top of page

LA BERROCALA-CÁCERES

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 10 nov 2022
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 4 abr

Crónica desde la Ronda de la Pizarra

Aquella anochecida en la Taberna de la Colorá, reinaba un silencio más acusado que otros anocheceres, seria por que los jugadores de la rana no habían llegado, era día de caza y andaban a ello por la dehesa de Cáceres El viejo, camino del Almonte, donde de siempre la cría de liebre se habia dado regular, el tío Matamoros, habia vuelto de las carboneras y andaba con la cara metida en el cazillo de aguardiente, midiendo sus silencios, Eugenia, la tabernera, andaba con su mala leche de costumbre, maldiciendo en voz baja, que la culpa era suya por abrir taberna en barrio de pobres, más que pobres, miserables que no tenían donde caerse muertos, ya sabía ella de otras que habían abierto taberna en barrios de más tronío en Cáceres y ganado un potosí, mirando para la lata de Carne de Membrillo de Puente Genil, que le haciá las veces de caja, escondidas a medias tras el mostrador de cinc.

-que andas relatando mala pécora, se le escucho decir al tío Chivario.

-Tú te callas mariposón, que estas más amanerado que el modisto de frente de la Perra Gorda.

-Ya están estos dos, dijo el marido de Eugenia.

-tu también te callas y atiende las mesas anda, que para rasca nalgas ya sobran gente de por aquí, ladro la Colorá, y venga a beber que hay que sacar aire a la caja.

-el Tío Matamoros apenas alzo las cejas y Montoya comenzó su coplilla, hoy de don Federico García Lorca

-En el café de Chinitas, dijo a Paquiro un hermano

Soy más valiente que tu

Más torero y más gitano.

Siéntate mozinu, ya que la señora Eugenia saca a relucir la taberna la Eugenia lo taberna en barrio de calidad de la villa cacerense, te voy a contar la historia de una dama que también como la Colorá puso taberna, y que ganó muchas pesetas, pero también las gastó, aunque su nombre sigue recordándose en Cáceres, venga, saca el cuadernillo que ahí va la cosa.

-Eugenia, que suban y bajen esos vasos llenos, dijo el tío Peneque que acabada de entrar.

-Voy generoso, salto con alegria la tabernera, y tu Chivario, a ver que le cuentas al chico, que eres un sinvergüenza-

-En el Café de Chinitas,

Dijo a Paquiro un Frascuelo

Soy más valiente que tú,

Más gitano y más torero

-Montoya a lo suyo.

Fue la villa cacerense de siempre habitada por mujeres de tronío, una de ellas se llamaba Teresa Berrocal, que gozó entre los paisanos de mucha popularidad, mujer de carácter muy abierto, alegre y de talente generoso, de vida un pelín relajada y trajinadora en la vida política local, de baja estatura y de regular carnes era doña Teresa, pero muy graciosa y decidora,

-Contaba el tío Chivario con el gesto torcido aparentado una sonrisa, apenas cuajada en su rostro.

Siempre vestida de rapón, como las artesanas acomodadas de su tiempo, que fue a últimos del segundo tercio del siglo XIX, y que sus relaciones eróticas y sociales era muy numerosas entre todas las clases sociales, tuvo taberna allá por Santa Gertrudis, y fue vendiendo vino donde ella junto a su marido, juntaron un capital numeroso, con el que construyeron el barrio de casas denominado de la Berrocala, junto a la ermita de Santa Gertrudis que por entonces era descampado, contaba además con numerosa vacada de su propiedad, en los cercanos campos de Santa Ana, de la que solían salir reses, para surtir el coso cacerense cuando había novilladas.

-Sacó Paquiro el reló

Y dijo de esta manera

“este toro a de morir

Antes de la cuatro y media”

-Seguía acordándose de don Federico, el tío Montoya.

No era mujer exigente en sus amantes, y entre sus piernas pasó toda la escala social cacerense, sus gracias, chanzas e ingenio hizo enloquecer a más de un paisano, famosa fue por los lkios amorosos a pesar de estar casada

Los Muñoas, el Marques del Reino y demás prohombres liberales de la villa, contaban con ella siempre que había elecciones de diputados, y no eran pocos los votos que proporcionaba.

El pueblo, muy dado a la chanza y poner motes y sacar coplillas, tomaron a doña Teresa, por ejemplo, y las musas la hizo objeto de las chanzas, que se cantaban a voz en grito por las calles:

A la Berrocala

La ha cogido el toro

Y metido el cuerno

Por el as de oro

A la Berrocala

La volvió a coger

Y metido el cuerno

Por allí otra vez.

Y así las cosas, la generosidad y despilfarros de doña Teresa de Berrocal, dieron el resultado que por otra parte era de esperar, las ganancias de la tabla y la taberna, no bastaron a satisfacer gravámenes electorales, caminos profesionales y exigencias de majos, el capital fue menguando de día en día, hasta que la en otros tiempos festejada hembra, murió en la pobreza y tullida.

Clan, Clan, Clan, llegaron tarde los jugadores de la rana y al parecer con el zurrón bien repleto de caza

Venga, a tomar por culo, cada uno a su casa, que aquí no hay posada, tu Chivario, cuentista no le metas al niño picardías en la cabeza, y pasa a pagar tu cuenta, dijo de malos modos la tabernera Eugenia la Colora.

-Al dar las cuatro en la calle

Se salieron del café

Y era paquirro en la calle

Torero de gran cartel

-ramataba Montoya, dando las buenas noches.

-Vaya dijeron los raneros ni una partida nos deja esta noche.

Mientras Eugenia, iba limpiando las mesas y enjuagando los vasos, seguía maldiciendo su poca fortuna, apagando la luz y cerrando la puerta der la Taberna de la Colorá


Agustin Díaz Fernández



 
 
 

留言


bottom of page