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MONASTERIO DE SAN FRANCISCO EL REAL DE LA VILLA CACERENSE II

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • 22 oct 2023
  • 7 Min. de lectura

CONVENTO SAN FRANCISCO EL REAL

DE LA VILLA CACERENSE

II

Crónica desde la calle Ronda de la Pizarra

Ubicado este convento extramuros de la ciudad murada por el romano, en las afueras, y en el lugar donde se celebraba el rodeo, cuya creación fue por decisión de Fray Pedro Ferrer, el cual contó con el apoyo incondicional del noble Diego de Ulloa, conocido como “el Rico”.

Sucedió aquel día del mes de abril del año de 1267 de la era año de 1229, y día en que la iglesia festeja al Santo Jorge que, don Alfonso IX de León y Galicia, tomó al moro y definitivamente para la cristiandad la villa de Cáceres, la Norba Caesarina de los romanos, o la Hins Qazrix de los Almohades, y la declaró sin otra soberanía que no fuera la de la corona Real de León, quedando relegado sus poderes en el concejo de la villa.

El Fuero municipal que concedió don Alfonso a esta villa en fecha de la conquista y que sería confirmado por su hijo don Fernando III el santo Rey de Castilla en Alba de Tormes en día 12 del mes de marzo del año de 1231, y que, otorga carta de población, hace reparto de tierras entre los pobladores, carta donde quedan delimitados los términos y jura ante el concejo, que esta representado por doce hombres buenos, el respeto a las necesidades contenidas en la carta, y principalmente la de no enajenar jamás la villa, manteniéndola siempre única a la corona Real, Como villa libre y franca, y unida inseparablemente a la Corona Real de León, y en el fuero que otorga una de las disposiciones es:

Prohibición a los vecinos de Cáceres de donar, vender, empeñar o enajenar en cualquier forma, tierras, campos, casas o plazas, huertos, molinos, en una palabra, cualquier raíz, a órdenes religiosas o religiosas-militar.

la erige Alfonso IX al recuperarla, es una villa de realengo al estilo tradicional leones, bajo el gobierno de un Concejo autónomo por sí y sobre si, sin sumisión a otro señorío, ni más autoridad si no la dimanase de la protestad soberana del Rey, con esto pretendía el monarca crear bajo su dominio inmediato, un núcleo de resistencia y un punto de contrarresto a la posible reacción de los musulmanes, y al propio tiempo colonizar una tierra abandonada desde hacía más de mil años; Nadie jamás se dignó defender esta tierra, nadie, precisamente por no haber nada en ella, nada, que mereciese ser defendido.

Y tuvo que ser Sancho IV “el Bravo” el que, en carta fechada en 25 del mes de febrero del año de 1285, conceda a los frailes de la Orden de San Francisco de la provincia de Santiago, privilegios y exenciones para sus personas y conventos, sin tener en cuenta el párrafo del fuero latino donde se prohibía la fundación de monasterios de frailes, y que tan solo pasado un largo periodo de tiempo los frailes Franciscanos pudieron conseguir.

*el insigne convento de San Francisco el Real de la Villa de Cáceres, cuanto sucede a otros en el orden de los años, tiene la capacidad de edificios necesarios al núcleo religioso que lo habitan, y en número correspondiente en la grandeza del pueblo donde se ubica, ha sido siempre este monasterio celebre en la observancia al culto divino y mantenencia de vida regular, que en las comunidades mas llanas se observa con gravedad y se continua sin quiebra, y debe ser contado por estas razones:

Fue su fundación milagrosa, tal y como se repite en la orden, en tiempo en que la familia de la observancia se dilataba por el orbe con aplausos común de la reformación, sucedió que, vino a Cáceres con el deseo de fundar aquí con dos compañeros del mismo instituto y celo, el venerable Fray Pedro Ferrer, del esclarecido linaje de los Ferreres de Valencia y que era pariente muy cercano de aquel prodigioso predicador del Sagrado Orden de Predicadores San Vicente Ferrer.

Pero sucedía que, pasaba el tiempo y no lograban los parabienes para la fundación del pretendido convento, y pasando casi un año en la demanda, se entró en el año de 1472, y la villa se remitía a sus ordenanzas que tenían de no admitir religiosos, ni tener en la villa cacerense conventos de ningún orden que fuese, más se colige de la detención e insistencia del Padre Fray Pedro Ferrer, señal de que alguien o algunos le daban esperanzas, quizás fuera ley u ordenanzas común no las tuviera. En estas el Padre Ferrer, y viendo que no se componían las partes que contravenían con sus favorecedores y que su despecho lo fiaban para largo, determinó abandonar el lugar.

Y en esas andaba el buen Fraile, más al salir de partida de la villa por los arrabales cacerenses, detuvo su marcha para acomodar al jumentillo que los acompañaba, los ropajes, mantas y alguno pocos libros de su uso y de sus compañeros, cuando dio en pasar por el lugar don Diego García de Ulloa, noble caballero, llamado por su excelencia “El Rico” que a caballo al campo se dirigía. Y rogóle el Padre Ferrer, que por amor de Dios, pagase por él una herradura que al borriquillo le hacia falta para andar el camino, pero el caballero se excusó diciendo que no llevaba, ni solía llevar dineros consigo, volvió el fraile a insistir en que lo mirase bien, enfadado don Diego por la replica del religioso y ya con despecho volvió a rebuscar otra vez, se miró seno y faltriquera y buscando por todas partes, al fin vino a hallar una moneda de oro que jamás habia visto ni tenido ¡Vaya hombre!

Al punto pasó el caballero del enfado súbitamente a la admiración y reconociendo el prodigio la insistencia del Siervo de Dios, se arrojo del caballo a sus pies, solicitando su perdón por el despecho con que lo habia respondido, rogándole desistiera de la determinación e marcharse de la villa, y que el pondría todo su esfuerzo y nombre en que se quedase a fundar, ya que tenia de parte tan declarado cielo en suceso tan milagroso y que tales y tan favorecidos de Dios ni la villa cacerense querría ni le convenia apartarlos de si, y ya habiendo el de Ulloa obligado con sus ruegos al Santo religioso y a sus acompañantes a que aguardaran y esperasen su negociación, regreso sin demora a tratar el caso en el primer consistorio propuesto en la villa la fundación del monasterio, refiriendo con toda clases de detalles aquel milagroso sucedido.

Luego entonces ya no habia lugar a oposición ninguna, ya no quedaba resistencia para fundar un monasterio habiéndoles presentado pruebas concluyentes, un excepcional tapabocas de señal de la voluntad del Dios manifiesto, ¡carajo, alabado sea el señor!

Y así fue como todos en común acuerdo, no solo consistieron la fundación del convento, si no que se empeñaron con todo afecto disponer y promover tan santa obra, y con razón, pues ya de justicia debía de obrar por el precio de la moneda milagrosa con que Dios habia pagado a aquella villa por un morador suyo. El venerable padre fray Pedro Ferrer, viendo cuanto habia podido su fe y cuanto Dios le favorecía sus intentos, no solo se quedo a fundar, si no que eligió el convento fundado por su perpetua mansión y en el vivió treinta y ocho años, edificando con sus admirables virtudes y espíritu doctrinal a la villa cacerense.

Falleció el padre Fray Pedro Ferrer, en el año de mil y quinientos diez, y el martirologio franciscano lo pone a primeros del mes de febrero, dándole sepultura en la capilla que había fabricado, este monasterio perteneció hasta el año de 1548 a la provincia de Santiago, fecha en la que se creó la de San Miguel y a la que se vinculó el monasterio de San Francisco el Real de Cáceres, al igual que otros muchos conventos.

Y entonces sucedió, ya pasados cien años y más, estando ya muy adelante el gobierno de la provincia dividida, novio la fama y la curiosidad piadosa a los religiosos como se encontraba su cuerpo, el del padre Ferrer, y abrieron su sepultura, al punto sintieron un olor finísimo que protestaban bien cuan agradable habia sido a Dios y el alma, cuyo despojos estaban allí depositados, y descubrieron que el cuerpo permanecía intacto, y de él le quitaron después algunos pedazos de carne y algunos huesos que pararon en partes que no se tiene noticias, y pusose en adelante más cuidados en la guarda de tan preciado tesoro, y colocándolo en un arca de piedra y en la capilla mayor, tan solo se dejó aparte la cabeza que se guardó en la sacristía, para acudir a la devoción de muchos enfermos que, tocándola o haciendo pasar agua a través de ella y bebiéndola después alcanzaban por entero la salud ¡toma ya! El túmulo o arca del cuerpo esta bajo un arco en la capilla mayor, al lado del evangelio, y tiene epíteto en letras grandes que dice:

AQUÍ YACE EL REVERENDO PADRE DE BUENA MEMORIA FRAY PEDRO FERRER FUNDADOR DE ESTE NOTABLE MONASTERIO.



La bula fundacional le fue otorgada por el Papa Sixto IV en día 3 del mes de diciembre del año de 1472.

“habiéndose declarado y decretado últimamente el ayuntamiento de la villa de Cáceres y de conforme consentimiento y con aplauso de todo el pueblo, que se erigiese convento para el siervo de Dios Fray Pedro Ferrer y sus compañeros y demás religiosos observantes que se agreguen a su comunidad, se dio noticias de lo decretado al obispo de la diocesis de Coria, en cuya diocesis cae la villa cacerense, era don Iñigo Manrique de Lara, príncipe de grandes virtudes, y a quien celebra la historia por Santo, justo y que murió virgen, habiendo sido obispo de Coria y Jane, últimamente Arzobispo de Sevilla, este prelado tan grande y santo, no solo aprobó el decreto si no que se hizo parte con la villa y la nobleza de Cáceres, para solicitar y efectuar con sus limosnas la fundación, tan ilustres y abonados fundadores tuvo el monasterio, luego, el obispo y consistorio en su nombre y en el de todos sus moradores enviaron a Roma por facultad del sumo pontífice Sixto IV que, siendo levantado de nuestra religión seráfica al pontificado gobernante de la iglesia.

(*Crónica de Fray José de Santa Cruz)

(Fuentes Vicente Méndez-Rubio Ramos-el Monasterio)

(Fuentes Simón Benito Boxoyo-Noticias)



Agustin Díaz Fernández


 
 
 

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