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Foto del escritorLlopis Ivorra-AgustinDiaz

LA TABERNA DE LA COLORÁ-PELIN DE HISTORIA IV

De la Villa Cacerense

XXVI

Crónica desde la Ronda de la Pizarra

Corrían malos tiempos para la taberna, en general parta toda la barriada del Carneril, ya llamada del Obispo Llopis Ivorra, aunque el nombre era nuevo los vicios eran los antiguos, el paro hacía mucho daño a las familias compuestas por un número excesivo de miembros, cosa de pobres, cosas de desheredados de la vida, el traer más pobres al mundo para sustentar a más señoritos, que por eso existen los pobres, para hacer más ricos a los ricos. Aquella época dejo en la calle a mucha gente, sin prestaciones de ningún tipo, y es que la peona en este Cáceres, de siempre dio lo que dio, y como es lógico ya penas se cocía cal, ya solo se encendían los hornos de Pascuas a Ramos, por consiguiente mucha mano de obra barata ya no tenia esas cuatro perras con las que sustentar a sus familias.

Volvió a comprarse al fiado en Casa de la Maruchi, en la tienda de ultramarinos que regentaba y regenta en la calle Colombia, y donde muchas familias pasaron hambre pero menos gracias a ello, y si no había para comer poco quedaba para vino, aunque siempre había para una pistola, que a la gente pobre siempre le faltó la perra gorda para juntar el duro, y por si algo faltaba en la taberna de la Eugenia la Colorá, sonaban tambores de derribo, la picota había llegado ya a la pedrera donde se ubicaba, y de un día para otro le meterían mano, y adiós historia de tantas y tantas borracheras, de tantas y tantas conversaciones habladas en voz queda por el miedo, nombrando al innombrable sin nombrarlo, de miradas furtivas hacia la puerta de la taberna cada vez que se abría, y de compartir amistad, penas, hambre, cigarros de picadura, y alguna alegría de cuando en vez. Los únicos que parecían ajeno a todo, eran los jugadores de la rana, que seguían con su musiquilla de Clan, Clan, Clan, el sonido de los tejos al resbalar por el cuello de la rana.

Aquella atardecida, espera el Tío Chivario, la llegada de aquel mozo, que hacía días que no aparecía por la taberna, para seguir contándole sus historias, que a la vez eran la de la ciudad, con alguna licencia que se permitía, que para eso era el que la contaba, faltaría más, andaba rumiando sobre las noticias que la Eugenia le había dado, y es que se esperaba la vuelta de Montoya, por lo visto en la Seat de Barcelona, ya no ataban los erros con longanizas, y la hija y el yerno iban a quedar en la calle de un día para otro, el hijo no, el hijo aquel que decía que le había salido bueno, andaba en tierra extraña, y que según contaba por sus muchas cualidades ya era encargado de la fábrica donde trabajaba, coño que todo el trabajo malo no iba a ser para los Cacereños que emigraban, alguna breva ya caería, que fueron muchos miles los que se tuvieron que ir, a matar el hambre con algún mendrugo de pan, pero pan al fin y una salchica de aquellas enormes que solo los Alemanes saben hacer, de siempre esta tierra fue, una inmensa fábrica de parados, lo mismo con la dictadura que con la democracia, malas políticas de políticos inútiles que no se van ni con agua hirviendo, y el pueblo, acomodado y callainos, algunos estómagos agradecidos y paniaguados los mantienen en el poder, que de siempre la gente inútil que no valen ni valieron para ganarse el pan de su familia con sudor honrado, si valieron para medrar entre poderosos y caciques, esos caciques que de siempre mandaron y siguen mandando en toda la Extremadura, pobre la Extremadura, con todo su potencial y sigue siendo la campeona de miserias.

Pero vamos al avío, que aquí no venimos a cambiarnos el jato venimos a beber y a jugar las ranas, y a escuchar alguna historia por añadidura, los ricos sentados al fondo, que los traía el Piyayo para que vieran como se lo pasaban los pobres,-Eugenia danos otro par de botellas de lo mejor para los señoritos- de los mejor que era igual que el que servía a los demás, pero en una botella más bonita, que de siempre entro el vino por la gracia de la botella, al menos a los que no entendemos de él, el tío Matamoros seguía con su silencio habitual y con la m irada perdida en el cazillo de aguardiente, y la Eugenia, la Eugenia miraba el aire de la caja de carne de membrillo de Puente Genil que hacía de caja registradora.

-Venga Chivario, sigue con la historia que le estaba contando al periñan, ahora pongo una ronda a cuenta de los jugadores de la rana, - Hecho, se le escucho al tio Miguel, mientras seguía el soniquete Clan, Clan, Clan, al entrar los tejos por la boca de la rana.

Y ya ésta liada, comenzó Chivario su narración, desde el dia 10 de marzo de 1174 Cáceres quedó en poder musulmán, hasta el 23 de abril de 1929, fecha esta definitiva en la que el Rey Alfonso IX de León y Galicia, que había iniciado campaña contra los infieles, y que había sido recomendada por la Santa Sede a todos los monarcas de la península, tomó la villa cacerense, erigiendo la plaza recién conquistada en Villa libre, franca, y sin más soberanía que la corona real de León, soberanía que delego en su concejo y subrogada por este al común de los vecinos, representados por doce hombres buenos, les reportó a todos a los apartados de la carta de población otorgada, y muy principalmente la de no enajenar jamás la Villa, manteniéndola siempre unida a la Corona Real, más surgió una reclamación, y era que los Fratres de la Espada, habían ganado la villa cacerense en 1170, y que la habían defendido hasta el sacrificio, así mismo habían contribuido y mucho en la conquista final, y basándose en estos irrefutables hechos, se la reclamaban sl Rey como su heredad, pero toda la parte occidental al sur del Tajo ya estaba en manos de las demás Ordenes Militares, y que hacia la derecha el territorio concedido como termino de Cáceres se situaba el reino de Castilla y por consiguiente entregar Cáceres a otra Orden Militar, interrumpiría a la corona los dominios hacia el Sur, teniendo en cuenta todos estos datos el monarca Alfonso IX de León, decidió hacer de Cáceres un realengo.

Para ello promulgó la carta de población inmediatamente después de la conquista de la villa, y partiendo poco después el monarca Alfonso IX, hacia Galisteo, donde en los primeros días del mes de mayo, resolvió la reclamación de los Fratres de la Espada y de acuerdo entre ambas partes, recibieron los baluartes de Villafafila y Castrotoraf en tierras de Zamora, más una indemnización de dos mil maravedís a cambio de la villa cacerense.

Más en 28 de septiembre de 1230, fallecía Alfonso IX de León y Galicia, que andaba con su esposa como enemiga, doña Berenguela y con su hijo don Fernando, había dejado como herederas el reino de León, a sus hijas habido de su primer matrimonio contraído con doña Teresa, los hijas de nombre Sancha y doña Dulce, y que ya en el acto de la carta de población de Cáceres, hizo jurar a los doce hombres buenos que representaban al concejo de Cáceres, fidelidad a sus personas después de la de él, a las infantes en perjuicio de don Fernando, que era ya Rey de Castilla desde 1214, corona que le fue cedida por su madre doña Berenguela, la corona de este reino la había heredado a la muerte de Alfonso VIII, su hermano, y al fallecer Alfonso IX, doña Berenguela y su hijo don Fernando, llegaron a una avenencia con las Infantas, pasando la corona leonesa a poder de don Fernando, quedando de esta forma unidos los dos reinos, el de Castilla y el de León.

Llevábamos ya seis meses de la coronación de Fernando III como Rey de Castilla y León, en 12 de marzo de 1931, promulga un privilegio rodado (privilegio que se concedía en la antigüedad y tras la data, se formaba una rueda y en su centro se ponía el sello o la firma Real), este privilegio pon en orden definitivo el régimen político, social, territorial y económico de la villa cacerense, es este documento fundamental de la villa, y en el se recoger la situación jurídica anterior y se confirman los privilegios que ya le fueron concedidos por Alfonso IX al tomarla a los moros, y agregando nuevos privilegios y dando vigencia al código municipal, este código ya se los entregó con anterioridad a las localidad portuguesa de Cimcoa y después a Coria y que es el mismo que de adapto a la Cáceres.

Una vez terminada la lucha contra el musulmán, los Fratres de la Espada reclamaron al Rey Alfonso IX de León y Galicia, la villa de Cáceres recién tomada, pidiéndola como su heredad, por que a ellos se le había entregado Fernando II de León, la reclamación hecha estaba bien fundamentada y la basaban en hechos dignos de tener en consideración , ya que la Congregación de los Caballeros de la Espada, y que en principios se denominaron Fratres de Cáceres, y que poco más adelante habían de llamarse Orden de Caballeros del Señor Santiago, esta Orden de Freires Milites, se había creado en Cáceres en 29 de julio de 1169, tras la primera conquista, y que en ella estos caballeros demostraron de sobras su valor y heroísmo para ganar la plaza, y quedaron después en ella como avanzada de primera línea, para frenar las incursiones del enemigo por la vertiente Sur del Tajo, y andando en esa, les sorprendió la invasión almohade del año de 1174 en el mes de marzo y siendo el día diez, cuando el heroísmo de estos Caballeros termino en sacrificio, sitiados por el lugarteniente del Califa Abu-Ya’Qub de nombre Abu-Hasfs Humar, hubieron de sucumbir ante la superioridad numérica del enemigo, enemigo terrible y fanáticos, que no le tembló la mano a la hora de exterminar con degollina a todos los defensores de la plaza cacerense.

(Fuente Floriano Cumbreño-Cáceres Villa



Agustin Díaz Fernández


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