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TE ESPERARE

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 1 abr 2020
  • 4 Min. de lectura

Crónicas desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra,

Era de madrugada, casi al alba, estas cosas casi siempre ocurren a estas horas donde la negrura va dando paso al gris para poco a poco resurgir la luz del día, es como el renacer a la vida día tras día, a esas horas donde el único testigo está durmiendo, o demasiado asustado para asomar a ver de dónde sale ese ruido, ruido macabro que solo anuncia muerte, sin tener en cuenta que quizás mañana vengan a por ti, son las horas que aunque estés semi-despierto o en duerme vela tienes el miedo de no saber que sorpresa te traerá el nuevo día, aunque sepas que será monótono como cualquier día de tu vida y como el de otras vidas tan monótonas como la tuya propia, solo el miedo te atrapa en tu cama y no te atreves a asomarte a la ventana, cuando oyes pasar los camiones subiendo Cánovas arriba camino de la Estación de Ferrocarril situada en el polígono los Fratres, es miedo y solo eso, miedo

Llevaban dos noches sin aparecer, pero todos sabían que volverían, y aquella noche llegaron más que de costumbre al mando del mal nacido del Capitán Luna falangista de triste recuerdo para Cáceres, estos tipos siempre suelen dejar recuerdos tristes, recuerdo de muertos, aunque una calle lleve su nombre, sabían a por los que iban, no hacían falta listas, en Cáceres todos nos conocemos y llenaron cuatro camiones de hombres decentes, su única culpa ser fiel a la republica entre ellos el que fuera Alcalde, buen Alcalde D. Antonio Canales, era por navidades y el mismo inauguro esa cárcel de donde ahora salían, pero el viaje del Alcalde lo mismo que de otros 40 terminó pronto muy pronto, en las tapias del cementerio los demás siguieron el viaje, hacia su eternidad.



Los bajaron a la puerta de la estación y en cuerda de presos avanzaron por el andén, caras de miedo, ropas sucias, caras rasposas de muchos días sin afeitar, aspectos sombríos de un incierto destino, a la hora de montar en el tren que de seguro les llevaría a ninguna parte y no solo a la muerte si no que es peor, les llevaría a las personas desaparecidas sin nombre sin rostro de las que nunca existieron aunque hubieran sido personas decentes, y trabajadores por el bienestar de los demás, a esas buenas gentes que la burocracia golpista les reduciría a la nada, a personas que nunca existieron por el arte de borrar sus nombres de los archivos…

A uno de los presos en un descuido de los guardianes, una chica acercándose y dándole un beso le dijo te esperare siempre, un guardia sin miramientos de un culatazo la quedo tendida en el suelo… solo se movió cuando al tren le daban la orden de partir, para gritar al silencio " te esperare siempre” Pasaron algunos años ,y la chica ya señora todos los días se sentaba en el mismo banco de la estación a esperar la entrada de los trenes por el acaso, echaba un vistazo rápido a los viajeros, siempre esperando la vuelta de la persona amada, aunque sabiendo que eso era imposible, ¡ y esa quien es preguntaban los trabajadores de la estación, esa es una loca que espera un imposible si lo sabré yo, era el mismo guardia que le dio el culatazo hacia algunos años, falangista familia de falangistas, que luego fueron de la familia de guardias en Cáceres, locos sanguinarios(Todavía queda por aquí algún familiar suyo)una familia atroz de locos que murió en la cama como el asesino de Franco y de viejo…

Cierto día ya pasados muchos años, el guardia del culatazo y su compañero, siempre van de dos en dos, éste, al ser nuevo en el servicio, preguntó , y esta señora haga frio o calor, siempre está en la espera, acercándose a la mujer, y para que los oyera, el guardia le dijo- a quien espera nunca volverá, a él y a otros muchos los tiramos al río Tajo, desde el puente del tren a más de 60 metros de altura, cierto que el cadáver nunca se encontró, pero eso pasaba con algunos más, que se destrozaban con el impacto y terminaban comido por los peces…

Ella no le hizo caso siguió yendo todos los días, a la estación a esperar a su novio, el corazón la decía que estaba vivo y que volvería, pero ya había pasado mucho tiempo y el tiempo no pasa en balde para nadie y una mañana fría de la de antes en Cáceres de esa de escarcha y hielo que no te deja apenas respirar, ya fuera por eso o por tristeza o por causas de la naturaleza quedo en un suspiro su vida, en el momento que hacia su entrada el tren de la mañana, entre los viajeros que bajaron un hombre ya casi anciano .pasó cerca del tumulto que se había formado alrededor de la mujer caída en el suelo, el hombre según pasaba recordaba otros tiempos ya lejanos cuando salió de esa estación esposado y en cuerda de presos, camino de la muerte, y a una chiquilla a una mujer caída en suelo por un terrible golpe de culata después de besarlo le decía "te esperare siempre.".



Agustin Diaz

 
 
 

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