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ALONSO DE MONROY-CÁCERES IV

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 26 mar 2022
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 4 abr

HISTORIA DE LA VILLA CACERENSE DON ALONSO DE MONROY Clavero de la Orden de Alcántara (IV) Alonso de Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy 1492 Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra Vida de Don Alonso de Monroy Habia una estancia cerca de Coria, y en ella estaban muchos caballeros parientes del Maestre y otros, y una mañana dio el Clavero salto en esta estancia con la gente más escogida que él tenía, y pelearon tan bravamente el clavero y los suyos que los desbarataron y robaron la estancia, en esta pelea prendió el clavero a un caballero de Cáceres que se llamaba Lorenzo de Ulloa, el Clavero le hizo mucha honra y le sentó a su mesa, y después que comieron, el clavero le dijo que él era libre, que se podía ir al Maestre o donde fuese servido, y mandó le dieran un caballo, y rogándole que a Juan de Belvis le enviase, Lorenzo de Ulloa, en gran manera aficionado al Clavero por la honra que le habia hecho, fuese derecho a apear a la tienda del Maestre, y dijole que le suplicaba le mandase dar a Juan de Belvis, porque él quedaba su palabra empeñada en Coria por él, más airado el Maestre por estas palabras, respondió: “Que él viniese en buena hora suelto, más que a Juan de Belvis que él no le daría por ninguna cosa, porque después del Clavero a ninguno tenía tan mala voluntad como a aquel que le habia hecho de daños pasados más de seis cuentos”. Indignado Lorenzo de Ulloa de aquesta respuesta del Maestre, habló con otros dos hermanos suyos que hay tenia, y dijoles que se fuesen a Cáceres, porque él no estaría más con el Maestre, porque le habia tenido en tan poco que a un escudero no habia querido dar por su rescate. Estos y sus parientes, que serían hasta cincuenta de á caballo, muy escogidos, cabalgaron y se fueron a Cáceres con voluntad de seguir al Clavero, y estos fueron tanta parte una vez que echaron al Maestre de Cáceres con ayuda del Clavero, como andando en la historia veremos, por hacer verdadero el refrán que “el bien nunca se pierde, aunque se haga al enemigo”. Gran tristeza y descontentamiento cayó a los de Cáceres por la marcha de estos caballeros. Hernando de Monrroy, el señor de Monroy, habia venido a Coria con muchas lanzas, por apremiar al Clavero como a enemigo, y habia hecho mucho de noche y de día contra los de Coria. Por entonces ya gran hambre pasaba los que estaban dentro en Coria, que no tenían ya que comer, salvo lo que tomaban por fuerza a los guerreros del Maestre, y esto era con tan gran pelea que costaba bien cara la comida.


El Clavero a la sazón estaba herido de dos buenas heridas y envió a pedir socorro al rey don Enrique IV diciéndole, como él por su mandado estaba en aquel estado y habia días que estaba dentro en la ciudad, que si Su Alteza no proveía de favor, que según el Maestre tenía tanta gente y él tan poca, que no la podría sustentar, y el Rey le envió a decir que no podía ni era posible, porque andaba el reino tan alterado por mil partes que tenía bien en que entender, y asi no le socorrió, pero de hacer tanto tiempo que la gente del Maestre dormía en el campo, y del continuo trabajo y peleas de muertes y enfermedades estaban ya tan destrozados, que casi la mitad del ejercito faltaba, que hacía ya nueve meses que estaban sobre Coria, y tenían gran falta de abastecimiento porque la gente tenía que ir lejos por ellos, que tenían gran gana de por ver el mal trato que pasaban, más el Maestre los detenía con muchos halagos y dadivas que les daba de sus tesoros. Las cosas que en estos nueve meses hizo el clavero seria largo de contar, como quiera que él fue el escudo y amparo de su gente; por su esfuerzo se hacía todo, pues viéndose apretado por el hambre y de sus guerreros muy menoscabado, y que no tenía remedio de mantenimientos, ni el Rey le socorría, acordó de usar una cautela con sus enemigos, antes que el hambre vencedora de todas las cosas le matase y fue así: Ocurrió que, como los del Maestre tuviesen una estancia muy grande toda cercada de madera con muchos castillos y reparos de madera, un espingardero de los del Clavero se pasó al Maestre, el Maestre de esto quedo muy alegre, pensando que todos los de Coria harían lo mismo, hizo muchas mercedes a este, pero el espingardero, después que fue noche y la gente reposada, sembró mucha pólvora por todo el real entre las tiendas, El Clavero que la misma noche tenía su gente a punto, antes que saliesen los esforzó y hizo una oración en la que les mostró no haber muerte mayor que la del hambre y que les era necesario aparejar las armas y obrar con ellas valientemente porque a los osados la fortuna los favorecía, y por razón tienen la victoria de su parte, y como muchas veces les habia dicho que, habia hallado por experiencia el esfuerzo no estar en la multitud de gente más en los escogidos por vergüenza y ánimo, y a estos darles gran terror, mézclales con gente plebeya mostrados a huir sin vergüenza ninguna, los escogidos de nuestros enemigos no es de tener en nada por estar dañados. Y juntos estos, acabadas estas razones, salieron fuera, no por la puerta que habia guardas de los contrarios, más por los rompimientos de los muros que los enemigos habían roto, y saltearon la estancia , de la cual era capitán Martin de Alarcón, con tan gran ímpetu que pasaron por ellos rompiéndoles su muralla de madera que tenían hecha, y pusieron fuego en las torres y en todas las cosas hasta que los del Maestre comenzaron a pelear, pero luego fueron rotos y puestos en huidas por los del Clavero. Viendo d esto el Clavero y los suyos pusieron fuego en todos los pertrechos que tenían para combatir como mantas y castillos de madera, y por esta vía fueron quemados todos los aparejos y todo el linaje y materiales de ellos, a esta hora el espingardero que la pólvora habia derramado en el real puso fuego, y encendiese todo: el Clavero y los suyos enderezaron hacia el real, y era tanta la turbación del sobresalto que les dieron al ver tantos fuegos encendidos en sus casas y de la presteza con que todo se habia hecho, que como espantados comienzan los del Maestre a huir cargados de su ropa, otros cabalgaban á priesa y se salían del real, sin duda ninguna, si esta sazón no fuera por Hernando de Monrroy el Bezudo, el Maestre fuera desbaratado con la mayor mengua del mundo, pero como el Bezudo viese las cosas puestas en tanto terror y espanto y fuese caballero tan esforzado que ninguno le pudiese echar el pie delante, juntó sus gentes y otros hombres de vergüenza que de ver su esfuerzo se le llegaron, y estos dejando quemar sus cosas, no mirando por ellas, sino mirando por su honra y lo que debían, fueron a herir con gran velocidad en los del clavero, como los del Clavero trajesen camisas blancas sobre las armas, y por las muchas lumbres que habia en el real, muy bien veían a combatirse y daban cierto señal con la luz de los fuegos a que los golpes no se errasen, ya habia muchos muertos y heridos de ambas partes. Los del clavero peleaban con ánimo de conseguir su victoria ya comenzada a ganar, Hernando de Monrroy y los suyos peleaban por escusar la perdición que hubiera sucedido faltando ellos, de manera que ambas partes peleaban con gran ferocidad, a esta hora los del Maestre que ocupado vieron al Clavero, tornaron al real, y reprehendidos por sus capitanes tornaron todo esfuerzo y ánimo, y volvieron a ayudar a Hernando de Monroy, pero ya cuando estos llegaron, el clavero y los suyos se habían metido en Coria, apretados por Hernando de Monroy. El clavero y los suyos pasaban hambre no sufridera, la gente doliente de los malos manjares, los muros por muchas partes rotos, pues los del Maestre (ansi mesmo estaban) en gran manera fatigados y aun de esta postrera vez bien espantados, y como el invierno venia en rostro, el trabajo era insoportable y la vitualla muy poca, de manera que todas estas cosas miradas por el Maestre, envió ciertos caballeros a hablar al Clavero, y estos hicieron la concordia entre el Maestre y el Clavero en esta manera, que el clavero dejase á Coria al Maestre, y que el Maestre diese al Clavero el castillo de Piedrabuena y el Castillo de Mayorga, y en el entregar de estos castillos tuvo tal fortuna que el clavero no fue engañado, no por la voluntad del Maestre más por la fidelidad de los caballeros de quien ambos se confiaron. El Clavero luego dejó a Coria y se fue con su gente al castillo de Trevejo*, y de allí abasteció las dos fortalezas que el Maestre le dio, así de buena gente como de vitualla, El Maestre que apoderado estaba de toda Extremadura, llevando las rentas de ella, tornó a juntar gran tesoro. *Castillo de Trevejo (Trebejo) Construido sobre un empñinado cerro cerca de villamiel, en la provincia de Cáceres, medio en pie, medio caido al dia de hoy, pero sus ruinas revelan su antigua fortaleza, dio nombre a una fertil comarca, dando fe de su imprtancia pasada. Su primera conquista fue llevada a cabo por el Rey Fernando II de León, donandola despues a la orden del Temple, como del pago de la ayuda que le habian prestado sus caballeros para ganarlo, y extinguida esta Orden, pasó a manos de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalen, que hizo con el y la villa que a sus pies asienta una encomienda. En aquellos tiempos del siglo XII, se le daba el nombre de Trebellios en las bulas pontificias. Este Castillo y Villa, aparte de alguna leyenda sin fudamento, cuando saltó a la historia social fue en el siglo XV, y en 1465, siendo el Comendador Frey Diego Bernal, muy grande amigo del Maestre de la Orden de Alcánta don Gome de Cáceres y Solis, que a la sazón servia al Infante don Alonso, proclamado en Avila por aquellos días Rey de Castilla. El Rey Enrique IV de Castilla y León dolido por esta felonia del Maestre, ordeno al clavero de la Orden de Alcántara don Alonso de Monroy, que combatiese a los amigos parciles de don Gome, y especialmenbte al Comendador frey Diego Bernal y su fortaleza de Trevejo. El clavero que hacia poco que acaba de escapar de las prisones que le habia tenido en Maestre en fortaleza Alcantarina, por aquello de la boda de su hermana, la escaló y la ganó. A los nueve años se apodero del castillo de Trevejo, el temido capitan de bandoleros Fernán Centeno, mas a los cinco meses se lo quito un capitan afecto al gobierno, llamado Ramiro, que capitaneba las tropas del Arzobispo de Toledo. Entre sus ruinas, como en tantos otros castillos y casas fuertes que se encontraban en la provincia cacerense, cuenta los naturales que, esconde grandes tesoros, enterrados desde los tiempos de moros*. (Fuentes Alonso de Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy) (Fuentes Publio Hurtado-Castillos)


Emblema de la Orden de Alcántara

Agustin Díaz Fernández



 
 
 

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