CONVENTO DE LAS CLARAS-CÁCERES
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 15 feb 2024
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 26 mar
CONVENTO DE LAS CLARAS CÁCERES
LA PARROQUIA DE SAN MATEO VI
CONVENTO DE LAS CLARAS
Crónica desde la Ronda de la Pizarra
Ubicado este convento en el lugar que de antiguo se denominaba de los Herradores, o Potro de Santa Clara, por ser donde los de este oficio ejercicio su profesión, y Santa que daba nombre al convento que, teniendo su fachada principal frente a la calle de la Soledad, otra parte da a la del Potro de Santa Clara, aun otro trozo va a dar con la calle Damas, sin olvidar la trasera del edificio que va a dar con la calle de Fuente Nueva.
Su aspecto exterior, el del convento, es de poco merito, al igual que el de San Pablo, su fábrica está compuesta de varias casas particulares, quizás lo único destacable sea la portada del templo en la fachada principal que es de estilo renacentista.
El convento de las claras tuvo su fundadora en doña Aldonza de Torres y Golfín y doña Gregoria de Torres en disposición codicilar, y en esta disposición murió, en fecha de 18 de junio del año de 1561, más hubo que esperar a que se cumpliesen ciertas disposiciones para emprender obras, estas no dieron comienzo hasta el año 1593, y para las que se libro una Real Provisión en virtud de la cual el Ayuntamiento gestiono sitio para ubicarlo y erigirlo en la villa cacerense.

Y poniendo la primera piedra el día 11 de octubre de 1593, y con el concurso de un tremendo gentío, tras bendecir el solar el Padre Baltasar Pacheco, guardián del convento de San Francisco, las obras de este convento se extendieron a lo largo de catorce años.
El Vicario General de la Orden, Fray Antonio de Trejo, que al poco fuera nombrado obispo de Cartagena, nombró a cuatro religiosas clarisas pertenecientes al convento de Santa Clara la Real de la ciudad de Toro (Zamora) como fundadoras de este convento y que fueron, Mencía de Ulloa, Abadesa, María de Toledo, esta monja era de la casa del Duque de Alba, como Vicaria, Isabel de Ulloa, Maestra de Novicias, y Antonia de Fonseca con el cargo de portera.
Como se puede apreciar todos los apellidos eran de gente de calidad y linajes reconocidos, por lo pronto y mientras se termina las obras se alojan en el monasterios de Jerónimas de Santa Maria de Jesus, y allí están entre rezos hasta el día 5 de noviembre de 1614 en que nobleza, clero y pueblo y en procesión solemne las acompañan a su nueva casa-convento, donde se celebra gran fiesta oficiando misa el padre prior de Santo domingo, corriendo el sermón a cargo de un Franciscano.
Ya en el primer año de establecida la comunidad recibió trece novicias y en alguna ocasión el numero llegó a elevarse hasta cuarenta las enclaustrada.
Las familias cacereñas fueron las que mayor numero de religiosas dieron a este monasterio y fueron, Ulloa, Molina, Colmenares, Villamil, Bravo, Moreno, y las Abadesas fueron en el siglo XVII, Mencía de Ulloa, Francisca de Molina, Catalina del Barco y Orellana y Francisca de Ulloa, de entre ellas sobresalieron por sus virtudes y penitencias Isabel Guzmán, que era natural de Arroyo del Puerco, hoy de la Luz, que falleció en 1660, y Mariana de la Presentación Bravo Berrocal, cacereña, que murió en 1751, ambas fallecieron en loor de santidad.
Pero a estas monjitas tambien les pilló una guerra, y sucedió que, y fue la guerra de la Independencia, las monjitas estaba asustadas por si se diera el caso que a los franceses les diera por saquear e incendiar y vejar al convento y a las enclaustradas, al igual que hacían con las iglesias donde inmolaban a las religiosas y sacerdotes, más los hijos de Napoleón jamás llamaron a sus puertas, por la sencilla razón de que las monjas no esperaron a que esto sucediera, el punto de que les llego la noticia de que estaba próxima la venida a la villa cacerense del Mariscal Víctor, tras la batalla de Medellín, las monjas entraron en pánico y huyeron en desbandada, no volvieron hasta el mes de noviembre de 1809.
Pero se dio la circunstancia que no volvieron solo las que se fueron, como los franceses tenían ocupado casi de continuo la ciudad de Trujillo, las monjas de sus respectivos conventos habían salido también de espantada total, siendo acogida en las casas de los pueblos de alrededor, habiéndose guarecido en este de Cáceres, dos monjas del de Coria y tres del de la Concepción, hasta la Abadesa del de San Juan de la Penitencia de Belvis de Monroy, y que no volvieron hasta sus respectivas casas hasta que la comarca no quedo libre de los soldados de Napoleón.
Ahora nos situamos en la noche de 22 de septiembre de 1836, y las monjas de Santa Clara, tuvieron que abrir sus puertas y dar hospitalidad a las monjas del Convento de San Pedro de Cáceres, cerrado por la desamortización de Mendizábal, ocho eran estas monjas con su Abadesa a la cabeza Ana Sánchez Franco y que fueron trasladada a este convento por disposición nacional:
“Tuvieronlas recogidas en él hasta 1852 en que fueron transferidas al convento de San Pablo, tambien en Cáceres, pero admitieron a las pocas que aun quedada del convento de la Concepción, cerrado tambien por el mismo motivo de la desamortización de Mendizábal”.
“Barroco manierista de los siglos XVI-XVII, tiene la fachada portón partido por un templete, con la imagen de San Francisco, a los lados escudos con las armas Golfín (Torres y lises) Torres (cinco castillos colocados en sotuer-pieza del escudo formada por banda y una cruz) Paredes (siete estrellas) Ribera (tres Fajas).
Trazada en el siglo XVII por Juan de Villoldo y Alvar García, en el ángulo izquierdo escudo de doña Aldonza de Torres Golfín, sobre el que hay una figura de monja, fue construido entre 1.593 y 1.612, fundado por doña Aldonza Torres Golfín, viuda de Sancho de Paredes, para su fundación en 1.561 afectó las rentas de cuatro capellanías que tenía instituidas, una vez que hubieron fallecidos los correspondientes capellanes, esta fue la causa de que no se iniciara su construcción hasta 1.593.
Se inauguró el 5 de noviembre de 1.614, después de vencer numerosos pleitos y otros obstáculos, para ello fueron en procesión desde el convento de Jesús (hoy palacio de la Diputación Provincial), las monjas Clarisas que habían de ocuparlo, iban acompañada del clero, nobleza y pueblo de la villa, estas monjas provenían de un convento de Toro (Zamora) Hoy está ocupado por una comunidad de monjas Clarisas de la orden de San Francisco. En el herradero llamado potro de Santa Clara, se juntaba a las bestias de alquiler, bien para camino o bien para trabajo, aquí acudían quien las necesitaran, era el centro de contratación de estos animales.
NOTICIAS HISTORICAS DE LA VILLA DE CÁCERES 1.793
Situado en la cuesta que baja al convento de San francisco, tiene mucha extensión, le fundo doña Aldonza de Torres, hija de Hernando Álvarez de Golfín y de doña Gregoria de Torres, en 1.593 y señalado sitio por el noble ayuntamiento, colocó la primera piedra de su fábrica Baltasar Pacheco, guardián de Cáceres, y, en 5 de noviembre de 1.614, celebró la misa de colocación el prior de Santo Domingo y predicó un observante.
Las religiosas fundadoras vinieron de Santa clara de Toro, son Franciscanas Clarisas, sujetas al provincial observante de San Miguel. Si la iglesia estuviese concluida sería capaz, lo que debía ser capilla mayor es coro, y allí se entierran las religiosas.
Entre las que en este convento han resplandecido en virtud se numera, doña María Ana de la Presentación, natural de la villa de Cáceres, hija de don Juan Bravo Flores y de doña Juana Berrocal Macotela, que nació el 9 de abril de 1.677, tomó el hábito en 8 de septiembre de 1,698 y falleció en 24 de marzo de 1,751”
(Benito Simón Boxoyo)
Tiene el altar mayor retablo dorado de estilo de la casa Churriguera, es de principios del siglo XVIII, está formado por tres cuerpos, la parte más baja con imagen de Santa clara, San José, y San Francisco de cartón piedra, la del santo antigua, las otras modernas, en el segundo cuerpo la Purísima Concepción, San Bernardino y San Antonio de Padua, rematando el retablo un cuadro del Señor Crucificado pintado en lienzo.
Frente a la pueta de la iglesia tiene otro altar con retablo de estilo renacentista, con efigie de Nuestra señora del Buen fin, esta imagen pertenecía a la cofradía de la Vera Cruz, y que por deferencias a las clarisas dejaban los hermanos albergada en este altar, disponiendo de ella de año en año, para salir procesionando durante la Semana Santa cacerense.
Francisco de Ovando y Solís, primer Marques de Ovando, que fuera Capitan General de Filipinas, entre 1750 y 1754, dejo manda en su testamento de fecha 1 de septiembre del año de 1756, que se fundara obra pía servidera en este altar, para que todos los años se oficiara una fiesta cantada a Nuestra Señora del Bue fin los días 16 de agosto, y cuyo cumplimento vigilara el Guardian del Monasterio de San Francisco, en la actualidad el altar lo ocupa una imagen moderna de la Asunción acompañada por un San Buenaventura y Santa Rita.
Y según relata el cronista, en este templo y al parecer en tiempos de bonanza, hubo objetos de bastante valor y merito, y aun debe quedar algo de ello que las monjas con celo custodian, pero alejadas de la vista de algún ocasional visitante.
También en imaginería custodia de Santa Clara, y algunas más de algún merito, un Cristo de la Esperanza, Nuestra Señora del Buen fin, y como no de pinturas, tambien guardadas reliquias que el entendido puede calificar de estimables.
En miniaturas, Santa Teresa y una Esposa de los Cantares, un San Francisco, una degollación de San Juan Bautista en lienzo del siglo XVII, un san Jerónimo que los avisados atribuyen a artista Rivera, y en dos medallones, destaca la Iglesia del Pilar de Zaragoza y un San Roque respectivamente, y que por lo visto fue donación de un caballero de nombre José Nieto.
Este José Nieto, al parecer, fue un hombre extraordinario, pese a su profesión, natural de tierras andaluzas, de buena estatura y mejor peso, de rasgos regulares y agradables, siempre muy bien aseado y afeitado, bien vestido, siempre de traje negro limpio y planchado con pulcritud.
Muy hábil era este José Nieto en sus aficiones, numismático, anticuario, tocaba con maestría el tambor, ya que con anterioridad de su venida a la villa cacerense, habia ejercido como Tambor Mayor en el regimiento, le gustaba la fabrica de cometas para los muchachos, y criaba y amaestraba pájaros, cuentan en los mentideros que, para ir a la compra se hacia de acompañar de un perrillo que con una cesta en la boca iba cargando lo que su amo compraba, y por la noche le precedía llevando un palo de regulares dimensiones en la boca con un farolillo a cada extremo, encendidos para alumbrar el caminar de don José.
Muy cristiano era don José, y muy caritativo, y todavía resuenan en la Plaza de las Canterías donde tenia su casa, los favores que hacia día si día no, a los mas desfavorecidos de la fortuna, y no habia vecino con necesidad que él no socorriera, pero con todo no podía ser perfecto, y es que don José Nieto, de natural de Andalucía era el Verdugo de la villa cacerense.
(Fuentes Publio Hurtado-La parroquia)
(Fuente Simón Benito Boxoyo-noticias)

Agustin Díaz Fernández
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