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CONVENTO DE SAN PABLO-CÁCERES

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 29 dic 2023
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 26 mar

                     PARROQUIA DE SAN MATEO IV

                        CONVENTO DE SAN PABLO

*Este convento de San Pablo, está ubicado entre la parroquia de San Mateo y la casa de los Aljibes, y en principio de su fundación fue beaterio durante veinte años, desde que en 1449 lo erigió el convento Juana de Dios, con bula del papa Paulo II, estas monjas son franciscas terceras o Isabeles, sujetas al ordinario (Obispo de la Diocesis).

Es convento muy capaz y consta de varias casas antiguas inclusas, pero su iglesia es pequeña, y con solo cinco altares, una capilla de Aldanas, y varios sepulcros en sus paredes.

Otorgó testamento en Sena, un día 15 del mes de octubre del año de 1582 don Juan de Paredes de la Rocha, hijo de don Alonso de Paredes y natural de la villa cacerense, fundando mayorazgo para Miguel de la Rocha, hijo este que lo fue de don Gutierre de Solís, y otros llamados, y en su defecto el que eligieran el Corregidor Guardian de San Francisco y que, por el Santo Domingo de esta villa sostuviere más votos, siendo noble, de buena fama, y antes de su posesión se apellidase y llevase las armas de Paredes.

Ordenó fabricar una capilla, siendo posible la mayor de esta iglesia, y en la que se celebrase misa todos los sábados, que sus testantes leyesen antes dos testigos cada año siendo el día de la conversión de San Pablo y que por cuyo trabajo señaló dos ducados, que se hiciesen sepulcros y se comprasen censos, y que para esto que se destinasen mil ducados, más una vez muerto el amo, todo esto quedo en el olvido, pues de lo testado dice las malas lenguas que no se hizo nada.

Simón Benito Boxoyo-Noticias de Cáceres



Es este convento de monjas de San Pablo, que quizás sea el más antiguo de los de su clase, de aspecto poco artístico y su perímetro irregular, hay que contar que este solar está, o estaba, en poder de la familia Grijalbo desde el siglo XVI, y más concretamente desde el año de 1593, familia está de rancio abolengo entre las de las familias cacerenses.

 En sus inicios fue allá por el año de 1449, un reducido beaterio, con su ermita y estaba organizado y regido por doña Juana González de San Pablo, y esta señora era conocida en la comunidad como Sor Juana de Dios, y que a los veinte años alcanzó autorización por el Papa Paulo II, para erigir ermita y casa monasterio bajo la regla y orden tercera de San Francisco, y con obediencia a sus frailes observantes, que dejaron después por la del ordinario.

Aldana, Monroy, Gil de Alcocer, lo hicieron objeto de sus donaciones y generosidad a cambio de una parcelita para sus enterramientos, y en especial la familia Aldana, que hicieran ingresar en él a muchas de sus hijas y parentela.

Por aquella época y por tiempo de más de un siglo, habia en la villa cacerense nada más que dos conventos de monjas, este de San Pablo y el de Santa Maria de Jesus que fue fundado en 1498, y en ambos eran frecuentes los monjíos entre las señoras de la aristocracia, y tambien entre caballeros que, contando con cinco hijas, dedicaban a cuatro de ellas a la vida del convento.



Pero cabe recordar que estas señoras no eran monjas como tal nombre indica, y es que antiguamente y hasta el concilio de Trento, la clausura de monjas fue todo un mito, ya que por lo general las esposas de Cristo, concurrían al coro y practicaban los actos y ceremonias prescritas por la regla, más una vez de terminados, las que tenían familia o poca vocación monjil volvían a su casa.

Y esto al parecer, era tan corriente en los conventos que después de publicadas las disposiciones del concilio de Trento, que tuvo lugar entre los años 1545-1563, costó mucho trabajo que el obispo de Coria al tratar de hacerlas cumplir, y así lo publicó el por entonces obispo de la Diocesis de Coria don García de Galarza, en el año de 1589, en un libro titulado ”la clausaura de las Monjas” y en este libro según nos cuenta don Publio Hurtado, consignaba el prelado los ímprobos trabajos que tuvo que realizar para que las mojan aceptaran la clausura, y es que sucedió que años antes, el obispos Galarza, habia decretado en la diocesis de la que él era su Ordinario, es decir la de Coria, clausura a la que casi todas las religiosas mostraron su oposición, al punto de llegar a posicionarse en rebeldía total las religiosas correspondiente a los conventos de San Pablo y de Santa Maria de Jesus de Cáceres.

Según parece se resistieron las monjas a someterse a las disposiciones del prelado García de Galarza, entonces ocurrió que, apelaron a las congregación de cardenales, y como no podía ser de otra manera estos dieron la razón al obispo, pero no se dieron las monjitas por enteradas de esta sentencia, y erre que erre dieron en elevar sus reclamaciones al Concejo Real, estos las envían la causa a Roma, en Roma también le vuelven a dar la razón al obispo Galarza, y siguen las monjas de la villa cacerense sin darse por vencidas, y vuelven a elevar sus causa al Rey, más por lo que se puede observar las monjitas de los conventos de San Pablo y de Santa Maria de Jesus, tuvieron que dar su brazo a torcer y acatar lo dictado por el prelado Galarza, entre unas y otras cosas ya hemos llegado al año de 1579.

Las religiosas en sus apelaciones argumentaron que, no las podían mandar el obispo la clausura, ni el concilio de Trento, ni el Papa, por la sencilla razón de que ellas jamás no la habían votado, ni haberse guardado esta clausura en sus monasterios ni antes de ahora, ni ahora, ni cuando ellas entraron, y que si se guardara por ventura no entrarían, ni tampoco fuera su intención de sujetarse a ella.

Ahora bien, de estas religiosas puede deducirse que debían ser aquellas señoras de familias linajudas, que acudían a rezar al templo a diario, misas, rezos, y cuando acababan se marchaban para su casa a continuar con su vida mundana.

En el año de 1836, fue trasladada a este convento de San Pablo, la comunidad de religiosas del Convento de la Concepción, ya cerrado al culto por la desamortización de Mendizábal, y en año de 1852 son las monjas procedentes del convento de San Pedro las que llegan, estas monjitas desde el año de 1852, habían estado acogidas en el convento de Santa Clara.

Y como todo llega en lo que se tarda en rezar un Ave Maria nos encontramos ya en el año de 1899, y en estas fechas la comunidad estaba a punto de su extinción por falta la falta de vocación religiosa, para paliar esta falta de religiosas el obispo Ramón Peris Mencheta, derivó hasta el de la villa cacerense, y con procedencia del convento de la Inmaculada Concepción de Valencia, aquella Valencia llamada del Cid, hasta un total de cuatro monjas franciscanas terciarias, que con las tres monjitas que ya había en el convento de San Pablo, hizo que se formara el nudo de su repoblación.

En este convento debió existir un archivo, más no queda noticia de él, ni quien ni porque lo hicieron desaparecer, motivo por lo que nos comenta el cronista pocos datos hay sobre esta casa convento.

El altar mayor, según los entendidos, es de talla de mérito, al estilo de las talla de Churriguera, es del siglo XVIII, cuanta además con dos pequeños altares, uno a cada lado de la capilla mayor y que ambos son del mismo estilo, en el que sitúa al lado del evangelio se puede contemplar a Santa Teresa de Jesus, esta talla fue regalada al convento por Diego de Becerra y su esposa Ana de Monroy, y que cuyo altar fue privilegiado por el Papa Inocencio X en favor de las religiosas difuntas de este monasterio, y ya en el altar al lado de la Epístola, se contempla a Nuestra Señora de del Carmelo, esta imagen siglos atrás tuvo su cofradía.

tiene del lado de la Epístola, pero dando frente a la puerta de la iglesia, una capilla en honor a San José, esta capilla fue ordenada construir por la familia Aldana, de la que es propietaria, o era, y en los muros laterales aparecen incrustados varios sepulcros, en el del lado de la izquierda y de estilo gótico, tiene su enterramiento doña Ines de Aldana, segunda esposa del caballero Hernando de Monroy “alias el Bezudo”, ya en el de la derecha y de estilo plateresco los enterramientos de Álvaro de Aldana y Constanza Martínez de Espadero, y en otro francisco de Aldana, hijo que fuera de Lorenzo de Aldana, segundo señor de Lagartera.

Pero terminar y ya en el quinto altar, el que se encuentro bajo el coro, está ocupado por la primitiva imagen de Nuestra Señora de la Montaña, la que paseara por la antigua villa cacerense, el ermitaño Francisco de Paniagua, el que fuera fundador del hoy Santuario, allá por el año de 1600, más nos cuenta el cronista que ignora por qué esta imagen se encuentra en este convento.

(Fuentes Publio Hurtado-La parroquia)

(Fuente Simón Benito Boxoyo-Noticias de Cáceres)




Agustin Díaz Fernandez

 

 
 
 

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