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LA PLAZA MAYOR - CÁCERES

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 30 nov 2022
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 26 mar

Crónica desde la Ronda de la Pizarra

Se notaba y mucho en el barrio del Carneril la climatología habia cambiado, donde antes habia barro colorao ahora se veía y aunque colora tambien, la tierra que aplanaban las calles, los chiquillos organizaban sus juegos en cualquier descampado, incluso junto a la pedrera donde tenia su industria Eugenia la Colorá, en lo que hoy es la avenida de la Hispanidad, si esa, donde esta la estatua del indio José Mari, y en el regato llamado de Maltravieso, donde se hacían carreras de barcos fabricados con cualquier trozo de corcho encontrado, y que corría desde el cerro de Cabeza Rubia, hasta desembocar sus aguas bajando hacia la Ronda de San Francisco hasta la Ribera del Marco, cruzando por el medio la finca aquella donde los avispados vieron un cementerio, cementerio que jamás estuvo en este sitio, al no ser que los antepasados cacerenses, gustara de enterrar a sus suyos en el cauce de un rio.

Y como no podía ser de otra manera en la Taberna de la Colorá, tambien se notaba la alegría, con el buen tiempo, se habia dado comienzo a la continuidad de las obras, ya estaba cada uno de los parroquianos echando peonadas regulares, y por tanto cobrando regularmente, tambien habia llegado para los descargadores de camiones la normalidad, y raro era el día que no sacaban unas perrinas para trasegar el vino amargo del no importar el mañana, hasta Montoya, contento por partida doble, una que se habia vuelto a encender los hornos de cocer cal, donde entre acarreo de escobas para el encendido, y entrar y sacar la piedra caliza cocida, se ganaba el pan, y la otra que habia vuelto a recibir carta de su hijo, aquel emigrado a Alemania, que aparte de las cuatro letras le mandaba un giro con algunos de los ahorrillos del chico, ¡bueno me ha salido este hijo! solía decir Montoya.

Hasta el tío Matamoros estaba de regular humor, aunque sentado en la penumbra solo se le veía unos labios rojos, y los ojos tambien de ese color, como el negrito de las latas del ColaCao, y según comentaba con el buen tiempo se habían olvidado de él, o eso al menos parecía, ya pasaba un tiempo regular sin que fueran a por él para apalizarlo, incluso le habían dicho en la carbonera allá por la Sierra de San Pedro, que el amo andaba en tratos para que le dieran documentación, para que no siguiera como un no nacido, el tío Mister, invitaba una ronda del barato, que ya era mucho, lo habían contratado para pavimentar la calle Cuba con piedras, y ya hacia cuanto á, que no agachaba el lomo.

A los únicos que no se les notaba nada especial, era a los jugadores de la rana, claro que estos tenían sueldo fijo, y las penurias eran menores, que ya se sabe que en casa pobre la alegría dura poco, mientras seguían su juego y los tejos sonando al rebotar en la boca de la rana Clan, Clan, Clan,

Eugenia, sonriente como no lo hacia desde tiempos de Alfonso XII, cuando la venida a Cáceres a Inaugurar la línea de ferrocarril Madrid-Lisboa, no, no es que el Rey pasara por su ilustre negocio, pero como la estación del tren estaba a tiro de piedra, con tanto curiosos y gente de la farándula, algo le cayó de ganancia, hasta habia encendido la lumbre, donde prendían unos troncos de regular tamaño, para que se cocinara un guiso de carne, en el gran perol sobre las estrebedes, y en un rincón un puchero de barro con agua hirviendo para preparar café, de mejor familia parecía la Eugenia, cuando estaba de buen humor, se habia aseado, y peinado el moño, hasta se habia planchado el delantal, mirando con una sonrisa la caja de Membrillo de Puente Genil, hoy rebosando de pesetas, y de dos reales.

El único punto donde se hacia el silencio, era junto a una esquina del mostrador, aquel mostrador de Zinc, donde ese día habia entrado un conocido Chatarrero, aquel que el puto Hitler condecoro, y que el sonreía muy ufano cuando el asesino le colocaba la medalla, se habia atrevido a entrar en terriotorio comanche, donde solo habitaban los perdedores, aquel tipo no tenía sitio en local tan decente, por eso Eugenia, le invitaba la consumición y a que se largara, para evitar males mayores, que aunque pobres, los parroquianos era buena gente, y por un chulo cabrón no les iba a margar la velada.

Clan, Clan, Clan, Eugenia, o ese bicho o nosotros, dijo un ranero, bastante los aguantamos ya, Clan, Clan, Clan, sin perder el compás de los tejos en la boca de la rana.

Hasta el Piyayo la habia vuelto a liar, y eso que se lo dijeron de malas maneras, pero ni por esas, en busca de la peseta y lo que se echara para el coleto, habia vuelto a llevar a dos señoritos, uno de ellos un famoso abogado de lindos, que terminó andando los años de aquella manera, y un hijo de algo, señorito de levita, de una de las casas ilustres de la villa cacerense, aquella que costo un millón de pesetas de principios de 1900, y que tuvo du aquel con la violación de una chica cuando salía de la trabajo y tal, y su señoría le dijo que no volviera a hacerlo y tal, entre esta gente de ricos y sus paniaguados todo estaba aclarado.

-Venga Eugenia, ponnos de beber, que alguno lo pagara, dijo Montoya, y a todo esto donde está hoy el tío Chivario.

-Por Canovas lo he visto yo esta tarde, parece que iba muy cargado, hablo el tío Perola, yo creo que venía de la Catalana, que tiene mejor vino y más barato, con ganas de mosquear a la Colorá.

-Serás bicho malo, Perola, ya verás cuando vengas a beber del fiado donde te voy a mandar por hijoputa, salto la Eugenia, haciendo reír a la concurrencia, incluido los lindos, que por eso iban por allí, a ver a los pobres discutir, y si se pudiera algún navajazo por añadidura.

Sudando hizo su entrada en tío Chivario, nada importante de despedir a un familiar a la estación del tren, que como siempre llegó tarde y mal.

-Venga Eugenia, que vengo seco, e invita a la concurrencia, menos al hijoputa del chatarrero.

-Con calma Chivario, que ahora va la procesión por la plaza, le dijo la Colorá, que andaba removiendo el guiso.

Ahora que habla esta pécora de la plaza, siéntate chiquino, que te voy a contar como se hizo la plaza mayor.

-A mí no pongas Eugenia, que tengo que hacer un mandado, dijo Montoya, saliendo por la puerta, mientras los raneros junto a la puerta seguían con su musiquilla Clan, Clan, Clan,

Plaza Mayor.

Es por así decirlo, un desproporcionado cuadrilongo que, formando dos, sería muy buena la principal a la parte de arriba, que podía estar siempre desembarazada de ventas, haciéndose estas en la de abajo; en su intermedio se podían fabricar edificios, dejando un arco con elevación para comunicarse las dos plazas. No se ha observado uniformidad en las fábricas, tanto en su altura cuanto en balconearía, ventanas y arcos de portales, que es notable imperfección. Uno de sus portales se llamó en lo antiguo de los escribanos, porque residían allí sus oficios; hoy se llama portal-llano; por sus arcos se entra a él por gradas; tiene poyos y losas de cantería. Cuya obra mando la villa se ejecutase, en 14 de agosto de 1626; su longitud 124 pasos y 6 de latitud. A su cabecera esta una pintura de lienzo con la advocación de nuestra Señora de la Paz, que coloco en aquel sitio un vecino de Cáceres en 1720, desde cuyo tiempo tiene luz todas las noches; y aquí tuvo origen la ilustre Hermandad de la Paz, que después se trasladó a la capilla reedificada en la misma plaza.

Detrás de la pintura, que esta defendida con reja de hierro, está un escudo con las armas de Castilla y León, que son las que usa esta villa.

A este sitio concurría su noble Ayuntamiento el día 29 de septiembre por la tarde, todos los años, a celebrar la almoneda del fruto de bellota de sus montes.

Páter Simón Benito Boxoyo-Noticias de Cáceres




Tras la conquista de la villa cacerense por las huestes de Alfonso IX de León y Galicia, nos cuenta las crónicas que fueron los judíos mercaderes, los que vieron el potencial que tenia este descampado para montar sus industrias y viviendas que corrían desde la Puerta de Coria hasta la torre de Bujaco, ya más tarde en siglo XV, e instalados en la judería nueva, y tomando como eje la calle de la Cruz, donde tenían su sinagoga, y que según parece, estos hebreos seguían montando sus tenderetes en el lienzo de muralla de la Puerta Nueva, y a partir de ahí, fue formándose en recinto.

Más los judíos no fueron los únicos, a los seguidores de Alah, tambien se le prohibió su entrada al recinto murado, dando lugar a las primeras calles y plazuelas, en lo que sería andando el tiempo la ciudad nueva extramuros.

Pero el cronista nos sigue contando que, allá por el año de 1967, al realizar unas obras de mantenimiento, en una vivienda de la Plaza Mayor, que hace esquina con la Calle Andrada, aparecieron documentos que daban razón a lo contado, y que se trababa de una caja empotrada en un muro tapida, y que en su interior contenía un pergamino y monedas de cobre, fechado de la mano del que fuera propietario de la casa en el año de 1878, y donde se decía:

“Con este papel se entierra, monedas de cobre del actual Rey y de su madre Reina que fue de las Españas, y que esta casa se hizo en 1240, al arrojar a los sarracenos de la villa amurallada, y que la reedifique yo, en el año de 1878, para alimentar a los jornaleros llenos de hambre, por los estragos que causo durante los tres años anteriores en las que faltó el agua en la agricultura

Manuel Muñoz Bello

Firmado

Según parece este señor fue procurador de la Cancillería y teniente de Alcalde, y que contaba en su poder de documentos que daban plena garantía de lo escrito en el pergamino.

Clan, Clan, Clan, entraba el ultimo tejo en la boca de la rana, la tarde llegaba a su fin , y la taberna por hoy, echaba el cierre.

(Fuentes Ventana de la Ciudad-García Morales)



Agustin Díaz Fernández






 
 
 

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