ALONSO DE MONROY-CÁCERES VII
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 29 mar 2022
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Actualizado: 4 abr
HISTORIA DE LA VILLA CACERENSE
DON ALONSO DE MONROY
Clavero de la Orden de Alcántara (VII)
(Alonso de Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy 1492)
Vida de Don Alonso de Monroy
Crónica desde la calle Cuba de mi llopis Ivorra
En el capítulo anterior dejábamos al Clavero don Alonso de Monroy, abastecido el castillo de la villa de Zalamea, dejó en guarda de él a Gonzalo de Raudona, comendador de Lares, y con él mil y quinientos peones y doscientos y cincuenta de a caballo, y él mudó propósito por un aviso que hubo de sus amigos a quien él habia escrito y le habían respondido que le darían entrada en Alcántara, luego se partió con cien lanzas escogidas y cuatrocientos peones que, aunque eran labradores, con la usanza de la guerra de gran tiempo, no habia diferencia de ellos con los más belicosos guerreros que hubiese, porque tenían experimentadas sus personas en las cosas pasadas, que ninguno les sobraba en esfuerzo.
Con esta gente el Clavero se vino a Alcántara, y entrando dentro mató a algunos de los del Maestre, pero los principales guerreros estaban en el castillo y en el puente que es sobre Tajo, todos eran gente muy abastecida para largos tiempos y muy escogidos. El Clavero, reunido su consejo, pareció ser cosa más necesaria sitiar la puerta, porque allí no entrase socorro al castillo, luego puso cerco a el puente por de fuera por la parte que le habia de venir el socorro.
Enterado de todo esto por el maestre Don Gome, juntó mucha gente de pie y de caballo que serían más de dos mil peones y setecientos de á caballo, y partieron para Alcántara.
Pero como la fortuna no deja largamente permanecer las cosas en un ser, fue así que como el Maestre viniese para Alcántara con toda esta gente, les pareció no ser bueno venir hasta Alcántara porque él la tenía tan abastecida de gente y vituallas que no temió por poderla perder, ni el Clavero la podría tomar tan presto que él no pudiese socorrerla, aunque algo se tardase, y como astuto guerrero pensó en torcer camino y dar en los de Zalamea que descuidados estaban, y deshacer aquella gente por tomar con menos fuerzas al Clavero su enemigo, y tambien tenía creído que el clavero no le esperaría, que habia luego de venir a juntarse con la gente de Zalamea, y quedarle mal remedio para cobrarla.
Sabido por el clavero la venida del Maestre a Alcántara, porque todos se lo certificaban, puso fuerza al Clavero para lo que habia de hacer, y por el consiguiente, tibieza y flojera en los de Zalamea, pues no esperaban pelea antes pensaban que el Clavero seria presto allí, porque no habia otra nueva sino de cuan poderoso iba el Maestre al socorro de Alcántara. Todos los militares más expertos del clavero le rogaban encarecidamente se fuese luego á Zalamea y no esperase al Maestre allí, más como el Clavero fuese de gran corazón y de generoso animoso, le pareció esto sería cosa y no verdadera, y tambien temía que si se fuese y el Maestre entrase, que los amigos que allí le habia metido que serían quemados con sus casas, y decía querer antes esperar su fortuna y morir con ellos que no desampararlos, y de aquí nunca le pudieron mudar, antes luego alzó el cerco que tenía puesto a el puente en el cerro de las vigas y se pasó a la otra parte del arrabal, y allí hizo con mucha presteza grandes reparos y albarradas, e hizo meter toda la vitualla que pudo; y como fue la obra tanta y el tiempo tan breve, dio mucha fatiga a la gente, en tanta manera, que tenían por gran locura esperar, y allí despidió hasta cincuenta lanzas que tenia de amigos por parecerles no otro menester, ni tener vituallas para tantos.

Estando las cosas en este estado, el Maestre torció el camino de Alcántara y se vino para Zalamea, y una noche antes que amaneciese con una hora, dieron a la puerta de la villa diciendo: «abrid, señores, abrid, que el clavero viene aqui huyendo del Maestre.»
Entonces los de Zalamea, que pensaron ser verdad lo que ellos habían pensado, abrieron las puertas y entraron los del Maestre: que los más escogidos eran los delanteros e hicieron gran mortandad en ellos, porque casi los tomaron a todos en camisa , y prendieron a los que no quisieron matar, entonces el Maestre prendió al comendador de Lares y a su hijo, y los puso en guarda que los tuviese un privado suyo que se llamaba Diego de Cáceres y Ovando, y ordenándole entregar el castillo de Benquerencia para que los tuviese allí, y en Zalamea dejó por alcaide a Francisco de Hinojosa, dejando estos dos alcaides bien abastecidos de gente y vituallas, se partió para Coria muy ufano con la victoria ganada, y luego de Coria partió con setecientas lanzas y mil peones para Alcántara.
Habíamos contado en el capítulo anterior que, como estos días Hernando de Monrroy el Bezudo estaba en Plasencia, antes de dos días que tenía planeado partir para la su villa de Monroy, llegaron a Plasencia dos labradores de la Serradilla, y dijeron que el maestre don Gome de Solís, con mucha gente quedaba en las Corchuelas, y que iba a socorrer a Alcántara, Sabido esto por Hernando de Monroy, tuvo gana de ayudar al Clavero su primo, aunque era su enemigo, que como dicen la sangre sin fuego hierve, y luego buscó gente para ir a Alcántara, y hallaría como hasta treinta de a caballo principales que con él fueron, entre los cuales fueron Luis de Carvajal , Alonso de Trejo, Diego Pizarro, Rodrigo de Yanguas, Pedro de Ahuinada, regidor de Plasencia, Francisco Bote y Francisco Gómez, y partieron todos estos a las ocho de la noche, y como llegasen a Galisteo, el alcaide no los quiso abrir a causa que en otro día lo habia robado el Conde de Coria, y de allí fueron á Santibáñez y pasaron el rio de Gata por la Moraleja, y como hacia tantas aguas, que era por enero de 1470, casi el camino no se podía pasar, y como llegasen al rio de Gata y la noche hacia muy oscura, que no se veían los unos a los otros, dijo Pedro de Ahumada á Hernando de Monroy que no pasase si no quería morir ahogado, más que allí esperasen el día porque el rio iba crecido en gran cantidad, Hernando de Monrroy respondió que convenia pasarle luego para llegar a tiempo que pudiesen defender a Alcántara del Maestre, y como lo acabó de decir dijo que todos viniesen tras él, porque él quería pasar delante, y dio de las espuelas al caballo, y todos tras él, y así pasaron con harto peligro, que todos los caballos nadaron y un escudero se les ahogó.
Comenzó á caminar Hernando de Monroy en vía de Alcántara, y como llegase al puerto del Caballo envió a Alonso de Trejo y a otro por corredores para que descubriesen tierra del puerto del Caballo, y como allí llegaron, yo venía (yo, se refiere a Alonso de Maldonado) de Alcántara con trece de a caballo del comendador de Santibáñez, y como vi estos dos, envié otros dos corredores, que pensé que era gente del Maestre, y ellos pensaron de mi otro tanto, y al cabo conoscimonos luego, y así nos juntamos todos, y Hernando de Monroy me preguntó en qué termino estaba el cerco, Yo le dije como el Clavero nos habia mandado ir porque él habia alzado el cerco que tenía en el cerro de las Vigas por la venida del Maestre, y que habia pasado el rio de Tajo por barcas y se pasó al arrabal, y que allí estaba fortalecido, y que le favorecían mucho los de la villa, Yo me volví con él, y como llegásemos a la cerca, yo dije á Hernando de Monroy que debía escribir al clavero haciéndole saber su llegada, él me respondió que no se hablaría con él a causa de las enemistades que tenía con su hermano, y dijele yo que si holgaba que yo le escribiese haciéndoselo saber, y dijo que no se le daba nada que hiciese lo que quisiese, entonces yo escribí al Clavero haciéndole saber cómo iba Hernando de Monroy, y a esta sazón vino allí Juan Pérez Tizón, criado de Vasco Porcallo, que estaba con el Maestre, y como Hernando de Monroy lo vio, dijole que dijese al Maestre y á Vasco Porcallo que allí los esperaba, por eso que viniesen, porque el Maestre habia de pasar por allí para Alcántara por fuerza.
El Clavero vino luego otro día de como yo escribí allí a la cerca, antes que amaneciese, Los dos primos se juntaron allí y estuvieron algunos días, saliendo cada noche por mirar el campo, poniendo guardas y escuchas porque el Maestre no los tomase como a los de Zalamea, sino que los tomase como a hombres de guerra.
El Maestre a esta sazón partió de Coria para Alcántara con setecientos de a caballo y mil peones, y como llegase al puerto del Caballo*, echó sus corredores para observar a lengua de lo que sus enemigos hacían, y estos encontraronse con los corredores del Clavero, y aunque les huyeron, todavía alcanzaron un criado del Clavero que se llamaba Sancho de Saravia, y este llevaron preso al Maestre, y el Maestre le mandó tomar juramento que dijese la gente que el Clavero tenia, y este Saravia respondió como hombre experto en la guerra, y dijo que el Clavero y Hernando de Monroy su primo, traían trescientas y cincuenta lanzas y ochocientos peones, y que estaban en el campo esperándole con mucha gana de pelear, el Maestre creyó lo que este Sancho de Saravia le dijo y le pareció mejor consejo volverse a Coria, para volver con todas las ayudas que pudiese, y que así vendría seguro sin aventurar nada, y así se volvió desde allí pudiendo muy bien socorrer a Alcántara, porque el Clavero y Hernando de Monroy, no tenían más de ciento y veinte lanzas y cuatrocientos peones, como hemos dicho.
Vuelto el Maestre a Coria, quiso venir con mucha más gente de la que tenía, y luego se partió a Alba de Tormes a donde el Duque de Alba le dio gente de a caballo muy escogida y otro tanto hicieron el arzobispo de Toledo, y el almirante Don Fadrique, y el conde de Treviño, de los cuales señores él tuvo muy grande ayuda, y pensó muy livianamente volver á Alcántara.
(Fuente Alonso de Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy)

Agustin Díaz Fernández
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