EL PUEBLO
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 29 mar 2020
- 9 Min. de lectura
Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Como cada amanecer, apenas el alba despuntada, retumba por calles y plazas del pueblo la caracola de Blas, el vaquero, llamando al ganado vacuno para conducirlo a los pactos comunitarios de la dehesa boyal para pasar el día mientras los animales pastan, escuchando el transistor y pensando que hubiera sido de su vida si se hubiera quedado en Madrid cuando la mili, pero novia y padres le hicieron volver hacia la querencia, al poco la novia lo dejo y los padres se fueron a la eternidad , por entonces a Blas ya no le quedaban ganas de ver mundo, al poco Colas, el pastor hace lo propio, pero con el ganado lanar pensando día si día también mientras acompaña a los animales, a ver si hoy es hay suerte en el campo y se encuentra con algún descendiente de aquel lagarto de enormes proporciones y que tenía acojonada a toda la comarca y que diera muerte otro Colas, también pastor y ascendiente por parte de madre y pasar a si a la galería de personajes importantes del pueblo, Telesforo, el otro pastor también lleva otro rebaño, pero este de cabras y que por aquello de que la cabra tira al monte comían aparte de las ovejas y por parajes distintos, Sisenando, el yuntero, ya hace tiempo se le vio pasar traqueando entre los surcos por el camino que le conducen a las parcelas de labranzas con su yunta de bueyes, Isaías, el herrero, hace mucho que tiene la fragua encendida y lista, los perros comidos bebidos y aseados para cuando tengo un respiro sacarlos de paseo, a corretear por el campo y si se tercia apresar alguna liebre que otra para la cazuela de mañana, ya anda colocándose el mandil de cuero para comenzar la batalla diaria, una herradura para la caballería, una pezuña dañada de luminitis, una reja de arado rota que reparar, alguna rueda que otra de carro, mientras el fuelle resopla para encender el carbón el golpeteo del martillo en el hierro al rojo vivo y sobre el yunque hacer sonar la música monótona ,clin clin clin, clin, clin clin clin, Serafina compañera de Isaías junto a Sagrario hija mayor de ambos, bajan por la calle mayor para coger la calleja que las conduce al rio Arrago, afluente del Alagón, con hatillos de ropa a la cabeza para hacer la colada, propia y ajena para contribuir al peculio familiar y es que corren malos tiempos para todos, en realidad nunca los corrieron buenos para el desheredado.
Alrededor de la plaza Mayor se reúne la vida diaria del pueblo, el ayuntamiento la estafeta de correo, la parada del coche de línea, la farmacia, y el casino donde se reúnen los silbantes para criticar a todo el que pase y arreglar de boquilla el desgobierno según ellos reinante, la plaza mayor es también sitio donde se celebran las actividades de las fiestas patronales allá por septiembre, y sitio mediático y de reunión para los habitantes del pueblo, y lugar de reunión de cuadrillas para tomar las once, pero ahora es muy temprano, tan temprano que el único establecimiento del pueblo que está abierto es el casino, esperando la llegada del coche de línea, allí nos encontramos a la misma hora todos los días tomando la mañana a D. Genaro, el alcalde de toda la vida, que por aquí no pasó la dictadura de Primo de Rivera ni la II república, ni la dictadura de Franco ni la transición a la democracia, D. Genaro nació en el ayuntamiento al igual que lo hizo su padre y el padre de su padre desde el principio de los tiempos y con vara de mando en la mano, anda en disputa con D Guillermo, el secretario del ayuntamiento y entre carajillo y aguardientes tratan de cómo y de donde sacar dineros recoger las aguas sucias que atraviesan las calles del pueblo y canalizarlas por aquello de olor, olor del malo matiza D. Guillermo y por salubridad del paisanaje, la diputación ya les comunicó que no habría presupuesto hasta el próximo año si acaso, que la solicitud había llegado fuera de plazo y de contexto y sin estudio previo, y allí andaba el alcalde D. Genaro, echando regüeldos de solicitudes, contextos y estudio y cagándose en la madre que pario aquellos burócratas que vivían de espaldas al ciudadano común, que en otros tiempos cuando había que hacer una cosa se hacía y listo, al mirar por el ventanal del casino y ver a las mujeres y hombres haciendo cola para coger agua de la fuente del medio de la plaza para uso de boca, piensa en que sería bueno cobrar un impuesto cobrar por esa agua que llega desde un manantial cercano, con eso y un quita aquí para poner allá ya se irían apañando, que ya se sabe en los presupuestos de pueblos pequeños siempre falta la perra gorda para llegar al duro.
Sentando en un velador en una esquina, y con vistas extraordinarias de la plaza, se encuentra D. Justino, esperando la llegada del correo en el coche de línea, con su eterno carajillo en la mesa y una botella ya mediada de aguardiente casero que tiene a bien invitarle el regente del casino y que el páter aprovecha bien la convidada, tanto que hace mucho no ha vuelto a preguntar cuanto se debe de la consumición, con una bendición arregla las cuentas con el tío Pelegre que así se llama el propietario, lleva mucho tiempo esperándolo todos los días, para recoger las homilías y demás noticas de su obispado, anda con la mosca tras la oreja y espera una amonestación por parte del Sr. Obispo por unos comentarios mal intencionados surgidos de gente desocupada y de malos pensamientos, habladurías dice el a sus amistades, anda el hombre después de haber confesado a Doña Visitación la beata oficial del pueblo y que no falta ninguna mañana a primera hora, pensando en sus cuitas, y él por qué desde hace tiempo existe en el pueblo un chascarrillo , vaya gente lenguarona y pecadora que anda diciendo que Inocencio y Pascual, hijo de la Blasa, que lleva cuidando de el desde que le ordenaran a mayores, y que conforme van creciendo inexplicablemente más se parecen a él, de ahí sus recelos de lo que le diga el ordinario de su diócesis-
Desde su privilegiada atalaya divisa D. Justino la llegada de Matías, el cartero, viene sin aliento pensando que llega tarde a por la saca de correos., pero el coche de línea cada día se retrasa más, viene sin aliento de casa de la Míguela de echarle una mano a alimentar a los animales de corral y de cortarle algo de leña menuda para la cocina, aunque lo disimulan todos en el pueblo saben que se hablan y que existen tocamientos entre ellos, los han visto pasearse por las orilla del rio agarrados de la mano y besuqueándose, Matías vive con su madre nonagenaria, mujer exigente que no dio visto bueno a ninguna moza con las que hablo Matías y en estas se le paso el arroz, a Matías claro y a su madre también, todas eran poco para su hijo, así se convirtió en el jorro oficial del pueblo había más pero Matías destacaba por su oficio, tuvo que amenazar a su madre, cuando empezó su lio con la Míguela de llevarla a las monjitas si no le dejaba en paz, desde entonces la mujer no le hablaba ni de la Míguela ni de nada, solo le mira con cara de degollada cuando lo veía entrar en la casa, ahora se entiende con la Míguela en secreto que todo el mundo conoce, pero ella es viuda sin hijos y no tiene que rendir cuentas ante nadie, y es malo de suyo que el hombre ande solo solo D. Justino el párroco la amonesta en privado pero hoy toma nota para hablar algo sobre esto en el sermón del domingo en misa mayor, no puede permitir que nadie viva en pecado en sus dominios, piensa en como la hará delante de todos sin que sepa que va por ellos que en la moral ajena el curilla es muy exigente, cuando escucha la trompetilla de Vito el aguacil.
Vito, el aguacil, va de esquina en esquina y de plaza en plaza, tocando la trompetilla para llamar la atención de sus paisanos para soltar el pregón y hacer saber las disposiciones municipales por medio de algún bando, cuando llega a la plaza ya se le escucha mejor ¡tutututututu, por orden del sr. Alcalde a saber Genero, que se ha encontrado en la calleja del Mulo una cuerda a cuya punta iba atada un guarro de al menos 18 arrobas, y que aquel que justifique ser el propietario de dicha cuerda pase a recogerla por las dependencias municipales, en otro orden de cosas, también se hacer saber por orden del sr, alcalde que mañana a las dos se personara en esta el tío del paro, para que se anden al loro y no ocurra como el año pasado que los cogió a todos trabajando, he dicho tututututututu, ¡.
Pasando por la calle del lagarto, al pasar por debajo de las ventanas de la escuela, se escucha la cantinela de los niños dando la lección, una por cinco es cinco, dos por cinco diez, tres por cinco quince…, tras los cristales podemos observar a D. Agapito, el maestro, siempre como ausente, dando la impresión de no querer molestar ni estar, pensando por qué motivo tuvieron que trasladarle al pueblo a impartir su magisterio, en el instante mismo que empezó el levantamiento militar, porque se preguntaba día tras día noche tras noche y que habría sido de su novia, aquella novia de toda la vida que desde el 18 de julio de aquel triste año, no había vuelto a ver y apenas saber, ella Lucia también maestra y republicana, le pillo la guerra allá por Zorita y se subió a la sierra a buscar al maquis, alguien que paso por el pueblo alguna vez le dijo que se olvidara que la última vez había sido vista en el puerto de Sagunto esperando embarcar en algún vapor con rumbo desconocido a hacer las Américas tal vez, pero el sigue esperando como el ajuar de dote que amarillea día tras día en el cajón de su cómoda, en la habitación que desde hace cuarenta años habita como inquilino en casa de tía Gregoria, bueno de la sobrina, la tía Gregoria ya murió de vieja también esperando a un novio que se fue a Cuba a por azúcar y no volvió , pero ella hasta el último día siguió esperando con su tazón de café negro en la mesa, para endulzarlo cuando el llegara, mientras D. Agapito sigue en su ensueño, la cantinela de los niños avanza siete por una siete , siete por dos catorce, siete por tres veintiuna…
Aquilino, el cabo del benemérita acompañado de un número, vienen con caras de pocos amigos, bajan hasta la plaza y al preguntarle qué pasó, - lo de siempre, murieron cuatro romanos y veinte cartagineses, contesta Aquilino, el cabo que desde siempre es muy de Lorca, van con prisas por que les ha llamado la tía Telesfora, que anoche los mozos anduvieron de ronda, y después de rondar a Angelines y acabada la garrafa de vino, se dedicaron a cambiar las gallinas de un corral a otro y mezclarlas una con otras y por la mañana no sabían en que casa se encontraban y tristes y no ponían huevos ya se sabe las gallinas son muy suyas. La rondada Angelines, muchacha de buen ver, algo metida en carnes, y que la edad de merecer le está a punto de caducar, pero ella sigue esperando al príncipe azul de sus sueños, a ver si con suerte se deja caer por el pueblo un día, los mozos del pueblo son como poco para una reina de tantas virtudes, una vez apareció un forastero en una mañana luminosa de final de primavera en el coche de línea, llego dándose ínfulas de hijodalgo con dos enormes maletas y un tufillo a alcanfor, le prometió que la llevaría al fin del mundo, pero por lo que se vio después él creía que el fin del mundo se encontraba en Coria, después de dos semanas de andar dando vueltas por los pueblos del valle del Alagón la dejo en la pensión del Piro , con unas de las maletas que contenía fajas y sujetadores como albardas que no era capaz de vender, descubrió tarde que aquel príncipe azul en realidad era vendedor ambulante, la dejo para que volviera al pueblo después de haberse dado un atracón de cuentos de hadas sin darse cuenta de que en ese cuento ella era la doncella y su príncipe azul el encargado de los caballerizas, con unas ojeras que se las pisaba y más hambre que el perro del afilador que se comía las chispas por comer algo caliente sin honra y un billete de cinco duros para que volviera al pueblo con su padre D. Primitivo el boticario del pueblo y viudo de doña Josefina Lucientes a la que el pueblo de Béjar en la provincia de Salamanca tuvo el honor de verla nacer.
Así van pasando los días todos iguales todos parecidos todos distintos, llegan los meses de estío, y se empiezan a escuchar las risas de los niños en sus juegos bañándose en la poza del rio, con la atenta mirada de sus madres que aguas abajo andar en lavar la ropa y tendiéndola para que el sol la seque y blanquee, o recogiendo espliego para cuando ya de vuelta y mezclada en el cesto de la ropa doblada le dé olor, olor a limpio, olor a vida, el trigo segado y la cosecha en el ejido , andan en la trilla y limpiando los rastrojos para la otoñada, toda la faena tiene que estar lista para para las fiestas patronales del cristo de las angustias, en la canícula se escucha con estrepito el canto de las chicharras entre la arboleda, en la calleja junto al pozo de agua fresca que por fin pusieron un brocal, la culebra con su balanceo macabro en círculos y erguida sobre la cola, el pájaro hipnotizado dando vueltas y vuelta baja hacia la boca del ofidio, sobrevolando y bajo un cielo azul verano extremeño, el milano espera el descuido de un descubierto de la mama perdiz y saque a su prole de visita turística para bajar rauda en busca de sustento, a lo lejos se escucha amortiguado por la distancia el martilleo de Isaías el herrero en su fragua golpear sobre el yunque, y las risas de los niños con sus juegos en la huerta de árboles frutales de vuelta del rio...

Agustín Diaz
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