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  • Foto del escritorLlopis Ivorra-AgustinDiaz

HISTORIAS DE LA VILLA DE CÁCERES-CASA MUSEO-ÁRABE CÁCERES

Actualizado: 13 jun 2020

CASA-MUSEO ÁRABE

CASA DE LOS MUERTOS

CÁCERES

En 1.792 el páter Boxoyo, compró la vivienda que teniendo entrada por la calle Cuesta del Marques y un lateral que da a la calle rincón de la Monja, situada al costado de unas residencias urbanas del Conde de torres Arias, haciendo esquina a la casa que había pertenecido a la familia Duran de la Rocha, la casa estaba edificada sobre la ruina de otra existente, hoy casa-Museo Árabe, la compartió con sus hermanas a la que lega en testamento, los últimos años debió compartirla con un escribiente luego escribano llegado d Alba de Tormes, su gracia era Claudio Costanzo Aparicio. Tras la muerte del páter Simón Benito Boxoyo, en julio de 1.807 y de la última de sus hermanas en 1.819, Costanzo, seguía viviendo allí en régimen de alquiler de la testamentaria de Rosa Boxoyo, fallecida sin sucesión esta es adquirida en publica almoneda por el conde Viudo de Torres Arias.

Por el año 1.819, vivía Constanzo en condiciones difíciles de la salud, tras sufrir accidente de tipo cerebral, requiriendo cuidados de su familia política, su mujer también se hallaba enferma, de la que quedó viudo cargado de hijos y deudas, su estadio debió de ser lamentable, aparte que la enfermedad le privo del habla, hubo de ver su nombre publicado en las listas de morosos, de dos de las tiendas más importantes de Cáceres de aquellos momentos, el accidente además de privarle del habla también debió dejarle algunas secuelas de movimientos d la mano, cierto día limpiando un limonero del patio de la casa, debió de caerse de cierta altura, murió de esta caída.

(Epigrafía Latina – Enrique Cerrillo)



Ubicada la casa en la Cuesta del Marques (de Santa Marta) en el número 4, existe la casa encantada, es la Casa-Museo Árabe Yususf Al Burch, desde siempre este inmueble a estado rodeado de cierto misterio, y por donde la gente al ir o venir de sus obligaciones, aceleraba el paso al llegar junto a su puerta, miedo, respeto a lo desconocido, a los rumores, a la leyenda, a los fantasmas, ¡Vaya Vd. a saber¡ siempre rodeado de cierto misterio este caserón era conocido como casa de los Muertos.

Medio en ruinas, estuvo muchos años dejado al abandono, todo el parecía abocado a la ruina, en los años 60 la familia de José de la Torre Gentil, compro el inmueble, pensando en arreglarla para alquiler, o si el acaso se presentaba para la venta, una vez restaurada, la familia decidió darle el uso como vivienda familiar. Una vez instalada en ella, comenzó una restauración que se llevó a cabo durante 12 años, en lo que más tarde se convertiría en el museo Árabe, don José de la Torre, comenzó a estudiar árabe, y en la facultad conoció a un profesor Iraquí, Kais Bakir, quien ayudaría a poner nombre a cada habitación del caserón, justo antes de la inauguración oficial, un trágico suceso hizo que el profesor Kais, con solo 40 años pereciera ahogado.

Con la cabeza arropada, aterrada de miedo, por el ruido de pisadas de gente a la carrera, del entrechocar el hierro de las espadas, del golpeo de metal contra las protecciones de guerra, de las voces de mando, alentado y ordenando la tropa, de defensa los unos de ataques los otros, confundidos el griterío de” Santiago y cierra España “y voto a tal, con los “Ala es Grande y Mahoma es su profeta”, las voces roncas y guturales del cristiano y las más suave y cantarina del moro, miedo a los proyectiles de las catapultas que el cristiano no paraba de bombardear desde recién amanecido y que iba arreciando su cadencia según avanzada aquel día de 22 de abril.

Sola, asurada nerviosa, en la casa, asomando a una ventana, después a la otra, más tarde al terrado, esperando ver bajar o subir por la cuesta su amado esposo, que como oficial de la tropa mora había acudido a su lugar de combate, salió sin haber clareado el alba, apenas engañado el hambre con un mordisco a la carrera al Khubz y algo de fruta en la boca, Volveré le dijo, volveré a por ti, te protegeré, iban pasando las horas, y ella seguía en soledad , desesperada, triste y amedrentada de ventana en ventana.



Conforme se iba marchando la claridad del día, su miedo iba en aumento , ya percibía olor de humo, de las luminarias y hogueras del cristiano, ya por el incendio de las casas vecinas, cerca m uy ceca de unas de las puertas de la ciudad la del Rio, se encontraba la casa, su casa, y entre los ruidos del fragor de la batalla, gritos de cristianos que iban ganando terreno a marcha forzadas y eso , eso le aterraba aún más, y su amado no llegaba para huir juntos.

Recién comenzada la noche, con el segundo canto del gallo, si es que hubiera un gallo que cantase en el fragor de la batalla de aquella madrugada del día 23, al escuchar los Santiago, sin encontrar respuestas se dio cuenta de la gravedad de su situación, por las rendija de una ventana veía la cara de horror del valiente almohade, y el descompuesto del cristiano, por la brutalidad, la calle ensangrentada, el combate poco a poco fue decayendo a favor del cristiano, solo iba quedando el horror de las voces de las mujeres al ser violentadas, y del moro al ser degollado por las hordas del cristiano.

No tenía donde ir, tampoco quería abandonar la casa, su marido le había dicho que iba a volver a por ella, no podía ni quería irse sin tener noticas de la suerte corrida por él, desolada corrió a busca refugio, donde sabía que nadie jamás la encontraría, su escondite secreto, un escondite descubierto en los juegos de niñez y que jamás compartió con nadie. Ya en el reducido escondite, apenas un agujero donde con dificultad cogía, acurrucada , sintió el violento golpe al derribar la puerta de entrada de la casa, escuchó el ruido al derribar y destrozo de muebles y enseres, ropas, adornos, voces maldiciendo en lengua infiel por el magro botín encontrado en la casa ,no vio pero si percibió el hedor del aliento del cristiano que en su rapiña, había estado a un centímetro de encontrar su escondite , donde la bella mora escondía su tesoro más preciado, su vida, y para protegerlos, aguantó escondida, y aguantó, aunque el ruido hacia mucho que se había apagado , siguió aguantando en su escondite hasta que su amado fuera a por ella.



Era el día 23 de Abril de aquel 1.229, día del Santo Jorge, El cristiano acababa de conseguir para su fe, la impresionante, la fortaleza, la bella ciudad de Hins Qazrix.

Dicen, que una mujer bellísima, mora, ataviada a la usanza que las mujeres moras gustan vestir, habitante de la casa que Jusuf Al Burch, habilito como museo, su espíritu sale de su escondite secreto, para vagar por las noches por su morada, a su paso aseguran , se encienden luces antes apagadas, se mueven los objetos como si tuvieran vida propia , dicen que parece en su semblante, que está esperando, esperando , aguardando tras el pasar de los siglos la vuelta de aquel principal guerrero almohade, para librarla de su cautiverio de siglos en manos del infiel.



Agustín Díaz

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