top of page

JOSEFA DE OVANDO "LA GENERALA" -CÁCERES

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 21 nov 2022
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 26 mar

Andaban en la Taberna de la Colorá, aquella atardecida, de chismorreo, según algunos habían visto al Piyayo, rondado a la hija del tío Matamoros, aprovechando que este esta estaba en las carboneras, y unos que sí, otros que no, que no, cómo iba ser posible que chica tan guapa y el un tal, que no se fie no vaya a ser que le pase como a la hija del tío Bigotes, que la quedo en el altar y embarazada.

-Venga, chismosos, voceo la Eugenia, a beber y a callar, que todos hemos sido jóvenes, ellos sabrán.

-Ah, ¿pero tú también fuiste joven Eugenia, dijo el tío Chivario,

-serás cabrón Chivario, te vas a ir de la madre que te pario.

-deja a la madre en paz, Eugenia, que las bromas con estas cosas se suelen torcer, dijo el marido de la Colorá, y tu Chivario, no la alteres hombre.

-Venga a beber todos o a la puta calle, sentencio la tabernera.

-Y yo me la lleve al rio, creyendo que era mozuela

Pero tenía Mario, se arrancó Montoya,

-Qué coño es eso que estas rumiando Montoya, saltó la Eugenia, aquí de barbaridades ninguna eh

-caya mujer que son cosas de don Federico, le contestó Montoya

-Ni de ese señorito ni de la madre que lo pario, Montoya no te pases,

-como tu diga Eugenia, cállense todos digo el tío Chivario, que molestamos a la doña Eugenia,

-otro joputa, cállate Chivario cabrón, que yo de doña no tengo na, me he pasado toda la vida sirviendo.

-Venga, cuidado con la boca que ya llego el mozo a la espera, siéntate y saca el cuadernillo, que hoy te voy a contar de una criada, que vino a Cáceres a servir, venga Eugenia, sírvenos unas pistolas de vino, a los jugadores de la rana también.

Clan, Clan, Clan, sonaba los tejos de la rana al golpear en el cajón.

Corrían los últimos años del siglo XVIII cuando la moza fue traída del pueblo de Arroyo del Puerco, -comenzó Chivario- de donde era natural, hasta Cáceres, por sus padres Andrés Cacho y Ana Tejado, a fin de colocarla de sirvienta en casa de la muy ilustre doña María Josefa de Ovando, viuda del teniente general don Antonio Vicente de Arces Porres Easo, marqués de Camarena la Real, militar natural de Brozas, y aunque fallecido el General, a doña Josefa se le seguía llamando la Generala en la villa cacerense, porque por lo visto tenía más mando que su marido en vida.

Se contaba que la María Cacho, que tal era el nombre de la chica, al propio tiempo de venir satisfechísima a servir a casa tan ilustre, no dejaba de abrigar en su corazón temores fundados, por ser de público conocido el carácter un tanto violento de doña María Josefa.

-Fue la noche se Santiago, y casi por compromiso

Se apagaron los faroles, se encendieron los grillos

En las ultimas esquinas, toque sus pechos dormidos

Y se me abrieron de pronto, como ramos de jacintos

Continuaba Montoya por Federico.



Mucho agradó a la señora el aspecto varonil de María, cuyo desarrollo muscular no era inconveniente a su natural belleza, que hacían más singular dos grandes ojos, cuyas cejas se unían sobre la nariz formando una sola oscura y poblada.

La casa de la Generala era la más importante de la villa porque esta noble dama, a sus antecedentes linajudos unía una instrucción poco común, esmerado trato social y gran influencia en la corte, circunstancia que unida a la de ser madre del entonces marqués de Camarena la Real. D. Vicente María de Ovando, y tener á su hija Dª Vicenta casada con el marqués de Torreorgaz, D. Manuel Aponte, hacían que su casa fuera el centro obligado de la aristocracia cacereña, y puede decirse que, de la flamante Audiencia, pues lo mismo el regente que los oidores y alcaldes del crimen pasaban las noches en la tertulia de doña María Josefa, que se complacía en obsequiar a sus contertulios con todo linaje de agasajos.

Servía de mayordomo y administrador de doña Josefa su antiguo paje, á la sazón procurador de los Tribunales, por influencia de la misma, D. José García Carrasco, á cuya gestión fue debida la entrada en la casa de la sirvienta María, que fue presentada por su ama á los contertulios, que ponderaron su simpática y arrogante figura y aun se decía que más de un oidor y alcalde del crimen solían pedir agua sin que les molestase la sed, por el sólo gusto de que se presentase en la sala María conduciendo en una rica salvilla de plata tallados vasos de cristal con el apetecido líquido.

-El almidón de su enagua, me sonaba en el oído

Como pieza de seda rasgada por diez cuchillos

Sin luz de plata en sus copas, los árboles han crecido

Y un horizonte de perros, ladran muy lejos del rio-

Venga Eugenia, que esta ronda la pago yo, dijo Montoya

Ya hemos dicho que María Josefa tenía un carácter violento y que la María á su vez, conocedora del propio suyo, abrigaba fundados temores de que llegara algún día en que no pudiera sujetarse y hubiera un enfrentamiento entre ambas; pero esto no obstante pasaron cerca de tres años sin que María demostrara su genio, á pesar de que en dos ocasiones, una porque María pegó á Bartolo, mono muy querido de la Generala, y otra por haber roto un jarrón de china, fue abofeteada por la señora, ultraje que recibió con cristiana resignación, y no se salió de la casa porque tanto D. José Carrasco como el marqués de Camarena la Real la disuadieron; y este último reprochó á su señora madre sus violencias son una sirvienta, de la que decía ella misma lo difícil que sería encontrar una criada semejante.

Siempre se ha dicho que la fortuna de un tonto es dar con otro, y al fin vino a suceder lo que María presagiaba. Una mañana peinaba á su señora, que usaba para sujetarse el peinado una larga y gruesa alfiler de oro, y por un motivo baladí en el que la Generala disputaba tener razón y la María no se la daba, fundándose en que lo había visto ella, indignada doña María Josefa, sin mirarla ni reparar dónde, le clavó el alfiler de oro en el pecho derecho, y tan intenso fue el dolor y tal coraje se apoderó de María, que cogiendo á su ama por el pelo la hizo caer para atrás arrastrándola por un buen espacio del suelo.

-yo me quite la corbata, ella se quitó el vestido

Yo el cinturón con revolver, ella sus cuatro corpiños

Ni los cristales de la luna, brillaron con ese brillo

A los gritos de la gran dama acudieron los demás criados, representando en sus semblantes el asombro al ver á María hecha una furia contra su ama sin cuidarse de la presencia de sus compañeros, hasta que á viva fuerza éstos la desasieron del pelo de la Generala, que había perdido el sentido, y mientras la condujeron á la cama, María huyó de la casa, yendo á refugiarse á la ermita de El Amparo, desde la que fue conducida por la tarde á la cárcel de villa, donde por la noche fue atacada de una fuerte calentura, producida por la gran inflamación del pecho, que á los once días le tuvo que sajar el facultativo D. Francisco Cansado; y á esta circunstancia y á la de la haberse quedado en susto el síncope que sufrió doña Josefa, se debió el que en toda la villa se diera la razón á María, que sólo estuvo detenida cinco días, y que la propia ama influyó en los jueces para que la causa no se siguiera.

De este modo se vio libre y pudo volver al Arroyo de donde no quiso salir más, á pesar de haberla solicitado muy buenas casas para servir.

publicado el 5 de noviembre de 1904 en el periódico EL NORTE DE EXTREMADURA, firmado por Manuel Sánchez del Pozo,

-vamos cerrando, terminando las copas y a pagar todo dios, ya es hora de cerrar, que parece no tenéis casa ni familia, decía la Eugenia, mientras golpeaba el mostrador de Zinc, hoy no se fia, mañana ya veremos,

-Me porte como quien soy, como un gitano legitimo

Le regale un costurero, grande de raso pajizo

Y no quiso enamorarse, porque teniendo Mario

Me dijo que era mozuela, cuando la llevaba al rio

Remataba Montoya la copla y la pistola de vino,

Los raneros discutían, alguno se había equivocado al anotar la puntuación, Clan, Clan, Clan, el soniquete de los tejos al golpear en la boca de la rana, resonaba aun en la Taberna de la Colorá, cuando atrancaba la puerta.



Agustin Díaz Fernández



 
 
 

Comments


bottom of page