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  • Foto del escritorLlopis Ivorra-AgustinDiaz

LA PARROQUIA DE SAN MATEO I

PARROQUIA DE SAN MATEO

DE LA VILLA CACERENSE I

Crónica desde la Ronda de la Pizarra

Cuentan las crónicas de Cáceres, que puede que este templo dedicada a la advocación del Santo Mateo, sea el más antiguo de los de la villa de Cacerense, más no de lo que tiene como parroquia, sino más bien por lo que tuvo de mezquita, pero de esta ya no queda rastros, al menos a la vista.

Fue consagrada como parroquia con el mismo nombre que hoy tiene, y según cuentan al siguiente día de la conquista definitiva de la villa, y que fue en aquella época una especia de lugar de ejercicios o asciterio en que los sacerdotes adscritos a ella Vivian en comunidad. Por aquellos entonces del siglo XIII era más baja de techumbre y de perímetro reducido, ya que solo se comprendía desde la puerta principal hasta el pulpito, y que fue la parroquia de la aristocracia cacerense, ya que el núcleo de sus feligreses era de las casas linajudas del recinto murado por el romano.

La reedificación y ampliación del área de sus límites que hoy abarca parecen como bastantes confusos, y al que el cronista marco una referencia del año de mil y quinientos, y lo atribuye al maestro de obras Pedro Esquerra, más otros citan el año de mil quinientos y nueve, y hasta los hay que afirman que las reformas se llevaron a cabo con el producto de los bienes que poseía la Cofradía de Caballeros Nuestra Señora del Salor, y hasta citan como conveniencia en que la liquidación de estos bienes fue lo que proporcionó los mayores recursos para hacer las obras, y fijan su terminación para el año de mil quinientos y diecinueve. Pero no falta quien asevere, con el fundamento de una nota que figura en la primera página del primer libro de bautizos, y en la que la licencia episcopal para poder efectuar la reedificación y el comienzo de las obras no se hizo realidad hasta el año de mil quinientos y cuarenta y ocho, pero tampoco falta quien asegure que hasta el año de mil quinientos y noventa y tres año en que se mandó por el doctor racionero Juan González, visitador del Obispo que se acabasen las obras, cerrándose la bóveda con cruceros de canterías y ladrillos.

Lo que todo esto indica, que las obras del templo no se llevaron a cabo de un solo empeño, según se deducen fueron varios los que se produjeron y a lo largo de los años, y que serían según los recursos económicos que para este menester se allegaban, pero que con seguridad las obras se dieron comienzo en el transcurso del siglo XVI y que concluyera con el término del siglo.

El resultado fue que, la fábrica en piedra de granito, al menos en los paramentos exteriores, con algunas irregularidades coronados con gárgolas y glabletas (elementos de terminación ojivales) con alguna referencia al renacimiento, ya en mil quinientos y noventa y tres, se hizo la torrecilla que se aprecia en la esquina sur del edificio, y que en cuya parte superior se formó una espadaña para colocar las campanas, hasta que en el año de mil setecientos y ochenta se elevó la otra torre, en la esquina oeste del templo, de este año es tambien se adorna la puerta principal del templo, y en la torre del lado Oeste se instaló uno de los relejes de la villa.

De la época que este templo fuera mezquita no quedan restos, pero sin apenas noticias de cómo fue, tan solo que las dimensiones eran desde el pulpito en la nave central, hasta la puerta enfrentada a altar mayor, y que era de baja altura y de techumbre plana, y que estuvo construida de ladrillos y tapial, materiales por otra parte usados por los Almohades en sus construcciones, con un espesor en sus muros de dos metros y medio, y que el altar estaría emplazado en la mitad al lienzo que el templo por su parte este, para que el Imán y su cabeza orase mirando hacia la Meca, y que en el lienzo opuesto del edificio estaría la puerta de acceso a él, en el lado que hoy ocupan las capillas junto del Evangelio se encontrarían las habitaciones de los Imanes, y lectores del Corán y los almuédanos, estos eran los que convocaban al pueblo a la oración, esto es lo que el cronista se figura fuera el edificio, y tambien que no debía de ser de mérito, tambien dice que pertenecería a la arquitectura árabe de la transición de época de 1006 a 2034.

Más una vez que conquistada la villa cacerense, se consagro el recinto y se erigió el altar que por entonces la costumbre era que solo tuviera uno solo en cada templo, los clérigos se instalaron en las habitaciones que antes ocupaban Imanes y a almuédanos viviendo en comunidad, tambien se terminó y se bendijo el cementerio.

Este cementerio quedó emplazado en el espacio mediero que habia entre en testero noroeste de la iglesia y la casa del Sol, que por entonces no existía, en este cementerio se dio sepultura a ciudadanos de todas clases y condiciones, ya que por entonces no estaba permitido los enterramientos en el interior de la parroquia. En este espacio se dieron los enterramientos de gente de alcurnia, tal como el de Gómez Jiménez, que fuera gran magnate, caballero de la Banda, y señor de la Torre Higuera, Alonso Maimón que fue Obispo de Coria, estos tuvieron sus fallecimientos a mitad del siglo XIV, tambien caballeros de la casa Mogollón, riquísimos y preponderantes caballeros, estas lapidad todavía se podían ver en el suelo y pegados por fuera del muro de la iglesia, donde hoy es Callejón de la Monja.

Pero el cronista asegura y afirma, que los primeros enterramientos en este cementerio fueron el de los Giles, aquellos nobles caballeros tío y sobrino que teniendo en fieldad el alcázar de moros cacereño, y en tiempos del Rey Pedro I, al que la historia lo conocería como el cruel, y sucedió que estos Giles estaban en la obligación de no entregar el magnífico alcázar ni a este Rey ni a su hermano, Enrique de Trastamara, hasta que ambos no resolviesen sus diferencias y conviniesen que hacer con la fortaleza cacereña, y en esas estaban cuando fueron sorprendidos por el Rey Pedro I, que los requirió para que se lo entregaran, tío y sobrino alegando el compromiso adquirido se negaron, diciendo que no podían faltar al compromiso como grandes caballeros que eran, entonces el Rey cruel, al punto ordenó los degollaran, sobre las Sepulturas se podía leer:

ESTE ES LA CASA DE LOS GILES

Donde se rezaban responsos todos los lunes para que sus descendientes fundaran capellanías, y tras estos giles fueron excavando más y más tumbas, en ese suelo del recinto sagrado para sus enterramientos de los, demás hidalgos de la feligresía, y hasta para gente que, sin pertenecer a ninguna familia de linaje, tuviera dinero para comprar un palmo de tierra.

Pero ya en el transcurrir del siglo XV. La nobleza harte de que la gente del común pisotease las tumbas de sus muertos, comenzar a elevar sus enterramientos del suelo, y empezaron a adquirir trozos de los muros donde cavaron sus nichos.

Más ya legamos al siglo XVI, y los enterramientos comienzan a ser fastuosos y se empezara a abrir a ambos lados de la nave y donde familias que antes tenían sus sepulturas construyeron capillas, suntuosas algunas, otras no tanto, según fuesen los recursos de los finados, que hasta para esto de siempre hubo diferencias, aunque para el ultimo camino el equipaje sea igual del noble que del lacayo, del patrón y del bracero, no quedando en los costados del recinto parroquial un palmo de muro que no pertenecería a la parentela más pudiente de entre la feligresía.

Una de ella era la de la familia Ovando, estos compraron los dos lados del campo santo cuando se emprendía la reforma de la iglesia y con los dineros de esta venta y las demás capillas y sarcófagos adquiridos por la nobleza, junto con la venta de los bienes de la Cofradía Caballeresca de Nuestra Señora del Salor*, y las donaciones de los demás feligreses fue lo que con lo que se transformó radicalmente el templo.

*“En el nombre de Dios, Amén. Lunes, 20 días andados del mes de agosto, era 1383 (que es año del Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo 1345) nos, los caballeros e escuderos de San Mateo, ordenamos e facemos Cofradía, a servicio de Dios, para loor e servicio de la Virgen Santa María del Salor, Madre a quien nos tenemos por Abogada e por Señora en todos nuestros fechos. E otrosí la ordenamos a loor e servicio de San Mateo, cuyo nombre nos llevamos…”.

(Fuentes Benito Simón Boxoyo - Historia de Cáceres y su Patrona. 1774)

Cofradía fundada por caballeros cacereños, feligreses de San Mateo en el año 1345, según aparece en la Orden de Caballería de la Banda, que en el año 1332 había instituido en Burgos por rey Alfonso XI, llamada así por su insignia que era una banda roja del ancho de una mano y llevada desde el hombro derecho hasta la cintura del lado izquierdo. Permaneció la Cofradía hasta el año 1519, que, extinguida, se aplicaron sus rentas a la reedificación y aumento de la iglesia de San Mateo de Cáceres, a petición de don Juan Galíndez, cura de ella.

Ya en el transcurrir del siglo XVIII, se cambiaron retablos e imagines, con motivos de la exclaustración y desamortización, y es que quedando en desamparo o vendidos muchos conventos , ermitas y santuarios, sus edificios y retablos, llegaron a la parroquia de San Mateo dándole cabida a ellos, llegando a desterrar a las que de antaño ocupaban el lugar, resultado de estas sustituciones que no quedara ningún santo fuera de sus avocaciones de las que en otros tiempos diese nombre a sus altas capillas.

(Fuentes Benito Boxoyo-Noticias de Cáceres)

(Fuentes Rubio Ramos-ermitas)

(Fuentes Publio Hurtado-San Mateo)



Agustin Diaz Fernandez


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