HISTORIAS DE LA VILLA DE CÁCERES-TORRE DE LOS CÁCERES-ANDRADE
- Llopis Ivorra-AgustinDiaz
- 13 may 2020
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 13 jun 2020
TORRE DE LOS CACERES ANDRADE
TORRE DE ESPADEROS
Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Situada junto a la antigua puerta norte de la ciudad de intramuros (Puerta de Coria), esta magnífica torre de finales del siglo XIV y principios del XV, está construida, al parecer, sobre los cimientos de otra romana, siendo prototipo representativo de la arquitectura cacereña de ese tiempo. Anexa a la torre, tuvo en tiempo su sede la Orden de los Fratres de Cáceres (embrión fundacional de la histórica Orden de Santiago), siendo los Espaderos la rama escindida de los Fratres que tras la reconquista de la ciudad fijó su residencia en este lugar. Así, en lo que fue fachada principal de dicha casa, en la calle Tiendas donde asienta la torre descrita, aún puede verse el escudo de armas de los Espaderos (dos espadas cruzadas con las puntas hacia abajo.

Torre de los Cáceres-Andrade
Maciza, soberbia, rotunda protectora de un arco que ya no existe. La Torre de los Cáceres desafía al tiempo, da escalofríos pensar cómo sería almenada puesto que ésta, como todas las torres de intramuros y extramuros, fue desmochada por orden dada por Isabel la Católica en 1476 , y ser rebajadas hasta igualar la altura del resto de construcciones. No fue cumplido en muchos de los casos este último extremo, medida pacificadora de la católica reina, que intentaba reducir a una nobleza levantisca, que había alcanzado cotas inimaginables de poder en el reinado de su medio hermano Enrique IV, con medidas en las que se hiciera patente su poder real.
Casi gemela de la Torre de Sande, algunos autores apuntan a que fue reconstruida sobre otra torre anterior, quizá romana. De aquí partía el Cardo, la arteria principal de la Norba romana y que se prolongaba hasta el arco más meridional, la Puerta de Mérida. Construida en mampostería y sillar, presenta un airoso matacán sobre ménsulas, un viejo blasón con las armas familiares (de gules, dos espadas de oro), una hermosa ventana de arco deprimido hacia la calle Tiendas, pequeños vanos de medio punto y una ventana geminada, formada por dos arcos gemelos de herradura apuntados sobre una columna parteluz, esto es un ajimez, término que procede del árabe assammis (lo expuesto al sol) y que hace referencia a los balcones cerrados por celosías desde donde las mujeres podían ver sin ser vistas.
La torre es el único resto del palacio de los Cáceres, Señores de Espadero y más tarde de la Lagartera y de Higuera de Vargas. Las casas de los Cáceres se levantaron a finales del siglo XIII o inicios del XIV y ocuparían, aproximadamente, lo que hoy es el Archivo Histórico. Tras su desaparición, ese espacio fue ocupado por casas populares que se demolieron en el siglo XX, convirtiéndose en improvisado aparcamiento. Estuvo a punto de formar parte del Parador de Turismo, ya que una de las primeras opciones que se barajaron para su ubicación fue el Palacio de Moctezuma.

El linaje de los Cáceres es uno de los más antiguos de la ciudad, según la tradición (que no los documentos) participaron en la reconquista. Del primero que tenemos noticia es Gonzalo de Cáceres, que vivió a finales del siglo XIII. Su nieto, Alvar García de Cáceres fue Vasallo del Rey, y su bisnieto Gonzalo, fue embajador de Enrique IV en Navarra y negoció el frustrado matrimonio del Príncipe de Viana con la entonces Infanta Isabel, que andando el tiempo la historia la conocería la Católica, quien, por su cuenta, planeaba en secreto sus bodas con Fernando de Aragón. Gonzalo de Cáceres Andrade fue un activo miembro en el resurgir de las banderías dentro del partido del Maestre Solís.
En 1465, y tras la llamada Farsa de Ávila, es proclamado rey el Infante Don Alfonso, lo que abre un nuevo período de la Guerra Civil de Extremadura. En medio de aquel episodio, en 1467, el Clavero Alonso de Monroy atacó en Cáceres al bando de Solís, y el Señor de Espadero murió de un flechazo recibido, en esta misma torre, a últimos de este año o principios de 1.468
Siglos más tarde el solar de los Cáceres se fue abandonando y arruinando, hasta no quedar más que el más altivo de sus elementos constructivos, la poderosa torre que un día defendió el lado septentrional de la muralla, la cual, por cierto, se derribó a instancias del I Marqués de Camarena la Real, en 1751, para que pudiera entrar en Cáceres el saludable aire del Norte. Otro despropósito más para nuestra historia.

LA LEYENDA
Corrían tiempos revueltos por y para la villa de Cáceres, se hallaba sumida en las crueles y fratricidas lucha de banderías, sus calles se veían a menudo empapadas de la sangre de los pecheros y peones de los dos bandos enfrentados, llamados el de arriba y el de abajo, tan solo la llamada del Rey para la conquistas de nuevos territorios al moro, o defender de algún enemigo común, hermanaban a los belicosos caballeros y la villa podía respirar un poco de paz y tranquilidad.
Cuenta el cronista, que en uno de estos momentos de treguas, un caballero de modales altivos, y presumido como pocos, formado en las artes de la guerra, con fama de excelente guerrero, pero muy preciado de sí mismo, preparaba un torneo al cual había sido invitado por el monarca Enrique IV, y para tal ocasión el caballero había contratado para tener a punto las armas de uso en las justas, lanzas, espadas, espadines, cuchillos, estiletes, así como los arreos de caballería, a un joven armero de reconocida valía como especialista y artesano en tales menesteres e hijo de un viejo armero de bien ganada fama, el cual servía con su arte a los dos bandos, al de arriba como al de abajo.
Contaba tan alto caballero la condición de viudo, y una hermosa hija que era aparte de la guerra otra de sus pasiones, y que prometía ventajoso casamiento, con la que engrandar su posición, y que poco más que menos, la tenía casi recluida en la torre del palacio, custodiada por un ama de toda confianza del señor. Ocurría que entre los distintos enfrentamientos de los dos bandos, los compañeros de armas del padre de la virtuosa joven , entraban y salían de palacio, unas veces para celebrar otras para curar sus cicatrices, otras para elaborar estrategias guerreras, cruzaban patios, habitaciones y salones, para observar al enemigo y guerrear desde la torre de palacio, situada en la zona norte de la villa. Al paso, los caballeros tenían la oportunidad de observar y admirar la belleza tranquila de la joven, aunque solo fuera por un breve instante. Alguno incluso tenía en mente pedirla en matrimonio para algunos de sus vástagos.
Cuando aquella mañana, apenas amanecido el joven armero entro en el patio de armas del palacio, la joven cayo rendida de amor, ella que había sido cortejada por nobles y caballeros venidos de tierras lejanas, persiguiendo la fama de bella de la joven y ofrecido riquezas y posición, caía rendida de amor ante un muchacho apenas, sin fortuna y sin nada que ofrecer más que su oficio de maestro armero, ataviado con un mandil de cuero, un montón de suciedad de la fragua encima y unos ojos de mirada soñadora.
Ni caballero, ni mozo se percataban de los sentimientos de la muchacha, se la veía entretenerse más de lo adecuado, en sus idas y venidas por el patio de armas, y si por el casual le preguntaran, difícil tenia justificar su presencia en ese lado de palacio, pero ¿Quién se atrevería, quien iba molestar a la chica con preguntas indiscretas, con tal padre? Mientras la joven paseaba y miraba de reojo al armero, el chico seguía a su faena ignorante del afecto que día tras día iba creciendo en la muchacha, el padre, el padre bastante tenía con, comer beber con sus invitados y fanfarronear ante estos, solo la dueña Elvira, estaba en el secreto.
Todo pasa, y, por fin llegó el día de partir hacia el sitio donde se celebrarían las justas, y quiso el señor que Hernán , el armera fuera de la partida, el joven en su timidez andaba indeciso , pero sus dudas se extinguieron al ver salir al patio de armas a la joven y bella Mencía, que tal era su gracia, cruzo mirada con el mozo, este al verse sucio y mal vestido , se avergonzó, pero sin esperarlo , en un cruce de miradas con la joven, también quedo prendido de amor, y se decidió a formar parte del sequito que acompañaba a la moza y en convertirse en su más celoso guardián.
Celebradas ya las justas, banquetes y festejos varios con el contento del resultado por parte del caballero, el monarca enrique IV decidió que ya era tiempo de regreso de la comitiva a la villa de los caballeros de su corte. Fue viaje el de vuelta ameno para los jóvenes, Mencía, con artes de mujer fue tejiendo su romance de amor, supo captar todo el tiempo libre del muchacho, retrasando así la llegada a su destino y Hernán siempre a su lado, le iba dando pruebas de su amor, Ya divisando desde el alto de la sierra ,la villa cacerense, la tropa del sequito de la joven, se alarmo al ver llegar al galope a un ejército de caballeros hacia su posición, era el que los mandaba el padre de Mencía que asustado de la tardanza de su hija había salido al encuentro, al recriminar al capitán de la escolta, este le dijo que solo cumplía órdenes de su hija, que era quien le ordenaba de cuando en vez hacer algún alto en el camino, para ver y admirar tal o cual cosa, y que ahora mismo se encontraba en un recodo por los riberos del Rio Almonte, refrescándose de la calorina de la canícula de Julio.
Se acercó el caballero al sitio indicado, encontrándose a la pareja de enamorados, haciendo planes de futuro y promesas de eterno amor, Fue Mencía la que voz en grito, evito la cortara la cabeza al joven Hernán de un espadazo el caballero, intento dos nuevos mandobles, pero Hernán más joven y sin las pesadas prendas de guerra, y aprovechando que el sol, se ponía logro escapar, llegaron a la villa y tras encerrar a la joven en la torre del palacio junto a la dueña Elvira, y custodiada por su guardia personal, reuniendo una partido de bravos salió el caballero en busca del muchacho a la casa que a las afueras y junto con su padre tenían, llamó con energías, dio la voz de rendición, pidió a voces la entrega del joven armero, amenazo con prender fuego a la casa si no le obedecían, el armero viejo sabedor de que si le entregaban al muchacho lo ahorcaría , se negó a la petición, enfurecido el noble ordeno el asalto de la casa, mataron a quien osó cruzarse en su camino , hirieron de gravedad al armero viejo, y en un cuchitril de las cuadradas capturaron a Hernán , y atado a la cola de un caballo lo llevaron hasta las mazmorras del palacio.
Enterados los nobles cacereños de la ciudad, mandaron embajadas para solicitar clemencia para el respetado armero, viendo la negativa del enfurecido caballero, decidieron hacer frente a tan intransigente noble, respondió abriendo las puertas de su palacio y saliendo con mucha gente de guerra, sembrando el pánico en las calles de la villa cacerense, ante esto no les quedo más opción que poner los hechos en conocimiento del Rey.
Mientras, en las mazmorras de palacio, Hernán sufrida toda clase de torturas y vejaciones, el noble en persona dirigía las sesiones de tortura, hasta quedar convertido al artista armero en un pobre guiñapo. Mencía, la bella Mencía, e un descuido de la guardia, y con la complicidad de su dueña Elvira, la que en vano intentaba consolar a la joven en su padecimiento logro salir de su confinamiento, y penetrar en las mazmorras.
Hernán agonizaba y avisada la joven Mencía, que logró burlar a los torturadores, se encontró con que el joven apenas le quedaba un instante de vida, abrazada Mencía a Juan pudo escuchar su ultimo te quiero antes de espirar, ya fuera causa de la fortuna, del amor, o del acaso, la parca quiso que el alma de Hernán, no emprendiera sola el viaje a la eternidad y tras un largo beso, Mencía, la bella Mencía, cayo muerta abrazada a su amado armero.
(Fuente J.L.Hinojal)

Agustín Díaz
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