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  • Foto del escritorLlopis Ivorra-AgustinDiaz

LA TABERNA DE LA COLORA-MARIMONDA

XVIII

Crónica desde la Ronda de la Pizarra

Alegría, sencillamente así se podría denominar el ambiente en toda la barrida del Carneril, al menos ya se podida ir quitando la cuenta de Ultramarinos Maruchi, tras muchos años de compra al fiado, por fin se disponía de liquidez, no mucha claro está, pero para el que nada tuvo ya iba bien, ya no se veía por las calles del barrio tanta ropa remendada, y al pasar por las puertas de las casas, puertas todas abiertas, como dando la bienvenida a cualquier vecino que se atreviese a cruzar cualquier umbral, olía a guisos, y de cuando en cuando el noticiero de Radio Nacional, o la música de discos dedicados, que se escapaba por puertas y ventanas, como un torrente de alegría, porque en el barrio a pesar de los pesares, siempre reinó la alegría.

Alegría en todas partes menos en la Taberna de la Colorá, donde los parroquianos tenían el mismo aspecto de todos los días, o al menos esa era la primera impresión, sí que se veía una boina nueva por aquí, o un paquete de Celtas Cortos en vez del de picadura por allí, también es verdad que se veía más vino del tinto que era unos céntimos más caro que el turbio de pitarra, pero en general los rostros seguían con la misma expresión de perdedores, de desahuciados de la vida.

Ni siquiera el soniquete de los tejos al golpear la boca de la rana se hacía eco de la alegría del barrio, Clan, Clan, Clan.

Pasaba que estaba apunto de terminarse las obras de la barriada de las trescientas y que al poco cada propietario de chabola iba a tener una casa como dios, o el diablo, o Yavé, o Alah quería, una casita de dos plantas, con varias habitaciones donde poner una cama y no un jergón en cualquier rincón de la chabola, baño con agua corriente, cocina y patio, todo un lujo, pobre si pero lujo, y la mayoría de los parroquianos de la taberna de la Colorá, habían participado en su construcción, gozando de un trabajo y de un sueldo semanal, que aunque magro, quitaba algunas penas, tan solo la Eugenia tenía cara de liberado sindicalista en duias de huelga, el pesar de la Colora, es que con los soplos de nuevos tiempos tendría que cerrar el negocio, y ahora que iba a hacer ella, donde seguiría con su industria de vender vino y tertulia cuando la había.

Tan solo los del juego de la rana, parecían ausentes de los problemas de la concurrencia, y seguían machacando la boca de la rana con los tejos Clan, Clan, Clan.

-a la vera del camino

Hay una fuente de piedra

Y un cantarillo de barro

Que nadie se lleva

Recito Montoya, que se lo había aprendido al cartero Salas, cartero del barrio y muy leído.

El tío Matamoros, también debía de estar contento a través de doña Amelia del auxilio social, le habían concedido una casa, más en su negro rostro no dejaba traslucir ningún gesto, tan solo sus labios que destacaban de rojos, hacían muecas que era lo más parecido a una sonrisa que jamás se le viera, dando de cada poco tientos a su cazillo de aguardientes.

Hasta Piyayo, estaba alegre, o tal vez seria porque ese día había llegado a la taberna con una manada de lindos para que vieran a pobres, y fueran contando después su proeza y valentía de haber estado en un recinto lleno de miserables, y habían salido ilesos para presumir de hazaña, y de seguro que la propina sería buena.

El tío Chivario, en su lugar de siempre, ni triste ni contento, claro que el jamás había demostrado ni una cosa ni la otra, el era así, le gustaba observar para después armar su historia, y entretener a la concurrencia, aunque quizás en la mirada también expresaba contento, por los demás, por el mismo,

-Adivina, adivinanza,

Que quiere decir la fuente

Al cantarillo y al agua

-Seguía recitando Montoya, al que le había gustado don Antonio Machado.

-Venga Eugenia, que no falte vino, con alegría que suban y bajen esos vasos llenos, dijo el tío Ratón, aquel que ganó una fortuna con el estraperlo del Wolframio.

Al punto generoso, ladró la Eugenia, a ti que coño te pasa hoy, Chivario cabrón, pon cara de funcionario de la diputación y cuentale al chico otra de esas historias, y tu Perola, vamos bebe que andas con una cara como si estuvieras enamorado.

-Venga vino, saltó Montoya, que no perdonaba ronda aque tengo sed y

Yo he visto beber

Hasta de los charcos del suelo

Caprichos tiene la sed.

-Coño Eugenia, parece que me has leído el pensamiento de eso precisamente quería yo contarle al mozo, siéntate y saca el cuadernillo, que te voy a hablas de lo que hace el amor.

Castillo de Portezuelo.

Castillo este de triple muro, siendo una de las mayores fortalezas en poder árabe en la orilla derecha del rio Tajo, se ubica en una empinada cuesta en el camino de Coria a Alconetar, a una distancia de cuatro leguas de la ciudad episcopal.

Su nombre original fue el del Castillo Portillo, más tarde del Portichuelo, quedándose al final con el nombre de Portezuelo, más los del lugar lo nombraban Castillo de Marimonda.

En el año de 1167 fue conquistado por el Rey Fernando II de León, que lo donó a la Orden del Temple, pero a los pocos años fue recuperado por el Emir Abu Yúsuf Ya’Qub, y siendo rescatado definitivamente a los moros por el monarca Alfonso IX de León y Galicia, en el año de 1213, este Rey lo donó a la Orden de Alcántara, a pesar de las reclamaciones que efectuó el Maestre del Temple, que lo tenía como posesión de su Orden, por habérselo donado con anterioridad Fernando II de León, padre del monarca Alfonso IX.

La Orden de Alcántara hizo de esta fortaleza cabeza de una encomienda, y que servía en la guerra con seis lanzas, siendo su primer Comendador en el siglo XIV Fray Gonzalo Roco.

En esta impresionate fortaleza el Maestre Jun de Zuñiga, ultimo de gozar de esta dignidad, celebró capitulo el dia 17 del mes de Enero de 1486, dando fe de que por estas fechas todavia se enco0ntraba en perfecto estado de conservaciíon, hoy la ruina es total, y solo se destaca sus ruinas sobre el horizonte. Y fue ahí, precisamente ahí, donde nacio la bella Marimonda

Alrededor de la fortaleza se erigiío el casero de Portezulo, pueblo que como curiosiodad, y que lo distinguia del resto de los pueblos y elevando en importacia cultural a los demas pueblos de peninsula y que cosnsitia en un raro privilegio merced del Emperador Carlos I, el poder examinar y expedir el titulo de maestros de cualquier oficio, que pudieran ejercer en todos los pueblos de la nacion, e impidiendo que quien no lo tuviera no pudiera ejercer como tal.



Marimonda

Sucedió que, estando la fortaleza de Portezuelo en manos del moro, su Alcaide, cuyo nombre no lo cuenta el cronista, tenia una hija de hermosura sin igual, y que atendia por el nombre de Marimonda. Mandaba el alcaide sobre la fortaleza y sobre una guarnición se seguidores de Alah, muy belicosa, y que se dedicaban a raziar la comarca en tierras del cristiano, ya que el castillo de Portezuelo, era la marca entre tierras moras y cristianas, atalaya de vigilancia que no permitia a las huestes de lois seguidores de la cuz el rio Tajo.

En esas andaban, cuando en una de las razias el padre de la linda morita, dieron presos a buena cantidad de cristianos, entre ellos se contaba un lindo capitan de las huestes de León, que al ver a la morita quedo prendado, siendo correspondido al punto de su amor, ya que la joven tambien se enamoro del capitan.

Más viendo la calidad del preso, se pidió rescate, y a la espera de que llegara el dinero del rescate, la historia de amor fue en aumento, llegando a tal que, cuando los dineros le quitaro grilletes, prometio a la bella morita, que volveria a buscarla, para casarse y nuncha más estar separados.

Asi las cosas, la bella mora, ocultó al Alcaide y Padre, sus amorios con el cridstiano y la promesa hecha, el cual en la ignoracia del sentir de su amada hija, prometio la mano de Marimonda a un jefe moro.

Se ajustaron bodas, se recibieron y se mandaron regalos, más cuando todo estaba dispuesto, y el castillo lucia en fiestas, se presentó ante los muros de la fortaleza de Portezuelo el Capitán preso al mando de numerosa hueste leonesa, este al punto revelo sus intenciones al alcaide y padre de la chica, más negase el padre, aduciendo que ya había prometido su mano a l jefe moro, y el cristiano monto sitio a la plaza, mientras Marimonda observaba las maniobras de moros y cristianos desde una alta ventana de la torre del homenaje de la fortaleza.

Sucedió entonces, que en un lance el lindo cristiano fue desmontado de su caballo, cayendo a tierra sin sentido, al verlo Marimonda y creyéndole muerto, salto al vacío y quedando sin vida a pocos metros de su amado cristiano, más al poco se cobró conocimiento el capitán, y viendo a su amada muerta en tierra, corrió hasta el despeñadero, celebrando así, bodas de sangre.

Rematando las copas, dijo al punto Eugenia la Colora, que el candil se esta pagando y mi madre no esta aquí, y tu Ratón, pasa a pagar el julio Romero que me debes, que por eso eres rico, por no pagar, y los demás lo mismo, cada uno lo suyo y mío lo de todos, mientras empezaba a limpiar las mesas, y vosotros los de las ranas, a tomar por el culo a vuestras casas con ese puto soniquete.

Clan, Clan, Clan,

(Fuentes Publio Hurtado-Castillos)

(Fuentes Martin Morales)



Agustin Diaz Fernández




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