SUPERSTICIONES Y CURIOSIDADES DEL LA TIERRA CACERENSE
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 24 oct 2022
- 5 Min. de lectura
DE SUPERSTICIONES Y CURIOSIDADES DE
LA TIERRA CACERENSE
Crónica desde la Ronda de la Pizarra
Existía y aún existe, aunque en menor medida, creo yo, en toda la región cacerense, incluida la capital de la provincia, creencias y supersticiones que llegan de antaño, y que al poco que se las estudie se daba o se dan más en gente de cortas entendederas o pocas luces, y, o propias de fanatismos religiosos y creencias de siglos de oscuridad y beaterías, propagadas por los de la cogulla, veedores, alucinados, trasnochados y gente del vivir del sudor ajeno, que dieron o dan, en engañar al prójimo basados en sus mediocridades, o en sus religiosidad, llámense de cualquier religión, ya que si lo pensamos todas buscan el mismo fin, aunque por distintos caminos, y si nos fijamos cualquier ayatola tiene parecido razonable con algunos obispos que de cuyos nombre no deseo acordarme, y que tanto mal hacen unos como otros a sus fieles y a su propia religión. Pero volvamos al tema por el que me hace sentarme a coger papel y pluma.
Hay una virgen en Cáceres, Virgen de las Candelas, cuya imagen bajo esta advocación se venera en la ermita de las Candelas, o de la Consolación, que por tales nombres se la conoce, y que en el día de esta Virgen, la sacan en procesión alrededor de su templo, con la particularidad que sale del santuario con una vela encendida en la mano, y que si al volver de regreso entra en la ermita con la vela encendida, se da que el año será de abundancia y prosperidad, más si la llama de la vela se apaga en el transcurso de su recorrido, nada bueno se espera, desgracias, plagas, malas cosechas, desgracias y miserias.
Existía en la villa de Brozas, y ubicada extramuros, una ermita dedicada el evangelista San Marco, y en ella una muy antigua cofradía en posesión por donación hecha al Santo Patrón, de muchas reses, más bien de una gran vacada.
Más llegado las vísperas del día que se venera al Santo, se acercaban el mayordomo y seis de sus cofrades, una vez debidamente confesados y comulgados, a buscar entre la ganadería al toro que debía representar el papel protagonista de los festejos religiosos, una vez elegido el animal, con mucha devoción dándole un golpecito con una vara ¡Anda a cá Marcos, que ya es hora! ¡a todo esto hay que decir, que el mayordomo solía escoger el toro de más trapío de entre todo! ¿¿¿¿.
Y escuchando tales palabras el toro, el más bravo de la ganadería, se apartaba de esta, y seguía a los cofrades hacia la ermita, lugar donde estaba siendo esperado por pueblo y clero, dando enseguida comienzo las vísperas, festejos a la que asistía el astado con mucha tranquilidad y naturalidad, de la misma manera que si un paisano fuera de entendederas, según citan las crónicas del día y lugar, luego salían en recorrido por todo el pueblo pidiendo limosna de casa en casa, hasta llegada la noche que lo dejaban encerrado en cercado habilitado para tan grandiosa ocasión, ya a la mañana siguiente, día del Santo Marcos, era llevado por el mayordomo a la iglesia, y en devota procesión con los sacerdotes revestidos para tan grande celebración, hacia el monasterio de Nuestra Señora de la Luz, y durante el transito le colgaban los devotos de los cuernos roscas de pan anisado, guirnaldas de flores y otras ofrendas.

En el monasterio era recibidos todo el acompañamiento incluido el toro por la comunidad religiosa, donde se recorría iglesia y claustro, de vuela a la capilla mayor, subía el toro las gradas, olía y besaba la peana, saliendo de nuevo en procesión del convento, volvían de nuevo toro y sequito a la ermita de San Marcos, donde se decía la misa, y según cuentas los testigos, causando gran sensación entre propios y extraños, el toro se comportaba con la mayor y mansedumbre que cualquier devoto, una vez que el sacerdote decía misa et, el mayordomo hacia una señal al toro dándole con vara en los cuartos traseros, el cual salía de la ermita, corriendo, bravío, con tanto ímpetu, que ponía en escape a todos los reunidos de la villa Brocense, volviendo el cuadrúpedo junto a su vacada.
Pero sigamos dando una vuelta por el terruño cacerense, idílico resulta es la función en el pueblo de las Casas de don Gómez, sucedía que, algunos años cuando el toro resulta ser muy joven y poco amaestrado, durante el ceremonial arremetía contra el clero y files, convirtiendo el templo en cercado de vaquillas.

Más si echamos mano al sabio refranero, y por aquello de San Marcos llena los charcos, por celebrarse sus días a primeros del otoño, y que en años de normalidad climatológica es época de la venida de las lluvias, por esto mismo existen e nuestra región cacerense muchos pueblos, en que los labradores acuden al Santo Marcos, con la venida de tan esperada agua, les proporcionara buena sementera.
Pero no como todos son gracias y alabanzas, cuando el Santo les escucha y atiende sus peticiones, hay lugares en que si no les envía el santo el agua como ellos desean, es el Santo el que va al agua, y suelen dar un buen chapuzón a la imagen de San Marcos en las charcas y abrevaderos del pueblo, ya se para recordarle sus peticiones o ya para vengarse por haberse olvidado de ellas.
Cosa así, sucedía o sucede, en el pueblo de Alía, donde solían tirar al Santo a una alberca, o en Santiago del Campo, donde solían dar un buen chapuzón en la charca del pueblo llamada de San Pedro.
Más según parece, esto no es exclusiva del Santo Evangelista San Marcos, también existen pueblos que lo hacen con San Blas, o con San Bernabé, en Jaraíz de la Vera, donde la predisposición hacia este santo es castigarle por anticipado, si por casualidad se pronostica sequia para la comarca, todo el pueblo acude, o acudía donde la ermita de San Bernabé ubicada en el ejido de la villa, donde se la hace su fiesta y se le saca en romería, más llegando al pilón que hay adosado a los muros de la ermita, pilón que sirva de abrevadero de ganado, y deteniéndose en el los romeros gritando:
San Bernabé, a los tres días ha de llover, chapuzón te lleves, arrojándolo al pilón.
Pero si en Jaraíz de la Vera la tienen tomada con San Bernabé, en el pueblo de Torrejoncillo le toca el turno a San Pedro, al que según sacan en procesión le cuelgan del brazo una canastilla con sardinas, y le introducen una en la boca, con la intención de que le entre sed al Santo Pedro, y aunque solo sea para beber el implore la venida de agua, más si el agua no llega, a tomar por saco el santo a la charca.
Cierta creencia existía en el pueblo de las Navas del Madroño, que cuando se moría un paisano se vaciaran todas las tinajas, cantaros, botijos o ánforas, que en la casa hubiere, y se arrojaba a la calle, era creencia que el alma del difunto, así que se despedía del cuerpo, se zambulle en el agua que más próxima encuentra, para con la ablución quedar purificada y limpia de todo pecado, para así llegar sin manchas al otro lado.
(Fuentes Publio Hurtado-Supersticiones)
(Fuente Leyendas Extremadura)

Agustin Díaz Fernández
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