LA SEÑORA JUANA
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 29 mar 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 24 ago 2020
Crónica desde la calle cuba de mi Llopis Ivorra.
Yo la conocí viviendo en el Llopis Ivorra la señora Juana la llamaban, o la señora Juana la mujer del “Capatraz”, en aquellos turbios años de su deambular de pueblo en pueblo, de caseta de caminero en caseta de caminero, de obras de carreteras a otras obras de carreteras, por toda la geografía Cacereña. La señora Juana así la conocían, aunque su deseo es que la llamaran la señora Juana ,La Madre de Don Andrés.
Nació por San Blas del 1915, en el seno de una familia apegada al yugo y al arado, una de tantas familias desheredadas de todo, porque ya les venía de cuna, campesinos sin tierras, sin vidas sin pasado,sin presente y sin porvenir, donde el futuro era cuestión del acaso, del día a día sin pretensiones del mañana, de aquella época de tinieblas, ( para cuando para los pobres no lo fueron), hombres y mujeres con la piel curtida como el cuero, y de arrugas como el cartón tostado. y abandonado al sol de Agosto, arrugas de gentes sin edad sin avanzanda sin tiempo para ello, atemporales, trabajadores de la tierra de sol a sol. de caminar encogidos con las cabezas bajas por miedo a levantarla. y encontrarse con la mirada del amo, encerrados con miedos dentro de otros miedos ,sin atreverse a levantar la voz no ofender, al recoger con la modestia del que solo engendra miserias, el mendrugo duro para la magra pitanza diaria, y como salario, a falta de un jornal habitual por peonadas, cuando las había o al amo le apetecía.
De una de estas familias, de las muchas repartidas por toda la patria chica ,y en un arrabal de Trujillo, Las Huertas de Ánimas ,llegó a este mundo de crueldad e hipocresía, siendo la mayor de otros 7 que vinieron detrás de ella, (de ahí debe de venir el dicho de que tiene más hijos que un pobres) la niña a la que pusieron de nombre Juana ,y sin saber cómo, la niñez se le fue en un suspiro, dando comienzo su vida laboral a los 7 años, a la edad que los demás niños juegan o van a la escuela ,a ella su madre la puso a servir, para ayudar a aumentar la fortuna familiar la madre la colocó ,en casa de unos señoritos, de aquellos de dinero antiguo que cuando menos le daban de comer, porque en el trato entraba una peseta al mes y la comida, comida que la mayoría de los días eran las sobras de los amos, y algún caramelo chupado del señorito ¡la comida cuando la había y el sueldo, el sueldo, nunca lo vio porque a eso de la mitad del mes ya había pasado su madre a cobrar el jornal!
Al igual que se le fue la niñez, no pudo disfrutar de la juventud, sin darse cuenta se la llevó la época en un ir y venir, primero con la dictadura de Primo de Rivera ,y después con la llegada de la II república ,llegaron los mítines sin que a ella le importara no tenía tiempo, siempre trabajando ,y tratando de conseguir el duro al que siempre le faltaba una perra gorda ,para entrar en el baile con su novio de toda la vida, novio huérfano y tan pobre como ella pero con un poco más de cultura, por que pudo asistir a la escuela, a la señora Juana el trajín de la vida no le dejó tiempo para aprender ni a escribir, es más los mítines le daban miedo era más bien agobio de tanta gente reunida ,que le valió por parte de uno y otro el calificativo de la cáscara amarga, por lo que la miraban con animadversión y vio y sintió como a muchas conocidas las raparon y las pasearon desnudas por el pueblo el comando de falangista que lo tomaron, que aunque rendido y desarmado ellos no dejaron de vengarse de los vencidos, de humillarlos, de odios, de envidias y de rencores, así entre susto y susto la juventud se la llevó una maldita guerra.
Justo de terminada la contienda, se casó con aquel novio huérfano y tan pobre como ella. en aquel siniestro, tenebroso y de hambruna de 1940, hambriento de sangre vencida, y venganza y hambruna para los vencidos de guerras y de la vida, cargados con los puestos empezaron su deambular por casetas de camineros, con sus miedos metidos en el alma y con temor a lo conocido y pavor a lo desconocido. Pronto empezaron a llegar los hijos hasta 5 por la orografía Cacereña, años de sustos de noches en vela de sacrificios estrecheces y silencios, donde siempre faltaba la perra gorda para llegar al duro a la señora Juana, la señora Juana, la mujer del “Capatraz”
Cierto día y viendo ,que no era fácil el caminar con la prole por estas tierras olvidabas por todos y no recordadas por nadie, decidieron aposentarse en Cáceres y hacia 1957 cayeron con lo poco que había almacenado en el trasiego de aquellos años de nómada, en el incipiente barrio del carneril ,luego años más tarde se convertiría en el populoso Llopis Ivorra.
Y allí la señora Juana, por primera vez desde aquel lejano 1940 que partió de su pueblo con lo puesto y unas vivencias trágicas ,se asentó en un piso de su propiedad, costó bastante para aquellos años, doce mil pesetas de entrada, y doscientas cincuenta pesetas mes, pero al fin algo de su propiedad, y por eso o por la tranquilad de tener un cobijo fijo, o por cuestión de que la vida era de aquella manera en aquellos años nació su ultimo y 5ª hija a la par que su primera nieta, contaba por aquel entonces la señora Juana con 47 años, y se quedó con las ganas era muy importante para ella ,pero se quedó con las ganas que la llamaran La Madre de Don Andrés, a ella la vida y la pobreza no le permitió asistir a la escuela y sabía por su experiencia que los títulos académicos daban prestigio ,había conocido a muchos amos y señoritos que presumían de ello, en el barrio la llamaban la señora Juana, en la tienda de ultramarinos de toda la vida la llamaban la señora Juana ,Maruchi Escribano la hija de Juanito el Chochero ,la llamaba mi amiga la señora Juana, todavía me lo recuerda cuando voy a comprar la señora Juana, era una buena clienta pero sobre todo era mi amiga la señora Juana la mujer del capatraz, la llamaban cuando iban a mi pueblo calzadilla, y es que a a la señora Juana los tiempos le privaron hasta de eso , de que la llamaran la madre de D. Andres
Murió con la vista agotada, sin vida, la misma que había visto mucho, más de lo que nadie quiere ver, había visto hambre, pobreza, maldad, malos tiempos, otros buenos también, o quizá porque para lo que había que ver mejor no mirar, aunque fueran con unos ojos sin chispas, se fue quince días después de que le dijera adiós su novio de toda la vida, aquel huérfano más pobre que ella a los 90 años, en silencio sin una queja ni un reproche y sin enterarse de que se iba, todo ocurrió una mañana y recién levantada ,decidió irse a buscar su niñez perdida,y al su novio de toda la vida ,después de una vida de 65 años en común.

Agustín Díaz
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