LA VENIDA DE ALFONSO XII A CÁCERES Y LAS MINAS DE ALDEA MORET III
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 9 sept 2023
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LA VENIDA DE ALFONSO XII
A LA VILLA CACERENSE III
Crónica desde la Ronda de la Pizarra.
De vuelta a la taberna de la colorá, ya estaba los parroquianos cada uno en su sitio de siempre, los que perdieron en el sitio de los ganadores, los perdedores en el sitio que les correspondía como perdedores, es decir todos revueltos porque todos, porque lo que se ve son perdedores todos, unos porque a la fuerza les inculcaron una himno con una letra y brazo el alto, sus ideales y rezos a su dios, y otros, los inculcadores, porque no sabían ni creían lo que les inculcaron a los otros, el caso es que estaban todos allí, el tío Matamoros, con su cazillo de aguardiente, callado, mirando sin ver, solo vigilando la puerta de entrada, o de salida, por si entraban en su busca para apalizarse, siempre era el sospechoso, se atrevió a fugarse de dos campos de concentración fascista, Montoya con su pistola de vino, pensando en su hija que trabajaba en la Seat, y en el hijo que emigró a Alemania, bueno me salió el chico, rumiaba entre sorbo y sorbo de vino, hasta los señoritos estaban aquella tarde en su lugar de siempre acompañado del hijoputa Piyayo, que traía de excursión a la taberna a los lindos para que vieran como se entretenían los pobres, y como no podía ser de otra manera, los jugadores de la rana en la línea de tiro, clan, clan, clan, sonaban los tejos al rebotar en la boca de la rana.
-Vamos Chivario, voceo Eugenia la colora, voy a servir una ronda y todo cristo callaos, que va a seguir con la historia de la venida del rey, que ayer se hice tarde y solo llego hasta la biografía de Moret, así que apurando los vasos que la historia sigue:
Ayer lo dejamos con la venida de don Segismundo Moret, y creo la Sociedad General de Fosfatos de Cáceres, sociedad formada para la explotación a gran escala de los terrenos donde se calculaba que eran gran criadero de fosfatos, al mismo tiempo consiguió el refundar de la Fraternidad así mismo como varias otras de la provincia.
En fin, puesto en marcha todos los mecanismo de extracción del mineral, solo faltaban un ferrocarril que transportase con economía y prontitud el producto extraído a los puertos lusitanos, cosa que los sesudos señores del gobierno más pronto que tarde se pusieron a su estudio, y como se dieron cuenta que esta vía de comunicación corría urgencia, se pusieron manos a la obra, proyecto y obras a la vez, o casi, y así al empezar el verano del año de 1880, la línea que saliendo de la villa cacerense iba a empalmar en Torres da Vargens con la línea que unía Madrid con Lisboa esta ya estaba terminada.
Y así las cosas, el día 25 de junio de 1881 a eso de las cuatro de la tarde, la buena nueva llego a la villa cacerense en forma de un silbido de una locomotora de tren.
“El primer tren se aproximaba a la estación, una multitud de personas se acercaron a esperarlo, música y fuegos artificiales lo recibieron, en son de algarabía y fiesta dándole la bienvenida y, el tren entro en el andén, con la misma majestad que un conquistar toma posesión de la tierra conquistada.
Más, sin embargo, la llegada a la villa cacerense de este prodigio de la mecánica y que iba a ponerla en comunicación rápida con pueblos remotos, no arranco a los muchos espectadores y curiosos las menores demostraciones de entusiasmo”
Y era que la aislada y olvidada Cáceres, miraban con precaución la llegada de unos de los mayores inventos del siglo XIX, que venía a remover los rancios hábitos de los cacerenses.
(Publio Hurtado)
Pero tal vez fuera las promesas que desde hacia muchos años, los políticos de turno venían ofreciendo el ferrocarril para Cáceres, y se habían dado tantas veces estas promesas por buenas, tantas notificadas al respecto no ya por iniciativa privada que tambien lo fueron por líneas oficiales, sobre este acontecimiento, que se estaba viendo la construcción de las vías, y aun así se dudaba de que algún día llegara el ferrocarril a la estación de Cáceres.
Más se acabaron las obras, y se empezó la que complementase el empalme con la vía del ferrocarril del Tajo, y que tenía que entre en Portugal por Monfortinho encontrándose en que la dificultad para este empalme se encontraba en el rio Tajo, l esfuerzo se hizo, y nacido un impresionante puente de hierro que unió las dos orillas.
Y ya terminada las obras, solo restaba la inauguración de la línea, inauguración que de acuerdo con el esfuerzo de los trabajos realizados tenia que ser de solemnidad, ya que con ella se iban a estrechar los lazos y relaciones que ya existían entre los dos reinos, el de España y el de Portugal.
Puesto el interés de los dos países por esta inauguración, la que merecía ser llamada arteria del progreso, sus Majestades de ambos reinos, de acuerdo con sus respectivos gobiernos, aceptaron la invitación de la empresa, y así enaltecer con su presencia la inauguración de esta línea, poniéndose de acuerdo en que el encuentro entre las dos testas coronadas se produjera en la estación de Valencia de Alcántara.
Noticias llegaron de que don Luis I a la sazón Rey de Portugal, era de su agrado de que en encuentro se produjera en la villa de Cáceres, al punto el ayuntamiento cacerense envió a la capital una comisión con el encargo de rogar a su majestad la venida de esta a villa, y donde el vecindario ya se habia mostrado a favor de su real presencia, y que además esta resolución coincidía con los propósitos de don Segismundo Moret para que su majestad visitara los establecimientos mineros, ya que estos eran los causantes de la instalación de la línea de ferrocarril, los comisionados fueron:
El alcalde don Lesmes Valhondo de Carvajal, y los concejales don Eduardo Sanchez Cortes y don Jesus Acha y Aguirre.
Los que además de cumplir con el encargo que llevaban, debían de procurar la gestión para que el gobierno corriera al menos con parte del pago de los gastos que tal acontecimiento y de agasajo a tan importantes personajes sin duda se produciría, para poder agasajar dignamente a tan distinguidos huéspedes.

Cosa esta al parecer normal, ya que las cargas que afrontaban los municipios eran muchísimas y los ingresos escasos, la villa cacerense tenia valor en papel del 80 por 100 de la enajenación de sus propios, era moneda sin valor, o moneda imaginaria, varias ocasiones los representantes de la provincia y del municipio habían acudido al Ministro de Hacienda, poniéndole al día de la angustiosa cuestión económica por a que atravesaba el Concejo, y que diese las órdenes oportunas para que se le abonase y liberase aquellos créditos, el Ministro se escudaba en que para eso debían esperar su turno, turno riguroso al parecer más para uno que para los otros, que en las oficinas se llevaban para la liquidación y abono y los emplazaba hasta que les llegase su vez de atender a la corporación necesitada, y esta daba la casualidad que tenía para realizar sus haberes el numero 1081, lo que hacia inviable el aguardar que les llegase su turno.
Más al contrario, en un mes antes de empezar con esta petición, aquel mismo centro, en el que se les habia negado a los gestores de los intereses municipales cacerenses en repetidas ocasiones el abono de estos, habia acordado y llevado a cabo la intervención de casi todos los ingresos, aunque estos no eran en demasía, pero era con los que la corporación tenia para atender a sus múltiples necesidades, reduciéndola a tal extremo que muchos de los concejales amenazaron con la dimisión, y anuncios de supresión del alumbrado público, de la policía municipal, y de los empleados del ayuntamiento.
Salía de Cáceres la comisión negociadora acompañada del Gobernador Civil de la Provincia Sr, González Rivera, llegando a la corte el día 22 de septiembre, siendo a las cuatro de la tarde la hora acordada para la audiencia que habia concedido el monarca, se presentaron en el palacio de Oriente y fueron conducidos hasta la Real cámara, en ella su majestad Alfonso XII con vestimenta de paisano y la reina Maria Cristina, una vez presentados y culminados a explicar el motivo de la petición de la audiencia, tomo la palabra el concejal Sanchez Cortes:
-como individuos del pueblo de Cáceres y expresamente comisionados por él, venimos a suplicar a vuestras majestades, que se dignen honrar con su presencia aquella poblacion al inaugurar la nueva línea Ferrera internacional que une Madrid con Lisboa, si vuestras majestades tiene a bien tener en cuenta nuestro ruego, el pueblo de Cáceres que no cede a ninguno otro de la península en lealtad y adhesión al reino, le recibirá con grato jubilo y el grato recuerdo que su permanencia allí deje, lo igualara al de otros monarcas que dispensaron igual honor.
Contesto su Majestad:
-Agradezco enormemente la invitación que en nombre del pueblo cacereño viene a hacerme, preciosamente Cáceres es una de las pocas capitales que me queda por conocer de España, y tengo por lo tanto deseo de visitarla, no respondo de que la reina pueda a acompañarme, pero por lo que a mí respecta, prometo a Vds. mi visita.
Evacuada esta grata misión, ahora quedaba a los comisionados la enojosa tarea de tratar de sacar al Ministro de Hacienda los recursos necesarios, cosa que resulto inútil, solo obtuvieron otra negativa más por parte del ministro, más cuando el Sr. Valhondo fue a cumplimentar ya en despedida al Ministro de la Gobernación, quejose amargamente de la poca atención que se prestaba a los consejeros de la corona, llegando a manifestar que el pueblo de Cáceres abandonado a sus escasos medios n podría recibir dignamente a sus majestades, llegando a reclinar cualquier responsabilidad que esto ocurriera en el gobierno, el Ministro dolido antes eta situación, prometió hacer todo lo que estuviera en su mano y fuera posible.
Regresaron los comisionados a Cáceres, pero continuaron las gestiones los diputados señores Grandes, González Fiori, Rodríguez Leal y Zugasti, quienes obtuvieron para la causa y así lo hicieron saber por telegrama enviado al ayuntamiento cacerense, un total de 50.000 pesetas, para que se emplearan en los gastos que se iban a ocasionar con la visita de sus majestades, más esa cantidad no originaba nada mas que la tercera parte de la demandada por el alcalde, pero algo era algo, como dijo aquel calvo que se encontró un peine.
Y desde que por la villa cacerense corrió la noticia de la venida de su majestad, se empezó a desplegar una actividad inusitada por todas las corporaciones y aun en el seno de todas las familias, se prepararon para los festejos señalados el día 8 de octubre de aquel año de 1881.
La duda llegaba de todos lados y el problema era donde alojar a tan insignes visitantes. En principio se pensó en hospedarlos en la Audiencia Territorial, bautizada con el nombre de Palacio de Justicia, con el beneplácito de todo los próceres de la villa, así las cosas, el presidente de la audiencia, Sr, don Rafael de la Fuente y Falcón, ordenó pintar alfombrar y hacer limpieza general, abriendo las ventanas que se fuera el hedor a rancio y limpiando de telarañas, igual debería a hora hacer el Consejo General del Poder Judicial, pero de siempre han enredado la gente de la farándula política para no poder llegar a cuerdos de renovación, ya les vale, más, lo mismo hacían el al Diputación y en el Ayuntamiento, los casinos, y hasta los particulares en sus casas, donde no habría que comer, pero si para enjalbegar las paredes y quitar la mugre, bien fregado todo con el agua de Fuente Concejo, ante el aluvión de tropas y forasteros que se esperaban con motivos de la venida de los festejos que se anunciaban.
Más al punto el municipio reclamo la honra de alojar a los huéspedes reales entre las bóvedas del consistorio, y al a postre esta sería la decisión que se tomara.
Aunque no tardaron los concejales en convenir que el edificio de la audiencia estaba mejor acondicionado para recibir a sus majestades más los señores de su sequito y tropas de guardias que le acompañaban, pero como habían recibido cierta cantidad a cuenta del crédito de la villa, para paliar los gastos que la visita ocasionaba, como iban a emplear los dineros en adecentar y adornar el edifico de la audiencia, dejando el edifico municipal destartalado y en estado miserable como se encontraba, optaron por arreglar el edificio de casa y el de la audiencia que los arreglaran como pudieran.
Y así quedo establecido que los soberanos se alojarían en la Casa Consistorial.
-Venga, se escuchó llamar al orden a Eugenia la Colorá, mañana más que se hace tarde, que cada uno se vaya a adecentar a su casa que ya es hora, pero antes pasar por caja eh, que por aquí hay mucho hijoputa, y tu Chivario, mañana más y a la misma hora.
En silencio se iba despejando la taberna aquella noche, solo quedaba el eco de clan, Clan, Clan, el ruido de los tejos al golpear en la boca de la rana.
(Fuentes Publio Hurtado)
(Fuente biografías)

Agustin Díaz Fernández
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