SANTIAGO DE LOS CABALLEROSÍGLESIA DEL SIGLO XIII (II)
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 14 oct 2022
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SANTIAGO DE LOS CABALLEROS
Iglesia del siglo XIII (II)
Crónica desde la Ronda de la Pizarra
Andando por la plaza del Socorro, y bajando la cuesta que llaman del Maestre, por haber habitado en ella don Pedro Fernández de Fuentecalada, halla por e siglo XII, primer Maestre de la Orden de los Freyres Milites de los Fratres, y llegando a la calle Caleros si giramos hacia la izquierda, nos enfrentamos a la iglesia de Santiago, y que fue casa fundada por aquellos Fratres de Cáceres en los tiempos de luchas contra el moro por los años de 1170, más apenas queda nada de los documentos de aquella época, y los documentos estudiados por el historiador no se remontan a más allá de 1549, pero entre esta fecha y la de 1580 existen gran cantidad de documentos referidos a las muchas obras y de todas clases que en esta iglesia se realizaron.
Pero antes de 1549, este era otro templo, y también dedicado al mismo apóstol Santiago, aunque de menor mérito y más humilde que la actual, este se construyó en lugar del templo primitivo, y que aun se puede observar en la fabrica del nuevo restos del antiguo y donde se puede atestiguar por los expertos su origen románico, en un pilar de planta cruciforme con columnas adheridas, ya cortado, y que se encuentra a mano derecha conforme se sale de la capilla de los Guzmanes o de las animas, y también por unos canecillos que corren a lo largo de la fachada que mira al Este, así como un escudo, de traza casi graciosilla y primitiva, que representa a a Santiago Peregrino, clocado sobre la clave del arco de la puerta de entrada.

Cree el profesor Floriano, que esta iglesia tal vez fuera de una sola nave, y que, estrechándose sobre la cabecera Para formar la capilla principal, y que en el siglo XV se transformara radicalmente, y donde se le agregan dos capillas laterales, también se le abrieron las dos puertas en los costados y cegando la primitiva que debió de hallarse a los pies de la iglesia, posiblemente esta puerta fue cegada al construir la torre del campanario actual.
Estando, así las cosas, apareció por el templo el eclesiástico don Francisco de Carvajal, a la sazón Arcediano de Plasencia y pariente del alborotador y poderoso Cardenal de Santa Cróce in Iherusaleme, y se hace cargo de la capilla mayor de Santiago con el propósito de arreglarla dotando como convento a su magnificencia.
Pero los cronistas no se ponen de acuerdo a la hora de datar en año esta remodelación, ya que según los documentos, los más antiguos hallados son de 23 de abril del año de 1549, donde figuran los maestros campaneros Juan de la Bárcena y Pedro del Campo, donde se comprometen a fabricar dos campañas para esta parroquia, pero no aparece por ningún sitio el nombre del Arcediano, en 14 de mayo de 1549, hace testamento el platero Jaques de Ruá, donde menciona una lampara de plata que hace juntamente con Alonso Lucas para la iglesia, y sin que se siga sin nombrar al de Carvajal como patrono, más es hecho que en 2º de junio de 1550, otorga García Valle Cantero, en nombre de Rodrigo Gil, maestro de cantería y natural de Salamanca, la primera carta de pago por la elevación de la capilla Mayor de Santiago, y cuya obra realizaba por cuenta del Arcediano de Plasencia, motivo por el que las obras las datan de entre 1540 y 1550 dan comienzo las obras.
Se sabe que, en noviembre de 1553, la capilla queda terminada, cuya elevación tasaron y pagaron un total de 4900 ducados, precio por lo que las contrató Hernán Gil, pero que debieron de contratar a otros canteros, ya que en julio del año siguiente Hernán López y Pedro Martin, dan por cobrado cierta cantidad de maravedís por todo el mampuesto para la capilla nueva, obra que reconocen y tasan Sancho de Cabera y Pedro Gómez.
Y resultó, que surgieron desavenencias con el obispado por la elevación de esta capilla, y para acallarlas, se conviene en el mes de marzo del año de 1554 la elevación de la nave central, y dándose comienzo los derribos del tejado por Hernán Gil, albañil.
Lorenzo Martin y Luis Moreno, bajo la dirección de Pedro Gómez, tienen a su cargo la construcción de un arco Toral (cada uno de los cuatros arcos de estructura sobre los que descansa una cúpula), y cuatro pies jarjamento (arranque de un arco de bóveda) y cuya piedra la labran Martin Guerra, Hernán Lopez y Benito Martin, en julio de 1855, y habiendo intervenido también en la obra de los pies Santos Juan de Lezcano, Hernando de Viniegra, Francisco Moreno, Pedro Sevillano.
Ya en 26 de marzo de 1556, las obras quedan por fin concluidas, y se otorga el finiquito de los canteros, más aquí queda otra laguna en los documentos, hasta 1557 que figura la contratación de un retablo, por este tiempo la parca viene a visitar a don Francisco de Carvajal, Arcediano de Plasencia.
Toda la obra terminada al fin, quedando el templo de una sola nave, con capillas laterales, no formando cruz, si no que se abre hacia la mitad del cuerpo total del edificio, al fondo del Ábside, se abre la pilla mayor con el retablo principal dedicado a Santiago, abajo y al lado el evangelio se halla el altar dedicado a la purísima, frente a la entrada de la sacristía, separada del resto por una reja, y por fuera de ella se abren las capillas de las Animas o de los Guzmanes, y del Amor Hermoso del linaje de los Osma, más hacia los pies de la iglesia del lado de la Epístola se abre la capilla de Jesús de Nazareno, más la coronación de las obras que tan espléndidamente dotara el Arcediano Carbajal tuvieron su culminación en el año de 1570, con la colocación en su capilla principal de un retablo salido del taller del genio de la imaginería española Alonso de Berruguete, consta este retablo de dos cuerpos formando tres calles, y ocupando las tres ochavadas del ábside, elevándose sobre el basamento labrado de piedra de cantería.
Corona todo el retablo en sus extremos laterales dos grandes columnas de estilo corintio enguirnaldadas con un calvario y las tres figuras de Cristo, la Virgen y San Juan, dispuestos en la forma tradicional que se les da a esta representación, más las estatuas de San Pedro y San Pablo que, juntamente con los ángeles tenantes que a un lado y a otro del retablo y sobre lasa grandes columnas sostiene el escudo de los Carvajales, rematan la composición que hacen un conjunto de muy lograda armonía, y cuajada de detalles y figuras de muy buena talla, mezclada con borrones y desdibujos, debidos a la defectuosa técnica de estofado, pintado y dorado, con toda seguridad hechos a última hora y con prisas, y no por el maestro Alonso Berruguete, esto lo hicieron ya en Cáceres y de muy mala gana.
El retablo de la iglesia de Santiago de los Caballeros, tiene una historia bastante accidentada, aunque es una obra de arte, contratado el retablo en la villa cacerense por Alonso de Berruguete, en 24 de noviembre de 1557 y cobradas las finanzas estipuladas como adelanto por la obra, en 30 de mayo de 1558, más ocurrió, que a propósito de estos pagos, se inicia discusión y desavenencia ante el maestro escultor y los patronos de la obra, llegando incluso al maestro Berruguete a abandonar la ejecución de la obra, para irse a Toledo a labrar el sepulcro del Cardenal Tavera, trabajo durante el cual le vino a visitar la parca.
De ahí, que ni se tenga noticias ni se pudo averiguar lo que a la sazón había tallado del retablo que se le encargara para la Iglesia de Santiago de los Caballeros de Cáceres, aunque varios cronistas están en la creencia en que el tallado debía de ser muy poco, aunque la viuda del maestro asegurase que el retablo estaba casi terminado, más quince meses después de la muerte del maestro, durante los cuales y según afirmación de sus familiares, se estuvo trabajando en él sin levantar la mano, aún se hallaba sin pintar ni dorar, y más de más en 30 de diciembre de 1562 no lo habían entregado por que por causas de los fríos no podía hacerse esta operación.
En el verano del siguiente año aun no lo tenían listo, buscando mil escusas la familia d Berruguete por la tardanza, y se pierden en dilaciones y aplazamientos durante otros dos años, toda vez que hasta septiembre de 1565, no llega a Cáceres el esperado retablo, más bien la primera expedición de él, llegando la segunda al poco, más habiéndose mojado por el camino y maltratada por los transbordos de unas cartas a otras, por las imprudencias de los que lo trajeron, hay que añadir que además llego incompleto.
Hay noticias de que, Francisco Rodríguez, pintor, y Santiago Robles, lo ensamblaron en julio de 1567 y trabajan en asentar y pintar el retablo y en el año de 1669, Antonio la Cervera, pintor, interviene también en la tarea, este es vecino de Plasencia, y en el mismo año el escultor Juan de Santillana se compromete a hacer los guardapolvos, y tal vez alguna talla como la del calvario.

Por estas circunstancias, aparte de ser obra de manifiesta la ejecución de la talla, se notan defectos en su ejecución, y hasta en algunas partes algo más que defectos, aparte de la unidad técnica en la talla, que delata la unidad técnica de las distintas manos, pero aparte de esto, es obra no solo no carece de interés, si no muy al contrario, en las partes donde los entendidos adivina la mano de talla del maestro Berruguete, como San Francisco, ángel que esta a la derecha de la Virgen, muestra toda la pujanza de quien adquirió el renombre entro de la imaginería española, que nunca a sido superado.
Otra obra de arte es la reja que separa la capilla mayor del resto del templo, reja de mucha armonía, con medallones en relieve al estilo romano, y que fue labrada en Peñaranda (Salamanca), por el rejero Francisco Núñez, y colocándose en el lugar que ocupa actualmente en la segunda mitad del siglo XVI

A los pies de la iglesia, junto al cancel del lado del evangelio y bajo un dosel, se encuentra una talla policromada que representa al cruficado, siendo esta una obra de las más notables de la talla cristiana en la villa cacerense. Clavado en el madero, muerto, fino de talla en las piernas rígidas y alargadas hasta el perizoma (paño de pureza) la talla se detiene en la estilizada del busto, logrando una simetría obligada por l actitud hierática por los brazos extendidos, sobre el hombro derecho se inclina la cabeza, en la que refleja la serena majestad de la muerte.

Talla del siglo XV, llamado Cristo de las Indulgencias, por las que les concedió el papa Gregorio XIII, al hacer su altar privilegio de perpetuo.
De la misma época parece la imagen de la Virgen de Nuestra Señora de la Esclarecida, que se en encuentra en el entablado del altar de las animas.
La imagen de Jesús Nazareno, que juntamente con la de la Virgen de la Montaña, obtienen la mayor devoción de los cacerenses, talla realista, impresionante y acentuado el sufrimiento de la Vía dolorosa por una expresión trágica en el rostro, que camina agobiado por el peso de la cruz. Es talla de la escuela sevillana de 1779, realizada por el escultor Pedro Barres.

Esta iglesia no figura entre las ricas en ajuar eclesiástico, limitando a poseer algunas preseas (joyas u objeto precisos) que pudieran datar del siglo XVII, y no porque fuera pobre, ya que existen noticas de que la parroquia estaba magníficamente alhajada en tiempos pasados.
(Fuentes Floriano Cumbreño-Guia Cáceres)
(Fuentes Benito Simón Boxoyo-Noticias)
(fuentes Muñoz San Pedro-Tierra de Dioses)

Agustin Díaz Fernández
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