top of page

YO TAMBIÉN HICE LA PUTA MILI

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 2 abr 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 14 abr 2020

Crónica desde la calle cuba de mi Llopis Ivorra,

hoy pretende hablar de cuando se hacia el servicio militar, por que mi llopis Ivorra también hizo a la  puta mili

Fue a principios de un mes de octubre, corría el año de 1.977 del siglo XX, en una mañana de aquellos otoños fríos y luminosos, nos llevaban en camiones hasta la estación del ferrocarril  y allí  en filas de a dos como en cuerda de presos, tras embarcar en un tren, nos acomodaron en unos vagones de bancos corridos de madera, sucios, fríos, incómodos, con pinta de que en el retorno del viaje vendrían cargados con ganado, aquellos vagones estaban calificados como de tercera categoría, yo dudo que tuvieran esa calificación, dudo que tuvieran calificación alguna, ni de que estuvieran habilitados para el viaje, un viaje que costaba 26 horas de reloj ,en hacer un trayecto de 650 km, los que separan Cáceres de Valencia, yo era un cateto que nunca había explorado más allá del pueblo de Sierra de fuentes, distanciado de Cáceres en mal contada legua y media. lo demás era para mí territorio virgen ,y aquel viaje se me antojaba como vuelta al mundo, y máxime teniendo en cuenta que yo, solo era eso, un cateto que andaba atizando candiles, así pues, salí cateto de mi tierra ,para regresar tras quince meses y pico igual de cateto que salí, y es que yo también hice la puta mili.

Lo primero que hicieron nada más llegar al campamento de Marines, mi primer destino, fue que me raparon mi linda cabellera, aquellos rizos desaparecieron en un plis plas, aquellos bucles interminables cayeron al suelo por obra de las cuchillas de una máquina que solo me dejo una pelusilla donde antes había una hermosa caballera rizada, me dieron ropa del doble de talla las unas y del doble de pequeñas las otras, tanto fue el cambio producido en apenas diez minutos que al salir a la calle, y estando junto todos los atontados que hicimos este viaje que nos costó reconocernos, y ese mismo día empezaron en hacerme un hombre según decían a voz en grito, comenzaron a convertirme no en una máquina para matar, pero si apto para y en caso de conflicto sirviera para que me mataran, que siempre mueren más indios que jefes, y así a salto de mata después de tres meses de zapatear la tierra, carreras, y putadas variadas y del mismo tiempo perdido me destinaron  a Paterna,(Valencia) lugar cercano a la ciudad que hizo inmortal la leyenda del Cid campeador, para que allí terminara mi servicios a la madre patria, porque yo también hice  la puta mili.

Aspirinas, recuerdo las aspirinas que tomábamos, por esas casualidades de la vida gente que tiene tan pocas cosas en común, llegan a hacer una amistad de hermandad, como si el conocimiento fuera de toda la vida, gente tan distinta y diferente llegan a simpatizar de tal manera que se buscaban para pasar el rato juntos. Gente con una idiosincrasia totalmente dispar se hicieran inseparables, dos vascos, uno ingeniero otro abogado, un madrileño economista el, un Granadino maestro, un Navarro que iba para notario y un simple y analfabeto asaltatrenes como yo, formaran una cuadrilla apreciada y temida, apreciada por los favores a todo necesitado, y temida por los escándalos y bromas nocturnas, temblaban cuando nos veían con el traje de paseo , temiendo la vuelta con la copa puesta, o cuando veían que echábamos más tiempo del acostumbrado en la cantina, ya se veían media noche sin dormir con los mítines de la juerga, fueron muchas fiestas por culpa  de las aspirinas, por mi cargo tenía alguna bula en la cantina, ya fuera por algún día libre o por algún servicio distraído hacia otro, dejando al camarero libre ese día o colocándolo en el sitio más suave y cosas así, se pedían unas aspirinas que eran cubatas pero servidos en la misma botella del refresco, consistían en echar un trago del refresco, y se rellenaba con lo que el consumidor prefiriera, ron, ginebra, güisqui, así que nos bebíamos el refresco de un trago y nos llenaban la botella del licor preferido, después se pedían dos refrescos más y tenías dos cubatas o tres a precio de uno, ni que decir tiene que entre todos y en días de aburrimiento que eran los más, se juntaban dos o tres litro de aquel brebaje, cola, limón, naranja y tónica, con ron, ginebra, güisqui, totun revolutum, haciendo una mezcla explosiva y más cuando se repetía la mezcla en varias ocasiones , rematada como cada noche con las provisiones entradas de estraperlo entre los macutos de ropa o de leche condesada para los desayunos, por si el oficial de guardia montaba el fielato a la hora de entrar reclamando su impuesto e especie, que nocharradas de festejos varios por favor, que noches de risas y escándalos pasó este humilde despabilador de candiles, y es que yo también hice la puta mili.

Una mañana, apenas nos habíamos acostado o eso al menos a mí me parecía, se escucharon gran griterío llamándome para formar la tropa, al principio creí que era el cachondeo que seguía, y me levante raudo para acallar el tumulto ya no eran horas de escándalos estaban dando las cinco de la mañana, cuando logre centrarme me las vi con un teniente mal encarado , y que me apremiaba y. a ,en tiempo récords formar a la tropa con armamento y pertrechos de guerra, que canguelo  y más al salir al patio y ver que estaba todo el cuartel revuelto, al poco llego el capitán,me ordeno que al punto sacara los camiones y les engancháramos las piezas de artillería que estos arrastraban, y que se cargaran obuses y pólvora para fuego real, vaya acojone tú, al preguntar qué pasaba solo obteníamos la callada por respuesta, nadie sabía nada de nada, hasta las ocho no nos ordenaron salir dándonos el destino, al antiguo cauce del Turia frente a las torres de Serrano de Valencia, lugar donde se disparaban las salvas de ordenanzas en días señalados, el mosqueo iba en aumento pero nadie decía nada porque no sabía nada, solo que llovía como nunca jamás llueve en Valencia y sin desayunar, a eso de las tres de la tarde ya nos enteramos de algo y es que el capitán general recién nombrado ,quería inspeccionar la tropa y el tiempo de preparación y respuesta en caso de ataque, este hombre era el General Milans del Bosch, años después protagonista de otra astracanada de la historia de este país de maleantes, lo acaban de ascender y entre él capitán general y yo cabo, teníamos la responsabilidad de todo el maestrazgo Valenciano, a eso de las cuatro se dignó en pasar revista en la zona donde yo me ocupaba de no ahogarnos, al pasar junto a mi le dije,” hostias Milans entre mando no vamos a putearnos, coño no ves lo que llueve además estamos en ayuna, ademas o nos reímos todos o tiramos la puta al rio,” me dijo que tenía razón  que nos fuéramos al cuartel pero prohibido los pases de fin de semana estábamos a viernes, prohibido salir a la calle, esas putadas nos hacían a los que hicimos la puta mili.

Aquel fin de semana, con el contento general por no poder salir a la calle los francos de servicios, con mal cuerpo por culpa de la mojadura, corrieron más si cabe las aspirinas, yo por mi cargo de jefe de cocheras, tenía un cuarto o despacho, donde se archivaba los estados de los vehículos, como cambios de aceite, combustible, averías, y productos varios para la limpieza de esos y controlar, que todo estuviera en su perfecto estado de revista, así como una mesa, sillas, taquillas y un pequeño refrigerador por añadidura, un lugar idóneo para esconder provisiones de boca, comida y bebida y en días como  aquellos sin tener nada que hacer y las oficialidad, y con los sargentos dando vueltas como perros cimarrones buscando en quien pagar sus cabreos, aquel era un sitio perfecto para pasar inadvertidos y allá que nos fuimos a pasar el fin de semana, el domingo y como aquello de que no hay parto sin dolor ni paleto sin transistor, aquel cuartucho estaba provisto de uno, y entre copa y copa nos pusimos a escuchar el carrusel deportivo, cual fue la sorpresa cuando y a falta de uno partido el que televisaba los domingos a la noche TVE, teníamos trece resultados acertados  en la quiniela y el que televisaban lo teníamos cogido también jugábamos al IX2, joder que bonita la quiniela de catorce resultados, vaya fiestón , juntamos capitales ,pedimos prestado ,y hasta quedamos al fiado la comida que pedimos nos entraran de la calle, por una puerta lateral que el plantón de guardia no le hacía asco a que pasaran ,puesto que tenía la convidada pagada en casa Chamorro frente al cuartel donde encargamos el festín, juntamos entre lo pedido y lo juntado 8.500 pesetas de la época y con lo debido serian 10.000 pts, vaya festín, vaya jaleo, vaya fiesta que formamos, ya pensando en cómo nos gastaríamos los millones que a seguro tocaríamos, la semana anterior fueron más de 80 los millones del boleto premiado, y esta no iba a ser menos dijimos, como la cosa de entonces iban despacio el escrutinio no lo supimos hasta bien avanzado en lunes, y el televisor nos dijo que íbamos a cobrar poco más de 2.500 pts, joder que caras, no solo es que no cobráramos nada y que habíamos quedado entrampados, vaya decepción, tras recibir la noticia, y para celebrarlo, como aquello de, de perdidos al rio, nos fuimos a terminar con los restos de la noche anterior, dándonos para otra juerga, nos quejábamos de lo que pudo pero que no fue,

Y es que yo también hice la puta  mili.



Agustin Díaz

 
 
 

Комментарии


bottom of page