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CÁCERES-RELIGIÓN Y TOROS I

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 1 abr 2020
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 26 mar

HISTORIAS DE LA VILLA DE CACERES

(1) RELIGION Y TOROS

Después de la veneración patronal de San Jorge, por coincidir su día con el de la conquista de la villa, se debe tener en cuenta la de Santo Toribio de Liébana, hoy nadie se acuerda de tal santo en Cáceres, pero tras la conquista fue el que inflamó en fe y en el que cifró sus esperanzas en tiempos de calamidad el concejo de nuestro pueblo, sin saber de cómo ni de donde surgió, pero, todos los años, por voto antiquísimo de la villa, Ayuntamiento, Clero y Pueblo, iban posesionando a festejarlo a su ermita, que estaba emplazada en la heredamiento de Pontefuera, ( Por Monte-Bola , o Monte abuela, en la hoy finca propiedad de la Duquesa de Valencia ), el 16 de Abril romería y festividad que aún tuvieron en 1.632, año que todavía existía población en este sitio.

No menos devoto fue san Gregorio Nacianceno. Padre de la iglesia, gran orador y literato, cuya fiesta procedida de novena seguida de aparatosa procesión, a la que asistía el ayuntamiento en pleno, las cruces de todas HISTORIAS DE LA VILLA DE CACERES

las parroquias y todas las cofradías, se celebraba anualmente el día 9 de Mayo. Tenía fe en que las aguas de San Gregorio, extirpaba las plagas del campo, existen actas de acuerdos concejiles para que se encargarse un pellejo de aguas del santo, la última vez 5 de Septiembre de 1.710) para acabar con la plaga de langosta que infectaba los predios del contorno, pero este era otro San Gregorio, este era el Osteniense, cuya cabeza estaba en Pamplona y por su calavera se pasaba el agua que adquiría de inmediato la calidad de insecticida.

No teniendo bastante co el patrocino de la villa con estos santos , en la sesión dl 21 de agosto de 1,620, se tomó por patronos a San Fabián y San Sebastián, cuyo santuario estaba en la confluencia de la calle Moros (Margallo) con Barrio Nuevo. Era de extrañar, que a estas alturas el concejo no demostrase alguna predilección por el apóstol compostelano, no solo patrón de los ejércitos hispanos, si no protector de nuestra villa a cuyo recate contribuyo en la intentona de reconquista de 1.184. Mas el rey D. Felipe IV, celoso por la primacía que debía de reconocerse al batallador apóstol, dicto real cedula en 28 de junio de 1643mandado a l ayuntamiento cacereño que acudiera a la iglesia de Santiago, a las vísperas y a la fiesta del día del apóstol.




Al poco, el municipio dio patente prueba de su religioso fervor, reconociendo y aclamando pública y oficialmente al misterio de la Purísima Concepción de María Santísima , en defensa de cual protesto vivir y morir, la fiesta del Voto, que así se denominó la celebrada con tal motivo, fue esplendida como ninguna, tuvo lugar en el convento de San Francisco el 12 de Octubre de 1,653, concurriendo toda la nobleza de la villa, recibió la publica protesta y juran a la justicia y regidores el padre Guardián del Convento Fray Francisco Vera.

La Virgen del Vaquero, que se adora en su capilla desde 1.668, la del Rosario, a la que se da culto en el convento de Santo Domingo, al que daba nombre antiguamente, y el Ángel de la Guarda, fueron las imágenes de moda, durante el último cuarto de siglo de XVII, a la que se acudía cuando algún azote pestilente o una sequía pertinaz acongojaba a la ciudad, a principios del siglo XVIII municipio y vecindario imploraban como protectora en sus apuros a Nuestra Señora de la Piedad.



Desde 1.743 al 47. Fue predilecto del pueblo y Cabildo, el niño de la congregación de la Circuncisión del Señor, cuya imagen y cofradía databa de más de un siglo, y correspondían a la parroquia de San Mateo, donde aún existe la diminuta efigie, antaño compartió la devoción local con las imágenes de nuestra señora de la Caridad y Jesús Nazareno. Esta última que se acordó fabricar por los hermanos de la cofradía de la Misericordia en 8 de Marzo de 1.609, y fue de siempre de las más referenciadas del pueblo cacereño

Desde EL Primer tercio del siglo XVII, la villa cacerense y más concretamente su vecindario, había empezado a sentir ferviente inclinación había una imagen de María, a la que un solitario de las Casas de Millán, llamado Francisco de Paniagua y el vicario de la Villa D. Sancho de Figueroa, habían edificado una pequeña ermita en lo más empinado de la Sierra de la Mosca, a la que el vulgo empezó a denominar Nuestra Señora de la Montaña, menudearon los favores que la venerada efigie dispensaba a los fieles que subían a su santuario llorando sus cuitas, recurrido a ella el Municipio cuando la peste, la sequía, las plagas agrarias, flagelaban la comarca, y nunca desoyó sus preces, desde la primavera de 1,642, en que por primera vez le bajó el pueblo en rogativas.

Tan patente protección dio lugar a que el ayuntamiento en sesión de 3 de Enero de 1.776, teniéndola por patrona del pueblo desde 1.668 acordarse a invitar al vicario eclesiástico, para que la clerecía cacereña la votase con el concejo como copatrona de la Villa, escribiese al Obispo sobe el asunto, nada se sabe sobre esta gestión, no debió de ser muy favorable a la pretensión del consistorio, de haberla aprobado en aquella ocasión el estado eclesiástico por patrona, no hubiera sido necesario que el Papa Pio X en 2 de Marzo de 1.906, la hubiese declarado y confirmado por tal patrona, con cuyo motivo se ofrecieron solemnes fiestas.


Escusado es decir que todas estas demandas del divino auxilio se hacían, mediante novenas, misas cantadas y procesiones, que iniciaba y presidia el ayuntamiento , en ellas se desplegaba la mayor ostentación y lujos posibles , siendo disputado con tesón y a veces judicialmente el sitio que debían de ocupar , así en la iglesia como fuera de ellas, corporaciones y particulares. Sin decir que la más aparatosa de todas las fiestas era la del Corpus Christi, para la que se encargaban dulces y confituras a los más acreditados establecimientos locales y forasteros, especialmente a Granada, Velas hachetas y blandones, muy rizados y engalanados los más hábiles cerceros, porque eran muchas libras de ceras las que se consumían en los altares y se regalaban a las autoridades y dependientes oficinescos y convidados , se buscaban danzarines y comediantes, si en Cáceres no los había, por los pueblos de la provincia, mientras otros comisionados recorrían las ganaderías del termino municipal y de los aledaños en demanda y adquisición de reses bravas. Se recosían y aderezaban gigantones y cabezudos, tarascas y se afinaban y pulían chirimías, bajones, fagotes y sacabuches .

Llegaba el dia de la parroquia de Santa María salía el cortejo, los abigarrados figurones la precedían, regocijando a chicuelos y palurdos, detrás los pífanos y atabales, con ensordecedor ruido, tras ellos ,os estandartes de los gremios, llevados por sus síndicos o voceadores respectivos, los de las cofradías enarbolados por sus alcaldes las mangas parroquiales por los acólitos y sacristanes …. Seguiremos

(Fuentes Publio Hurtado – recuerdos cacereños siglo XIX)





Agustín Díaz

 
 
 

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