PELIN DE HISTORIA IX CÁCERES
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 25 feb 2023
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Actualizado: 26 mar
LA TABERNA DE LA COLORÀ-PELIN DE HISTORIA XXXI
De la Villa Cacerense IX
Crónica desde la Ronda de la Pizarra
Pasaban los años, pasaba la vida, en todas partes de la villa cacerense, se notaba la prosperidad, y como no podía ser menos el arrabal del Carneril lo hacía al compás del resto, aunque con más pausa, ya no se compraba al fiado, o se usaba menos, cada cual ya tenía un trabajo más o menos renumerado, y con la entrada a la vida laboral de los hijos que suponía entrada de dinero en casa que servía para ir dejando en el olvido la miseria, las obras en el barrio seguían a buen ritmo, la construcción de viviendas ya estaba en la carretera de Medellín, hoy Avda. de Cervantes, la vida mejoraba a ojos vistas, poco a poco se iba perdiendo el pelaje de la dehesa.
Y ya había llegado el hombre a la luna, y los televisores en color ya no eran novedad, en la taberna de la Colorá, aquella tarde daban un Real Madrid-Juventus, de semifinales de la copa de Europa, quizás por eso estaban los parroquianos habituales más alegres de lo normal, con ganas de chascarrillos y bromas, vino por eso y por el vino trasegado, y así andaban cada uno en su mesa de costumbre, menos los de la partida de la rana, que andaban con el Clan, Clan, Clan, del sonido de los tejos al golpear en la boca de la rana.
-Venga Chivario, comienza con la historia de hoy, que para luego es tarde, dijo la Eugenia, mientras iba llenando los vasos de la convidá del tío Aquilino, el que repartía la cerveza Gavilán.
-Vaya si me place, le contestó Chivario, venga el mozo con su cuaderno, y no se hable más.
El otro día lo dejamos hablando del ganado y el adehesamiento, comenzó Chivario, sigamos con ellas, Las dehesas se concedían cierto, pero ni el Concejo ni los particulares podían por si, establecer dehesa en un territorio aun siendo este de su propiedad, estamos en que había que solicitar el adehesamiento al Rey, y era el que enviaba a hombres suyos, llamados apeadores, que era el nombre de los encargados de deslindar la tierra, así mismo eran los que señalaban el terreno cuyo adehesamiento se solicitaba, y tramitados estos el Rey concedía el establecimiento de dehesa por sus privilegios.
Aun así, con todo, el privilegiado no adquiría el dominio absoluto de los productos de la tierra que se adehesaba, pero con todo el adehesamiento, defensa o coto, eran respetados solamente en tanto el producto por el que se acotaba no faltaba en el resto del término, toda vez que en época de escasez el Concejo decretaba el desacoto, permitiendo que el ganado del común entrara en todos los adehesamientos, como si fuera terreno libre.
Estando así las cosas, resultaba que tener la concesión de una dehesa en el término cacerense, era como no ser dueño de nada, o como si en una comunidad de vecinos uno se dijera ser propietario de las escaleras del inmueble, y así se reconoció en sentencia en el año de 1490 y en contra del Maestre de la Orden de Santiago, que como dueño de la dehesa de Castellanos, se negaba al desacoto de la bellota, leña, madera, agua, caza y pesca, por esta sentencia se reconoció el derecho al vecindario a ese aprovechamiento, expresando que, lo mismo podía hacerse en todas las dehesas del resto del término, aunque sean o hayan sido propiedad de señores particulares.

Pero entendieron que, la dehesa era la defensa más eficaz para el territorio, así como de la riqueza ganadera, toda vez que acotando se cerraba el termino para ganado forastero, resultando que para estos ganados forasteros el coto continuaba, aunque se desacotase por las adversidades, quedando lo que hubiera para el ganado local, en donde lo hubiera era para todos, menos para los forasteros.
Puede que fuera egoísta, pero la razón era que durante los primeros años que siguieron a la conquista, cuando aún no había echo falta el adehesamiento, eran admitidos todos los ganados en el término, nadie molestaba a nadie, los vecinos eras pocos, y los forasteros no bajaban a estas tierras cacerenses, por ser tierra insegura al ser tierra de frontera, que es lo que era Cáceres, ni aún con la conquista consolidada en la dos vertiente del Tajo, ni cuando la marca de moros fue empujada hacia el sur, los ganaderos de la cabaña del reino de León, bajaron con sus rebaños en busca del abundante pasto de las tierras cacerenses, de cuyas excelencias tenían referencias, toda vez que se aprovechaban de ellos con tan solo pagar el montazgo, en caso de que lo pagaran ya que muchas de estas cabañas venían con `privilegios heredados que los eximían de este impuesto.
Y así las cosas, sucedió que se cerraron los puertas de Cáceres, y lo hizo a través de los adehesamientos que, estos adehesamientos estaban siempre amparados por privilegios reales, y lo hizo dando prioridad la industria ganadera, que tenia tanta importancia que ya era reconocida desde que se le otorgara el fuero a la villa de Cáceres, ya que expresa un fuero estrictamente pecuario con el titulo de fuero de Caballería de los Ganados o Fuero de los Caballeros de Rafala, y en el que de manera minuciosa se detalla la organización de la ganadería cacerense, incrustada dentro del pequeño estado de derecho del término, un nuevo estado con su Concejo, sus justicias, sus tribunales y su milicia, pero con carácter exclusivamente pecuario.
Tenemos que, todo el conjunto de ganado, constituye lo que se llama una cabaña, y en supuesto de que la cabaña permaneciese siempre dentro del termino de la tierra cacerense, se le denominaba cabaña ahumada o afumada (del humus, tierra) y podía estar compuesta solamente por 100 ovejas o de 50 vacas, más si la cabaña tenia que salir de la tierra, era cabaña trashumante, pero esta tenia que contar con un numero de cabezas mayor, y era de más de 2000 ovejas o de 400 vacas, y la yeguada tenia que tener un número mínimo de 200, no era fácil juntar este numero de ganado de un solo propietario, así que se juntaban dos o tres o más propietarios de rebaños más pequeños pero de un mínimo de 500 ovejas o 10 vacas, y de esta manera se formaba la cabaña para trashumar, a esto se le denominaba aparcería del ganado, se ponía al frente de ella a un Caballero o Rabadán, que tenían mando sobre los demás pastores y zagales que acompañaban la cabaña.
Ocurría que, en estas tierras fronterizas, sobre en los primeros tiempos tras la conquista, era temerario pasar con los ganaos a través de la sierra sin defensa, ya que el enemigo moro no dejaba de vigilar los pasos, para apoderarse de los ganados y pastores, ahora bien, esto era reciproco, que el cristiano hacia lo mismo, no dejaba de otear tierras de moros para apropiarse del ganado.
Como medida para paliar estos ataques, se creó y para la defensa del ganado propio, o bien para el ataque al ganado extraño, hermandades de carácter militar, recibiendo en nombre de Caballeros de Rafala.
La Rafal es una expedición pecuaria, defendida militarmente y cuyo objeto es acompañar al ganado durante la trashumancia, y perseguir y atacar a los ladrones de ganado, o lanzarse sobre tierra enemiga para apresar el ganado de sus adversarios, ahora bien, para formar parte de esta hermandad, había que ser todos los ganaderos de la villa cacerense que poseyeran caballo de guerra y que fueses aparceros de ganado.
Al organizarse una expedición, estando la cabaña ya formada, se hacia el apellido o llamamiento de todos los caballeros de Rafala, acudían todos al lugar designado para la reunión, con sus armas bagajes y caballo, se pasaba revista o se hacía lo que llamaban alarde, se distribuían a los Caballeros con arreglo a las cabañas formadas a razón de un caballero por cada cabaña se 2000 ovejas, esto recibía el nombre de ir a otero.
Los pastores gozaban de mucha consideración y solían ser de condición, Aparte o de Soldariegos, lo primeros cobraban el diezmo de las crías de ovejas, un queso de cada diez y una cría de cada tres del cerdo, los Soldariegos, cobraban una soldada que variaba según el tiempo y la clase de ganado que cuidara y como era de esperar todo esto hace que Cáceres prospere y crezca como ciudad cristiana, durante la segunda parte del siglo XIII, los ganados cacerenses alcanzaron un considerable incremento, y tanto que no se limita a producir con arreglo al volumen pecuario de que era capaz el termino, si no que poniendo en valor privilegio concedido a Cáceres en su Carta de Población e no pagar montazgo en ninguna parte, tiene no solo los ganados que se pueden mantener en sus tierras, si no que corre al aprovechamiento de pastos en las tierras que por el Norte posee la Orden de Alcántara, traspasan las sierras de San Pedro por el Valle de Salorino y pasando por Trujillo al Este buscan los valles de los Montes de Toledo.
Y se tiene el ejemplo del Vaquero Gil Cordero de Albornoz, pastor de Cáceres, que encontró la Virgen de Guadalupe, siendo síntoma este de la presencia del ganado en las Sierras de las Villuercas, lo de la hermandad celebrada en 1305 con el Concejo de Alburquerque, revela el desbordamiento de la ganadería que había llegado incluso a alcanzar tierras de Portugal.
Más este desbordamiento de ganado, lo defendió y lo sostuvo la villa cacerense con sus caballeros de Rafala, y que estos mismos caballeros, cerraban con extraordinario tesón el territorio cacereño de ganados forasteros.
La hermanda que se celebró en 1305 y en la localidad de Alburquerque, y cuyo resultado fue:
Se llegaron a un acuerdo o convencía entre las partes en litigio, a saber, el Concejo de Cáceres y el de Alburquerque, por el litigio que tenían sus vecinos, y se dictó sentencia por orden de Fernando IV de Castilla.
Este litigio viene motivado por contienda entre partidas, que eran entre alguno vecinos de Cáceres y otros de Alburquerque, y por la razón de veinte puercos, que los montaraces y otros vecinos de Cáceres tomaron a Juan Domínguez Zafartón, vecino a la sazón del pueblo de Alburquerque, en el termino de Cáceres, y en las heredades que fueran de Rodrigo de Aliste, por razón de coto de la lande.
El juez nombrado para la ocasión una vez oídas las partes, testigos, aguaciles, pastores y demás gente interesadas en el asunto que:
Que los Veinte puercos los prendó Juan Dominguez a Dionisio Péres de la Localidad de la Lisseda, aldea de Cáceres, y que se avinieran a que Juan Domínguez Zafartón recibierra del Concejo de Cáceres doscientos veinte maravedís por los veinte puercos de su propiedad que fueron tomados, y que le fuera retirada la licencia que Dionisio Péres de la Lisseda, dio a Juan Dominguez de Alburquerque por razón de veinticinco guarros, y que desde entonces en adelante el dicho Juan Domínguez, usara de los heredamientos y dehesas que fueran de Pedro de Aliste en el sentido de que cuando el Concejo de Cáceres acotara los montes de su término que Juan Domínguez, guarde el coto que el Concejo pusiere en orden de la lande, y además que guarde este el coto que el Concejo de Cáceres, pusiere en orden de la laguna de pescador, de la caza, de la madera de los montes y de las otras cosas que se contiene en la ordenanza de la Montarazia, que el Concejo de Cáceres, pusiese y que puedan sus ganados pastar en la lande, más cuando el Concejo desacote, que pasten los ganados de los vecinos y moradores de Cáceres y de su término, y de los heredamientos y dehesas que el dicho Juan Domínguez, tiene en el termino de Cáceres.
Más este desbordamiento de ganado, lo defendió y lo sostuvo la villa cacerense con sus caballeros de Rafala, y que estos mismos caballeros, cerraban con extraordinario tesón el territorio cacereño de ganados forasteros.
(Fernando IV, Rey de Castilla)
Y así, y con estas condiciones, ley del embudo, no se podía esperar otras cosa que la que sucedió, y es que Cáceres llego a chocar con un poder que representaba semejante interés, pero este de carácter nacional, y que su influencia era decisiva en cuestiones ganaderas, y esto era ni mas ni menos que la Mesta.
-venga Chivario, cuenta cuentos, a callar y a beber que empieza el futbol, gritaba la Eugenia, mañana le cuanrtas al mozo eso de las Mestas, y vosotros, caras tristes los de las ranas, acabando que es gerundio, mira Matamoros como sonríe, venga apura el cazillo de aguardiente que ahí va la última convida.
Mientras el tio Miguel, lanzaba los últimos tejos de la partida ahacia la boca de la rana, Clan, Clan Clan,
(Fuentes Floriano Cumbreño-Guia)
(Fuente Orti Belmonte)

Agustin Díaz Fernández
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