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  • Foto del escritorLlopis Ivorra-AgustinDiaz

EL POZO DE LA NIEVE DE LA VILLA CACERENSE

EL POZO DE LA NIEVE DE LA VILLA CACERENSE

Crónica desde la calle Ronda de la Pizarra

Hacía ya unos días que no bajaba a la pedrera donde se ubicaba la taberna de la colora, más al entrar todo parecía igual que siempre pero no obstante diferente, se sentían las ausencias, unos por pasar a mejor vida y otros por pasar a mejor taberna, o por lo menos a mejores vinos, que y pese a mis muchos años, jamás sentí despreciar cuando ofrecían de lo bueno, el hijoputa del Piyayo ya no traía a los lindos a la taberna, seguro que estos ya se habían aburrido de ver como se entretenían los pobres en su pobre barrio del Carneril, tan solo de los habituales el tio Matamoros sentando en su mesa de siempre y con el cacillo de siempre, con el aguardiente de siempre, Montoya tambien sentando ante su mesa, pensando siempre en su hija ,trabajadora de la Seat, allá por la Cataluña, y en su hijo tambien en tierra extraña para paliar en hambre, y buenos marcos que le enviaba a Montoya todos los meses para que le hiciera la hucha, por el acaso y tal, bueno me salió el chico decía a quien quisiera escucharle, el tío Chivario ante su eterna pistola de vino y en su sitio de toda la vida, y como no podía ser de otra manera los perenne jugadores de rana, con su martilleo Clan, Clan, Clan, de los tejos al golpear en la boca de la rana.

-Carajo Chivario, mira, acaba de entrar el chiquino, que ya nos tenia en el olvido, y con ese calor que hace, quien estuviera en sitio fresquito ¡Eh Chivario!

-Ya te digo Eugenia, aun recuerdo de muchacho cuando me colaba dentro a jugar con los de la pandilla.

-Pero que dices, iluminado, ¿pozo de las nieves? ¿aquí en Cáceres? Anda Chivario no bebas más.

-Pero quien osa hablarme así, acaso es mentira lo que cuento, sírveme otra pistola Eugenia que ahí va la historia.

Recuerdo que, en el paraje del Cerro del Rollo, así llamado por ser el lugar donde se colocaba la pica para los ajusticiamientos, símbolo de la jurisdicción de la villa cacerense, lugar que seria conocido entre los paisanos como Paseo Alto, y más tarde, mucho más tarde Paseo de Ibarrola, sucede que, si vamos dando un paseo por el lugar, nos encontramos con las ruinas de lo que fue el Pozo de la Nieve de Cáceres.



Básico era el hielo, aunque no era de primera necesidad, para la conservación de alimentos, bebidas, fabricación de helados, sobre todo en los meses comprendidos entre mayo y octubre, más cuando aprieta la canícula en este secarral que es la villa cacerense, y aunque ya los romanos habían desarrollado una industria dedicada a repartir hielo por todo el imperio, no sería hasta la venida de los musulmanes los que impusieron la costumbre de dotar a la poblaciones de pozos de nieves, y en espacial a las que superaban los 2000 habitantes, y que estos pozos vivieron su mayor apogeo entre los siglos XVI y XVIII.

Se sabe que este pozo, estuvo en funcionamientos desde su construcción en el siglo XVII hasta la segunda mitad del siglo XIX, ya que de esta época es la fundación de la primera fabrica de hielo, fabrica que construyó el farmacéutico don Joaquín Castel Cavás, y dándole ubicación en el barrio de Aguas Vivas, muy cerca de la Fuente del mismo nombre.

*En 1630, el cirujano Antonio Fernández contrató a varios portugueses, a los que pagó 467 reales y medio de sus jornales “y de otras personas que les ayudaron a cavar el poço de la nieve que el dicho lizenziado haze en el zerro del Rollo, exido desta villa, el tiempo que se ocuparon en lo acabar de ahondar y ensanchar lo que le faltava”; más otros 45 reales del alquiler de picos, azadones, espuertas y otras herramientas. Este cirujano era una persona emprendedora, pues en la Peña Redonda había construido un molino de viento. En 1639, vendió el pozo de nieve a D. Jerónimo de Godoy Ovando.

En el siglo XIX, establecieron sus negocios de nevería Juan Llovió y José Tejeda, pero sus precios no resultaban muy competitivos por verse obligados a transportarla en pequeñas cantidades a causa de no tener donde guardar la nieve. Para solventarlo, en 1844 instaron del Ayuntamiento la venta a censo del antiguo pozo del Barrerón del Rollo -ruinoso desde hacía años-, por cuanto solo servía de almacén de inmundicias y de animales muertos. Sacado a subasta pública, se adjudicó por 20 años a D. Lorenzo Fernández, quien lo cedió a D. Manuel Salgado, con la obligación de reedificarlo en el plazo de un año y amojonar de manera estable el patinadero. Por su parte, el concejo se comprometía a concederle terrenos próximos baldíos para hacer charcas donde recoger, así como en la de los Mártires y demás depósitos públicos, el hielo que quisiere.

Salgado no se limitó a encargar su recuperación al alarife Tomás Tejeda, sino que proyectó también una casa y una habitación para oficinas. A cambio, solicitaba la ampliación de patinadero para que los carruajes transitaran con mayor comodidad, lo que se le autorizó con reserva de que, aunque el pozo quedara dentro de la casa que levantaba, no adquiría ninguna propiedad sobre el mismo, sino el usufructo por el tiempo y condiciones señalados.

Cáceres no puede permitirse perder (como ha sucedido con tantos molinos, batanes, tenerías y hornos de cal) este edificio de época preindustrial y que su recuerdo se perpetúe solo en el nombre de una calle.

*Serafín Martin Nieto-Diario Hoy 5-12-2019



El traslado de la nieve desde las montañas hasta Cáceres, era un trabajo en cadena, ya que lo hacían bajando la nieve e las sierras de Béjar, Piornal y demás sitios ubicados en el Norte de la provincia cacerense, y pasando por los diferentes pozos de la nieve abasteciendo todas las poblaciones dirección Sur.

Esta industria, la de la nieve, generó varios empleos entre ellos el de los boleros, así llamados los que recogían la nieve de los ventisqueros, los arrieros que transportaban la nieve en reatas de burros y los neveros, estos eran los que comercializaban el producto en destino.

La estructura del pozo era construcción cilíndrica que se ubica bajo tierra, techado, y con una seria de poleas para poder sacar la nieve y con el fin de ganar espacio y para que la nieve se convirtiera en hielo, esta era aplastada con un pisón de madera, divididas en capas de cincuenta centímetros, cubiertas con paja para su mejor conservación, disponía el pozo con un agujero de desagüe a ras de suelo, para evacuar el agua del deshielo y evitar que se produjera la descongelación, para aprovechar esta agua helada, se solía hacer charca pequeña junto al pozo, de poca profundidad, que en los meses más frio se solía congelar, con los que aprovechaban los trozos de carámbano para el mantenimiento de congelación de la nieve.

Y según parece el pozo, mejor dicho, la estructura del pozo sigue existiendo en no muy malas condiciones a pesar del tiempo trascurrido y su abandono total, olvidado y dentro de una fInca particular, que se utiliza como resguardo de ganado, onde antes se almacenaba el hielo que también servía para agasajar a gente con pedigrí que visitaba la villa cacerense.

-Hora de cerrar, grito la Eugenia, nada más escuchar terminar la historia del pozo de la nieve a tio Chivario, cada uno a su casa el que la tenga, pero no se olvide nadie de pasar por caja, que aqui no se fia

Mientras los parroquiano iban saliendo, solo se escuchaba el eco del ultimo tejo al entrar en la boca de la rana Clan.


(Fuente Garcia Morales)

(Fuente Serafín Martín Nieto)

(fuente Cáceres al Detalle)



Agustin Díaz Fernández

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