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  • Foto del escritorLlopis Ivorra-AgustinDiaz

ERMITA DE LA PAZ - CÁCERES

                               ERMITA DE LA PAZ

                         VIRGEN DEL BUEN PARTO

                                       CÁCERES

Crónicas desde la Ronda de la Pizarra.

Ermita de San Benito y San Juan Evangelista.

Construida en el siglo XVI, en la Plaza Mayor de Cáceres, y en el sitio donde ahora se ubica la ermita de la paz, y que permaneció allí hasta el siglo XVIII,

Y como consecuencia del nombre de esta ermita, el portal de esta zona tambien recibe el nombre de San Benito, pero ya en 1720 se levanta la ermita de la Paz sobre las ruinas de la antigua ermita de San Benito, y el poco patrimonio que le quedaba, así como la efigie del santo fueron a parar al convento de San Pedro. Este Convento de San Pedro se encontraba en la calle del mismo nombre, y junto a la plazuela de San Juan, desparecido en 1836 por la desamortización de Mendizábal.

Don Simón Benito Boxoyo, se refiere a ella; Es de tres bajas y pequeñas naves, pero con buen adorno, y tres altares en los que se celebran misas todos los días de precepto y la fiesta anual es 24 de Enero, como  tambien la del santísimo rosario que sale cantado desde el 3 de marzo de 1754, y tambien se reza diariamente, tambien por costumbre inmemorial, sale la procesión para publicar la bula de la cruzada, desde que fue titular de ella San Juan Evangelista.

En el año 1568, fue instituida canónicamente en Cáceres, las cofradía de Nuestra Señora de la Paz y Caridad, adscrita a la parroquia de Santa María, su fin era el socorro preparatorios para la asistencia de los reos puestos en capilla, se destaca tambien la imagen de San Benito, allá hacia la mitad del siglo XVIII , realizada por el escultor José Proenza , también una imagen de San Juan Evangelista del siglo XVIII.

En 1865, el pintor Rafael Lucenqui y Martínez, pintó un cuadro de la virgen de la Paz o Nuestra Señora del Buen Parto, que reemplazo al  que desde el año 1714 habia estado expuesto en la hornacina del portal llano o de los  escribanos, hasta que la Asociación Cultural San Jorge, retiro el cuadro original dl pintor Rafael Luncenqui el 11 de julio de 1992 con el propósito de restaurarlo doña Maria A. González Luceño, debido al deterioro tras haber permanecido expuesto en los soportales durante 127 años, el proceso de restauración finalizo el 24 de marzo de 1994, el cuadro fue colocado encima de la puerta de la sala de Banderas del Ayuntamiento, el 20 de febrero de 1997 se colocó una réplica en los soportales de la Plaza Mayor.      



LEYENDA

Nos cuenta el cronista que, Lázaro Laso fue un cacereño sensible a los actos inmorales y continuos enfrentamientos que, cada vez con mayor frecuencia, tenían como escenario la plaza de la Villa. Devoto de la Virgen, construyó por sí mismo un santuario dedicado a su culto.

Cuando terminó su obra, colocó en el altar la imagen de la santísima, a la que imploró que mediase para dar fin a tanto escándalo. La virgen le escuchó, y en poco tiempo transformó en un recinto de paz lo que antes era lugar de banderías. Alborotos y otras indecencias que no se comentan hubo en los primeros tiempos de esta ermita, hasta el punto de que, en el año 1751, se decidió cerrar el pórtico de la entrada con la artística reja que hoy podemos disfrutar. Con ella se evitó lo que era lugar de encuentro de maleantes, que a su sombra cometían cosas indignas de ser nombradas. En 1751 observó sé que el pórtico alzado ante la ermita, con sus tres arcos abiertos, se había convertido durante el día en lugar de reunión de jugadores, siendo por la noche refugio de maleantes de ambos sexos, que toman tabaco y cometen cosas indignas de nombrarlas. A fin de impedir tales juegos e indecencias, se acordó cerrar los tres arcos”.

Extracto de “La cofradía de Nuestra Señora de la Paz”, de Miguel Muñoz de San Pedro.

En el antiguo enclave del portal de los Escribanos, en lugar de la primitiva imagen se expuso, desde 1714, un cuadro que representaba a la Virgen. Esta primera pintura fue sustituida en 1869 por otra del pintor extremeño Rafael Lucenqui, cuyo original hoy lo podemos disfrutar en el Museo de Cáceres, sustituyéndola una copia en el sitio tradicional; copia que, cual, si fuera el río Guadiana, una vez está y otras no se sabe dónde para.

Esta obra de Lucenqui gozó de estima entre los cacereños, que comenzaron a llamarla como Virgen de los Portales. Pronto se convirtió en tradición el que las embarazadas pusieran velas a los pies de la pintura, pues ello garantizaría un buen parto y el nacimiento de un niño sano, de ahí que recibiera el nombre popular definitivo de Virgen del Buen Parto.

“En este ayuntamiento se acordó que, por cuanto la ermita del señor San Benito esta cayda y que se trate de reedificarla por el licenciado Juan Cantero, vicario de esta villa, dar ayuda de costas para ella y que por ser una casa que data de tan antiguo”.

“Reunido el cabildo de la cofradía del Señor san Benito en su iglesia, en la Plaza Mayor, en día 20 del mes de agosto del año de 1610 y ante el escribano público diego Martin Pulido, por no haberse presentado el escribano de la cofradía, y el Mayordomo dijo que, Pedro Delgado, escribano que fue del ayuntamiento y de la dicha hermandad, era ya difunto, motivo por lo que la cofradía tenia necesidad de escribano y siendo cofrades Francisco Tovar Velázquez, escribano del Ayuntamiento, Benito Sanchez Magdaleno, Pedro Pérez de Osma y yo Diego Martin Pulido, a continuación y nominalmente fueron votando los demás hermanos, más surgen cuestiones por este nombramiento y por otros motivos, como fue la petición por parte de Pedro González, de la llave del cepo y de la troxe de la cofradía, que están en la iglesia que el santo tiene en el campo”

Y es que hubo otra ermita con la misma advocación a San Benito, y estaba junto a la Audiencia de Cáceres.

Entre los años de 1994-1995-1996 publicaron los medios de comunicación la noticia referente al origen de la devoción a la Virgen de la Paz entre los vecinos de la villa cacerense, con motivo de la restauración del cuadro que fue el origen de la mencionada devoción.

Pero estamos en el año de 1712, cuando tuvo la a venida a Cáceres del beato Lázaro Lasso, y lo vemos bajando por la calle Pintores portando bajo el brazo un cuadro con la imagen de la denominada Virgen de la Paz, este buen hombre solicitó permiso al ayuntamiento para colocar en el portal de Escribano o portal llano de la Plaza Mayor, concedió permiso el concejo y  el cuadro que traía el beato, fue colocado en el sitio que abundaba la suciedad, refugio de tullidos y pedigüeños y gente de moral distraída, se acompañaba el cuadro con dos farolillos que tenían que permanecer constantemente encendidos.

Al punto, la vecindad parece que siente atracción por este cuadro y comienzan a asistir a los actos que el beato Lázaro organiza, las mujeres de la villa colocan velas encendidas de forma espontánea y comienzan a pedir el favor de la Virgen las mujeres parturientas.

Al poco de su llegada a la villa cacerense, fallece el beato Lázaro Lasso, y se murió sin entender la devoción del pueblo hacia la Virgen de la Paz, estamos en el año de 1714 y se hace responsable de mantener los farolillos permanentemente encendidos una Catalina Chamorro, y en el día 24 de enero d el año de 1714 se celebra con toda solemnidad la fiesta de la Virgen de la Paz.

Más fueron tantos los seguidores de esta imagen que se acordó crear cofradía,, ordenanzas que fueron aprobadas por el obispo Antonio Sancho de Velunza y Corcuera, esto fue en el año de 1720, cuando se acude al ayuntamiento cacerense, con motivo de solicitar sitio decente donde poder celebrar misas, necesitando para tal efecto una ermita, así como para realizar una efigie de la Virgen de la Paz que queda expuesta al culto, con este motivo se acuerdan de la ermita de San Benito, que se encuentra en ruinas y que fue levantada en el siglo XVI, en la Plaza Mayor y adosada a la torre árabe del siglo XII de Bujaco.

En sesión de 24 de abril de 1724, el Concejo accede a la petición, y ese mismo año se inician las obras de rehabilitación de la antigua ermita de San Benito.

Y llegamos al año de 1736, que es cuando se acaban las obras y trasladan del convento de San Francisco un retablo, Pedro Correa imaginero vallisoletano realiza una talla de la Virgen de la Paz, el coste asciende a cuatrocientos reales, ocupa el cargo de mayordomo Pedro Sarmiento y Pizarro, la imagen de esta virgen es la que se encuentra en la cripta, la efigie fue bendecida por Juan de la Mata Vivero, eclesiástico y cura de Santa Maria un día 8 del mes de Enero del año de 1737, y en procesión es trasladada la Virgen de la Paz desde Santa Maria hasta la nueva ermita, iba acompañada con las imágenes de San Benito y de San Juan Evangelista, que eran los titulares de la antigua ermita.

Tambien en este año de 1736, solicita la hermandad terreno, el que esta contiguo a la ermita, para la fábrica de casa para el ermitaño, junto al Arco de la Estrella, pero Miguel de Mayoralgo, conde del mismo apellido, se queja, dice el hombre que le quita la vista a tres arcos y medio del portal empedrado o de escribanos y parte de la vista de la Plaza Mayor, el caso es quejarse, ya en 1739, se acuerda construir la casa para el ermitaño en el sitio que con anterioridad se usaba como toril, poco más tarde se le añade el portal aprovechando las piedras de la muralla, nada de esto existe ya.

Los gastos de la redificación del templo, corrieron a cargo de la cofradía, construcción, carpintería, que fue realizada por el maestro Alonso Luceño, este artesano realizó las puertas de la ermita, sacristía y alacena por la cantidad de 419 reales, los herrajes fueron realizados por Diego Solana por un importe de 15 reales y dos maravedis.

Ya se tenia los objetos de culto, cáliz y patena de plata que, fueron adquiridas en la feria de Cáceres del año de 1735 por 543 reales y dos maravedis, una lampara de plata que pesó 59 onzas y que importó 1835 reales, mandaron construir otras dos lámparas por un importe de 670 reales.

La primera camarera, encargada de vestir y cuidar la efigie de la virgen de la Paz, fue Isabel de Sotomayor y Tordoya, ingresando en la cofradía como hermana, su marido Diego de Ovando y Ulloa no lo era, el primer portero de la ermita fue Juan Francisco Bolaño el que fue sustituido por Pedro Sanchez que a la sazón tambien era el ermitaño.

La construcción de esta ermita esta realizada en sillarejos, con una nave de un tramo, presbiterio recto y una capilla del lado del evangelio, arcos de medio punto a los pies, precedida de pórtico con tiple arquería de medio punto y cerrada con verja de hierro, donde figura:

“ESTA CAPILLA ES DE NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ, SE HIZO ESTA OBRA EN EL AÑO DE 1756”

En la parte superior, dos escudos con rosario y una cruz, la otra verja se remata con un águila bicéfala coronado y el anagrama JHS, los remates interiores son de Juan de Acedo.

Ya en el interior de la ermita, efigie del siglo XVIII, en madera policromada de San Benito, así como otra efigie tambien del siglo XVIII de San Juan Evangelista.

El retablo mayor, con motivos de la pasión y en hornacina central la imagen de la Virgen y el niño, bien estofada, a los lados esculturas policromadas de Santa Benedictina y San Benedicto del siglo XVII, en el remata Espíritu Santo dentro de nubes de querubines. Este Retablo Mayor es del siglo XVIII, y este dorado.

(Corrales Gaitán-ermitas)



Y como no, esta ermita no le puede faltar su anécdota, y sucedió que.

“Según cuentan de antiguo, seria allá por el año de 1737, vivía en la villa cacerense, el caballero y temeroso de Dios, Antonio López del Rio, este caballero tenía desde hacía algún tiempo en su casa, un bello crucifijo, venido desde la ciudad de Madrid, en donde lo habia  adquirido, de este crucifijo la gente afirmaba que hacía milagros, motivos por el cual y a diario cientos de paisanos se acercasen hasta el lugar para postrarse a los pies del que llamaban Cristo de la Piedad, llegó al punto que la devoción fue muy grande, tanto que se llegó a afirmar que se produjeron en aquel tiempo hasta tres milagros y hasta quedaron registrados los datos de las personas que fueron agraciadas por tales acontecimientos, estos “milagros” o presuntos milagros, llegaron incluso a ser investigados por las autoridades eclesiásticas de la época.

Grande fue el revuelo que se armó con estas noticias, tanto que hicieron enfadar al obispo de la diocesis de Coria Vicente Cebrián y Agustin (1731-1742), y presionado por los distintos religiosos de la villa cacerense, ordenó al propietario y cuidador de la imagen del milagroso Cristo que, la depositara en la ermita de la Paz, y así lo hizo con fecha 7 de marzo de 1737, este acto fue presidido por el prelado que, se encargo de elegir el lugar donde seria depositada la efigie, en el lado izquierdo del altar y dispuso que fuera vestido y adornador para mayor esplendor del culto, y se permitió gastarse en ello hasta 136 reales, mientras la cofradía otorgaba título de hermano a Antonio López.

Más sucedía que este buen hombre, Antonio, andaba mosqueado, ya que no entregó su efigie con agrado, que lo hizo obligado por las autoridades eclesiásticas, así que se puso a largar por lo mentideros de la ciudad contra la cofradía, que si esto, que si lo otro, que si habían entrado como puercos al maíz, que si eran y dejaban de ser, lo de siempre entre gente de sacristas e inciensos.

de Hasta que el día 10 de marzo, le dieron tres cuartos al pregonero las quejas de López, y llegaron a oídos del  obispo, lo que provocó situaciones violentas y enconadas que duraron varios meses, hasta que puso fin una orden episcopal que, dispuso el traslado del Cristo de la Piedad al Convento de Santo Domingo a cuya comunidad lo habia donado previamente su propietario, a la cofradía de la Paz no le quedo más y aunque a regañadientes dio cumplimiento a esta orden de 10 de diciembre de aquel mismo año de 1737, al mismo momento y como venganza dieron de baja en la hermandad a Antonio López.

El resultado fue que la efigie del Cristo de la Piedad, quedo en custodia de los inquisidores hermanos Dominicos Predicadores, estos, ocupaban el convento de Santo Domingo hasta que en 1822 se largaron de la ciudad.

En la actualidad la imagen de este cristo, que otrora fue llamado Cristo de la Piedad, está bajo el cuidado de los hermanos Franciscanos, y hoy es más conocido con el nombre del Calvario o de los Estudiantes

(Miguel Muñoz de San Pedro)

“en el año de 1568, fue instituida canónicamente en la villa cacerense, la cofradía de Nuestra Señora de la Paz y Caridad, adscrita a la parroquia de Santa Maria, cuyo fin era el socorro y actos preparativos para los reos puestos en capilla.

Con fecha e de febrero de 1794, solicitan a la hermandad de la virgen de la Paz y Caridad que, se abriera su iglesia, la de la plaza, para los días que se hiciera justicia con algún reo, y en el portal e pudiera cumplir los fines para los que se constituyó, les fue concedida la solicitud a los cofrades de la Hermandad”

(Miguel Ortiz Belmonte)

Pasa el tiempo, y en el año de 1865 el pintor Rafael Lucenqui y Martínez, pintó un cuadro de la Virgen de la Paz, o de Nuestra Señora del Buen Parto, que sustituyó a la que desde el año de 1714 habia estado expuesta en la hornacina del portal de Escribanos de la Plaza Mayor.

Ya en 11 de julio del año de 1992 y con el propósito de restaurarlo Maria A. González, debido al deterioro tras permanecer expuesto en los soportales 127 años, restauración que se terminó en 24 de marzo de 1994, el cuadro original fue colocado encima de la puerta de la sala de banderas del ayuntamiento cacerense. Con fecha 20 febrero del año de 1997 se procedió a colocar una replicar en el lugar original de los soportales de la plaza mayor.



Agustin Díaz Fernández

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