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  • Foto del escritorLlopis Ivorra-AgustinDiaz

PARROQUIA DE SAN MATEO X CÁCERES- SANTA MARIA DE LOS CABALLEROS-ERMITA DE LA SOLEDAD

            PARROQUIA DE SAN MATEO X – CÁCERES

       ERMITA DE SANTA MARIA DE LOS CABALLEROS  

                        ERMITA DE LA SOLEDAD

Crónica desde la Ronda de la Pizarra-

Esta ermita está ubicada en la misma calle a la que da nombre, junto al convento de las Claras, y aunque muy reformada se puede decir que es una de las de más antigüedad de las de la Villa cacerense.

Ya de antiguo fue hospital, mas tarde santuario con el nombre de santa Maria de los Caballeros, y existe una fecha que data de 1743, en la parte exterior, en el muro por parte del  ábside, y que es la fecha de una reedificación de la ermita, más en 1470 figura en los archivos como año en que tuvo lugar la reforma de sus ordenanzas, por lo que se deduce que en esta fecha ya debía de contar con casi cien años de antigüedad.

Y era el día de la Asunción, el día que celebraba la cofradía su fiesta principal, más tarde sería trasladado al día de la Concepción, y ya por último lo fijaron en día dos de julio, fecha en que la iglesia celebra la Visitación de Santa Isabel, cuya efigie era sacada en procesión en torno a la manzana de casas que, forman parte de la ermita, esta procesión ya desapareció hace cuanto a, al mismo tiempo que desapareció la imagen de la virgen.



Esta hermandad procesionaban varias veces, el Domingo de Pasión o Domingo Lázaro, en la que tenía que concurrir la cofradía al completo, el Cabildo Eclesiástico en corporación y toda la clerecía de la villa cacerense con sus cruces parroquiales, a las doce la sacaba en andas, y portada por cuatro hermanos de la clase de caballeros la imagen de la virgen que, pasando por la iglesia de San Juan y Santa María, descendía por la Puerta del Rio hasta la Fuente del Concejo, aquí cuatro cofrades, estos del estado llano, y que eran  designados por el mayordomo la subían hasta la ermita del Calvario donde un fraile pronunciaba la plática, allí dejaban la virgen en el altar, volviendo los cofrades en procesión al punto de partida.

La segunda salida era el Viernes Santo, ya por la tarde salían de la parroquia de Santa Maria donde tenían la ceremonia del descendimiento que para tal fin se habia previamente por la mañana alzado y clavado en la cruz la efigie de Jesús, se oficiaba sermón por un observante a la gran concurrencia que se apiñaba en la explanada de la ermita desde el pulpito que allí existe o existía, marcando los actos que iban ejecutando los sacerdotes encargados de desclavar la efigie del madero, para colocarlo después en urna mortuoria, que ya estaba prevista para recoger al nazareno, que precedido de la cruz vestida con sudario blanco acompañado por clérigos, la virgen con vestidos de luto era acompañada por nobles hasta la esquina de las viñas, desde donde cogiendo las andas los pecheros la venían a tomar aquellos en la fuente del concejo hasta llegar a Santa María donde quedaban recogidas las imágenes dando por finalizada la procesión.

Si por casualidad el tiempo impedía celebrar la ceremonia en el Calvario, se llegaban las imágenes hasta la ermita de la Paz desde donde se trasladaban a primera hora de la tarde a la iglesia de Santa Maria, lugar desde donde salía la procesión que recorría toda la carrera. Pero habia otra procesión más, esta la de la Resurrección, que tenía lugar el domingo de Pascua que, salía de Santa Maria sin luto y tras una plática que corría a cargo de un fraile dominico, donde figuraba una efigie de Cristo triunfante una vez terminada su misión en la tierra, tras el iba su madre con vestidos de gala, conducida por caballeros que la llevaban, el Cristo se recogía en su ermita en el altar de esta virgen que este estaba a mano izquierda de la puerta de entrada se oficiaba una misa rezada por un religioso de la orden tercera y allí se quedaba hasta e siguiente año.

Pero hay más, ya que dispusieron una cuarta procesión, la de Nuestra Señora de la Soledad, esta procesión salía el día del Viernes Santo por la noche y donde solo podían participar en ella mujeres.

Pero sucedía que el Obispo de la diocesis Coria-Cáceres , Sancho de Velunza y Corcuera, público un edicto donde se prohibían las procesiones nocturnas en los días  Miércoles, jueves y Viernes Santo y por motivos de evitar los desmanes que se cometían y bajo pena de excomunión, que reste prelado era muy dado a ello, que no hacia mucho habia excomulgado a todo el que se movía por la villa cacereña con motivos de la construcción del Arco de la Estrella, pero esto es otra historia, acudió la hermandad al prelado para solicitar su autorización y liberase los fieles que participaran en la escenificación, se consiguió que este hombre entrara en razón y ya en 1863 se organizó y discurrido la procesión por su carrera, y donde cuenta el entendido cronista que fue procesión muy lucida y con acompañamiento de las de setecientos señoras en silencio absoluto ¡carajo!, quien lo podría imaginar.

Más al segundo año surgieron aquellos desmanes que todos trataban de evitar, que obligaron al obispo a dar su edicto promovido por un hijo del Gobernador Civil, un tal Darquin, junto con otros camaradas más, y por lo que se llegó a la suspensión en años sucesivos.

En el altar mayor de la ermita de la soledad, descansa un retablo de estilo gótico con la efigie de la Virgen de la soledad y en lienzo frontero de la puerta de entrada de antiguo estuvo durante varios siglos una imagen de Santa Isabel, imagen desaparecido de este sitio desde hace muchos años quedando el hueco vacío, a uno y otro lado de altar se abren dos puertas, una la sacristía, esta sala tiene el suelo empedrado de pequeños huesos, que al mirarlos da impresión fuera un mosaico, la otra puerta da a lo que llamaban sacristía vieja, que se dedicó como cuarto de guardia de los alabarderos.

Y era una de las cuatro con mayor numero de hermanos de la villa cácense esta hermandad, siendo cofrades por prescripción episcopal todos los eclesiásticos ordenados In Sacris, y que en Cáceres residieran, en un principio fue sola, hasta la reforma de los estatutos de del año de 1582 en que con la reforma se incorporaron los de Nuestra Señora de la Soledad del Monte Calvario, la de San Miguel, la del Santa Maria del Prado, esta se servía de la parroquia de San Juan, la de San Antonio con su ermita que se ubicaba frente a la Audiencia de Extremadura, la de Santa Maria la Vieja, tambien en la parroquia de San Juan, y como habia que darle nombre a este batiburrillo de hermandades, decidieron llamarla Ilustre y real Cofradía de Santa Maria de la Soledad de los Caballeros y que su cabildo debía ser presidido por el corregidor de esta villa.

Poseían al menos cinco imágenes,  la de la Virgen Maria, la del  Señor del Santo Sepulcro, la del Cristo Resucitado y la de Santa Isabel, hacía que ser camarera de estas imágenes fuera cargo más que estimado por las damas de tronío de la villa cacerense, dándose el caso que la familia que tal honor alcanzaba procuraba conservarlo de generación en generación dentro de la misma familia, así en el año de 1817 falleció la esposa que fuera de Antonio Vargas, ¡del cual desconozco su filiación!, sin que quedara sucesor, y la cofradía en 18 de febrero del mismo año nombro en su lugar a Petra Golfín, hija del todopoderosos Cayetano Golfín, Marques de Santa Marta, cargo que desde llego a figurar en esta familia de la casa de Torres Arias.

Pero entre tanto santo surgió la mano del diablo, y no fue de otra forma que de entre la compañía de alabarderos que asistían al Señor durante la Semana Santa, estos no usaban uniformes, cada cual vestía según y conforme a sus pecunios, eso si siempre con decencia y decoro, limpios y con trajes de domingo, siendo lo único que en común tenían eran las alabardas, estas de latón que lucían siempre relucientes que solían acompañar a cada uno de los pasos en que figurara cristo o su madre en sus recorridos procesionales, cuatro o seis alabarderos, con el arma terciada y las alabardas en alto, pero en la ceremonia del descendimiento del Santo Entierro las llevaban boca a bajo y adornadas con crespones de luto, más llegando la procesión del Cristo Resucitado, adornaban sus alabardas en competencia con cintas flores, rosarios, pendientes y todas clases de  alhajas.

Más ocurrieron sucedidos que toda la gente de bien y avisados esperaban, y es que ocurría que los alabarderos solían ser gente menesterosa, ya saben, hortelanos, alarifes, canteros, caleros y trabajares en general,  y más de más de gentes de mal vivir que eran los que constituían el núcleo de los soldados alabarderos y se consideraba como día de holganza los días de servicio a las imágenes, y por lo que se ve, solían darle a la bebida, y así a la hora de procesionar se presentaban los alabarderos pelín perjudicados, recibían regañinas por parte del párroco y del mayordomo de la cofradías, pero ellos ni caso, al día siguiente volvían a darle al vino, y llegamos al año de 1821 año en que la cofradía suspendió la tropa de alabarderos, pro se vieron las imágenes desfilar huérfanas de guardia pretoriana, y hubo protestas que calaron tanto que al año siguiente se restableció la guardia, entre otras cosas porque al parecer quedaban muchas promesas por cumplir.

¿y creen Vds. que se solucionó el problema? Más bien no, porque los alabarderos siguieron dándole a la frasca del tinto.



Y llego un iluminado, un tal Luis Espada que era a la sazón hermano de esta cofradía el que tuvo la idea con la que se proponía salvar la cofradía del alboroto de los alabarderos, y no le dio por otra cosa que la de fabricar armaduras de latón para dar uniformidad a los alabarderos y que supusieran un ingreso para las arcas de la hermandad, por ello puso un precio al arrendamiento de estas armaduras, para evitar que la gente trabajadora, chusma en definitiva tuviera acceso a ellas y no pudieran militar en la compañía, pero esta idea resultó un auténtico fracaso, ya que hasta la gente de calidad y rancia de la villa cacerense lo calificara como mascarada, y los no pudientes censuraran el precio del arrendamiento, los que eran altos se quejaban de que las armaduras se les encajaban hasta las narices o que las espaldas parecían un caparazón de galápagos.

Pero ocurrió que, con el cambio de indumentaria no mejoro para nada el comportamiento de estos alabarderos, ya que antes de salir la procesión de la iglesia de Santa Maria la tarde del Viernes Santo del año de 1893 se celebraba el ritual el oficio llamado de tinieblas en el que, salmo tras salmo se iban  apagando las luces en tenebrario, y así al llegar a la ultima luz, los alabarderos que custodiaban al señor yacente, empezaban a darse unos contra otros con las espadas de madera que llevaban, acompañando con tremendos golpes en las corazas y cascos gritando al compás de imprecaciones y palabras soeces, mientras los alabarderos de relevo se subían al campanario y replicaban las campanas tan hondo que, perturbaba el orden público, las beatas se asustaban y hasta iban acompañadas de algún desmayo que otro por tamaño desatino, tanto que tenia que intervenir la policía entrando en la iglesia repartiendo a todo el que se moviera, todo esto junto fue el final de la compañía de Alabarderos.

Esta ermita que gozó de mucho predicamento entre las gentes beatas y creyentes, con el paso de los siglos fue a menos el culto tanto que llego casi a extinguirse y solo algún día que otro abre sus puertas al culto.

(Fuentes Publio Hurtado-La Parroquia)

(Fuentes Benito simón Boxoyo-Noticias)



Agustín Díaz Fernández

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