilatado distrito, le señaló un término amplísimo, para que con sobrados elementos de vida se multiplicarse el vecindario, neutralizado así el natural recelo que este abrigaba en un principio de perder cuanto tuviera, si tornaban a apoderarse de ella de nuevo los musulmanes, prohibió a las órdenes religiosas tuvieren propiedad inmueble en la villa, dio a esta un solo fuero para nobles y plebeyos, eximio a sus pobladores del pago de montazgo, les reveló de toda deuda y compromiso contraído antes que la villa se conquistase, y les dio un mes de ferias, tiempo en verdad excesivo, pero con el cual el Rey procuraba, que los feriantes se aficionases al medio ambiente cacerense, y aquí se establecieron si no todos muchos de ellos, Castellanos , Leoneses, Gallegos Portugueses, fueron el origen de los primeros pobladores.

Moros quedaron pocos en la localidad, los que persistieron en ella, fueron los judíos, raza que conviven con todos los pueblos y todas las religiones, cuyo núcleo principal moraba en el barrio de San Antonio de la Quebrada, con su sinagoga en el sitio que ahora ocupa la ermita del mismo santo, estamos hablando del barrio de la judería vieja, la judería nueva surgió dos siglos más tarde, por la calle de la Cruz y alrededores,

Los monarcas que sucedieron a don Alonso, heredaron con el cetro leones, querencia a estas tierras cacerenses, y el deseo de engrandecerlo y dignificarlo, y como mejor medio para conseguirlo era otorgarle franquicias y privilegios, fueron muchos los que prodigaron, ya ofreciendo tierras a las que luego vinieren asentar en él, los que viniesen después y quisieren asentar tendrían que pagarlas (fuero de los Ganados) ya prolongando por sesenta años a los vecinos el derecho de no pechar (pagar tributo) , y limitando a un Maravedí, la contribución del que estuviere obligado a abonarla en los años sucesivos , ya prohibiendo que en Cáceres y su término , hubiese pesquisidores ni alcaldes y entregadores a los pastores de las Mesta, ya excusando a los paniaguados de los caballeros de la villa del pago de tributos y fornada ( tiempos que se dedica al trabajo, un día a la semana).

Todas estas disposiciones y algunas otras, produjeron su efecto, vivir en una regular población, amparados contra todo señorío y libres de tanta gabela (tributo) como abrumaba a tanto propietario e industriales en otros lugares, contaba con un gran atractivo para acudir a poblar la comarca cacerense. Los que más acudieron fueros hijosdalgo al husmillo de tan ricas hembras como en Cáceres se criaban, con cuyas dotes y caudalosas hijuelas añadieron prestigio de dineros, a lo preclaro de la alcurnia y fundaron grandes casas y mayorazgos.

(Fuente, Publio Hurtado

Antonio Floriano)


Agustín Díaz

 
 
 

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