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ERMITA DE SAN MARCOS

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 22 feb
  • 11 Min. de lectura

                       ERMITA DE SAN MARCOS

                                    CÁCERES

Crónica desde la Ronda de la Pizarra.

Cuenta la leyenda, o la tradición, o quizás la historia que y a veces estas tres cosas llegan a confundirse en la villa cacerense, que, de la primera ermita de este nombre de la que hay noticias y después de la conquista, es la del evangelista San Marcos, que estaba o mejor dicho estaba ubicada entre la muralla y la Ribera, al pie del Baluarte de los Pozos, junto enfrente de la torre llamada del gitano, torre árabe del siglo XII, en cuyo sitio cuenta la tradición de haberse celebrado la primera misa, coincidiendo con ser el dia que la iglesia celebra al Santo Marcos, y dos días después de la toma de Cáceres.

Debajo de esta ermita, principia una mina o pasadizo que, continuando bajo la muralla sigue hasta cerca de la casa de los aljibes (palacio de las Veletas) y se dice que se usaba en tiempos de guerra para bajar a la ribera a por suministro de agua de boca, otros quieren que entraran por ella algunos soldados del Rey don Alfonso hasta el mismo Alcázar, guiados por cautivos que traían haces de leña de la vecina sierra y que tomándoles las llaves, abrieron las puertas de la muralla, más  no hay instrumentos auténticos que explique la realidad de como se tomó Cáceres al sarraceno.

Tiene esta ermita una medida de tres varas en cuadro y en su altar una imagen de San Marco de mucha antigüedad.

(Simón Benito Boxoyo-Noticias de Cáceres 1794)

“la capilla o ermita de San Marcos, en tiempos del páter Boxoyo, no sé si todavía estaba abierta al culto, si así fuera no seria por mucho tiempo más, las galerías que señala debe ser las llamadas en las construcciones árabes como torres Carajas, es decir una especie de túnel cubierto para proteger a la tropa en entre la muralla y un punto cercano, en este caso la Ribera, esto ya no existe, la torre Coracha fue derribada hace mucho tiempo, y debió ser lo que vio el páter.

Ahora bien, cuando repasamos las medidas de la llamada ermita, vemos que era poco más que una habitación pequeña, y conociendo el sitio donde se dice estuvo situada por su estrechura y dado que al poco que se mire, estos señores de la guerra acostumbraban a misas de campaña con toda la hueste presente e impartida por varios vicarios a la vez, y el lugar era más bien estrecho, a no ser que casi toda la tropa estuviera hasta la rodilla de agua en el rio-

Hay otro elemento que hace muy difícil que esto ocurriera y es que Hins Qazrix estuvo dominada por los musulmanes, de la sexta de los Almohades, temibles guerreros por su bravura, provenientes de tribus del Atlas marroquí, durante 52 años, estos almohades, religiosos hasta el fanatismo, no creo que dejaran en pie una ermita cristiana, y más junto a la torre del baluarte de los Pozos donde figuraba el letrero:

         “Ala es el único Dios, Mahona es su profeta”

Para los que todavía crean en que en el lugar indicado existió ermita, el arqueólogo don José Ramón Mélida, en su Diccionario Extremeño del año de 1916, nos cuenta que:

Existen restos de un pequeño edificio, fuera de la muralla y frente a ella, entre la fuente del Concejo y el Puente de San Francisco, que también lo cita don José de Viú en sus antigüedades de Extremadura, estos restos pertenecen a un monumento que llaman Saucello o áedicula, y que según parece es un templo o más bien monumento fúnebre, y que de ahí debe la justificación de su ubicación en el camino que bordeaba la muralla y la Ribera y donde según la costumbre debió estar la metrópolis de Norba Caesarina. Hoy el pequeño recinto, no olvidemos que el sr. Mélida lo visito en 1916, es´táa habitado por gente pobre y lo constituye una estancia de 2,40 metros de anchura, por dos muros de piedra de gran espesor, de 1,40 metros, y que solo lo justifica pensando que sobre ellos debía voltear una bóveda de medio cañón, hoy, nos sigue contando Mélida, sustituida por una cubierta de madera y al fondo un ábside semicilíndrico cerrado por un casquete esférico, el edificio está muy desfigurado y sus muros, muy perforados para abrir miseras ventanas.

(J.R.Mélida-Diciconario de Extremadura 1916)

Otra mención como ya se apuntaba, es la que hizo don José de Viu en las Antigüedades de Extremadura del año 1840, en que dice:

“Cáceres ofrece también un templete, igualmente romano, en su parte oriental entre la fuente del Concejo y el Puente de San Francisco, de los que llaman Saucello, en cual se conserva en mal estado”

Como nos indican este templete funerario romano en la visita que hizo el sr, Mélida en 1916, ya se encontraba habitado por una familia, y sabemos que estuvo habitado hasta su demolición en 1964, concretamente por una familia que le apodaban “Sopa” uno de ellos fue encargado de servicios del Ayuntamiento cacerense.

Y acaeció que, no muy lejos de donde se dice hubo ermita de San Marcos, y ya subiendo el camino que va a la Sierra de la Mosca, existe otra iglesia del mismo nombre, y es ermita muy capaz, con imagen de escultura del santo Marcos que suele acompañar las procesiones de letanías, estas según parece ser son formas de oración sencillas y ya de muy antiguo utilizan afirmaciones repetidas en respuestas de peticiones, alabanzas, intercesión y bendiciones, conduciendo a la parroquia mayor su cofradía y  clero, “no se sabe cual es el motivo por el que se erigió esta ermita y con la advocación del  mismo santo, habiendo aquella de abajo que se pudo ampliar si era chica, y evitarse la molestia de tener que subir una elevada cuesta, y más estando la antigua en terreno llano.

En las procesiones de letanías, iba detrás de la villa el toro que, llamaban de San Marcos, más en 19 de abril de 1747, acordó en Concejo dela ciudad, no volviera jamás a concurrir para evitar inconvenientes y también por no haber concurrido la villa a esta procesión general, esto fue en el año de 1770, habiéndolo recomendado el Alcalde Mayor y que para evitar escándalos en lo sucesivo se asistiera siempre a esta procesión, cierto es también que no se asiste sin saber por qué.

Ahora bien, no existe ni nunca existió en esta ermita la tradición del toro de San Marcos. Este toro llamado del santo Marcos tuvo mucho arraigo en el pueblo de Brozas, según referencias de Juan de la Trinidad, quien relata costumbres y detalles con respecto a la asistencia de toro en las fiestas y procesiones del este santo.

La ermita de San Marcos o San Maquino, en 1794 aun estaba abierta al culto.

(Simón Benito Boxoyo-Noticias 1794)

Como hemos comentado se levantaba la ermita dedicada aa la advocación de San Marcos el Viejo, muy próxima al baluarte de los pozos, justo enfrente de la torre llamada del Gitano, y según cuenta la tradición fue lugar donde se oficio la primera misa tras la conquista, concretamente dos días después de esta, el día 25 de abril, día en que la iglesia conmemora al evangelista Marcos, nombre que dieron a la “ermita” o saucello, y cuentan que el maestro alarife don Francisco Encinares, en el año de 1722 fuera el contratado para realizar una profunda obras de consolidación en todo el edificio, dado el estado precario que se encontraba, esta ermita pasó durante su larga vida, no olvidemos que se trataba de un templete romano, por distintas etapas, hasta el año de 1964 y encontrándose en ruinas total fue derribado, desapareciendo para el olvido, los distintos elementos de decoración de la época romana de su construcción, si hay algo que destacar eran reducidas dimensiones de este edificio como lo hace constar el sr, Mélida.

Así las cosas, y con todos los datos e indicadores más algún que otro detalle, todo hace indicar que es este sitio jamás hubo ermita, a no ser que usaran como oratorio el templo funerario romano, es más si nos fijamos en el sitio, podemos observar la angostura del sitio donde se ubicaba, justo a orillas de la Vía Lata “ancha” del romano, este era el ramal que desviándose de su recorrido principal, para y junto a la Ribera camino del Castro Caecilia a su paso por la Norba Caesarina.

Otro motivo para poner en dudas le existencia de esta ermita es que, los musulmanes estuvieron entre nosotros entre unas cosas y otras 52 años, y si tenemos en cuenta lo que se dice de estos vecinos, eran religiosos hasta el fanatismo, estos musulmanes de la sexta Almohade, eran unos terribles guerreros, valientes como poco y hábiles en el manejo de las cosas de la guerra, fieles en cuanto a la interpretación de su libro sagrado Corán, ya me cuesta entender que hubieran permitido mantener en pie este Saucello, si hubiera sido ermita de cristianos.

También tenemos que tener en cuenta que, según nos explica el catedrático don Antonio Floriano en su historia de Cáceres del año de 1957, a últimos del siglo II o principios del III, los romanos emigraron como buenos extremeños a tierras de más provecho, estos, los romanos digo, eran los sucesores de aquellos veteranos del gran Julio Cesar, que al cumplir sus veinticinco años obligatorios de milicia, les obsequiaban con tierras de labranza, ya que estos romanos eran agricultores y aspiraban a tener tierras propias, y a los que poblaron Norba Caesarina entraron en el reparto, más esta tierra de siempre no fue agradecida a premiar el sudor, y tuvieron que abandonar la tierra cacerense, andando, imagino que no pillarían el tren, ese que nos prometieron hace cuanto ha, y que nos llevara a ninguna parte, pero el catedrático no  nos cuenta que si eran o no cristianos aquellos romanos, imagino que aquí quedarían aquellos que casaron con las paisanas de la tierra colorá, pero fueron pocos, y no volvemos a tener noticias de Cáceres hasta el siglo VI, cuando Leovigildo, que iba de paso dirección Mérida a darles unas ostias a su hijo Leovigildo por fugarse el colegio, destruyo la ciudad por dos veces, una porque si, otra porque lo traicionaron estos cuatro paisanos que quedaron por aquí como desechos de tientas, y aquellos visigodos tampoco eran cristianos o eso creo yo eh, que ya es mucho creer, y aunque estuvieron por aquí un fin se semana, tampoco creo que tuvieran interés en mantener una ermita de cristianos, y máxime cuando venía de meter en un colegio privado a su hijo, Hermenegildo, precisamente por eso por ser cristiano, y ya no tenemos más noticas de Cáceres hasta que en 1141 alguien cuenta que Al-Mumin, padre de Abu-Ya’qub pusiera sus ojos en ella y viera el potencial de la antigua Norba Caesarina como refugio y fortaleza para custodiar las entradas en la raya del Tajo, lógicamente y por lo ya explicado estos almohades tampoco tendrían interés en mantener en pie una ermita, pero en fin, quizás sean cosas mias.

 Los ruinosos restos del templo primitivo, fueron derribados en 1964, por amenaza de desplome, pero se conserva, sin embargo, un excepcional testimonio, un dibujo de Gustavo Hurtado de 1896, en el que se observa una construcción de única nave, en la que se abrían vanos alquitranados, con techumbre a dos aguas y ábside circular.


Ermita de San Marcos
Ermita de San Marcos

 

Ermita de San Marquino

Más al otro lado de la Ribera y, subiendo ya hacia la Montaña, como comienzo de una vía sacra, jalonada de pequeños oratorios devocionales hasta llegar al santuario de la Montaña, nos encontramos otra ermita dedicada al mismo santo, San Marcos el Nuevo, aunque es conocida por su diminutivo, San Marquino. La ermita se halla entre medianeras, estando parcialmente oculta su fachada primitiva del siglo XVI por el avance de una casa vecina. Lo más antiguo que presenta al exterior (ya que fue profundamente reformada en el XVIII, arruinada y recuperada, es la portada de cantería, de arco modulado y levemente apuntado sobre el que se dispone un óculo, todo ello enmarcado por un gran arco granítico que reposa sobre ménsulas. Como es tradición en las ermitas cacereñas, sólo la cantería no está cubierta por la cal. El interior, bajo cubierta a dos aguas, es de una única nave y alberga la imagen del evangelista titular., En el siglo XIX se cerró al culto, con el tiempo fue abandonada y ha llegado hasta nuestros días en estado ruinoso, recibiendo una importante restauración en el año 1994.

Pertenece a la parroquia de San Mateo.

La primera restauración seria que se le realiza es en el año 1597. El nombre originario era San Marcos,  La explicación la podemos encontrar en que San Marcos es el patrón de León, el reino que reconquistó Cáceres, y no sería descabellado que el ejército leonés se asentara en la falda de la Sierra de Mosca a modo de atalaya desde donde contemplar la sitiada Qazrix, que sería muy distinta a lo que hoy conocemos, un perfil que un cacereño de hoy no identificaría con Cáceres, a no ser que reparara en la cerca,  pero con el transcurso del tiempo y motivado sin duda por el tamaño más bien reducido de su imagen titular, se le comenzó a aplicar el conocido diminutivo. Tuvo tres altares, de tamaño más bien reducido, el central que era donde estaba la primitiva imagen de San Marcos, y otro a cada lado, estos a mediados del siglo XVIII fueron derribados.


San Marquino
San Marquino

Mencionamos al famoso toro de San Marcos, pues vamos a hablar un pelín de él.

Viene de tradición de muy antiguo la creencia entre los fieles que el santo evangelista, logró amansar un toro de mucho trapío más en la villa cacerense ni existe ni existió jamás este tradición al menos que se tengan memorias, pero donde sí que existe o al menos si existió y por lo que cuentan gozó de mucha aceptación popular fue el sitio de Brozas, distante de la capital cacereña en unas diez leguas y medias, y en ella una ermita dedicada a la advocación del santo que nos ocupa, en ella tiene su cofradía en posesión por regalos hechos al santo patrón, gran cantidad de reses de vacuno.

Y sucedía que, en el día de sus vísperas y una vez confesados y comulgados el mayordomo y tres o cuatro de sus cofrades, se desplazaban hasta el lugar donde pastaba la ganadería y apartaban un toro, sin duda el mas fiero de ellos, que había de representar el papel protagonista en la función religiosa, el mayordomo acercándose al animal le hablaba en el oído:

          “ANDA EN CAA MARCOS, QUE YA ES LA HORA”

Al punto el toro se apartaba y emprendía camino de la ermita del santo tras los cofrades, donde era esperado por el pueblo y el clero, dando asi comienzo las fiestas de vísperas, y mientras, el toro asistía a los festejos como uno más de entre los fieles del pueblo y hasta algún cronista local llegó a contar, se recorrían con el toro todas las casas del pueblo pidiendo para el santo, llegando la noche se encerraba en un corral al toro.

Apenas despuntaba el alba a la mañana siguiente, ya estaba el mayordomo  tocando los huevos al pobre toro, y en solemne procesión acompañado por el clero revestido dirección al monasterio de Franciscanos descalzos, y por el camino el pueblo le iba colgando en las astas del oro, roscas de anís y guirnaldas de flores, y una vez en el convento y tras dar una vuelta por todo él y tras besar el toro la peana del santo, volvían a la ermita de San Marcos, donde se decía misa, mientras el toro permanecía tranquilo en su sitio, con más recogimiento y espiritualidad que el pueblo, y cuando el cura decía “Ite Missa Est” el mayordomo hacia una señal y el toro volvía con su vacada.

Más todo lo bueno se acaba pronto, y como resulta que algún chivato se enteró el obispo de Coria, que puso el grito en el cielo al saber lo que hacía el toro, y tan alto gritó, que le escuchó hasta el Papa de Roma Clemente VIII y se acabó la diversión, quedando prohibido estos festejos al Santo Marcos.

(Fuente Simón Benito Boxoyo-Noticias)

(Fuente Publio Hurtado)

(Fuente J.R.Melida-Dicionario Extremadura)

(Fuente José Viu-Antiguedades)

(Fuente Corrales Gaitán-ermitas)



Agustín Díaz Fernández

 

 

 

 
 
 

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