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RECORDANDO A UN AMIGO

  • Foto del escritor: Llopis Ivorra-AgustinDiaz
    Llopis Ivorra-AgustinDiaz
  • hace 6 horas
  • 4 Min. de lectura

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

                       EN RECUEDO A UN BUEN AMIGO

                           Alejandro Martínez “Bobi”

Ahora, cuando aún perfuma el recuerdo de una amistad, amistad labrada desde la niñez, de aquellas que se decían de toda una vida, me pongo a escribir y el lápiz se niega a dejar su huella en el folio blanco, es como si sintiera la tristeza de la ausencia.

Quisiera decir tantas cosas, muchas, pero se quiebra en el alma con el recuerdo, de lo vivido de lo disfrutado, de amistad de concordia, tan solo queda la remembranza de lo bueno, que eso no se olvida cuando es persona apreciada, amiga, y se va, no quiero decir adiós, digo hasta siempre, jamás se debe decir adiós a lo apreciado, si yo dijera que una gran y extraordinaria persona, estaría mal, que se puede decir de un amigo, pero esa era en  realidad su esencia, y baste decir que Alejandro “Bobi” era nada más y nada menos que un hombre bueno, con  todo lo que conlleva la palabra bueno.

Sigo sin encontrar la solución de que mi lápiz corra por el folio con la idea de lo que quiero decir, me atasco, no puedo continuar, porque cuando se recuerda se tiende a pensar en lo que se fue, en lo vivido, de los disfrutado, de lo añorado por aquellos juegos infantiles desde la calles Ecuador, Cuba, Salvador, Colombia, de aquel Carneril al actual Llopis Ivorra, hasta el barrio de San Francisco, pasando por los juegos de niños en la explanada  Cueva de Maltravieso, en la Cerca de la Retama, en la Fuente del Rey, por el regato Plata, de aquellos veranos de pillar fruta en la Huerta del Conde, en la Huerta de la Mona, por la calleja de la Bula, de baños en la Charca Musia cuando era una gran Charca de aguas limpias, de catequesis con don Antonio, de partidos de futbol con los chicos del hospicio del Monasterio de San Francisco el Real.

Recuerdos de tardes de cine, de sesión continua en el Norba, o en el Coliseum, y los jueves, los jeves a la sesión llamada fémina del cine Astoria, los bocadillos de calamares del  bar del Sindicato, o de mejillones en el bar de  la “Oje” en la calle Parras, de tardes de futbol en la Ciudad Deportiva con aquel cacereño que ilusionaba, de días de retos en el campo del Rodeo, de competición en el campo de Cabeza Rubia, de cañas  en el Bar Cervantes, con aquellos pinchitos de carne de caballo, cocida a base de horas y horas par que estuviera tierno como carne de ternera, de la penúltima en el bar Treski, justo antes de la hora de cierre, para terminar de aquella manera en el bar de la señora Ramona, donde ya sin un solo duro en los bolsillos y  muy pasados de copas, otro amigo ausente Ángel Tato, con toda su gracia del mundo venida de nacimiento le cantaba acompañado de su guitarra “Madrecita del alma Querida” y la señora Ramona se le caían las lágrimas y teníamos barra libre.

Recuerdos que van llenando el folio, mientras se humedecen los ojos como lo hacen las olas del mar al pasar de puntillas sobre la arena, de conversaciones apenas comenzadas y ya terminas por no llegar más allá en la discusión y crear malos rollos y de vamos a tomarnos otra.

Recuerdos de aquellos años de UGT, de aquel día que me atreví a enfrentarme a un tal “Lito” aquel histórico de lucha obrera, y el me siguió en la defensa de mi posición sin saber exactamente de por donde se iba, y de las copas que nos tomamos al final de aquel congreso en el V centenario y los perjudicados que salimos de allí, eso sí, reírnos nos reímos un rato.

Pero recuerdos son, y que van rellenando el folio hasta acabarlo, pero no por eso se acaban los recuerdos, pero se ya se fue, y tan solo nos queda la satisfacción de lo vivido, de lo pasado, que jamás se debe olvidar la amistad, junto con Toñi, su compañera de toda la vida, testigos que fueron de mi boda.

Te fuiste Alejandro “Bobi” en el descanso del partido, dejando huérfanos de amistad a los que saben que te apreciaban, donde quieras que llegues “Bobi” busca la mesa de los vinos de los miércoles, donde sobran las conversaciones de política hasta el futbol sobraba, solo el hablar por hablar, el recordar anécdotas, te fuiste dejando una silla que no se podrá ocupar, donde quieras que estes ya sabes que se te echara de menos porque nos quedaba mucho por hablar, mucho que recordar, mucho por discutir, mucho por reír.

Ahora seguro que haces un aparte con Nati, con Tato, con Moreno, allá donde quiera que os encontréis, tomaros una caña por los que quedamos aquí, hablar un poquito de nosotros, como nosotros hacemos a menudo de vosotros.

Podría seguir contando anecdotas, chascarrillos, más de más de lo lindo que lo pasamos, también hubo momentos difíciles claro, pero quedaron en el olvido, quede aquí el reflejo de lo vivido de los disfrutado.

Vuela alto amigo, siempre en el recuerdo, lo recordado jamás queda en el olvido, porque lo que no se olvida no muere

que la tierra se te sea leve.

                                      Salud

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Agustín Díaz Fernández

 

 

 

 
 
 

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