LAS MESTAS III - CÁCERES
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 4 abr 2023
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 26 mar
Crónica desde la Ronda de la Pizarra
Ya se van los pastores
Ya se van Marchando
Mas de cuatro zagalas
Quedan llorando
Que coño cantas Chivario, ya sabes que aquí está prohibido el cante, gritaba de malas maneras la Eugenia, aquí se viene a beber y el que no a la puta calle.
-Calla, mala mujer le contestó el Tio Chivario, no ves que le estoy explicando desde hace día al mozo lo de la Mesta, pues eso es lo que solían cantar en las majadas en las largas noches.
-Pues guárdate al musico, que va a empezar en el televisor la corrida de San Isidro que hoy torera el Cordobés, y los parroquianos viene a ver los toros en silencio.
De aquellos ilustres parroquianos, tan solo quedaban el tío Chivario, y el Tío Matamoros, los demás entre ellos Montoya se fueron con la parca cuando les vino a visitar, y día tras día iban llegando menos señoritos a ver como se divertían los pobres, asi se le iba acabando el negocio al hijoputa del Piyayo, y no es que quedaran menos señores de levita, es que la taberna se había quedado en el siglo pasado, con su vino, lo mejor para los señoritos, que era el mismo que servía a los demás, más aguado que de costumbre, su olor al humo de leña mal quemada, y al rancio en general a sudor honrado de las ropas de la clientela.
Alguna familia de paso hacia la estación, a despedir generalmente a alguno de sus miembros que se marchaba a la emigración, dos otres de los fijos, algún sereno que iba o venia de su trabajo, y los perennes jugadores de rana, que melodiaban toda la pedrera donde junto a cinco o seis chabolas se asentaba la taberna de la Colorá, con su Clan, Clan, Clan, sonaban los tejos al resbalar por el cuello de la rana.
Siéntate mozo dijo el tío Matamoros, que el tío Chivario te va a continuar con la historia, volviendo a meter los hocicos en el habitual cazillo de aguardiente, que sigan donde lo dejó ayer, cosa rara, el tío Matamoros era famoso en la taberna por sus silencios.
Y no, no era casual, que coincidan en el tiempo la noticias de los primeros adehesamientos en la villa cacerense, llegaron junto con la concesión de los primeros privilegios de la Mesta, en los referente a la utilización de los terrenos baldíos y espacios sometidos a la autoridad concejil, siendo a partir de este momento cuando se incrementaron los adehesamientos, y no solo en las tierras privadas, sino también en las propiedades comunales, ya fueran por donaciones por orden del monarca o bien a través de la expoliación, siendo de tal modo, que a lo largo de la edad media, se dedican al arrendamiento de invernaderos siendo ocupados en su totalidad por los ganaderos castellanos.
Los ganaderos propietarios de las grandes dehesas cacerenses, con alguna excepción figuran entre los ganaderos trashumantes, figurando entre ellos, las Ordenes Militares, El Monasterio de Guadalupe, La Catedral de Plasencia y algunas instituciones eclesiásticas más, siendo la norma general que los propietarios de tierra no participen de la trashumancia, teniendo los mayores ingresos de la economía señorial en el ordenamiento de los pastos.
Más las Ordenes Militares que, a la sazón eran los mayores propietarios de pastos de invierno hacia el Sur, con el aumento de la Mesta, supuso el aumento económico también para ellos, y fue el enriquecimiento tan grande que hasta los Reyes Católicos se vieron en la necesidad de intervenir, llegando a abolir el dominio territorial de los Maestres, y con la incorporación de las Ordenes Militares a la Corona, se reforzó enormemente el papel de esta en la Mesta.
Y muy buenos eran los beneficios que obtenía de la trashumancia a través de los impuestos, el del servicios de montazgo, procuró desde siempre la protección de la Mesta, a costa del desarrollo de la agricultura y de los ganados estantes y ribereños, era de esperar que estando así las cosas la tierra de la Extremadura se viera subordinada a la Mesta, el archivo de la Mesta quedó instalado en el Monasterio de Guadalupe, y desde allí se trasladó a Villanueva de la Serena a comienzos del siglo XVI, y donde permaneció hasta 1621, año en que fue su traslado definitivo a Madrid.
La expansión de los adehesamientos encuentra su explicación en la ampliación de la presencia ganadera de las cabañas castellanas en la Extremadura, los propietarios de las dehesas, eran los que ocupan las poltronas en los gobiernos municipales, llegando a obstaculizar y según sus intereses la participación de en la trashumancia, y según las Ordenanzas de Montesa de 1494 en la villa cacerense, existe la prohibición a los ganados locales que participen en la trashumancia el acceso a pastos comunales del territorio, esta medida era a la sazón disuasoria para todos los interesados en la expansión de los pastos de las dehesas, y así la Mesta se vio con que le fueran reforzados sus privilegios, consiguiendo impedir que se extendieran los cultivos y así mismo el aprovechamiento de los pastos por los ganados de los vecinos.
El asunto llego a ponerse en tan malas condiciones que se llegó a dar el caso que los ganaderos cacerenses se vieran obligados a llevar sus ganados a invernar a tierras de los vecinos portugueses, pagando precios excesivos, es una de las razones por lo que en la Edad Moderna, es decir a partir de 1492, es cuando la Mesta goza de su mayor poderío.
Ya estamos en el siglo XVIII, y es cuando se desata una gran ambición por tierras, esto afectaría a las zonas marginales, incluso a los pastizales aprovechados por los ganados estantes y trashumantes, más a lo largo de este siglo los ganados ovinos acuden en gran cantidad a las tierras cacerenses, y a la Extremadura en general , aumentando incluso el ritmo de crecimiento que es mayor que los rebaños estantes, aumentado tanto la cabaña local como la trashumante, sucediendo entonces que deben compartir una misma superficie adehesada, y superficie que también es del deseo de los agricultores.
Y así las cosas, con un clima enrarecido, surge el Expediente Consultivo promovido este por la provincia de la Extremadura, y a iniciativa del Concejo Real, solicitando a las autoridades de la provincia, con el fin de conocer con exactitud la situación demográfica y económica del reino, y de esta consulta resultó el Memorial Ajustado, que fuera presentado en 1764 y donde se hacia un pormenorizado balance de las condiciones en las que se encontraba la región y las causas directas que ocasionaban ruinas y miserias, se destacaba el abuso por los privilegios de la Mesta, el abandono de las grandes fincas y dehesas que pertenecían a las Ordenes Militares y a la situación miserables de los pueblos que habían perdido sus tierras de pecios y dehesas comunales, culpando de esto a la ganadería de trashumancia, por su parte la Mesta, presentó alegaciones tratando de demostrar que la tierra de la Extremadura solo era apta para dedicarla masivamente a pastos, como por otra parte había sido durante toda su historia.
Este pleito planteado entre la provincia de la Extremadura contra le Honrado Concejo de la Mesta, que se inició en 1764, y tras los memoriales de 1771 y 1783 condujo, eso si diez años después con un Real Decreto en el que se declaraba como de pastos y labor todas las dehesas de la Extremadura, con la excepción de las que eran solamente de pastos. ¡Con la Ley de 29 de agosto de 1796, aparte de suprimir la existencia de los alcaldes entregadores de la Mesta, traslada sus competencias a los corregidores de cada corregimiento, estructurando de esta manera un único tribunal de apelación para labradores y ganaderos, esto supuso el terminar con un estatus jurídico que perduraba desde la época del bajo medievo!.
Y así las cosas, en este periodo la decadencia de las trashumancia viene provocada por la pérdida de poder de la todo poderosa Mesta, ocurriendo que hasta mediado el siglo XVIII eran los ganaderos castellanos los principales arrendatarios de los pastos invernales de la Extremadura, ya en decadencia se inicia una reconversión, los ganados extremeños participan cada vez más en la explotación de las dehesas, y seria a finales del XVIII comienzan a presionar con fuerza sobre los campos los rebaños de las nueva oligarquía cacerense, y es también cuando la producción de cereales en el núcleo urbano comienza su expansión ocupan granes extensiones de tierra, promovida por la subida de los precios del cereal, y la necesidad de satisfacer la demanda.
A comienzas del XIX, y como continuación de la tendencia iniciada desde el comienzo de la guerra de la Independencia, los ganaderos cacereños se incorporan a la cabaña trashumante, haciendo el camino a la inversa de lo que lo hacia los serranos de Castilla y León.
Y fue durante la invasión del francés en 1808, cuando desapareció el servicio pastoril, desperdigándose así las mejores cabañas leonesas, la guerra pedía su ración de carne y era mucha la que consumía, otra parte sencillamente hizo mudanza de manos.
Ya y en lo referente a la ganadería y la trashumancia, fue su declive y por lo tanto el de la Mesta, y su definitiva abolición en 1836, con el proceso de desamortización y el fin de las tierras feudales, se desmontaron todos los estamentos agrarios del antiguo régimen, los bienes de mayor importancia desamortizables en la tierra cacerense, correspondía a los bienes de los municipios o a los de la iglesia y la Ordenes Militares, la fase de mayor importancia fue la desamortización de Madoz, iniciada en 1855, en esta fase seria la Extremadura la que ocupó el principal conjunto de las diversas zonas por ser muy grande la cantidad de los bienes enajenados.
Ocurrió que los resultados de la desamortización lo único que ocasionaron fue reforzar la situación anterior, los pequeños propietarios, tenían poco o ningún acceso a las propiedades, mientras que el grueso de los bienes acabó como no podía ser de otra forma en manos de los grandes propietarios, que ampliaron los latifundios, y los municipios quedaron sin bienes raíces, con los que cumplían con la labor social en favor de las clases más desposeídas, se formó la roturación de las tierras, pertenecieron la mayor expansión de los terrenos a las Ordenes Militares, la presencia de la Mesta fue la causante de que se hubieran quedado sin labrar terrenos realmente cultivables.

Durante el siglo XVIII, el gobierno emprendió una acción repobladora para intentar paliar el despoblamiento en las zonas rurales, y en especial en la comarca cacerense dentro de la despoblación en la Extremadura, para este intento dio impulso a una actividad agraria que incrementase el número de agricultores y pecheros, la intención era el aumentar los ingresos del fisco, y como no, las zonas con elevados porcentajes de despoblamiento, coincidían con las franjas de más urgencias Andalucía, Extremadura, Salamanca, precisamente las que coincidían con las más notables rutas y asentamientos de la cabaña mesteña, y se dio comienzo al repoblamiento, aunque en lo que respecta a Cáceres con poco éxito, donde fue tal el descenso en algunas zonas que llego a ser del 75%, de su población, esto hizo que fuera insostenible la continuación de los repartimientos fiscales, según criterios contributivos, así las cosas, este hecho fue muy gravoso para los vecinos más pobres, tengamos en cuenta que la presión fiscal aumentaba al compas que los vecinos descendían, y tenían que salir a la emigración, siempre hay que tener en cuenta que los vecinos más ricos, precisamente, eran los que confeccionaban los repartimiento, en estas miseras condiciones, el bandolerismo y el contrabando, se mostraba como único camino para sobrevivir.
Pedro Rodríguez de Campomanes, ministro de hacienda en el reinado de Carlos III, esgrimió un informe, teniendo en cuenta que habían definido el reinado de Carlos III, como un largo pleito entre labradores y ganaderos, donde se resumían siglos de discordia y enfrentamientos y que, era preciso abolir la Mesta, ya que era una amenaza para la propiedad y la solvencia de la hacienda Real, y aunque el conflicto se desencadenó en la región cacerense de la Extremadura, iba afianzándose en toda la zona de cañadas Mesteñas de la corona de Castilla.
Este golpe sobre la herida, ya de por si sin curar, de la antigua Institución como el Honrado Concejo de la Mesta, termino con la declaración de ilegalidad para delimitar el precio de los pastos arrendados a través de del derecho de tasación de los mesteños, y de los alcaldes entregadores, poco a poco un conjunto de leyes nuevas iba a ir derogando los privilegios y ordenanzas de la Mesta.
Una ley de 4 de enero de 1813, reducía el dominio de particulares a los baldíos y comunales, estos se podían cercar libremente.
Otra ley de 5 de junio de 1813, suprimía la tasa de tierras de pastos y el derecho de posesión.
Este fue el golpe fue el que de verdad hizo daño a la Mesta, basada en la supremacía, la abolición de la Mesta se produjo un 31 de enero de 1836, con ello se cerraba un enfrentamiento de siglos entre labradores y ganaderos, cerrando así otro capítulo, triste de la historia de España.
Más la aparición del ferrocarril fue un factor clave para la trashumancia, el tendido ferroviario sirvió más para separar que para unir, la primera línea ferroviaria que se inauguró en la Extremadura fue, Ciudad Real-Badajoz, años 1866-1867, y fue la llamada línea del Guadiana, otra vez quedaron Cáceres a un lado, en estas los diputados por Cáceres, presentaron una iniciativa de línea de ferrocarril cuyo itinerario fuera Madrid-Trujillo-Cáceres-Portugal, fue aceptado pero sustituido este itinerario por el Madrid-Talavera de la Reina-Navalmoral de la Mata-Plasencia-Cáceres-Valencia de Alcántara hacia Portugal, más también sus señorías cacerenses presentaron un proyecto de las comarcas del Norte de la provincia, donde se proponía una línea de Norte a Sur para comunicar Cáceres con Bejar y Salamanca, proyecto que sería aprobado en 1865.
Y llegó el ferrocarril, y con un vieron los ganados trashumantes un modo más rápido y cómodo de realizar tan largos desplazamientos entre invernaderos y agostaderos, y como es lógico al principio fueron los grandes propietarios los usuarios de este medio de transporte, y poco a poco se iría generando el uso del ferrocarril.
En 1896 la Asociación General de Ganados del Reino, que fue la sucesora de la Mesta, solicita tarifas especiales a la compañía ferroviaria MZA, y en 1899 se anuncia una tarifa especial para ganados trashumante, y ya en 1901 la compañía MCP, que une Madrid-Cáceres con Portugal, establece su tarifa desde las dehesas cacerenses.
Más durante el siglo veinte la trashumancia pasa a ser una actividad casi marginal dentro del sector agrario, la fascinación que tenia el oficio de la trashumancia cae en declive, los antiguos pastores fueron considerados como elementos anticuados y sobrantes, el ganado foráneo que viene a invernar a la Extremadura es cada vez su número menor, quedando extinguida esta práctica casi en su totalidad en la primera mitad del siglo XX.
Ya se van los pastores
Hacia la majada
Ya se queda la tierra
Triste y callada
Vamos cerrando la Taberna dice la Eugenia, terminando la consumicion y cada uno a su puta casa, coño que parece que no teneis familia.
Mientras los tejos siguen con monótono Clan, Clan, Clan, al resbalr por el cuello de la ran
(Fuentes Floriano Cumbreño-Villa)
(Fuentes Trashumancia Extremadura)

Agustin Díaz Fernandez
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