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LA VENIDA DE ALFONSO XII A CÁCERES Y LAS MINAS DE ALDEA MORET II

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 4 sept 2023
  • 7 Min. de lectura

LA VENIDA DE ALFONSO XII

A LA VILLA CACERENSE II

Crónica desde la Ronda de la Pizarra.

Hacia tiempo que no bajaba a la pedrera donde se ubicaba la taberna de la colará, al entrar, parecía que el tiempo se habia detenido, la misma barra de cinc, los mismo vasos de aquellos llamados de chato, las mimas botellas de refrescos de la marca citrania dispuestos sobre el mostrador rellenos de vinos para servir a la clientela las llamadas pistolas, las mismas mesas con las mismas quemaduras de cigarrillos en los bordes, dejadas ahí por los jugadores del dominó, o del tute, la misma chimenea con los mismo cuatro palos y con el mismo humo, los mismos bancos corridos junto a una de las paredes donde se sentaba la clientela del fiado, que cada uno tenia su sitio, y hasta los mismos clientes, muertos en vida que más parecían como muñecos de cera, como si los hubieran embalsamado y vueltos a poner en el mismo sitio de siempre, de toda la vida, con su trajes de pana, sus camisas que en otros tiempos fueron blancas, con sus cuellos renegridos de mucho sudor y vida a la intemperie y poca agua y jabón, y sus rostros cuarteados como cuero viejo por las necesidades y el trabajo duro, y las manos encallecidas, embrutecidos porque la vida los habia tratado como como madrastra de cuento de cenicienta, y por qué todos, incluso los que ganaron habían perdido una guerra, una puta y maldita guerra, donde ganaron los de siempre.

En su sitio de costumbre el tio Matamoros, trasegando cazillos de aguardiente, siempre callado, escuchando, y con el temor de que volviera la pareja de la Guardia Civil y los hinchara a ostias, porque les dijera cosas que él no sabía, y aunque las supiera jamás contaría, y sencillamente le ostiarian por que se les escapó hasta en dos ocasiones de campos de concentración fascistas.

En su sitio en la mesa de siempre Montoya, que ya viudo no tenía ganas de canturrear ninguna copla, solo algún susurro nombrando a su hija que marchó a tierras catalanas a trabajar a la Seat, y que cada vez se iban distanciando más y más las cartas, o del chico que cruzo el Tajo para salir a tierra extraña, a una ciudad de nombre impronunciable de Alemania, y que le enviaba dinero todos los meses, para cuando hubiere menester que nunca se sabía, “bueno me salió el chico” se le solía decir entre dientes.

Al fondo y en dos mesas juntas, donde terminaba el banco de los del fiado, el hijoputa del Piyayo, con el grupo de señoritos, que no se cansaban de acudir ver como se divertían los pobres, y para constar al día siguiente en el Circulo de la Concordia lo valiente que eran, por pasar la noche entre estos animales y no haber pasado miedo.

´-Eugenia, que coño te pasa mujer, llevo aquí media hora y no me has servido.

-Primero las perras, que de ti no me fio,

Las puyas de todos los días entre la tabernera y el tio Chivario.

Y en el lugar de toda la vida, lo jugadores de la rana con su soniquete clan, clan, clan, al golpear el tejo la boca de la rana.

Vamos Chivario, dijo Eugenia la colorá, que hoy ha vuelto el chiquino, cuéntale lo de la mina de Aldea Moret.

Sucedió que, cierto paraje ubicado entre los cerros de Cabeza Rubia, Santa Ana, y San Benito, y al Suroeste de la misma, zona caliza que cuya riqueza se explotaba únicamente por los caleros de la villa cacerense, y sin que en el devenir de los siglos hubiese jamás persona entendida y avisada, y que previo análisis del terreno, se hubiese dado cuenta de la riqueza que atesoraba entre aquellas piedras.

Cuantas veces, muchas, siglo tras siglo, los que se beneficiaban de sus canteras para la fabricación de cal para la construcción de edificios, veían como se encendían las piedras con una llama de color verde esmeralda y que, a fuerza de repetirse esta visión, habían concluido por dejarlas estar hasta que, conociendo de piedra, terminaban por apartarlas de entre las preparadas para la hornada, como material inútil.

Y en estas estaban todos tan felices cociendo la cal, pobres pero felices, o eso creían, hasta que cierto día recién principiado el año de 1861, dos vecinos de la villa cacerense don Francisco Lorenzo, comisario de policía a la sazón, y don Bibiano González, algo más avisados en mineralogía, no mucho no vayan a creer, dando un paseo por aquel secarral, se encontraron con aquellas piedras que, al primer golpe de vista les parecieron de fosfato, pero con las dudas, de quien tiene conocimientos muy básicos como para aseverar tal cosa, decidieron ponerse en contacto con el farmacéutico don Florencio Martin y Castro, el que tras un detenido análisis químico de las piedras que le presentaron, determino que, estas piedras contenían hasta un 62 por 100 de fosfato.

“aquellas piedras que tantas y tantas veces despreciaron los caleros eran en realidad un inmenso tesoro, el barón Liebig, al que sus conocimientos químicos le valieron universal reconocimiento, no dudó en calificar de nueva California de Europa a la provincia cacerense en razón de estos criaderos de fosforita”

(Publio Hurtado)

Y en aquellos campos, donde solo habia abandono y dejadez, surgía ahora gran riqueza, donde pusieron su mirada y atención sobre la oscurecida Cáceres de los centros bursátiles y mercantiles, iban a sacarla de su apatía adentrándola en el m movimiento de la vida de las ciudades modernas.

Más estos análisis despertaron en aquellos la natural codicia en cuanto olieron riquezas varios vecinos de la localidad, con las prisas propias de la avaricia se apresuraron al convertir en moneda de uso corriente de los bienes encontrados, comenzaron a especular los contornos de la villa, y el número de los descubrimientos se fueron multiplicando en muy corto espacio de tiempo.

Pronto salto la noticia de este yacimiento al extranjero, principalmente a Portugal e Inglaterra, y conocida la calidad y cantidad de estos criaderos, al punto varios negociantes prepararon su venida a Cáceres, con el propósito de contratar su explotación ya con las sociedades o particulares propietarios del terreno, pero se dio que unas veces por la obstinación de los propietarios ya por los explotadores y sus agentes, y otra que habían echado cuentas y resultaba muy costoso el arrastre del material desde la boca de la mina hasta los puertos portugueses, muchos contratos se quedaron en nada, y muchas ilusiones a la luna de Valencia.

El entusiasmo que habia producido el hallazgo, se fue quedando en decepción entre los vecinos de la villa cacerense, y cuando todos lo daban por perdió, una sociedad, con domicilio fiscal en Lisboa, La Victoria de los señores Valga y Cia. Vino en 1865 a hacer la realidad lo que algunos habían soñado, contratando con la Fraternidad la compra del material de su propiedad y con fecha de caducidad de doce años, estos años fueron los mejores años de la mina, y el reparto de beneficios para sus dueños, ya que en este tiempo se habia logrado un inmejorable desarrollo, dando a los fosfatos de Cáceres renombre y valor en los mercados.

Más hallándose a la sazón en Londres en calidad de ministro plenipotenciario de España don Segismundo Moret y Prendergast, de espíritu emprendedor, tuvo el propósito de invertir su tiempo y sus dineros en la explotación de fosfatos, minerales estos, de las que ya tenia experiencia antes de incorporarse a la defensa de los intereses de España en el Reino Unido, corría el año de 1870.

Y ya de vuelta a la madre patria en el año de 1874, se puso manos a la obra en el negocio que habia proyectado, formando la Sociedad General de Fosfatos de Cáceres, sociedad formada para la explotación a gran escala de los terrenos donde se calculaba que eran gran criadero de fosfatos, al mismo tiempo consiguió el refundar de la Fraternidad así mismo como varias otras de la provincia.

Dueños ya esta asociación de la mayor parte de las minas de fosfatos registradas en las cercanías de la villa cacerense, solo era cosa de tiempo el afluir en torno de estos asentamientos, como así ocurrió, numerosas cuadrillas de trabajadores y que en un espacio corto, además de los trabajos de arranque, electrificación de la mina, y habilitación para los obreros de una barriada de casas que, aumentando de día en día formaron una pequeña aldea, que el ayuntamiento de Cáceres y en memoria del gestor de aquel negocio le dio el nombre de Aldea Moret.



Don Segismundo Moret

Nace don Segismundo Moret Prendergast, aunque de apellidos catalanes e inglesas en Cádiz en 1838, dentro del seno de una familia acomodada, El padre miembro de la administración de Hacienda y comprador de tierra desamortizada, la madre pertenece a la aristocracia inglesa, siguió don Segismundo, la carrera de derecho y fue catedrático en 1863, a través de la cátedra y la prensa se convirtió, en uno de los más destacados defensores del libre cambio, a pesar de no ser partidario de la implantación de las instituciones democráticas, se mantuvo al margen de cualquier actividad política hasta la revolución de 1.868, fue elegido entonces diputado , fue secretario de la comisión parlamentaria, encargada de redactar la constitución de 1.869, donde se distinguió por la brillante defensa de la cláusula que garantizaba los derechos individuales.

Formó parte del gobierno presidido por Juan Prim en 1.870, como ministro de Ultramar, cargo desde el que firmo la abolición de la esclavitud en Puerto rico, tras el Gobierno de Amadeo I de Saboya 1.871, fue designado representante Español en Londres, dimitió de este cargo al abdicar el rey amadeo I , en 1.881 don Segismundo Moret, intento organizar la izquierda dinástica y para ello llego a un acuerdo con Montero ríos y Francisco serrano, con el apoyo de este grupo fue nombrado ministro de la gobernación bajo la presidencia de José Posada Herrera 1883, ms tarde se incorporara al partido liberal y acepta la jefatura de don Práxedes Mateos Sagasta.

Con el primer gobierno liberal de la regencia de María Cristina (la regencia empieza en 1.885 a la muerte de Alfonso XII y termina en mayo de 1.902 al cumplir la mayoría de edad Alfonso XIII) ocupo la cartera de Estado 1.885-1.888, Fomento 1.892 Estado 1.882-1894 y Ultramar 1.897, tuvo que enfrentarse en este último cargo con la revolución cubana y concedió la autonomía a Cuba y Puerto Rico, lo que no valió para solucionar el problema.

Fue partidario de acceder a la exigencia de EEUU, por lo que fue duramente criticado, la perdida de las colonias lo aneja de gran parte del país. A la muerte de don Práxedes Mateos Sagasta disputa a Montero Ríos al jefatura del partido liberal, cosa que no lograrían ninguno de los dos, en 1.905 fue encargado de presidir el gobierno, don Segismundo Moret y Prendergast dimitió en 1,906 a causa el atentado contra Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia de Battembers durante su recorrido del cortejo nupcial 31 de Mayo de 1906.

Fallecía don Segismundo el 28 de enero de 1.913, a los 75 años de edad.

Venga Chivario termina de una vez, y los demás pagando y cada uno a su casa, que el candil se esta apagando,

- vamos- dijo una de los juegos de la rana, mientras se seguía escuchando el clan, clan, clan, de los tejos al resbalar por el cuello de la rana.

(Fuentes Publio Hurtado-la Venida)

(Fuentes Biografías)



Agustin Díaz Fernandez.



 
 
 

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