PELIN DE HISTORIA VII - CÁCERES
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 10 feb 2023
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 26 mar
LA TABERNA DE LA COLORÁ-PELIN DE HISTORIA XXIX
De la Villa Cacerense
VII
Crónica desde la Ronda de la Pizarra
Tiempos de revoluciones soplaban en la Taberna de la Colorá, el alboroto se escuchaba hasta en la estación del tren, se hacían comentarios en los hornos de cocer la cal, que ya se encendían cuando se encendían, también la cal había pasado su revolución y ya venia apagada y refinada desde una fábrica, y no hacía falta el enorme trabajo de encender el horno para obtener tan poco beneficio, y hasta en los carillos del Paseo de Cánovas se hacían eco de la buena nueva, y es que había llegado de la capital un invento obra sin duda del maligno, que habían hecho cerrar la fábrica de Citrania al compas que Gaseosas la Polar, y la causa del alboroto era ni mas ni menos que había hecho su entrada triunfal una bebida llamada Cocacola.
Más los habituales de la taberna seguían prefiriendo el vino a ningún invento con sabor a jarabe para las lombrices, tío Matamoros seguía con su cacillo de aguardiente, Montoya con su tinto de toda la vida, aquel vino peleón que le nublaba a diario las entendederas, tío Chivario seguía con sus pistolas de vino, los de la rana también les iba más las pistolas de vino, y seguían con su soniquete Clan, Clan, Clan, al golpear los tejos en la boca de la rana.
El alboroto venia del hijoputa del Piyayo y de los lindos que traía a conocer cómo se entretenían los pobres, aunque esto ya se les iba pasando y acudían mas a escuchar las historias del tío Chivario, y eran los únicos que andaban bebiendo esta pócima que mezcladas con ron o ginebra daba otro sabor decían ellos.
-Venga Eugenia, sirva vd una convidá a todos los presentes, menos al abogado y a la puta, ya saben el abogado aquel de lindos que andando el tiempo acabaría mal, muy mal, y la puta que andaba todas las noches en la taberna tratando de que la fabrica que tenia entre las piernas no cerrara por falta de uso.
-Corriendo voy, dijo la Eugenia, venga a beber con la alegría, que invita el señorito, y tu Chivario que ya está aquí el mozo, empieza la historia desde donde la dejaste ayer, y los de la rana, menos imputo al lanzar los tejos que no escuchamos, Clan, Clan, Clan.
En fin, principio Chivario, según parece, la colonia Norbensis Caesarina, fundada por el Cónsul Lucio Cornelio Balbo el Menor, y con un núcleo de población, que al fortificar la colonia en el mismo sitio que se ubica en la actualidad, y de la manera que lo hizo, parece que más que colonizadores, los que asentaron fueron guarniciones para defender los pasos de las sierras que atravesaba la calzada romana por el Cruce de las Herrerías.
Pasaron por esta tierra cacerense, visigodos y árabes, más pocos testimonios dejaron de su paso, al no ser el de gente belicosa. Norba no fue para el visigodo lugar de asiento de una ciudad pacifica, lo toman como lugar estratégico escogido por el romano como puerta hacia el Sur, una fortaleza que vigilaba por todos lados las posibles llegada de invasores.
Y debió ser el aspecto castrense-militar de la villa cacerense, que debió de presentar a la llegada de los árabes, prescindieron del nombre Norba, la bautizaron como Al-Qacires (Alcacares-Castillo) y que pronto este nombre se convertiría en Cacires, y que en el momento mismo de la conquista por el cristiano, se convertiría en Cáceres definitivamente, y resulta que así debió de ser el punto de partida que señala la vida que habría de seguir la villa cacerense, sobre el aprovechamiento de su suelo.
Alfonso IX de León y Galicia, se apodera de forma definitiva ya de Cáceres, para el poder cristiano, y en el mismo momento de ocuparla, conceda carta municipal, la otorga un amplísimo territorio de más de 180.000 hectáreas comprendidas entre el Puente Romano de Alcántara y el sendero de Carmonita y entre Herreruela y el Tamuja, cosa sencilla la de los Reyes, y este más que era amigo de dar de lo ajeno, un Rey generoso con lo que no era suyo, y es que al otorgar el fuero a Cáceres, los moros eran dueños todavía de toda la mitad Sur del territorio asignado, y que controlaban desde sus robustas fortalezas asentadas en Trujillo, Santa Cruz, o Montánchez, y así las cosas los cristianos asentados en Cáceres veían a simple vistas el territorio más allá de su dominio efectivo, y que este en realidad no se extendía nada más que hasta el cerro de los romanos, Puerto del Trasquilón, y la Sierra del Arropez, siendo el valle del Salor, entre esta línea y las sierras, tierra de nadie, donde un día hacían sus correrías los moros y otros los cristianos, pero sin mas control en ellos que el que duraba las algaradas o la razias.

Más al poco esto empezó a cambiar, y las Ordenes Militares y muy principalmente la de Santiago de la Espada en 1235, y con el motivo de adueñarse de las fortalezas en poder del moro, consolidaron la posesión de esta tierra de nadie para los cristianos de Cáceres, y que a partir de este momento se pudo dar al fuero su realidad histórica, poblando la recién tomada villa, una parte con los soldados provenientes de la hueste conquistadora y otra parte con gente del reino de León y Galicia, estos llegaron atraídos por las libertades y privilegios concedidos por la Carta Municipal.
Con el Fuero Alfonsí se asigna la totalidad del territorio al Concejo de Cáceres como propiedad absoluta de este, y excluye de toda propiedad inmobiliaria a la nobleza, a las iglesias, o a los clérigos, a las órdenes religiosas, siendo así las cosas solo el Concejo y los pobladores podían poseer bienes raíces en Cáceres.
Ocurría entonces que aquel, asentara su dominio con plena propiedad en el término es decir al poblador, se le dará tierra, y esto será conforme al reparto de las quadriellas, estas eran las encargadas del reparto del botín, y de esta manera se crearon las primeras parcelas de propiedad privada, y que cuya extensión no se determina, más cabe suponer que dada la enorme extensión de terreno del termino y la escases de numero de particioneros, que cada cual se le diera sin otra medida que la de su voluntad.
Pero esta partición del Concejo, no gozaba de la plenitud de su partición, por el contrario, el poblador propietario de la misma solo tenia pleno dominio sobre la totalidad del producto de su trabajo como cultivador de su heredad y lo que producía espontáneamente el campo, arboles, leña, yerbas, caza, pesca, quedaba como propiedad comunal a la que el dueño de la heredad, a la que el dueño tenia tanto derecho como cualquier otro vecino, así que podía un poblador dueño de una amplia heredad de quadriella y en esta tener dos clases de dominio, uno absoluto, que era sobre la parte cultivada y otro, restringido solo de derecho aunque no de hecho sobre toda aquella parte del terreno que no estuviera dedicada al cultivo.
Aunque se daba las circunstancia de que cultivaba más bien poco, los pobladores al primer vistazo del terreno, se dieron cuenta de que esta tierra era poco agradecida al cambiar frutos por sudor, al instante vieron y entendieron que el cultivar esta pobre tierra, solo les acarrearía sacrificios y miserias, más esfuerzos y penalidades que el que habían sufrido para conquistarla, la zona del Ribero era estéril, y la tierra de las sierras exigía una lucha enorme contra el monte, lucha perdida de antemano, el arbolado era una selva, y en cuanto a los majadales o tierras de pastos rendian más sin mirar para ellos, que el rendimiento que les pudiera dar con mucho esfuerzo y sudor, y quizás sea por esto por lo que desde el minuto uno de la conquista en las tierras Cacerenses se asienta la ganadería y casi se renuncia a las faenas en las tierras de labor, más los trabajos de la agricultura no se abandona por completo, ya que se cultiva para cubrir las necesidades internas.
Y asi las cosas, el fuero nombra al trabajador de la tierra con el nombre de labrador, más este nombre tiene distinta consideración, y o precisamente según el trabajo que realiza, es según su relación con la tierra, o con el dueño de la tierra, asi se pueden dividir en grupos de libres o siervos, n lo que esta escindida la plebe medieval.
-Venga se acabo el aceite del quinqué, todo dios pasando por caja y a la puta calle, chillo la Eugenia, tu Piyayo hijoputa, ya le estas sacando los cuartos a los lindos, y deja una convida pagaa para mañana, vosotros los de la rana, vamos que acabo la función.
Mientras el eco seguía en el aire del ultimo tejos lanzado a la boca de la rana Clan, Clan, Clan.
(Fuentes Floriano Cumbreño-Villa)
(Fuentes Ortiz Belmonte)

Agustin Díaz Fernandez
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