LA VENIDA DE ALFONSO XII A CÁCERES Y LAS MINAS DE ALDEA MORET IV
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 16 sept 2023
- 7 Min. de lectura
LA VENIDA DE ALFONSO XII A CÁCERES
Y LAS MINAS DE ALDEA MORET IV
Crónica desde la Ronda de la Pizarra.
Aquella anochecida el bullicio que se escuchaba nada más entrar en la pedera donde se ubicaba la taberna de Eugenia la Colora, era bullicio de espera, de expectación, ya estaban cada uno de los habituales en su sitio de costumbres, aguardientes consumían unos, pistolas de vino los otros, y de lo mejor gastaban los lindos, que incluso hoy habían en mayor número, acaso atraídos por la historia de la venida de su majestad a la villa cacerense, acaso para al día siguiente contar en el casino lo valiente que habían sido, jugándose la vida entrando en un barrio y taberna de pobres, para ver cómo se divertían los parroquianos de tan humilde arrabal, sin saber que no corrían riesgos de ninguna clase, sin percatarse de que el hijoputa del Piyayo, les sacaba buenos cuartos solo por pasearlos por entre tanta miseria.
-Vamos Chivario toma tu pistola de vino y sigue con la historia, y vete apurando que ya llevamos muchos días y no sacamos nada en claro, que parece esto una telenovela de Antena 3, por lo que dura, y el resto, apurando los vasos que vamos con otra ronda y a callar, llamó la atención de los parroquianos la Eugenia-
Mientras se iba haciendo el silencio solo se escuchaba el Clan, Clan, Clan, Clan, de los tejos al rebotar en la bica de la rana.
Bueno ayer quedamos que ya se tenía claro donde morarían sus majestades, en el edificio del ayuntamiento y que se acomodaría para tan solemne ocasión, y sucedió que, se convocó a concejales y a los contribuyentes mayores de la villa, se conformó una comisión llamada de festejos, estos unidos al Gobernador Civil y Diputados provinciales acordaron, los preparativos de la venida de los monarcas, ornato de salón de sesiones , dos arcos dedicados a sus majestades uno en Valencia de Alcántara y otro en la estación de Arroyo Malpartida, una comida extraordinaria a los acogido en los establecimientos de la beneficencia, fuegos artificiales en la plazuela de San Juan.
El ayuntamiento por su parte pagaría, arcos a sus majestades en la entrada de la poblacion, y en la Plaza de la Constitución, la preparación y adornos de las calles, el salón de sesiones del ayuntamientos, fuegos artificiales, esos en la plaza de la constitución, un rancho extraordinario a los presos de la cárcel, la decoración de las habitaciones de sus majestades, la de la Iglesia parroquial de Santa Maria, la adquisición de invitaciones para la comitiva y los convidados que vinieran a las funciones en la Plaza de Toros, un banquete a los representantes de la prensa, gratificación a la tropa y músicas militares, y por ultimo repartir limosna entre los pobres de la villa cacerense, solo habia un problema y era el corto espacio de tiempo que les quedaba para tantos y tantos arreglos, y ya sabemos que para gente de gobierno las prisas solo son para cobrar ellos, lo demás como el cielo, puede esperar, el caso es que estos acuerdos se tomaron el día 26 de septiembre, y lo Más grande se esperaba para el día 7 y 8 del mes de Octubre, pero en fin.
Se empezó con el empedrado de algunas calles, y el derribo de varias casas, para ensanchar las calles en determinadas partes, al punto el pregonero no se hizo esperar, y con pregones por las calles de la villa conmino a los vecinos a que enjalbegaran las fachadas de sus viviendas, y que los días 8 y 9 de octubre colgaran de balcones y ventanas sus mejores galas, y que por las noches los iluminasen, y hasta se prohibió a los revendedores de comestibles, tanto de puestos fijos como ambulantes que exhibiesen sus productos de consumo, todo ello con motivo de los festejos programados, ¡claro llegaba el Borbón , como si esto no fuera menester de cuando en vez.

Pero carajo, no estaba tanto festejo y dispendios en contra de la austeridad económica con la que se movía la villa, aunque los más detractores de este dispendio, aplaudieron la determinación, y en cuanto las noticias alarmantes con respecto a la cuestión de subsistencia, dieron tres cuartos a los pregoneros y vocearon por los mentideros de la villa los propios revendedores, ya confundidos entre la aglomeración de forasteros venidos a la villa cacerense atraídos por la curiosidad, y a rodos estos llegados para la ocasión, habia que sumarle los mozos afectos al reemplazo del corriente año, y que por coincidencia las operaciones de estos había que verificarse por aquellos días, el que más y el que menos se prometía ganar en estos tres días más que en otros tres años en condiciones normales, más el bando ya se habia publicado, y era de esperar a que se cumpliera.
Ya el día 7 del mes de Octubre, Cáceres habia duplicado en número de su poblacion, las plazas y calles y los barrios de los extremos parecían hormigueros con tanto bullir gente, el subdirector de telégrafos Sr, Echenique, terminaba la colocación del aparato de luz eléctrica, y que cuya intensidad equivalía a 9000 bujías y que fue traído expresamente de Madrid para estos festejos, y el que debía hacer brillar su luz desde una de las ventanas del edifico del ayuntamiento, una sección de artillería se habia estacionado en el Parador del Carmen, para hacer a los soberanos las salvas de ordenanzas, por ser este punto próximo a la estación de ferrocarril, por entonces ubicada en hoy barriada de los Fratres, y los famosos fondistas Formos y Lhardy que habia venido a la villa con un numerosos sequito de cocineros y camareros, trabajaban sin descanso en la elaboración de exquisitos platos que habían de servir en las comidas y cenas programadas, y la cantidad ingente de obreros de las distintas corporaciones se afanaban en la decoración de las vías públicas por donde debería pasar sus majestades, quedando todo preparado para revista al caer la tarde de aquel día 7 de octubre.
La estación de ferrocarril, ya profusamente engalanada con los pabellones de España y Portugal, ya preparado el salón principal de recepción donde los ilustres huéspedes recibirían el respeto de las comisiones que habían de esperarlos en el andén, una pequeña plataforma les tenía reservada y en la tribuna de enfrente sitio reservado para los representantes de prensa.
En la zona Noreste de la vía, y en el punto de esta terminaba, se habia alzado otra plataforma y en cuyo centro se instalaron dos sillones, reservados para los Reyes, otra tarima para periodistas, y otra reservada para señoras y entre las plataformas y el embarcadero, un pequeño altar con una cruz de ramaje.
Y era allí, donde precisamente debía de ocurrir la ceremonia de bendición de la máquina.
Desde la estación de ferrocarril hasta la entrada de la villa, se colocaron ciento veinte columnas de madera y cubiertas de follaje, y ostentando en las alturas, gallardetes y banderolas y ya en el Carmen un espectacular arco que habían erigido por cuenta de la Diputación el ayudante de ingenieros don Ricardo Murquecho y en el que se leía:
La Diputación de Cáceres, a S.M. el Rey don Alfonso XII y al entrar en la calle de San Antón alzaron otro arco, costeado este por el ayuntamiento, no menos vistoso y cuya elaboración recayó en el arquitecto municipal don Emilio Rodríguez y con el lema:
A SS.MM Reyes de España y Portugal
Las calles por donde debía recorrer la comitiva estaban cubiertas de ramajes, lo mismo que el paseo por la plaza mayor, pero este de forma más lucida, la Iglesia de Santa Maria con colgaduras de damasco esperaba la visita, rememorando aquella que Felipe II efectuó de vuelta del reino de Portugal en el año de 1583, y ya estaba preparado para ofrecer cómodo asiento a sus regios visitantes un dosel en el presbiterio.
Ya engalanadas y preparadas como se debe las habitaciones que habrían de ocupar los Reyes y el sequito de sus majestades en las casas del concejo que les darían cobijo.
Por toda la villa se escuchaba el incesante ruido y el movimiento que, por todas partes de la población, los carruajes no daban un instante de descanso ni para beber del botijo un trago de agua, autoridades que marchaban, personajes que se llegaban, todo eran carreras, alegría y y un general contento de desconcierto.
Ya se habían personado en Cáceres, los obispos de Coria y de Plasencia, con gentes de sus respectivas catedrales, senadores, diputados, subsecretarios, paniaguados, correveidiles y demás gente de la farándula de figurantes y gentes sin provecho para el común, vamos los mismo que ahora cada vez que hay algún evento que celebrar u obras en calles que inaugurar, donde siempre figuran todos menos los dolientes, más a compas que estos llegaban, las principales autoridades provinciales y locales, partieron hacia la estación de ferrocarril de Valencia de Alcántara,. Lugar donde serian recibidas sus majestades de España y Portugal.
Y como no podía ser de otra manera, tambien habían venido a la villa Cacerense, los afamados matadores de toros, Salvador Sanchez “Frascuelo” y Ángel Pastor con sus respectivas cuadrillas de banderilleros y picadores, ¡imaginable era que hubiera algún fiestorro y no hubiera toros ¡
A las seis en punto de la tarde día 7 de octubre el Rey era despedido de la estación de línea del Tajo, por los ministros que quedaban en la Corte el Capitan General de Madrid, el Gobernador Civil y otros altos dignatarios que de estos nunca faltaron ni faltan en cualquier gobierno o gobiernillo.
Pero no crean no, su majestad no viajo solo hasta Cáceres, no viajo como niño saharaui a casa de acogida en verano no, con su majestad viajaban una cantidad ingente de personas y personajillos cuyos nombres y cargos me da pereza describir aquí, diremos que con el venían ciento y la madre, por venir venían hasta un zaguanete de alabarderos, y como no don Segismundo Moret Prendergast
Y a eso de la media noche, entraba en tren con su majestad a bordo en la provincia cacereña, a la una y escasos minutos salvaba el tren el Tiétar, a las tres y cuarto, la voz del guarda freno les anuncia que entraban en la estación de Arroyo-Malpartida, y a alas ocho de la mañana el telégrafo comunicaban a la capital de España, la entrada del tren con su majestad y todo su sequito a la estación de Valencia de Alcántara sin novedad,
-Pues si ya tenemos al Rey por esta tierra cacereña, nos podemos ir a dormir todos tranquilos, ¡Ea, gritó Eugenia la colora, cada uno a su casa, el que la tenga, pero primero pasar por caja a pagar, no vaya a ser que con la tontería os vayáis sin pagar, espabilaos, que es lo que sois, y tu Chivario, mañana mas a la misma hora.
Mientras liquidaban cada uno sus cuentas con la tabernera, el silencio iba imperando en la taberna, tan solo se escuchaba el soniquete de los tejos al golpear la boca de la rana, Clan, Clan, Clan,
(Fuentes Publio Hurtado-la venida)
(Fuentes Biografias)

Agustin Díaz Fernandez
Comments