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INVASORES

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 27 mar 2020
  • 6 Min. de lectura

Las crónicas desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra.

paseando por mi calle cuba, al saludarme al paso un amigo, y debido a un accidente doméstico , un resbalón in oportuno, como si algún resbalón fuera alguna vez oportuno me tuvo escayolado cierto tiempo un tobillo. lo hizo con el mote de el cojo de Málaga, vaya por dios, no podía compararme con D. Joaquín José Vargas Soto, más conocido como el cojo de Málaga, o con el sastre de la calle Bolivia que al parecer también era cojo y luce más que el famoso bandolero, pero este saludo y siendo el interfecto residente en la vecina barriada de las trecientas viviendas, barriada populosa de Cáceres, me dio pie a recordar un sucedido, bastante antiguo y no por eso falto de interés en la historia ya de por si grandiosa de la ciudad de Cáceres, y que por eso mismo debería ocupar un lugar destacado en las crónicas de la ciudad, pero como tantas otras ya figura en el archivo de la memoria, cuando deberían de contarla los cronistas oficiales de la ciudad y enseñarlo en los colegios

No quisiera que al escribir esto crearme enemigos, puesto que mi llopis Ivorra con el barrio en el que o ocurre este capítulo de mi blog están juntos, solo separado por una calle en una parte y por un jardín en otra, pero de todas formas más sabe hacer un sabio con un enemigo que un necio con sus amigos, y no es que yo sea ningún sabio ni mucho menos, solo es una forma coloquial de situar cada una en su acera. Como saben Vds., estimados amigos que tienen la inmensa bondad de perder su escaso tiempo libre en leer mis tonterías, a los cuales me gustaría demostrar mi más leal devoción y un agradecimiento eterno, solo soy un obrero de la construcción que jamás estuve ocioso, hasta la llegada a tierra Extremeña de esta señora amantes de políticos y puta del común llamada doña Crisis, que vino a jodernos el ganarnos la soldada en esta madrastra llamada España, y digo bien madrastra, pues nada más reconoce como propios a los hijos de posibles y cuentas con habla suizo, esos sí, arropados en la bandera de la madre patria son los que la han desvalijado, y no bastándoles con esto quedaran el legado de las miserias a los hijos de sus hijos para continuar con la rapiña y terminar por convertir como ya lo han conseguido a la amada patria en un burdel y pregonando que hasta los ciegos cobraban por cantar sus coplas, para justificar lo injustificable ante su Dios que será el único que los crea y el que a través de los Rouco de turno les darán la absolución, yo por mi parte solo les deseo en su camino jamás sean capaces de desprenderse del hedor a azufre que emanan.

Sucedió que en la época de los años sesenta, quizás mas cerca de los setenta en realidad, se emitió en TVE por aquellos entonces la mejor televisión de España y máxime si tenemos en cuenta que era la única que existía, una serie de culto protagonizada por David Vicent, en la que nos contaban la invasión de la tierra por parte de vecinos de otras galaxias, que dicho sea de paso ya hay que tener ganas, El arquitecto David Vicent, sabe que ya están aquí, y que el único distintivo para reconocerlos es el dedo menique a la hora de coger un vaso para beber que lo mantienen recto, ¿ se acuerdan Vds. ? pero que digo, si son Vds. delincuentemente jóvenes, y ruego me perdonen si es que les he tomado por tontos tratando de explicarles la trama de la seria teniendo a mano el google. Yo me acuerdo poco, porque en principio yo era muy joven y en segundo lugar no tenía televisor y tampoco me acuerdo del porqué lo recuerdo, ¡ Ah carajo, es que ya tenía algunos añitos por entonces y tampoco me acordaba de mi fecha de nacimiento, Vds., disimulen.


Llegan hasta mis oídos ya viejos y cansados de tanto y tanto oír y dejar de hacerlo tal vez sea lo mejor para no estar todo el día con la toledana en la mano o daga entre dientes, que me dicen que como siendo un obrero de la construcción sin estudios da la cosa para escribir tanto chisme, y oigan obrero sí, pero licenciado por la universidad de Salamanca en conocer por los gruñidos si son cerdos o cochinos jabalíes y como perro viejo jamás ladra a la luna pues eso. No recuerdo el día de la emisión de la serie Invasores, pero si quiero recordar que sería por primavera o verano, y que las calles se vaciaban para que todos se posicionaran frente al televisor en blanco y negro propio o apropiado en casa de cualquier vecino o a través de las ventanas abiertas y persianas subidas, y ser el primero en descubrir quien sí y quien no era un visitante venido al menos de Raticulin, el caso es que también solía haber muchos paisanos que para beber lo solían hacer con el dedo menique tieso, y ahí saltaba el cachondeo, y si creo que definitivamente era en verano, recuerdo que la gente menuda andaba con sus juegos ya de anochecida por las calles.



Hasta que un día el espectáculo llegó a salir fuera del televisor y situarse en la barriada de las trescientas viviendas, resulta que las casas de esta barriada goza de patios que se comunican unos con otros con la única separación de un tabique medianero y de unos dos metros de alto y algunos repletos de olorosas macetas, y yo creo que fue por eso por lo que los invasores decidieran aterrizar en unos de ellos, y todos los días de emisión uno de aquellos patios se llenaba de piedras arrojadas desde otros mundo, y allí que íbamos el personal civil y un retén de policías municipales en su R-4L , no les cuento que a los paisano no les llegaba la camisa al cuerpo del canguis que se pasaba, a los guardias tampoco, la iluminación era un pelín escasa y también contribuía la escena de miedo, todos pendientes entre asustados y divertidos esperando de un momento a otro ver aparecer a uno de aquellos ilustres visitantes, la policía que no es tonta ni nunca lo ha sido, dictamino tras muchas pesquisas y noches de tanteo que era un misterio y que demasiado para el cuerpo de munícipes y que sobrepasaba su magisterio.


Ya por aquellos entonces, empezaba a despuntar un lumbreras dentro de este honorable cuerpo, que con el paso del tiempo quedaría su apellido grabado con letras de oro en la historia de la ciudad, un hombre de reconocida honestidad , pues entregaba en casa todo lo que ganaba y con gran celo arremetía su cometido de cabo del cuerpo de municipales, su apellido es de sobra conocido y no seré yo el que lo manche a tan ilustre hombre poniendo escribiéndolo qui,, y paso a la posterioridad por ser el honrado ciudadano cuidador y protector de almas y malos pensamientos y de que los ciudadanos no pecaran ni de obra ni al descuido, por cerrar la librería Figueroa ubicada en la calle Moret por enseñar en su escaparate nada más y nada menos que una reproducción de la Maja desnuda, obra como saben del insigne sordo, y que tuvo en buen tino de denunciar a una pareja por darse en beso de despedida en la plaza mayor cuando la frívola montaba en el bus que la llevaría a la universidad laboral lugar donde residía la pecadora. Este sujeto paladín como digo de las buenas costumbres, tomó el mando de las operaciones para atrapar a los invasores que hiciera falta y así después de muchas noches de vigilia logro poner claro sobre oscuro y es que como en todas partes hay gente para todo y este barrio no iba a ser menos, una vecina que por envidia de que la otra tuvieran unos geranios más bonitos y lindos o por poco más o poco menos dio una noche en echar una piedra en patio ajeno, y ¡oh casualidad, fue a coincidir con una noche de aquellas de emisión de la serie cuando lo hizo por primera vez y viendo el éxito no se pudo contener y así semana tras semana nos invadían en el barrio de las trescientas los habitantes de otros mundos y siempre aterrizaban en el patio de la paisana, hasta que no se resolvió el enigma, nos tuvo a todos acojonados, menos mal que la policía no es tonta.


Agustín Díaz

 
 
 

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