PARROQUIA DE SAN MATEO XII
ERMITA DE LAS CANDELAS
ERMITA DE LA COSOLACIÓN
CÁCERES
Crónica desde la Ronda de la Pizarra
En la mitad de la calle, poco más, poco menos, de la calle llamada Consolación, y bajando hacia la calle Mira el rio, desde el lugar conocido de antiguo como Potro de Santa clara, hoy Plazuela de la santa del mismo nombre, a poco que miremos entre los vehículos aparcado en lo que debio ser su explanada incluso en la misma puerta del templo, podemos entrever la ermita dedicada a la Virgen de las Candelas, o de la Consolación que, por ambos nombres es conocida, y no se sabe con exactitud del año que data su construcción, debido a las muchas remodelaciones sufridas a lo largo de los tiempos nos dice la crónica que es muy difícil hasta el averiguar cuál fue su forma primitiva.
Esta ermita contaba con un pórtico con columnas, pero estas sin base, y arcos ligeramente peraltados que los sostenían, pila de agua bendita de forma ochavada, los pilares próximos al altar mayor de las que arranca el primer en que estriba la bóveda de la capilla principal, pilares bajos fuertes y cuadrados capiteles sobre la sacristía, hace inducir según el especialista, que tal vez el estilo sea de estilo Mudéjar.
Nos cuenta el cronista que, existe un asiento en el libro de cuentas de la cofradía que corresponde al año de 1711 en que esta apuntado:
“Ill.es data doscientos y settenta reales quettubo dettoda costa el componer la ermita por aversele caido dos naves como consto de contta de pago del maestro”.
Esto podría indicar que esta ermita tuvo en sus orígenes tres naves, si entendemos por nave el espacio que se extiende a lo largo de una iglesia, pero en realidad solo son especulaciones ya que al parecer no se tiene datos fidedignos de esta ermita.
Lo que hoy constituye el templo se aprecian dos obras de fábrica, un área de reducidas dimensiones, de bóvedas alta, formada por fuertes nervaduras que arrancado desde de ménsulas se reúnen arriba del todo en la pieza llamada clave donde un escudo de armas con forma de azucenas indica que este templo fue dedicado a la advocación Virgen Maria.
El ábside se aprecian vestigios de que en su día tuvo dos altares, un señor atado a una columna, pintando en uno de los lienzos murales, y un blasón sobre un hueco del altar del ábside, donde figuran una corona real y bajo ella, una M gótica distintivo este de los Montenegro, familia esta de ricos ganaderos serranos, que se avecindaron en la villa cacerense a mediados del siglo XVI y que tuvieron que tener cercanía con la cofradía,
“Celebra su fiesta la ermita de la Soledad o de la Consolación en el día 2 de febrero, y de antiguo tuvo una cofradía de San Pedro apóstol, y que cuya efigie de escultura está en otro altar que, con una capilla sirve de sacristía, que denota muy bien su mucha antigüedad”
Páter Benito Simón Boxoyo-Historias de la villa.
Nos siguen contando el cronista que, según los libros de la hermandad esta era antiguamente la capilla de Nuestro Señor y que, con su reconstrucción, le costó a la cofradía doscientos y treinta reales, esta reconstrucción la llevaría a cabo el maestro alarife Francisco Sevillano en el año de 1691 en la zona que estaba dedicada como sacristía,
La otra zona de la ermita, mucho más amplia, es la zona dedicada al culto, y consta de una nave con tres bóvedas cuyos nervios arrancan de pilares de diversos estilos y donde se podían ver hasta tres altares, uno el Mayor, y otras dos laterales, bajo arcos carpaneles. Su antigua techumbre era de madera y cañizo, pero en 1711 estaba en ruinas, para componerla de nuevo fue preciso trasladar la imagen de la Virgen Maria a la cercana ermita de San Idelfonso (ya desaparecida desde hace mucho).
Más en el año de 1748, volvía a encontrarse el templo en ruina, y entonces seria cuando se llevó a cabo en él la última obra de cierta importancia, se edificó el portal con nuevas bóvedas y un nuevo muro por la parte occidental de la ermita, el portal ya dejo de existir hace mucho, pero según parece en esta reforma de 1748 fue cuando se tuvo que reducir el santuario y la desaparición de las dos naves.
En el año de 1689 se reconstruyó el altar principal, el retablo de estilo renacentista tuvo un coste de 567 reales y el dorarlo 805, en el se venera a Muestra Señora de las Candelas, con un niño en brazos y cuya festividad se celebra el día 2 de febrero.
En su día, en el de la Candela, la procesión sale y da la vuelta a la ermita, sacando la virgen una vela encendida en una mano y la superstición dice que, si al volver la virgen a su casa vuelve con la vela encendida como lo hizo en su salida, el año será de abundancia en las cosechas, pero si lo hace con la vela apagada, el año traerá calamidades. Miserias y desgracias.
Una efigie de San Pedro Apóstol, en el altar de la epístola, imagen de talla y que data de muy antiguo, y se contempla en un rincón del altar otra escultura de San Francisco, la cofradía ya existía en 1460 donde el mencionado San Pedro era el titular de la misma y que se denominaba Cofradía de San Pedro de los Caballeros que en esencia de la aristocracia y en la que solo los nobles podían ser hermanos, esta cofradía poseía abundantes bienes, pero llegaron soplaron malos tiempos, y la cofradía no pudo a pesar de todo contrarrestarlos a pesar de sus ilustres cofrades, y fue preciso incorporar a la cofradía a la fabrica de la parroquia con la obligación de que se levantaran sus cargas y deudas, corría el año de 1714.
Tambien cuenta este templo con una efigie de la Virgen de la Dolorosa, que al parecer es de mucho mérito.
A un lado del altar mayor, pero fuera de él, una imagen de las Mercedes, que pertenecía a doña Gregoria Paredes, que fuera esposa de don Manuel Hernández Baile, este caballero era tasador de costas de la audiencia, que cumpliendo las mandas y deseos de su mujer regalo al santuario, al otro lado una urna también de mucha antigüedad y de estilo de la casa Churriguera con la efigie del Arcipreste Episcopal San Ildefonso y este santo era el titular de la ermita situada muy cercana a esta y del mismo nombre que el santo, refugiado en esta de las Candelas al desaparecer su casa.
En la sacristía un cuadro colgado donde se puede leer:
“El ilustrísimo Sr, don Juan Álvarez de Castro, Obispo de Coria, concedió XXX días de indulgencias a todos los fieles de ambos sexos que de rodillas rezasen un credo ante el señor Crucificado del Refugio.
Otros XXX por una salve ante Nuestra Señora de Mayor Dolor, rogando a Dios por la paz y la concordia de los príncipes cristianos extirpación de las herejías.
En Cáceres a XX de mayo del año de MDCCC.”
Más de estas imágenes desde hace mucho tiempo que desaparecieron de esta ermita, el Señor del Refugio no hay noticias de donde fue a parar, el de la columna, que había pertenecido a la ermita del Espíritu Santo, tras pasar algún periodo de tiempo compartiendo sitio con San Pedro y San Francisco, fue vendido por el párroco de San Mateo a la iglesia del Casar de Cáceres, la Virgen de Mayor Dolor, también desapareció.
Pero además de la cofradía de la Candelaria y la de San Pedro de los Caballeros otra, la de dedicada a San Blas, que pasando el tiempo se incorporó a la de San Pedro y que al parecer corrió la misma suerte.
Bien dotada estaba la cofradía de la Candelaria, entre sus muchos bienes contaba con una parte importante de la dehesa del Muelo, pero ocurrió que, habiendo excedido en los gastos el Mayordomo de la cofradía, con las obras llevada a cabo en los últimos años del siglo XVII y en la factura del pulpito, andas de bancos, enseres de altar más otros gastos varios, se agotaron los fondos, y entonces advirtieron de que la efigie de la virgen carecía de vestido decente, fue entonces cuando se recurrió al recurso señalado como extraordinario, como era el dar una corrida de toros a favor de la virgen, corrida de toros que se hizo en el año de 1697 con un beneficio de 577 reales con lo que pudieron comprar un traje nuevo a la virgen.
De antiguo le venia el cuidado y adorno a cargo de la familia Ulloa, linaje este de la calle Ancha, Señores primero, después Marqueses de Torreorgaz, esta familia quedaba obligada a enviar hasta cinco platos de dulces a la cofradía para la mesa de la virgen, mesa esta que se disponía en el portal de la ermita durante la tarde del día 1 de febrero y la mañana del día 2, que era el día de su fiesta.
“Ahora bien, cuenta el cronista como anécdota que, con bastante frecuencia se producía un hecho, que quizás ocasionado por la soledad del sitio y que por la época se encontraba la ermita de las Candelas en lugar un tanto apartada del centro de la villa cacerense, sucedía que, en el portal junto a la puerta de la ermita eran donde se solía depositar el fruto de sus amores clandestinos. Entonces el Mayordomo recogía a la criatura y la enviaba al cura de Sierra de Fuentes, lugar este donde debía haber algún centro de recogida y de amas de cría y es quizás por lo que fueran enviados a este pueblo para que los amamantaran”
(Publio Hurtado)
No es exactamente como lo relata don Publio, pero quizás sea producto de la época de este señor, y tal vez el odio a las mujeres que refleja en otros escritos, o al menos eso me parece a mí.
(Publio Hurtado-la Parroquia)
Ocurre que siguiendo la historia de esta ermita, la de las Candelas o de la Consolación, es que a pesar de su discreto tamaño, y a través de distintas épocas y por diferentes motivos, han ocupado su interior un gran número y variado de imágenes, unas volvieron a su lugar de procedencia como a la cercana de San Idelfonso, otras al convento de San Francisco el Real, o a la Parroquia de San Mateo y dependiendo de las circunstancias como: San Pedro Apóstol, San Francisco, Nuestra Señora del Mayor Dolor del siglo XVII, el Señor Atado a la Columna también del siglo XVII, Fervoroso Cristo del Refugio del siglo XVIII, una efigie de la Virgen de las Mercedes que pertenecería a doña Gregoria de Paredes, una talla de San Blas, y alguna que otra más, tal cantidad de imágenes debía dar la impresión de ser museo de imaginería.
Llega el año de 1947, y el día ll del mes de febrero y encontrándose la ermita en ruinas total, fue vendida al Ayuntamiento quien proyecto construir en el solar unas escuelas.
Ya en 1953 fallece el párroco de San Mateo Santiago Gaspar, y a pesar del intento, sin que llegara a ver el renacer de la ermita y la celebración de su tradicional fiesta en día dos de febrero.
En el mes de enero de 1954, se llega a nombrar como ecónomo de la parroquia de San Mateo a don Emeterio Hierro Martín, que tras batallar y mucho con el ayuntamiento de la villa cacerense y bajo la intervención del Ministerio de la Gobernación, el día 31 de agosto del año de 1955 y siendo alcalde de Cáceres Luis Ordoñez Claro, se firma escritura por la que torna de nuevo la ruinosa ermita y el terreno que la rodea a poder de la Parroquia de San Mateo.
Y fue tan grande el acontecimiento que, desde el primer minuto acudieron la mayoría de los vecinos de Cáceres a ofrecer su colaboración en recuperar una de las tradiciones con más arraigo de la ciudad.
Y comenzaron las obras en 1957 el día 13 de agosto, ya en 1 de febrero, pero del año de 1958, fue bendecida la nueva ermita por el obispo de la diocesis Manuel Llopis Ivorra.
Y cuenta la crónica que es a partir de este momento y con el bien hacer del por entonces párroco de San Mateo, Santiago Pérez, cuando la celebración de las Candelas vuelve a recobrar su resplandor de antaño.
Pero no todo fueron alegrías, ya que sucedió en día 3 de febrero del año de 1994 se quemó la imagen de la virgen de las Candelas, sucedido que hizo se volviera a movilizar en barrio entero para realizar la labor en la necesidad de restaurar la efigie de la virgen, así como algunas mejoras en la ermita.
(Fuentes Publio Hurtado-la Parroquia)
(Fuente Corrales Gaitán-ermitas)
(Fuente Simón Benito Boxoyo-Noticias)
Agustin Díaz Fernández