LA VENIDA DE ALFONSO XII A CÁCERES Y LAS MINAS DE ALDEA MORET V
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 27 sept 2023
- 6 Min. de lectura
LA VENIDA DE ALFONSO XII A CÁCERES
Y LAS MINAS DE ALDEA MORET V
Crónica desde la Ronda de la Pizarra.
Nada más empezó marcharse la tarde, y sin aun haberse encendido la única bombilla del alumbrado público que iluminaba la pedrera donde estaba ubicada la taberna de Eugenia la colora, junto al camino de Maltravieso y bastante cerca de donde la Estación del ferrocarril de la villa cacerense, apenas recogidas las gallinas y los chiquillos, ya se encontraba la taberna petada de parroquianos, todos pendientes del tío Chivario, que seguía contando la venida de su majestad Alfonso XII, bebían en silencio o apenas murmurando, los mas alborotadores habían sido los lindos que el hijo puta del Piyayo no dejaba de traer a la taberna para que vieran como se divertían los pobres, pero a una mirada del tío Matamoros, habían callado al punto, estos señoritos seguían con el miedo en el cuerpo de que los pobres los podrían matar en cualquier momento, por eso acudían en manadas, para al día siguiente poder presumir de su valor en el casino, sin entender que en ningún sitio estaban más seguros que entre aquella buena gente, pobre, viviendo en la miseria pero gente decente.
Tan solo el Clan, Cla, Clan, de los tejos de la rana al resbalar por el cuello de la rana, se atrevía a romper los silencios.
En el post anterior, dejamos a su alteza en la estación de ferrocarril de Valencia de Alcántara, - pues dale Chivario, que ya estamos cansados de la espera, dijo la Eugenia, pero espera antes de que empieces, venga a beber que yo no vivo de historias viejas como las que cuenta Chivario.
Y a eso de las nueve don Luis I Rey de los Portugueses, arribo en el mismo punto acompañado de toda su corte, con uniforme de almirante, con todas las condecoración y bandas que el cargo conlleva, don Alfonso con uniforme de Capitán General y la banda de la Orden Portuguesa de la torre y la espada.´
Embajadores, ministros, militares de alta graduación, señores de la nobleza, lameculos varios acompañaban tambien al de Portugal.
La estación estaba engalanada con arcos de follaje, banderas y escudos de las dos naciones, y una blanca alfombra que terminaba en el campamento, a la derecha de la estación una compañía del regimiento de infantería de Mallorca, con bandera y música, una sección de la Guardia Civil y otra de carabineros, y no distante de la estación se alzaba en una pequeña loma se encontraba un reducido campamento
Tras un abrazo de sus majestades, al punto subieron al campamento, del que sobresalía una gran tienda de campaña que ocupaba toda la cresta de la loma, esta tienda era que don Alfonso habia usado en la sangrienta guerra del Norte, y una serie de ocho marquesinas repartidas por la ladera de la loma, y donde tendría lugar el banquete ofrecido por el afamado repostero llegado de Madrid Lhardy.
Y en la tienda marroquí, conferenciaron por unos instantes, ya que más pronto que tarde su pusieron a almorzar, en la mesa preparada por sus majestades en la tienda, solo los acompañaban catorce personas de su sequito, el resto comió en las otras tiendas, o en la ladera de la montaña.
Terminado el almuerzo a eso de las once de la mañana, subieron al tren sus majestades y el resto de comensales, entre vítores y aplausos de los vecinos locales y curiosos llegados de los alrededores, hasta que el tren se puso en marcha dirección Cáceres.
Y Ya mediado el día, y en las antigua eras de Badajoz, que se así de denominaba donde estaba ubicada la estación de ferrocarril, y bajo una lluvia de aquellas guapas que caían antes del cambio climático, habían acudido en masa las fuerzas vivas de la ciudad y demás autoridades invitadas al evento, La Audiencia Nacional, el Cuerpo de Ingenieros Civiles, el Instituto de Primera Enseñanza, Juzgado de Primera Instancia, gobierno Civil, colegio de Abogados y Procuradores , Gobierno Militar, Clero, y más de más. El Obispo de Plasencia, que fue el designado para la bendición de las maquinas, acompañado por el obispo de Coria y demás gente de la curia.
Senadores y Exsenadores, Diputados y ex Diputados de la provincia, que cualquier acto es bueno y es imprescindible para figurar y alcahuetear, y demás gente de la farándula, señoritos y lindos, y gente del bien vivir, pero todos estos recogidos en un salón adecuado para la ocasión y que no se mojaran estas prendas, mientras que, a la gente del común, que les dieran.
Mientras estos se colocaban para figurar bien posicionados, el tren que llevaba a sus majestades cruzaba la estación de Aliseda, pueblo este incendiado en tiempos pasados por los portugueses, y cuyos campos sembrados de cadáveres, habían clamado siglos de venganza contra sus asesinos, pero esto era otra historia.
Cando de repente, que la trompeta del guarda aguja, y los disparos de la batería de artillería emplaza en el cerro de Cabeza Rubia rendian honores con las salvas de ordenanza, anunciando la llegada del tren real.
Bajados del tren dio comienzo el besamanos de todos los presentes a los que iba presentado en Sr, Moret, y que tardaron el pasar todos los figurantes más de diez minutos, y una vez cumplido el protocolo, la banda de Granada rompió a tocar el himno portugués en honor de don Luis I, y desde donde se encaminaron a la plataforma desde donde habrían de bendecir las maquinas, el día continuaba siendo lluvioso y de mucho viento helado.
Una vez vendida las maquinas y cumplimentado el trámite, sus majestades fueron derechos a la Iglesia de Santa Maria, donde se canto un Te-Deum, terminado saliendo los reyes bajo palio del templo, para dirigirse hacia el ayuntamiento en cuya puerta les esperaban el Concejo en pleno, los que ofrecieron las casas consistoriales para morada, cosa que aceptaron sus majestades.
A esto que, el reloj de la villa anunció las tres y media, ya la plaza de toros se cuajada de espectadores, y su alteza Real fue a darse un baño de multitudes dejando se ver por el coso taurino y por el recorrido, que con todo su sequito fueron andando por las calles Empedrada y Barrio Nuevo, que estaban petadas de paisanos y forasteros , deseando de aplaudir a su majestad. Ya en la Plaza de Toros, y al hacer su aparición en el palco presidencial, arranco un griterío general entre las seis mil almas que ocupaban los tendidos del recinto.
Por la puerta de arrastre parecieron las cuadrillas al frente de las cuales desfilaron Frascuelo, de crema y plata, y Ángel Pastor, vestido este de morado y negro, y una vez cumplimentado con el permiso y saludos de rigor, ocuparon sus respectivos lugares en el burladero,
Y se abrieron los chiqueros, y salió el primer toro, Relojero de nombre, de la ganadería de don Feliz Gómez, vecino de Colmenar Viejo, con divisa azul turquesa y blanca, al que despachó Frascuelo, de dos estocadas, con peligro de ser cogido por las embestidas del morlaco, que para salvar los intereses de la empresa puso la vida suya y de su cuadrilla en grave peligro.
Hermosillo, pusieron de nombre al segundo, de la vacada de don Jacinto Trespalacios de Trujillo, con divisa verde y encarnada, y retinto claro de pelaje, y cuya vida tras una lidia tormentosa puso fin el diestro Ángel Pastor de una certera estocada, aunque los puristas declararon que pugnaba con las reglas del toreo.

Según cuenta el cronista, todo era debido al estado en que se encontraba el albero de la plaza por la incesante lluvia, todo eran resbalones, que ya era cosa de milagro que e pudieran mantener en pie los toreros, y no fueran cogidos por los astados, a las caídas empezaban a menudear, y entonces Frascuelo subió al palco donde se encontraban sus majestades, a solicitar al Rey la suspensión de la corrida, más advirtió su majestad que dada cuenta del estado del ruedo, bien se podía haber tomado la decisión de no haberla principado, y una vez comenzada la lidia, denegó la petición.
Así las cosas, salió por los chiqueros el tercero, de Colmenar, negro listado, de mucha bravura y buenas condiciones para la lidia, de nombre Portero, el toro claro, y hasta seis varas le endiño el picador, el toro cumpliendo con lo suyo, la mató dos caballos de los que montaban, ¡que culpa tenían los pobres animales! Pero así es la vida, sea como sea la tirada siempre pierden los mismos, los inocentes, una vez cumplido el trámite de putear mas al noble animal con tres pares de banderillas, tres, Frascuelo, cogió los trastes de matar y decidido fue a blindar el morlaco a su majestad Alfonso XII, y sucedió que al punto, el Rey ordenó se retiraran matadores y cuadrillas, quedando el pobre animal solo en los medios de la plaza, dándose por suspendida la corrida de toros.
Y otra vez de vuelta la comitiva al Ayuntamiento, pero esta vez por la calle Sancti Espíritus.
-venga, terminado la consumición y a pasar por caja todo dios, y cada uno a su casa, que ya es tarde y el candil se esta apagando, mañana más y a la misma hora.
Mientras los parroquianos iban saliendo y solo quedaba el murmullo de la historia contada entre el humo de los cigarrillos de picadura y vino, se escuchaba el eco del Clan, Clan, Clan de los tejos al golpear la boca de la rana.
(Fuente Publio Hurtado-la venida)
(Fuentes Biografías)

Agustin Díaz Fernández
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